miércoles, 11 de enero de 2012

CUBA: NECESIDAD DE INCLUIR TEMAS DE GÉNERO EN LA FORMACIÓN MÉDICA


La Habana, - Los incidentes de violencia contra la mujer ocurren a puertas cerradas en la mayoría de los casos. Cuando ellas salen a buscar ayuda les urge hallar personas sensibilizadas y con conocimientos.

En Cuba, sin embargo, el sistema de formación de los profesionales de la salud no incluye el tema de género, lo que limita la atención de los problemas de salud relacionados con la violencia.

Una investigación realizada por la psicóloga Aida Torralbas Fernández, en la oriental provincia de Holguín, a más de 700 kilómetros de La Habana, saca a la luz el déficit de conocimientos en un grupo de 18 doctoras de familia de un área de salud de la capital provincial, una realidad que probablemente se replica en otros espacios de la geografía cubana.

"Comencé a trabajar con la mujer violentada y me di cuenta de que, en muchos casos, ella sola no está en condiciones de afrontar la situación", explicó Torralbas. "También me percaté de que el psicólogo solo no puede ocuparse, ni el policía, ni el jurista, y en primer lugar el médico, si no tienen la preparación que se requiere sobre este complejo fenómeno", agrega.

Esta crítica situación se encuentra tanto en médicos como en el personal de enfermería. "En nuestra formación no se incluyen estas materias, es un déficit que debes superar en el camino cuando atiendes a diario pacientes con todo tipo de problemas", comenta Lizzy Fernández, médica de un consultorio que atiende a un grupo de familias en La Habana.

En su investigación, Torralbas indica que la violencia de género tiene consecuencias serias sobre la salud física y mental de la mujer, a largo y corto plazos, y puede llegar a convertirse en "factor etiológico de toda clase de perturbaciones psicofísicas".

A su juicio este fenómeno, que no conoce de estratos sociales, nivel profesional, color de la piel o religión, pudiera "convertirse en una de las causas importantes de morbilidad y mortalidad para las mujeres".

La psicóloga considera que "si el médico no es capaz de identificar la violencia como elemento que desencadena todas estas alteraciones, nunca podrá abordar ni trabajar sobre la verdadera raíz del problema y solo se quedará en un abordaje sintomático".

"En nuestro país el médico de familia posee limitaciones en su preparación profesional para identificar el fenómeno de la violencia, pues en su plan de estudio como Médico General Integral (MGI) no se aborda la temática y en el pregrado tampoco", advierte Torralbas en su estudio.

Dada esa carencia, "cuando el médico se enfrenta al fenómeno, tiene que apelar más a su sensibilidad y sentido común que a su instrucción o a un referente teórico que guíe su actuación", considera la investigadora.

Mujeres violentadas, que llegan avergonzadas a los consultorios, esconden las lesiones con explicaciones como: "me caí en el baño", "tropecé con la escalera". Un ojo sin entrenamiento puede no ver más allá ni detectar la baja autoestima y la culpa que las dominan.

¿A dónde conduce no saber?

La literatura médica describe que la violencia física se refleja en heridas, erosiones, excoriaciones, hematomas, discapacidades, enfermedades de transmisión sexual y VIH/sida, embarazos no deseados, dolor pélvico, jaquecas, enfermedades de la piel, del corazón, trastornos ginecológicos, respiratorios y gástricos, contracturas y dolores musculares o articulares, entre otros.

Estos están acompañados, generalmente, de daños psicológicos agravados que se derivan de la vivencia del hecho de que el atacante es la persona de quien se espera protección.

La violencia conduce a un cuadro psicológico reactivo que puede caracterizarse por abatimiento, confusión, aturdimiento, depresión, ansiedad, baja autoestima, disfunción o desinterés sexual, abuso de alcohol y drogas, síndrome de estrés postraumático, estados de fatiga y falta de energía, letargo, envejecimiento prematuro y auto abandono.

Pese a todo esto, indica Torralbas, la violencia contra la mujer no se recoge en las estadísticas como problema de salud y la mayoría de las veces queda invisibilizado

Las encuestas y técnicas aplicadas por ella a las mujeres profesionales de la salud mostraron desconocimiento en la identificación de las causas que provocan el fenómeno y, por tanto, de sus características esenciales.

La profesora Norma Vasallo, investigadora de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, sostuvo que "existe una carencia en la formación de especialistas en ejercicio como juristas, médicos y psicólogos, sobre el tema".

Lo reconoce también Ileana Castillo, de la Escuela Nacional de Salud Pública. "La formación tradicional de nuestros profesionales tiene un desarrollo muy grande en la atención biológica; sin embargo, es obvio que, a partir de los espacios de discusión y de las investigaciones, se formen desde lo social y particularmente, con enfoque de género".

"Tenemos la responsabilidad de cambiar las concepciones en la formación de esos profesionales para que pueden actuar desde el enfoque social de la salud, incluido el tema de la violencia", agrega Castillo.

A su juicio, esta es una realidad difícil de cambiar porque primero hay que sensibilizar a los directivos de Salud Pública y de la docencia, quienes, posiblemente, tampoco están formados en ese enfoque y no ven la necesidad del cambio.

"Hay que seguir haciendo investigaciones e ir mostrando evidencias para poder lograr el cambio. Hay un proyecto en curso que investiga el programa de formación del médico de la familia para evidenciar que existe la necesidad y dar el paso para que se incorpore, desde los estudios de pregrado", concluyó.

FUENTE: AmecoPress

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