martes, 31 de julio de 2012

EL VARÓN DEVALUADO


"Algunos piensan que el Patriarcado afecta y oprime sólo a las mujeres. En este libro vamos a intentar demostrar que afecta y oprime también a los varones, y que la crisis económica y social de los 90, que estalla definitivamente en el 2001, deja al descrubierto esta realidad".
Así presenta Diana Coblier su nuevo libro El varón devaluado (lo que el 2001 nos dejó) de Ediciones Nuevo Tiempo y producido por Fundación Tehuelche. En estas páginas, un adelanto.

"Entrando en tema"

“… A los hombres el neoliberalismo les arrebató hasta la palabra trabajo, ahora se llama “empleo”.
Yo siento que este sistema puso a los hombres en un descampado total.
Eso no es visible y se trata de ocultar todavía... “


A qué llamamos devaluación?


Este concepto que significa “abaratamiento, empobrecimiento, disminución  de la valoración“, en Argentina adquirió un uso popular desde la Economía. Nuestra moneda se valúa o devalúa comparativamente a otras. Esto implica que para pensar en términos de devaluación precisamos tener un modelo comparativo.
Una medida de valor.
El peso se devalúa en relación al dólar.
El varón se devalúa en relación a un modelo previo de varón, también construido desde el imaginario.
Modelo creado en un contexto político/económico/social diferente y que en la realidad se modifica con el tiempo, sosteniéndose intacto solamente en el imaginario social.
Esto produce un desfasaje entre el  modelo de varón y el varón real. 
Los grandes cambios económicos aceleran los grandes cambios sociales, y ambos aceleran el desfasaje.

Devaluación


La devaluación...
Destruye a los varones y la mujer parece inmune.
Parece seleccionar a sus víctimas.
La  crisis  económica  que  afecta  a  la  Argentina  desde   los años  del  rodrigazo, aniquiló puestos de trabajo, volatilizó ahorros, desalentó el consumo, acrecentó la pobreza. Transformó  profundamente, y  para  muchos  de  modo irreversible,  la estructura social. Barrió con la clase media y sumió en la pobreza a los sectores de ingresos más bajos.
Permaneció el concepto clase media,  pero se achicó la franja que la habitaba.
A partir de los años 90 pudimos observar un fenómeno consistente en el empobrecimiento de millones de ciudadanas y ciudadanos clase media y el enriquecimiento lícito o ilícito de un puñado que devino neo millonario. Esto nos exigió repensar la clase media.
Continuamos denominando clase media a un sector que vivió un proceso de pauperización. En términos de consumo fueron los “nuevos pobres” (1) pero sostuvieron la pelea por la recuperación del bienestar y el estilo de vida perdidos.
El 15 de noviembre del año 2004, decía Daniel Muchnik: “La Argentina tiene hoy una extendida clase media empobrecida. Los especialistas en marketing han aportado investigaciones que aclaran sobre la situación de aquella clase media que fue el orgullo nacional, que motorizó modificaciones políticas, asombrosos aportes culturales y una considerable dosis de sofisticación y consumo. Los expertos consideran que los productos que se adquieren o los servicios que se usan determinan cuáles son los argentinos que han logrado sobrevivir. Son aún clase media, para ellos, los que tienen, en una amplia variedad, tarjeta de débito (significa que cobran un sueldo seguro), medicina prepaga, veranean sin dificultades y utilizan banda ancha de Internet en su domicilio. Se calcula que un poco más de la mitad de los pobres -9,3 millones de personas- pertenece a familias de la clase media, que por las sucesivas crisis fueron cayendo bajo la "línea de pobreza” (2)
Si bien en los últimos años hubo una recuperación del poder adquisitivo y muchos pudieron zafar del empobrecimiento que años anteriores parecía sin retorno, hay una franja cuyo nivel de consumo no pudo reestablecerse. Paralelamente, conservan los gustos e intereses de clase media siendo la imposibilidad de concretarlos motivo de padecimientos y frustraciones.
Esta situación vivida indistintamente por varones y mujeres de todas las edades, es siempre dolorosa en tanto pérdida irrecuperable.
Pero al varón le sucede algo más.
No poder responder al modelo instituido de varón, genera trastornos que denominamos devaluación, que no es propia de todos los varones, sino de quienes pertenecen a una franja etaria que va desde los 45 a los 75 años.

Por qué sólo a los varones y dentro de esas edades?


Acaso a las mujeres no las toca la crisis?. No existe para ellas el desempleo ni los sueldos magros?
La mujer no padece el síndrome (3) de devaluación  por cuanto el concepto de mujeridad (condición femenina) no depende de sus logros ni está en riesgo su identidad femenina. Sólo al hombre se le pone en tela de juicio su condición, se duda de su masculinidad, si no alcanza el formato del modelo de varón. La mujer puede ser devaluada en muchos aspectos, pero nunca se la devalúa en tanto mujer. No se pone en duda su condición femenina, su pertenencia al género. Mientras que el varón, en cuanto exterioriza el primer signo de devaluación, es conjeturado en su masculinidad.
Acaso los varones mayores de 75 reciben la mayor parte del producto nacional?. No es así...
El varón de más de 75 años ya no se siente psicológicamente afectado por las consecuencias de dejar de pertenecer a la clase media argentina y/o de modificar sus estilos de consumo. Sus intereses de consumo variaron y casi siempre disminuyeron con la edad. Junto a ellos, disminuye la frustración. Asimismo, los años le permitieron acceder al denominado “portal de la sabiduría” que lo protege del gasto de excesivas energías para intentar cambiar lo que sabe que no puede.


