martes, 25 de junio de 2013

LA VIOLENCIA MACHISTA, UN PROBLEMA GLOBAL DE SALUD ENDÉMICA.

La OMS alerta: un tercio de las mujeres de todo el mundo ha sufrido o sufrirá violencia a manos de su compañero sentimental en algún momento de su vida-


Madrid, El primer estudio global sobre la violencia física o sexual contra las mujeres elaborado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) revela que un tercio de la población femenina de todo el mundo ha sufrido o sufrirá violencia a manos de su compañero sentimental en algún momento de su vida. Es por ello que dicha organización define este tipo de violencia de género como “un problema de salud pública de proporciones epidémicas”.


El informe ‘Estimaciones mundiales y regionales de la violencia contra la mujer: prevalencia y efectos de la violencia conyugal y de la violencia sexual no conyugal en la salud’ -publicado por la OMS en colaboración con la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres y el Consejo de Investigación Médica de Sudáfrica- determina que el 35,6 por ciento de las mujeres ha sufrido agresiones a manos de su pareja o de alguien que no es su pareja. En algunas zonas, como el continente africano, esta cifra se eleva al 45,6 por ciento.

Es significativo que el 29,4 por ciento de las chicas de entre 15 y 19 años haya sido maltratada por su compañero o excompañero sentimental, lo cual refleja que se trata de una tendencia precoz en las relaciones de pareja. Los índices más bajos de violencia machista se registran en el Sudeste Asiático y en el Pacífico Oriental, con porcentajes cercanos al 5 por ciento, cifra que puede deberse al miedo de las mujeres a denunciar a su agresor, e inclusive llegan a ser coaccionadas para sentirse culpables por la violencia sufrida.

Las autoras del informe han trabajado durante cuatro años recolectando y analizando documentación de 81 países para calcular los datos de violencia conyugal -desde los noventa, cuando comenzaron a obtenerse datos, hasta 2011- y de 56 países para los casos de violencia fuera de la pareja -desde 1998 hasta 2010-. Una tarea compleja que les ha llevado también a reclamar más estudios sobre la violencia fuera del seno de la pareja. Con los datos disponibles han calculado que el 7,2 por ciento de la población femenina ha sufrido este tipo de agresiones en algún momento de su vida.


En definitiva, el estudio sostiene que la violencia contra las mujeres -debido a las complicaciones médicas que conlleva- es un asunto de salud pública que afecta a una de cada tres mujeres a nivel global.

El trabajo menciona las muchas enfermedades o padecimientos asociados a estas agresiones, como la mayor probabilidad de dar a luz a bebés por debajo del peso recomendado, de padecer una depresión, de tener problemas con el alcohol o sufrir un aborto; además aumentan los contagios de enfermedades de transmisión sexual.

El porcentaje de hombres muertos a manos de sus parejas, un seis por ciento, contrasta con el caso contrario, el de mujeres que son víctimas mortales de sus compañeros sentimentales: un 38 por ciento. En algunas regiones, como el Sudeste asiático, más de la mitad de los crímenes contra mujeres (el 55 por ciento) son cometidos por sus cónyuges.

Recomendaciones

Las autoras del informe remarcan la importancia de que por primera vez se haya realizado una revisión sistemática y una síntesis de datos científicos a nivel global y regional sobre la prevalencia de estas dos formas de violencia contra la mujer.


Pero además de la investigación, la OMS dio a conocer recomendaciones y lineamientos que las autoridades de salud deben poner en acción para la práctica clínica y elaboración de políticas públicas.

Las guías están basadas en seis recomendaciones básicas que son: la creación de centros de cuidado para las mujeres víctimas de violencia; identificación y cuidado de las y los sobrevivientes de violencia de pareja; cuidado clínico adecuado para las sobrevivientes de agresiones sexuales; capacitación del personal de salud para la adecuada identificación y atención de las víctimas de violencia sexual o de pareja; creación de una política de salud, cuidado y provisión, y la notificación obligatoria por parte del personal de salud de la violencia de pareja.

Fotos: archivo AmecoPress

ACOSO SEXUAL Y ACOSO POR RAZÓN DE GÉNERO: FORMAS DE CONTROL DEL ESPACIO PÚBLICO

La irrupción en el ámbito público 



No es una novedad teórica que las mujeres estuvimos relegadas al espacio privado durante mucho tiempo, y cuando decimos mucho, estamos diciendo que recién a partir del siglo XX la situación empezó a revertirse, por lo menos del lado occidental del mundo. Nuestra irrupción en el mercado laboral fue, en un principio, tímida: sólo se nos era permitido trabajar en determinados espacios, que poco a poco fueron ampliándose, muy a pesar de algunos y algunas.
Esta realidad trajo aparejadas la aparición de nichos laborales para mujeres, trabajos feminizados, techo de cristal y un montón de otros conceptos más que están intimamente relacionados con el fenómeno del trabajo femenino. En este post nos dedicaremos a describir brevemente dos fenómenos que también aparecieron cuando la mujer irrumpe en el espacio público, tradicionalmente masculino: el acoso por razón de sexo y el acoso sexual, conductas ambas que no son otra cosa que formas de control de la circulación del espacio público por parte de los varones.


Acoso por razón de sexo
En el ámbito laboral, la ley 26.485, entre las conductas que constituyen violencia laboral, determina: “asimismo, (la violencia laboral) incluye el hostigamiento psicológico en forma sistemática sobre una determinada trabajadora con el fin de lograr su exclusión laboral.”

