sábado, 10 de septiembre de 2011

REPÚBLICA DOMINICANA. NARCO, TRATA, CRIMEN Y RENTABILIDAD




Pese a los esfuerzos del gobierno dominicano por enfrentar la trata de personas, este tipo de explotación se acentúa aún más en este país caribeño, con nefastas secuelas para la infancia y las mujeres.

Entre los pasos gubernamentales se incluye la creación de la Comisión Interinstitucional de Combate a la Trata de Personas y el Tráfico Ilícito (CITIM) y un Plan Nacional de Combate a la Trata de Personas y el Tráfico Ilícito de Migrantes, 2009-2014.

Sin embargo, el problema crece por la desigualdad en el acceso a educación y formación de las niñas respecto a los niños, prefijada por una larga cultura de actitudes machistas; la discriminación en el mercado laboral, la violencia intrafamiliar y la feminización de la pobreza.

Los roles de género marcadamente discriminatorios para ellas, responsables como única cabeza del hogar o con cargas familiares no compartidas, multiplican sus tragedias, derivadas del frecuente crimen de violaciones y otras situaciones de las cuales intentan huir buscando oportunidades en el extranjero. Según la directora de la CATWALC, de cada 10 personas que son objeto de trata, por lo menos dos son menores de edad.

Un Informe del Departamento de Estado estadounidense, divulgado a fines de 2010[3], califica a República Dominicana como "país de origen, de tránsito y de destino para hombres, mujeres y niños que son traficados con el propósito de ser explotados sexualmente y de ser sometidos al trabajo forzado", y la ubica en la categoría III, reservada a naciones que han hecho poco por frenar el comercio de seres humanos.


A su juicio, las causas de este perverso flujo comercial "hay que buscarlas siempre en la pobreza y el desempleo" y "en que la demanda de mano de obra en Europa es para trabajadoras de servicio, incluidas domésticas, del sexo, cuidadoras de niños y de ancianos".


Al margen de otras consideraciones, lo cierto es que la trata y el tráfico de personas no sólo existe, sino que crece en República Dominicana, según reconoció a SEMlac la doctora Rosario Graciano de los Santos[5], ex viceministra de Relaciones Exteriores a cargo de Asuntos Migratorios, y ahora jueza de la Junta Central Electoral.

Los principales destinos para la prostitución de dominicanas son Argentina, Australia, Brasil, Costa Rica, Chipre, Panamá, Haití, Jamaica, los Países Bajos, Panamá, Eslovenia, Surinam, Suiza, Turquía y Venezuela.


La tragedia se magnifica en la infancia haitiana

El turismo sexual infantil se destaca como uno de los mayores problemas, particularmente en las áreas hoteleras de las costas, con turistas que, según informes, suman miles y llegan durante todo el año desde varios países, particularmente España, Italia, Alemania, Canadá y los Estados Unidos, en buscan de sexo infantil.

El dominicano Centro de Orientación Integral (COIN) trabaja con migrantes y "regresadas", pero no es nada fácil reinsertarlas al contexto social. No pocas vuelven a huir de su pobreza e, inclusive, de hogares violentos y parejas crueles. "A ello se suma que la mayoría ignora sus derechos humanos y vuelven a caer frente a redes de tratantes", opina Marianela Carvajal[6], joven ejecutiva de COIN.


Para la ejecutiva de COIN, "ello puede influir en que las personas sean engañadas por traficantes, que les buscan precisamente en las zonas más deprimidas y pobres del país. Las nacionalidades más comunes de las traficadas son haitiana, cubana, china, colombiana, ecuatoriana… que buscan, al igual que las y los dominicanos, un mejor futuro", sostiene.

En un encuentro sobre trata y tráfico, convocado en junio de 2010 por la cancillería dominicana, se subrayó como factores de riesgo que las mujeres son más vulnerables y más aún la infancia, en particular la haitiana.

Aunque faltan datos cuantitativos, se sabe que la migración dominicana es eminentemente femenina; que las mujeres son usadas como moneda de cambio y satisfacción sexual; y que las demandas de los mercados foráneos en materia de empleo dan prioridad a los servicios sexuales y, en cierta medida, algunos trabajos considerados "femeninos": cuidadoras y domésticas en particular.

Trata y narcotráfico, un vínculo execrable

La vulnerabilidad del país se intensifica por la pobreza y se agrava con la irresuelta lucha contra el narcotráfico, lo que genera una diversificación de nuevos métodos empleados por las organizaciones criminales, que encuentran en la trata de personas, piratería y secuestros, diferentes vías para el traslado de las drogas y comercio sexual, con lo cual obtienen cuantiosos recursos.

Según las Naciones Unidas, la trata es el tercer negocio ilícito más redituable en el mundo, después del tráfico de estupefacientes y armas. Sus ganancias rebasan 30.000 millones de dólares anuales.


Las edades de las dominicanas que enfrentan inescrupulosas actuaciones de redes o individuos encargados del tráfico oscilan entre 18 y 24 años de edad, aunque se estima que más de un millón 200.000 millones de menores caen en manos de las mafias internacionales, de los cuales 95 por ciento sufre violencia física o sexual y 43 por ciento es forzado a la prostitución, servicios domésticos u otros trabajos esclavizantes.

En 2009 la Constitución dominicana consignó la prohibición de la trata y tráfico de personas en todas sus formas, a fin de instituir el cumplimiento de convenios internacionales suscritos[7] sobre el tema que, como en otros muchos casos, pocas veces se cumplen por falta de reglamentaciones, vigilancia o seguimiento suficientes.

Lo que no admite discusión alguna es lo dicho a SEMlac por la doctora Lilliam Fondeur[8]: "ninguna persona se autotrata".






Fuente: Semlac - Por Mirta Rodríguez Calderón [1] y Mercedes Alonso [2]

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