domingo, 16 de enero de 2011

DISCAPACIDAD: Una de las secuelas de la violencia de género e intrafamiliar


Cifras de la violencia contra la mujer, según el INEGI, reportan que dos de cada tres mujeres son víctimas de violencia a manos de su pareja; más de medio millón en el ámbito urbano fueron amenazadas por sus parejas con matarlas

"Fui agredida por él desde los primeros días en que me embaracé de mi primera hija, hace 26 años. Y eso nunca cambió. Debí dejarlo a tiempo...”.

Es la voz de Guadalupe Huerta Mora, desde la cama en la que permanece sin poder moverse, excepto por la ayuda de sus hijas, debido a las lesiones que presuntamente le provocó su esposo, Luis Águila Morales.

Mientras tanto, en la pared de su cuarto, Emmanuel, el menor de sus hijos, pega los dibujos que va coloreando con tal de que su madre “ya se levante de esa cama”. Emmanuel, de nueve años, no sabe que su madre no podrá volver a caminar.

Los planes de Susana, de 26 años; Luis Miguel, de 19; Olga, de 15 años, y Emmanuel, de nueve, se vieron afectados por la discapacidad permanente de su madre, provocada presuntamente por la violencia de su padre, quien se desempeña como policía bancario. Actualmente no cuentan con recursos para pagar una enfermera que la asista. Esto es quizá lo que ella más lamenta: “Que mis hijos me vean así y no puedan continuar sus proyectos”.

Los hijos de Guadalupe tuvieron que dejar la escuela por los gastos que generaba asistir a la misma. Las hijas mayores ahora cuidan de los menores, y también abandonaron sus trabajos.

Guadalupe quiere revelar y dar testimonio de su historia para que ninguna otra mujer “tolere todas las humillaciones” que recibió de su marido, Luis Águila Morales, confiando en que algún día cambiaría. “Le he rogado a mis hijas que jamás permitan que nadie las toque para violentarlas. Yo ya estaba en trámites de divorcio, pero de pronto todo cambió...”, cuenta.

Una de las formas de mayor invisibilidad en el tema de las personas con discapacidad (PCD), es la correlación violencia-mujeres-discapacidad.

Según Carlos Ríos Espinosa, asesor en derechos humanos y justicia penal, así como experto que da seguimiento y cumplimiento de la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de las ONU, “hace falta mucho trabajo por hacer para sensibilizar y crear conciencia en torno a la situación de violencia que puede generar discapacidad, como ocurrió con Guadalupe, golpeada presuntamente por su marido: un policía bancario, y tres de sus cuñadas la mañana del 24 de junio de 2010”.

Como resultado, Guadalupe vive ahora con una lesión medular a nivel de las vértebras cervicales que le generó una discapacidad motriz de carácter permanente e irreversible.

Problema invisible

En México son innumerables las formas de violencia hacia las mujeres; sin embargo, “uno de los mayores problemas que se enfrenta para atender, castigar y erradicar la violencia que viven las mujeres, es la invisibilidad de su importancia, desde la que ocurre en ámbitos domésticos, en el centro escolar, en las calles y en las instituciones, hasta la que animan los medios de comunicación, que promueven el uso del cuerpo femenino como mercancía desechable”, suscribe el Consejo Nacional para Prevenir la Violencia contra las Mujeres (Conavim).

Cifras de la violencia contra la mujer, según el INEGI, reportan que dos de cada tres mujeres son víctimas de violencia a manos de su pareja; más de medio millón en el ámbito urbano fueron amenazadas por sus parejas con matarlas, y suman 14 las muertes diarias debido a la violencia, especialmente en el hogar. Hasta 70% de mujeres golpeadas por sus parejas vuelven a experimentar uno o más incidentes similares dentro del lapso de un año.

Para el abogado Ríos Espinosa, a pesar de que en México recientemente se creó un andamiaje normativo muy completo para prevenir y sancionar la violencia contra las mujeres, existe una enorme agenda que reclama la transformación cultural e institucional para que todas estas leyes sean efectivas.

Uno de los puntos fundamentales de esta agenda es visibilizar un fenómeno, que hasta ahora permanece en la penumbra: la violencia que se ejerce contra de mujeres con discapacidad.

Ausencia de cifras

El primer elemento de este ocultamiento —que en sí es una forma de exclusión— es la ausencia de cifras confiables del número de mujeres víctimas de violencia que adquieren una discapacidad, o que ya teniendo una, sufren violencia.

EL UNIVERSAL solicitó información a el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) a través de Laura Cruz, y al Conavim a través de Laura Ponte, y en ambos casos no existe un registro sobre el número de mujeres que adquirieron una discapacidad por violencia, o que ya teniéndola, continúan expuestas a más agresiones. El Inmujeres del DF se entrevistó con la señora Huerta; al parecer se podrá proporcionar una beca a su hijo mayor para que pueda continuar con sus estudios.

“Los programas de atención a las mujeres víctimas de violencia no incluyen a las mujeres con discapacidad, lo cual genera un fenómeno de discriminación múltiple. Los refugios son inaccesibles, no cuentan con un diseño universal, y no existe personal capacitado para proveer ajustes que atiendan a las necesidades de este sector. Tampoco existen programas específicos de rehabilitación con base en la comunidad que les permita salir del ciclo de violencia que genera su dependencia de sus agresores”, concluye Ríos Espinosa, maestro de Sistemas Penales Comparados y Problemas Sociales por la Universidad de Barcelona, y candidato al doctorado en Filosofía de la UNAM.

FUENTE: EL UNIVERSAL.MX

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