¿Qué conductas pueden configurar este hostigamiento psicológico que describe la ley? Pues bien, enumeraremos algunos, de acuerdo a DIANA SCIALPI:

  • Se restringe la autonomía de la trabajadora
  • No se le transmiten informaciones útiles para la realización de su tarea
  • Se cuestionan sistemáticamente todas las decisiones.
  • Se le critica su trabajo injusta o exageradamente.
  • Se le retacea el acceso a útiles de trabajo.
  • Se le dan permanentemente tareas nuevas
  • Se le dejan de asignar tareas que le incumben normalmente
  • Se le asignan sistemáticamente tareas inferiores o superiores a su competencia
  • Se le presiona para que no haga valer sus derechos
  • Se le asignan contra su voluntad tareas peligrosas
  • Se le asignan tareas incompatibles con su salud.
  • Se le ocasionan daños en el puesto de trabajo
  • Se le asignan tareas que deliberadamente son imposibles de ejecutar
  • Sus superiores o colegas no le hablan
  • Se mantiene con la persona sólo comunicación por escrito
  • Se rehúye el contacto visual
  • Se la aparta físicamente de los demás
  • Se ignora su presencia.
  • Se le impide que hable con otr@s
  • Se utilizan frases despreciativas para descalificarla
  • Se apela a gestos para menospreciarla (suspiros, miradas)
  • Se hacen correr rumores
  • Se le atribuyen problemas psicológicos
  • Se burlan de alguna discapacidad o atributo físico, se la imita o caricaturiza
  • Se le critica su vida privada
  • Se la hace objeto de mofa relativa a sus orígenes o a su nacionalidad
  • Se atacan sus creencias religiosas o convicciones políticas

Téngase siempre presente que estas conductas tienen una única finalidad: lograr la exclusión de un espacio que, de acuerdo al criterio de algunos, no le pertenece.

Rita Segato define a la violencia moral como "todo aquello que envuelve agresión emocional, aunque no sea ni conciente ni deliberada. Entran aquí la ridiculización, la coacción moral, la sospecha, la intimidación, la condenación de la sexualidad, la desvalorización cotidiana de la mujer como persona, de su personalidad y trazos psicológicos, de su cuerpo, de sus capacidades intelectuales, de su trabajo, de su valor moral. Y es importante enfatizar que este tipo de violencia puede muchas veces ocurrir sin cualquier agresión verbal, manifestándose exclusivamente con gestos, actitudes, miradas.  La conducta opresiva es perpetrada en general por maridos, padres, hermanos, médicos, profesores, jefes o colegas de trabajo."

Nuestra legislación interna no tiene receptada la figura del acoso por razón de sexo como tal. Sí tenemos otras herramientas para combatir este flagelo: la ley 23.592 de 1988 penaliza los actos discriminatorios, y lo hace de esta manera: “Quien arbitrariamente impida, obstruya, restrinja de algún modo menoscabe el pleno ejercicio sobre bases igualitarias de los derechos y garantías fundamentales reconocidos en la Constitución Nacional, será obligado, a pedido del damnificado, a dejar sin efecto el acto discriminatorio o cesar en su realización y a reparar el daño moral y material ocasionados. A los efectos del presente artículo se considerarán particularmente los actos u omisiones discriminatorios determinados por motivos tales como raza, religión, nacionalidad, ideología, opinión política o gremial, sexo, posición económica, condición social o caracteres físicos” (artículo 1º)

La ley 25.013 de 1998 introduce en su artículo 11 la figura del despido discriminatorio por razón de raza, sexo o religión: "Será considerado despido discriminatorio el originado en motivos de raza, nacionalidad, sexo, orientación sexual, religión, ideología, u opinión política o gremial". Aunque en la ley se establece que la prueba estará a cargo de quien invoque la causal, en un reciente fallo de la Sala Primera de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, aplicando el principio de prueba dinámica, se invirtió la carga de la prueba, dado que es muy difícil para una trabajadora demostrar que fue discriminada, y por este fallo, ahora le conrresponde al empleador demostrar que no fue discriminada. El fallo en cuestión es: “P.M.A. C/ S A L.N. S/ DESPIDO”, contra el diario La Nación del 18/02/2013, y es realmente recomendable su lectura, ya que es la primera vez que leemos que, aplicando la ley nacional 26.485 se condena por violencia de género en el ámbito laboral.

Acoso sexual

Una vez más, y de manera inexplicable, tenemos que decir que nuestra país no cuenta con la figura penal del acoso sexual. Esto es grave no sólo por no penalizar la conducta, sino porque cada cual puede entender cosas distintas ante la expresión “acoso sexual” de mayor o menor gravedad, cayendo en el artículo 119 del código penal que establece una pena para quien "abusare sexualmente (actividad sexual sin consentimiento) de persona de uno u otro sexo cuando, ésta fuera menor de trece años o cuando mediare violencia, amenaza, abuso coactivo o intimidatorio de una relación de dependencia, de autoridad, o de poder, o aprovechándose de que la víctima por cualquier causa no haya podido consentir libremente la acción." El problema es determinar qué es abusar sexualmente de alguien, y qué conductas pueden integrar ese abuso.
Para evitar este divagaciones en cuanto a ello, es necesaria su tipificación penal. Nosotras, para definir el acoso sexual, vamos a referenciarnos con unas pautas que dictó la Organización Internacional del Trabajo: 


para que haya acoso sexual deben integrarse tres elementos:
1. un comportamiento de carácter sexual
2. que no sea deseado 
3. y que la víctima lo perciba como un condicionante hostil para su trabajo, convirtiéndolo en algo humillante.
Según una investigación de la Secretaría de la Mujer de UPCN, desarrollada en 1994, se determinaron diferentes grados de acoso sexual:
Nivel 1) Acoso leve, verbal: chistes, piropos, conversaciones de contenido sexual.
Nivel 2) Acoso moderado, no verbal y sin contacto físico: Miradas, gestos lascivos, muecas.
Nivel 3) Acoso medio, fuerte verbal: Llamadas telefónicas y/o cartas, presiones para salir o invitaciones con intenciones sexuales.
Nivel 4) Acoso fuerte, con contacto físico: Manoseos, sujetar o acorralar.
Nivel 5) Acoso muy fuerte: Presiones tanto físicas como psíquicas para tener contactos íntimos.

A nivel de la provincia de Buenos Aires, existe la ley 12.764 que regula el acoso sexual pero sólo en el ámbito de la administración pública, y define el acoso sexual cómo:
"Se entiende por acoso sexual el accionar de los funcionarios y/o empleados públicos que valiéndose de su posesión jerárquica o de circunstancias vinculadas con su función, incurran en conductas que tengan por objeto cualquier tipo de acercamiento sexual no deseado por la persona a quien va dirigido, requerimiento de favores sexuales y cualquier otra conducta verbal o física de naturaleza sexual, cuando se da una o más de las siguientes circunstancias: 
a) Cuando someterse a dicha conducta se convierta de forma implícita o explícita en un término o condición de empleo de una persona. 
b) Cuando el sometimiento o rechazo a dicha conducta por parte de la persona se convierte en fundamento para la toma de decisiones en el empleo o respecto del empleo que afectan a esa persona. 
c) Cuando esa conducta tiene el efecto o propósito de interferir de manera irrazonable con el desempeño del trabajo de esa persona o cuando crea un ambiente laboral de abuso, intimidante, hostil u ofensivo".
Quizá esta tipificación provincial pueda guiar a una tipíficación nacional de este conducta que afecta de manera particularmente grave a las mujeres en sus ámbitos laborales y/o académicos.