Acaso los varones menores de 45 años realizan actividades bien remuneradas? Tampoco.

El varón joven de clase media es producto de una familia en la que seguramente hay un padre devaluado. Nació y se crió inserto en paradigmas diferentes, aprendió otro concepto de masculinidad que le permite una mayor soltura en la comprensión y uso de la propia.


Nos acercamos así a la comprensión de cómo funciona la Cultura Patriarcal.
Se trata de una construcción enfermante que perjudica a mujeres, hombres, niños, niñas, jóvenes y viejos. Los domina  y encorseta en dogmas.
Genera trampas de las que difícilmente se pueda salir. Es una construcción perversa que se realimenta permanentemente. Las mismas y los mismos autores de las trampas son sus víctimas.


En notas posteriores, iremos explicando cómo se construye la subjetividad dentro de un orden patriarcal.
También iremos desarrollando las posibles causas que junto con las exigencias del patriarcado, contribuyen a conformar alvarón devaluado, las formas de moldear las cabezas, para que cada habitante contribuya señalando el momento en que se inicia el derrape.
Este término, tomado del automovilismo significa “movimiento que realiza un vehículo que está circulando y que consiste en deslizarse con desviación lateral”. Aplicado a la temática de este libro, lo traducimos como el deslizamiento desviado de su cauce natural (las leyes del Patriarcado) que realizan una enorme número de varones argentinos de clase media de entre 45 y 75 años. Esta desviación  de los dichos y no dichos del patriarcado, este deslizarse por fuera de lo que se espera de él, produce la devaluación. El varón disminuye su autoestima, mientras la sociedad y sus instituciones (familia, club, escuela, etc.) disminuyen la estima que le tienen, además del respeto y en muchos casos, los afectos.
Más adelante desarrollaremos la forma en que el varón devaluado se defiende, los mecanismos que utiliza, los aspectos más vulnerables de sí mismo y su entorno. El patriarcado ejerce el control sobre cada uno de sus hijos, exigiendo conductas adaptadas. Según sean las respuestas, premia o castiga. El varón devaluado es un hombre castigado por el patriarcado a través de sus afectos más íntimos (familia, amigos, parejas) y de toda la sociedad.

Cultura Patriarcal


Afirmamos que la cultura es patriarcal por definición.
El patriarcado establece las relaciones de poder dentro de la sociedad.
El concepto patriarcado representa una concepción hegemónica que ubica a la mujer y a los niños en relación de sumisión al servicio del deseo o las necesidades  masculinas.
Esta es en definitiva la cultura que constituye la psiquis de los sujetos desde el acto inicial de su conformación.
Algunos autores afirman que el patriarcado es una construcción teórica, o que es propia de un pasado ya superado por algunos logros de las mujeres. Pero no solo existe y continúa colonizando mentalmente a generaciones y generaciones, sino que diariamente se sigue construyendo cultura patriarcal.
La civilización entera da cuenta de su existencia, y la sostiene no solo en los hombres, beneficiarios (y victimas) de su predominio, sino que la sustentan las mujeres, a través de la colonización cultural y mental de la que son objeto desde antes de nacer,  y que reproducen el discurso y las practicas.


El patriarcado es una ideología observable en la vida cotidiana.


Es una forma sistematizada de pensamientos, creencias, ideas, normas, prejuicios, actos, etc. que legitima la subordinación de la mujer, y por extensión la de niños y niñas, al poder  “natural”  del varón.
De manera dialéctica, tanto mujeres como hombres, cuando no tienen actitud crítica, gozan de sus supuestos privilegios y/o sufren sus perjuicios. Aunque decir privilegios es una falacia, porque los presuntos privilegios que el patriarcado otorga, son con altísimos costos.


Hablar de patriarcado es hablar de una cultura que habitamos y nos habita.


La cultura está en el inconsciente y es en parte materia prima fundamental, nos determina, constituye nuestra subjetividad, nos conforma, aunque igualmente somos responsables de nuestros actos.
Una vez explicitado nuestro concepto de cultura patriarcal, retornamos a nuestro tema central: el Varón Devaluado, y desarrollar la forma en que la devaluación lo afecta en su vida privada y social, su salud, su trabajo si lo tiene, y en la medida que se intensifique, más afectado resultará, agravando las lesiones psíquicas y  orgánicas que se produzcan.
La  hipótesis de este libro es que la crisis argentina de los 90, y el posterior saqueo a los argentinos a través de los tristemente recordados corralito, corralón y la pesificación del dólar a $1.40, afectó a todos por igual, pero que al varón además le impidió ejercer los roles y conductas que le fueron enseñadas desde siempre y que hacen a su identidad. La falta de desempeño de esos roles lesiona la masculinidad. Dejan de ser portadores de esa masculinidad que el patriarcado inventó y que sirve para someter mujeres y controlar varones. Lo que se espera de él y que fue obedientemente respondido durante generaciones, ya no lo puede sostener.


Los mandatos no se cumplen. Y la sociedad no perdona.
Irremediablemente el varón queda fuera de todo.
Será un valor devaluado.

(1) Muchnik, Daniel
(2) Contradicciones del modelo económico. Clarin. 15 de noviembre 2004.
(3) Conjunto de síntomas que se presentan juntos y son característicos de una enfermedad o de un cuadro patológico determinado.


FUENTE: SONIA SANTORO.COM - Por Diana Coblier

No hay comentarios:

Publicar un comentario