Consideracones finales

El acoso sexual y el acoso por razón de sexo son dos formas de control del espacio público por parte de los varones. Desde el “piropo” que puede decirte cualquier varón con el que te cruzás por la calle, hasta el acoso sexual en el trabajo que podés sufrir por parte de tu jefe o de un compañero de, no son sino formas de mostrarnos que ellos tienen la prerrogativa de controlar quién circula por el espacio público que tradicionalmente les perteneció con exclusividad. Y de hecho, tenemos tan naturalizadas estas formas de control, que nos es difícil percibirlo como tal. 

Si nos detenemos un minuto a pensar en que, si nuestro jefe nos alaba sistemáticamente la belleza de nuestras piernas y solicita que nos vistamos más con faldas, eso, señoras y señores, es acoso, y es control. Muchas de nosotras no lo llegamos a percibir así porque aún sentimos que estamos de prestado en un ámbito que no nos es propio: el ámbito público, y un halago a nuestras piernas es lo más leve que nos podría pasar, por eso lo toleramos. Llevándolo al extremo, sería algo así como una especie de síndrome de Estocolmo laboral, es decir,  agradecer que no se nos excluya del espacio, y por ello tolerar lo intolerable.
Creemos necesario no sólo la respuesta legislativa-estatal en relación con esta temática, sino la concientización para desnaturalizar lo que durante mucho tiempo fue un derecho masculino: decidir quién circula y por cuanto tiempo por el espacio público, espacio de prestigio que se reservaron sólo para si. La igualdad es más que tener el derecho formal de trabajar en nuestra profesión, en también el derecho a no ser molestadas por ello.

Bibliografía:
SEGATO, Rita  “La argamasa jerárquica: violencia moral, reproducción del mundo y la eficacia simbólica del derecho”, en Las estructuras elementales de la violencia. Ensayos sobre género entre la antropología, el psicoanálisis y los derechos humanos, Buenos Aires, Prometeo-UNQ, 2003.
SCIALPI, Diana, “violencia en el trabajo. La incorporación del fenómeno a la agenda académica y pública. Aportes para su construcción como problema público y objeto de políticas públicas” en CORSI Y PEYRÚ (Comp.) Violencias sociales, Barcelona, Edit. Ariel, 2003.
Investigación de la Secretaría Gremial de la Mujer de la Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN. 1997) sobre acoso sexual femenino en el ámbito de la Administración Pública Nacional.


FUENTE: DE(S) GENERANDO EL GÉNERO Julieta Evangelina Cano y María Laura Yacovino

lunes, 24 de junio de 2013

PROTECCIÓN A LA MUJER TODO EL AÑO, LAS 24 HS. DEL DÍA

MÉRIDA, Yucatán.- El Instituto para la Equidad de Género del Estado de Yucatán (IEGY) inició ayer un proyecto de trabajo conjunto con las comisarías de Mérida, que entre sus principales objetivos promueve apoyo, durante 24 horas, los 375 días del año (24/7), a mujeres víctimas de la violencia.


La directora de Equidad y Género del Estado, Rosario Cetina (c). (SIPSE)


“No habrá horario para que cuando una persona agredida requiera ayuda se le envíe a una abogada y ésta acompañe a la afectada hasta la Fiscalía a demandar y le dé seguimiento a su caso”, indicó la directora general de la dependencia, Rosario Cetina Amaya.

Asimismo, en el marco de la conferencia “Procedimientos para la prevención y actuación de las comisarías municipales en materia de Violencia Familiar y de Género”, que se ofreció ayer para comenzar con estas actividades, dijo que dicha estrategia incluye capacitación, atención en salud y refuerzos para aminorar las agresiones a féminas.

“La finalidad es que las mujeres de estos lugares sean apoyadas cuando sufran violencia, requieran apoyo alimenticio; que se hagan valer sus derechos”, puntualizó.

La funcionaria estatal señaló que están participando los 11 comisarios y subcomisarios a los cuales se les impartió un primer taller, donde se abordaron temas como género, igualdad, discriminación.

“Los comisarios han respondido muy bien y se les están dando todas las herramientas para que conozcan los derechos de las mujeres y los hagan valer”, añadió.

Cetina Amaya mencionó que, desafortunadamente, en las comisarías, las mujeres no conocen sus prerrogativas; no saben que existe una instancia del Gobierno del Estado que las respalda.

“Al no estar al tanto de la ley sufren violencia  y se tienen que aguantar. Ante esto, serán los lideres de estas comunidades los que promuevan este conocimoento, con la intención que se difunda entre la población”, apuntó.

Para concluir, la Directora del IEGY refirió que, con anticipación, la unidad móvil ha estado recorriendo estos puntos meridanos, en los que se realizan detecciones de cáncer de mama.

Hombres

  • La directora de Equidad y Género del Estado de Yucatán (IEGY), Rosario Cetina, señaló que es más complicado que los hombres reconozcan que sufren violencia.
  • Por ese motivo, se difundirá la labor que realiza la dependencia para defender sus derechos; algunas de las tareas consisten en dar terapia a los interesados, dentro de sus comunidades.

Amigas

  • El Instituto para la Equidad de Género del Estado de Yucatán (IEGY) cuenta con 11 centros de atención en municipios como Maxcanú, Tekax, Ticul, Oxkutzkab, Tecoh, Valladolid y Tizimín, entre otros.
  • Sin embargo, el proyecto a corto plazo es abrir uno en el sur de Mérida, así como cuatro “casas amigas” en el interior del Estado y 32 instancias del IEGY en los municipios. 
  • Cabe señalar que las “casas amigas” contarán con abogados, psicólogos y trabajadoras sociales. Este programa pertenece a la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) y al Gobierno del Estado que pronto se dará a conocer.
  • De esta manera, las autoridades indicaron que no sólo se da atención psicológica y jurídica, que es la visión y función del Instituto, sino que va adelante en atención de salud y capacitación laboral.


FUENTE: MILENIO

TRABAJAN PARA ERRADICAR LA VIOLENCIA DE GÉNERO Y FAMILIAR EN YUCATÁN

MÉRIDA, Yuc.- El Gobierno del Estado y el Ayuntamiento de Mérida pusieron en marcha este domingo el Programa Integral de Prevención Social "Yucatán Seguro", cuyo objetivo es combatir la violencia familiar y de género, el vandalismo y la drogadicción, en los ámbitos público y privado.



El Programa Integral de Prevención Social "Yucatán Seguro", pretende combatir la violencia familiar y de género, el vandalismo y drogadicción, en los ámbitos público y privado. (Cortesía)


El gobernador de extracción priísta, Rolando Zapata Bello, y el alcalde panista, Renán Barrera Concha, encabezaron el inicio del programa que atenderá 82 colonias de la capital del estado, en cuatro polígonos, dos al sur, uno al oriente y uno al poniente, en los que existe un alto rezago social y económico.

La directora general del Centro Estatal de Prevención Social del Delito y Participación Ciudadana, Verónica Camino Farjat, señaló que será a través de actividades de tipo cultural, como la promoción del teatro regional, la lectura y la pintura, así como el deporte, además del fomento al empleo, como se busca prevenir el delito, informa Notimex.

Agregó que este programa incluye un proyecto denominado Parque 'EK', el cual tiene como objetivo central recuperar espacios públicos, como son los parques, a fin de que sea la propia sociedad la que participe en la vigilancia de estos sitios y los promueva como espacios seguros.

Además, continuó, se darán cursos a la población contra la violencia familiar y de género, de prevención contra la explotación laboral y sexual; evitar que niños y jóvenes sean víctimas de los delitos cibernéticos, a su vez, se impulsará el otorgamiento de becas educativas y la conformación de consejos de participación ciudadana.

Al respecto, el Mandatario estatal señaló que este esfuerzo, al que se sumarán diversas instancias del gobierno federal, contará con un monto de 130 millones de pesos, empero, destacó que la fortaleza del mismo no está en el recurso, sino en la participación social.

A su vez, Barrera Concha adelantó que el municipio continuará su apoyo en la prevención del delito, mediante el fortalecimiento de los programas preventivos existentes como el "Programa de educación preventiva contra el consumo de drogas", el cual ya atendió a más de 83 mil alumnos de 720 escuelas.

Adicionalmente, a través de la Policía Municipal de Mérida se brindan programas preventivos como Tú decides, Banderín vial y en breve, el lanzamiento de la unidad especializada para la atención de la violencia familiar y de género.

FUENTE: MILENIO.

AHORA LA FELCV INVESTIGA TODO TIPO DE VIOLENCIA Y FEMICIDIOS

DESDE EL 10 DE JUNIO, TODOS LOS CASOS DE VIOLENCIA FÍSICA, SEXUAL, PSICOLÓGICA, PÚBLICA Y FEMINICIDA, OCURRIDOS EN EL ENTORNO FAMILIAR, YA NO SON INDAGADOS POR LA FUERZA ANTICRIMEN


Las personas que son golpeadas, heridas o violadas por alguien de su familia, ya no deben acudir a la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC) de la laguna Alalay, sino a la Fuerza Especial de Lucha contra la Violencia (FELCV) de la calle Baptista casi Heroínas o al Instituto de Investigación Forense (IDIF) de Coña Coña, para efectuar sus denuncias. 




De igual manera, los familiares de personas asesinadas por la pareja de la víctima u otro pariente, deben acudir a la FELCV o al IDIF para solicitar la investigación de sus casos.

La Ley Integral de Lucha Contra la Violencia 348, promulgada en marzo de este año, está promoviendo cambios estructurales en el sistema de denuncias e investigación de delitos que por años estaba centralizado en una sola unidad. 

Hasta hace poco, la FELCC era la única instancia encargada de investigar delitos, pero al haberse endurecido las penas para los causantes de la violencia psicológica, física y sexual en el país, quienes proyectaron la ley lograron la aprobación para crear una nueva unidad de investigación de delitos relacionados con el ámbito de la violencia que es la FELCV.

Después de la promulgación de la ley, autoridades de alcaldías, gobernaciones, de la Policía, fiscalías y juzgados de cada departamento del país tenían tres meses para garantizar que este nuevo sistema se ponga en marcha, con otro tipo de engranaje. Cada autoridad debía cumplir su parte, bajo advertencia de que el incumplimiento podría ser tomado en cuenta para un proceso por responsabilidad de su cargo.

El plazo venció el 9 de junio y desde el lunes 10, la FELCV debía ser presentada a la sociedad para cumplir su misión de frenar los altísimos índices de violencia en Bolivia, a través de la prevención y la lucha contra estos delitos. Sin embargo, no todas las autoridades han cumplido con su parte. 

De acuerdo con la ley, la Brigada de Protección a la Familia dejó de ser la unidad que sólo recibía denuncias y arrestaba por ocho horas a los agresores, para convertirse en una unidad especializada en la prevención, auxilio, investigación y aprehensión de los autores de delitos de violencia, con el objetivo de que éstos no queden impunes y lleguen a juicio.

Aunque el exiguo número de funcionarias policiales de la ex Brigada aumentó ligeramente hoy (ahora son 25) para fortalecer la FELCV, la cifra es insuficiente si se piensa en la cantidad de casos que deberán atender e investigar hasta llegar a juicio. 
CINCO DIVISIONES La FELCV, de acuerdo con la ley, debe investigar las distintas formas de violencia a través de cinco divisiones especializadas: División de Delitos contra la Vida, División de Delitos contra la Libertad Sexual, División de Delitos contra la Violencia Pública, División de Delitos contra la Integridad Corporal y la Salud y División de Delitos contra la Violencia Psicológica.

El edificio en el que funciona la FELCV, de propiedad de la Alcaldía, se está cayendo de viejo y para colmo, las autoridades municipales le hicieron llegar a la directora, Irene Quisbert, una notificación para que desalojen los ambientes. 

De acuerdo con la Ley 348, las alcaldías y las gobernaciones deben dotar a la FELCV de la infraestructura, el equipamiento y los recursos necesarios suficientes para garantizar la lucha contra la violencia hacia las mujeres y la familia, además de la persecución y la sanción de los agresores.

Los delitos del entorno familiar

Acostumbrarse a separar los casos para remitirlos a la fuerza anticrimen (FELCC) o a la fuerza antiviolencia (FELCV) será difícil al principio. 

Por ejemplo, si una joven es asesinada en la vía pública por desconocidos, el caso será indagado por la FELCC, pero si  esta persona es víctima de su pareja, el hecho debe ser investigado por la FELCV como un feminicidio.

En los delitos sexuales pasa algo similar. Los casos de violencia sexual sucedidos en el entorno familiar deben ser atendidos por la FELCV, pero si el abuso es perpetrado por desconocidos, amigos o en otros ámbitos distintos a la familia,  es la FELCC la que debe encargarse de las pesquisas. En la Fiscalía, todos los casos de violencia sexual, sean los autores desconocidos o provengan del entorno familiar, son atendidos por un equipo de fiscales de la Unidad de Trata y Atención de Víctimas de Violencia en Razón de Género en Coña Coña. 





Pensando en ofrecer a las víctimas de violencia una atención pronta, oportuna y con respeto, lo ideal  es que policías, fiscales, forenses y psicólogos trabajen juntos en el edificio de la Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia de la calle Baptista entre Heroínas y Colombia. De esa manera se evitaría el costoso peregrinaje de las víctimas, entre Coña Coña y el centro de la ciudad, en busca de atención a sus denuncias.




Obstáculos a derribar

Sin embargo, la realidad es muy diferente. La directora de la FELCV, coronel Irene Quisbert, dijo que sería importante que un equipo multidisciplinario apoye a las víctimas de violencia en un solo lugar para evitarles gastos y dolor físico. 

“Ahora las policías de la FELCV debemos realizar investigaciones al igual que la FELCC y no es grato para una víctima tener que desplazarse de un lugar alejado como Coña Coña a estas oficinas para la denuncia y seguimiento de su caso”, señaló.

La FELCV no cuenta aún con los recursos técnicos necesarios y por el momento utiliza los insumos de la FELCC. Quisbert ya  presentó un proyecto con todos los requerimientos de infraestructura, laboratorios, material de escritorio, guantes, cámaras , combustible, vehículos para cumplir su nueva labor y espera la respuesta.
La Fiscalía recibe a diario 20 casos de  violencia física.

construcciones colectivas 

De acuerdo a ley, los fiscales son los directores funcionales de las investigaciones de los casos de violencia. El fiscal de Distrito, Freddy Torrico, anunció la creación  de un equipo de siete fiscales que trabaja en el Instituto de Investigación Forense (IDIF) de Coña Coña y tiene la misión de atender los casos de violencia sufridos por personas menores y mayores de edad. 

La fiscal de delitos de violencia contra las personas mayores, Cinthia Prado, acotó que en el mismo IDIF  existen cuatro médicos forenses, un equipo del SLIM  que consta de abogada, trabajadora social y psicóloga, otra psicóloga de la Unidad de Víctimas Especiales y Testigos, el equipo del Servicio de Atención a las Víctimas (Sedavi) y la Unidad Plurinacional de Justicia.

“Todos ellos son abogados gratuitos, calificados y especializados para  ayudar a las víctimas en sus denuncias escritas y el seguimiento de casos; y estamos coordinando con la coronel Quisbert de la FELCV para que envíe a unas 5 policías al IDIF, para que podamos atender a las víctimas de forma integral, en un solo lugar”, describió.

Según Prado, las denuncias verbales pueden ser efectuadas en la FELCV de la calle Baptista, y las denuncias escritas pueden ser presentadas en el IDIF de Coña Coña o en el edifico Abugouch.

La fiscal de delitos de violencia contra personas mayores, Ana María Sánchez, relató que cada día, ese sector recibe 20 denuncias de violencia física y dos de violencia sexual. 

“El índice de violencia ha aumentado en Cochabamba y en la mayoría de los casos está ligado al excesivo consumo de alcohol”, señaló.

Hasta hace poco, los casos de violencia intrafamiliar eran “solucionados” con un arresto de ocho horas y una llamada de atención de las policías a los agresores, pero ahora la ley demanda sanciones ejemplarizadoras para quienes golpean a sus familias. Todos son remitidos a la Fiscalía y pueden ser enviados a la cárcel  si son agresores reincidentes o si su libertad representara una amenaza para sus víctimas.
Qué dice la Ley 348 sobre la creación de la fuerza antiviolencia.

La Ley Integral para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia o Ley 348 establece en su artículo 53 la creación de una fuerza especial:

“Se crea la Fuerza Especial de Lucha contra la Violencia como organismo especializado de la Policía Boliviana encargado de la prevención, auxilio e investigación, identificación y aprehensión de los presuntos responsables de hechos de violencia hacia las mujeres y familia, bajo la dirección funcional del Ministerio Público, en coordinación con entidades públicas y privadas. Su estructura, organización y procedimientos serán establecidos de acuerdo a reglamento y contarán con cuatro niveles de actuación”. 

El artículo 60 de la misma Ley 348, ya en plena vigencia, estipula que: “La Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia, en todos sus niveles de actuación, será provista, con prioridad, de personal especializado y multidisciplinario, infraestructura y equipamiento adecuados, en el marco de la Ley de Seguridad Ciudadana Para una vida segura”.

El personal de la Plataforma de Atención y Recepción de denuncias de la FELCV, tiene la obligación de recibir denuncias de víctimas en situación de violencia o terceros, practicar las diligencias necesarias para individualizar al o a los autores del delito, aprehenderlos de inmediato y remitirlos a la Fiscalía en el plazo de ocho horas, en caso de un hecho flagrante.

También debe socorrer a las personas agredidas, a sus hijos, sin necesidad de un mandamiento ni limitación de hora o día. Debe levantar actas de lo ocurrido, reunir y asegurar todo elemento de prueba, decomisar las armas y objetos usados para amenazar y agredir, orientar a las víctimas sobre los recursos que la ley le ofrece y sobre los servicios de atención y protección existentes, acompañar a la víctima a retirar sus pertenencias de su casa y llevarla a casa de acogida.

FUENTE: OPINIÓN.COM.BO - POR DARYNKA SÁNCHEZ A. 

QUE SOY YO Y QUÉ ES EL HOMBRE

Los estudios sobre masculinidades vienen ganando terreno en el gran paraguas conceptual que abrieron las feministas en los ’60. Desde los Men studies que empezaron en esa década hasta la actualidad, donde el concepto de varón se redefine y delinea a la luz del recrudecimiento de la violencia machista, hay un trecho de preguntas y reflexiones que vale la pena ser revisado: ¿cuáles son los límites del poder masculino? ¿Cómo se revierte la enorme influencia del patriarcado en un sistema de oferta y demanda? ¿Cuándo van a reformularse aquellas premisas de crianza que mandan valentía al varón y vulnerabilidad a la mujer? Especialistas, encuestas y reflexiones en torno de un área que crece en la academia y el territorio.




“Con esfuerzo y dedicación, el hombre va consiguiendo tener cosas en su vida: su casa, su auto, su mujer, hasta que tiene a su hijo y ahí no tiene más nada.” Así empieza la publicidad de Walmart del último Día del Padre, celebrado el domingo pasado. Un papá joven y canchero que se ve desafiado por un varón de pocos años a que todo (lo material) le pertenece: así repite el primogénito de esta familia blanca y prolija: “mío, mío, mío” hasta que la mamá/adorno lo manda con un regalito a abrazar al padre y éste le pregunta, sorprendido, “¿mío?” y se alegra de que algo, por fin, es para él. No le alcanzaban la casa, el auto y la mujer que reza el aviso como sus posesiones, y el remate alude a ese despojo que sufre el hombre (¿y la mujer no?) cuando paterna: “para que algo vuelva a ser de él” dice el slogan.

Hay varias revelaciones culturales en esta obviedad que resulta del sistema generado por el libre mercado para vender sus productos: la publicidad es siempre la trampa por la que mirar el mundo con una lente tan aumentada que asusta, aunque lamentablemente ya esté naturalizada. Roles, estereotipos y violencias cotidianas se infiltran en la estructura que manda chicas lindas versus chicas feas, hombres ganadores versus perdedores y familias perfectas versus suciedad, descontrol y desorden (y todas tienen un golder retriever dorado para dar cuenta de su amor por lo bello). Basta comprobar el éxito de la serie Mad Men para entender más capas de esta cebolla: en cada reunión con los grandes clientes se comprende una época (el siglo XX, sobre todo de posguerra) y se vislumbra la génesis de eso que ahora, y muy de a poco se está empezando a revisar: el paradigma de la masculinidad. En Mad Men, un hombre llamado Don Draper falsea su identidad para empezar de nuevo como creativo publicitario, aturdido por su infancia tremenda (es hijo de una prostituta que muere al dar a luz) y atravesado por la experiencia de la guerra, por la que pasó sin pena ni gloria pero con mucha sed de revancha por tanta infelicidad y paso en falso. Y algo de eso consigue al reinventarse como macho perfecto, brillante y playboy, que engaña a todos y todas y consigue la impunidad gracias al proverbio agotador que hace funcionar la maquinaria: business are business parece decir el dueño de la agencia Sterling Cooper cuando se entera de que Don no es su verdadero nombre y el relato de su pasado dista mucho de lo conocido. ¿A quién le importa? Si Don es inteligente, consigue grandes cuentas, está casado con una modelo, tiene hijos rubios y se acuesta con las clientas que hay que conservar. “No siento nada” pone en palabras su jefe cuando muere su anciana madre y ése parece ser el lema de estos hombres neoyorquinos que tan bien pintan una época que dejó este fuerte legado: la mujer en casa y el hombre en los asuntos importantes.

Afortunadamente, mientras eso estaba pasando, las mujeres ganaban otros terrenos que empezaron a despuntarse desde las universidades y llenaron el espacio público con consignas de libertad. Las “perfectas amas de casa” se desdibujaban en esa imaginería del suburbio al lado de las mujeres de carne y hueso que se negaban a cumplir ese rol. El feminismo serpenteó un largo camino desde entonces, pero los llamados Men studies siempre tuvieron su pequeño caudal de producción, hasta hace aproximadamente dos décadas que no paran de crecer exponencialmente. La identidad femenina era una silueta brumosa que había que definir antes de perder en un anuncio de electrodomésticos, pero la masculina no venía dada por default: es el esfuerzo en repensar sus límites lo que, muchas y muchos, descubrieron como clave para volver a pensar el género desde su raíz. De otro modo, no se explica el aumento de los femicidios, la falta de políticas públicas para garantizar la equidad de género y la inclusión de diversidades sexuales y el rígido mandato del relato hegemónico sobre qué es ser mujer y qué varón.



NI ROSA NI CELESTE

Para Hugo Huberman, educador y facilitador de Género, paternidades y familias, antes de hablar de masculinidades hay que hablar de derechos humanos, “si no parecería que quienes somos activistas estamos pretendiendo derechos masculinos y no es así. Hablar de derechos humanos necesariamente es hablar de inequidad en la apropiación de los derechos y en el acceso a recursos. Entonces hablar de masculinidades y no anteponer derechos humanos está desviando la conversación, no está generando una discusión profunda sobre inequidad”. De ahí, dice, la necesidad de incorporar hombres jóvenes y niños en la discusión, sobre todo porque la edad es una variable de género fundamental. No es lo mismo ser joven que ser viejo y no es lo mismo ser adulto que ser adulto mayor, por eso los especialistas hablan de “masculinidades de ciclos vitales”, porque en cada ciclo vital la demanda cultural con respecto a la masculinidad es diferente.
 Según Huberman, los jóvenes están en un proceso: rechazan el modelo patriarcal pero desde el discurso, porque desde la acción concreta persiste la incoherencia. Por eso la insistencia para que Naciones Unidas sacara una campaña, por primera vez en la historia, vinculada con masculinidades juveniles: “El valiente no es violento”, creada bajo los lineamientos de Unete, la campañamadre contra la violencia de género. ¿Por qué? Según la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), en América latina el grupo etario de varones de 15 a 29 años tiene una altísima tasa de mortalidad: de cada cinco muertos, cuatro son hombres. De esos cuatro, la mayoría muere por peleas entre bandas, violencia callejera, accidentes de tránsito, alcoholismo, adicciones y suicidio. ¿Cómo interviene el modelo patriarcal en este índice? “Con esta idea que nos siembran en la infancia del riesgo innato y genético en lo masculino. No hay autocuidado. Todavía hoy en América latina les decimos a los chicos de 5 años ‘saltá ese charco si no sos un maricón’, o sea, educamos a los chicos en el riesgo más allá de los privilegios. La pedagogía de los privilegios incluye también una teoría del riesgo. La juventud del varón lleva al riesgo implícito, porque lo que le dijeron a ese varón es que de otro modo va a ser menos masculino, de ahí que un varón ande con un arma blanca con naturalidad. 

Como contracara se inculca un hipercuidado a las niñas: cubrirlas, abrocharlas y dejarlas vulnerables cuando no lo son. Se juegan estas dos contraposiciones, por un lado el riesgo virulento y por otro un cuidado excesivo que inculca la necesidad de protección cuando no es necesaria. La única manera de desandar estas crianzas es trabajando.” Huberman lo hace desde el territorio: barrios, escuelas, villas, organizaciones sociales y, según él, la lenta pero fundamental incorporación de los movimientos de mujeres. “En Argentina muy pocos grupos de mujeres tienen áreas de masculinidades, pero ése es mi ideal, no formar grupos de hombres, sino que dentro del movimiento de mujeres haya un espacio para trabajar con hombres. La experiencia me dice que si pongo un taller de hombres con hombres no va nadie, o van a preguntar si es para gays. Entonces ¿cuál es la mejor decisión? Ir donde los hombres están: la cárcel, las escuelas de fútbol, las escuelas, los boliches, las urgencias de los hospitales, las fuerzas armadas y de seguridad, el Poder Judicial”, dice, porque a pesar de los espacios de poder ganados por las mujeres, ellas siguen lavando los platos (además de trabajar, criar y cuidar) y ellos siguen jugando a la pelota (y muy raramente lavan los platos, crían y cuidan). Esto trae aparejada una dependencia emocional enorme hacia lo doméstico. Por un lado, la independencia en lo público, en lo económico, en la autoridad, pero por otro lado la absoluta dependencia emocional y la falta de autonomía, cuando lo femenino se ha convertido en una decisión de autonomía, en la mayoría de los casos. “Se arma un cortocircuito muy grande, y ésta es una discusión que tenemos con muchas compañeras de movimientos de mujeres, algunas muy aliadas. Porque el tema es: si yo empodero a una mujer y no trabajo con el hombre que tiene a su lado, es muy probable que la esté preparando para que el hombre ejerza violencia sobre ella, porque el empoderamiento está visto como una provocación, al hombre se le va el control y dominio de aquella mujer que él conoció y la pérdida de control hace aparecer la ira, que está a un paso de la violencia. Es una discusión interna que hay en el corazón de todas las organizaciones de América latina: los hombres necesitamos un espacio mixto para poder sensibilizarnos, para no ser tan negadores, para ver el dolor femenino y para poder escuchar cómo fueron criadas las mujeres, bajo qué estereotipos, y en eso creo que los hombres vamos a salir fortalecidos para después, en un segundo paso, trabajar lo interno en grupos de varones. Porque el trabajo interno, sin el insumo de la mujer, puede correr algunos riesgos, que es que se trabaje sin la presencia activa de la relación cuando el género es relacional, es una construcción dinámica, continua y carnal”, dice. Para Guillermo Vilaseca, psicólogo clínico y social que viene trabajando con grupos de varones desde la década del ’80, al principio de cualquier abordaje de campo los hombres dicen lo que les parece que tiene que ser, elaboran una enunciación de cómo deben ser las cosas o de sus ideales. “El varón no dice lo que le pasa en la primera de cambio. Por eso la estrategia es abordarlos: ¿Qué te pasa con tu hijo, con tu hermana, con tu jefe? Para borrar el aconsejamiento, la actitud paternalista, el ‘lo que vos tendrías que haber hecho es’.” Según Vilaseca, lo que surge de esa indagación es angustia, miedo, frustración, pero siempre hablando en primera persona. Todavía a nadie se le ocurre la emergencia de un cambio de roles, que los hombres salgan a la calle con pancartas pidiendo una perspectiva diversa del patriarcado. Ese parece ser el desafío: habitar el espacio público de las indagaciones que por ahora se hacen puertas adentro.






CAMBIAR EL PARADIGMA DE LA VIOLENCIA

Dario Ibarra Casals es psicoanalista y realizó una capacitación en Masculinidades y Prevención de la Violencia en El Salvador. “Esto generó un interés personal y profesional por trabajar las masculinidades de una manera intensa, ya que implicado como varón desde mi subjetividad y como papá de un hijo varón, sentí que podía aportar al trabajo con hombres que deciden revisar sus mandatos patriarcales.” Fundó una ONG que dirige, el Centro de Estudios sobre Masculinidades y Género en Uruguay, trabajando en tres líneas fundamentales: violencia masculina, paternidades y sexualidad masculina. Ibarra explica que los temas principales que se abordan desde los Estudios de Varones y Masculinidades están relacionados con la violencia de género, las paternidades comprometidas, las sexualidades masculinas, las masculinidades diversas vs. las masculinidades hegemónicas, y todos los problemas sociales vinculados directamente con la feminidad, como ser la trata de niñas, adolescentes y mujeres adultas, la discriminación y la violencia hacia las mujeres por etnia, clase social, orientación sexual, condición sociocultural y religión y las relaciones de poder entre varones y entre varones y mujeres. “Para abordar estas temáticas, los Men studies realizaron diferentes recorridos: el activismo, los estudios académicos y el trabajo directo con varones que quieren modificar sus patrones de conducta machistas y violentos. Muchos varones como yo nos consideramos profeministas, en ese sentido los Men studies surgen de los estudios de género, porque los hombres tenemos mucho que aprender de las feministas. Es cierto que las masculinidades son un área nueva comparada con los estudios de género, pero cada vez somos más hombres los que comenzamos a trabajar nuestras subjetividades y formas de vincularnos con las mujeres y otros varones.” Para Ibarra, una buena forma de invitar a otros varones es generar actividades comunitarias para que éstos puedan entender que dejar el machismo y los imperativos sociales vinculados con la masculinidad tradicional no sólo beneficia a las mujeres sino a ellos también. “A medida que vamos dejando el machismo masculino, los varones podemos ser más afectuosos con nuestras parejas, con nuestros hijos e hijas, con nuestros compañeros/as de trabajo y familia de origen. También dejamos de ser proveedores, procreadores obligados y únicos protectores de la prole, para compartir esas actividades con las parejas mujeres. Algunos hombres creen que las masculinidades trabajan las subjetividades gays y/o que los que trabajamos en esto somos unos ‘pollerudos’. Ambos son prejuicios que mantienen a algunos alejados de la revisión permanente y necesaria para poder dejar la violencia.” Según su experiencia, los varones lo consultan más frecuentemente porque quieren dejar de ser violentos y no saben cómo hacerlo, por problemas de deseo sexual, depresión y alexitimia, dificultad para poner en palabras los sentimientos, algo para lo que las mujeres parecen venir entrenadas desde chicas.

Para Luciano Fabbri, licenciado en Ciencia Política y miembro del Colectivo de Varones Antipatriarcales, las perspectivas de estudios sobre masculinidades son heterogéneas, y si bien su desarrollo ya tiene más de tres décadas, todavía podemos caracterizarlo como un desarrollo incipiente. “Una diferencia fundamental con los estudios feministas y, a mi entender, causa principal del atraso teórico y epistemológico de los estudios sobre varones y masculinidades, es la ausencia de un movimiento social y político de varones que interpele, como lo ha hecho y hace el movimiento de mujeres feministas, a los estudios desarrollados en el ámbito científico-académico”, dice. Una evidencia del retraso mencionado es el debate en torno de cuál es el objeto de estudio específico de esta área de estudios, ya que a la pregunta sobre qué investigan los estudios de masculinidades suelen responderse “a los varones”. Esto supondría que masculinidad y varón son sinónimos, cuando otras identidades bien podrían configurar expresiones de género en relación con lo que comúnmente se entiende como “masculino”, sin por ello definirse como “varones”. Según Fabbri, a nivel local la inserción de los estudios de masculinidades en los ámbitos académicos es prácticamente nula. Hay una ausencia absoluta en las carreras de grado, no existe oferta específica en posgrados, y hay muy pocos casos en que se incluye dentro de los programas de posgrado o congresos académicos sobre estudios de género. “Sí existen investigaciones que abordan esta problemática y una creciente oferta de espacios de formación impulsados por organizaciones no gubernamentales, aunque desde mi punto de vista, la ausencia de una vinculación estrecha con investigadoras feministas empobrece bastante sus propuestas.”
 Para Huberman, en cambio, hay demasiada producción de masculinidades, pero “prefiero trabajar en un territorio, creo que es lo que tenemos que hacer ahora, olvidar la conferencia académica. Estudiar masculinidades no es estudiar ni escribir sobre hombres sino sobre sus relaciones y sobre todo sobre sus relaciones de poder. La masculinidad es un tema de salud pública”.

MACHITO PRIVILEGIADO

Según el canadiense Michael Kaufman, dos variables peligrosas introducidas en la noción de género masculino desde la infancia son las de privilegios y riesgo. El fundador de la campaña de Lazo Blanco dice que la situación es profundamente contradictoria de lo masculino con el poder porque los privilegios son su principal fuente de dolor y frustración. Desde que nacen se les dice “vos sos privilegiado”, pero cuando van creciendo y quieren imponer esos privilegios sobre otras personas, sobre todo en un mundo de derechos como el de hoy, se les marca un límite, y ese límite viene a negar la premisa de crianza. La principal fuente de dolor y frustración de lo masculino es justamente lo que hace a lo masculino. La violencia aparece como una situación que hay que redefinir: los hombres no diferencian sus emociones, según Kaufman. “Un hombre nunca va a decir que está deprimido, dirá que está triste, y son dos cosas diferentes, porque de la tristeza se sale pero de la depresión si no es con ayuda, no. Tampoco te dirá que está alegre: va a estar efusivo, hiperactivo, pero la palabra alegre no la va a tener a mano. Yo creo que hemos sido educados en emociones, pero en emociones masculinas, que son diferentes a las femeninas. No es que no podamos llorar, es mucho más que eso: la emoción más clara en la que hemos sido educados es la ira. La ira es la imposibilidad de saber qué me pasa y de poner en palabras qué es lo que siento. Ahí es donde se da el pasito de la ira a la violencia, a la impunidad y a la validación social. Ningún hombre se va a mostrar públicamente vulnerable, ése es nuestro trabajo, que se muestren vulnerables, que se pongan a llorar, que digan a quién extrañan, porque esto quiebra el modelo de autosuficiencia emocional. La gran diferencia del trabajo con mujeres y hombres es que con las mujeres el trabajo es proyectivo, es para adelante. El trabajo con hombres también genera opciones, pero es más para atrás, porque si es proyectivo hay un riesgo y es que vuelvan a caer en el modelo demandado, entonces el modelo que estamos buscando es un modelo que no tiene guía. Salir todos los días a la calle a inventarte, y a dejar caer un privilegio, entonces justamente la idea es que se queden flameando como banderas.
 Despegarse del estereotipo es doloroso”, dice Huberman y explica que debe haber en este proceso un momento de duelo, un espacio de melancolía. Lo masculino es terriblemente sancionador y punitorio, de hecho la heteronormatividad se observa muy claramente en todas las aspiraciones de este deber ser tan bien construido y no se pone en riesgo, es una convicción, nunca un deseo. “Los primeros que pusieron en juego qué es ser hombre fueron los varones del movimiento gay, los heterosexuales no se hacen esa pregunta, saben qué es ser hombre, se convencieron de eso, y de una sexualidad muy restringida y fragmentada, que es la sexualidad genital y peneana. La virilidad es un bleuf, y explica muchas otras cosas: la virilidad como sinónimo de actividad sexual alta, de uso de la fuerza, del no consentimiento... y eso tuvo su desarrollo histórico. En Grecia la virilidad era entre hombres y la mujer era de uso reproductivo, entonces también es un concepto cultural, histórico, político y económico, que se fue moldeando hacia diferentes áreas, pero hoy es un riesgo muy importante porque abre el juego al pago por sexo y al negocio de la trata de personas.”

EL MUNDO COMO SUPERMERCADO

Tanto Kaufman como Raewyn Connell, otro referente en el estudio de las masculinidades, coinciden en que el capitalismo consuma el modelo patriarcal. La concepción de consumo, oferta y demanda hace trizas cualquier intento de desarmar el sistema patriarcal desde lo masculino. Proveer sigue siendo la principal demanda hacia el hombre. “Cuando vos le preguntás a algunos hombres si quieren que la mujer trabaje te dicen que sí, pero para poder tener sus ‘cositas’. Y en 2001, quienes sacan adelante los hogares son ellas, el hombre se deprime terriblemente y se siente menos hombre. El valor del trabajo en un mundo con poco trabajo sigue siendo deteriorante. Y esto es muy complicado porque incluso en el campo popular hay mujeres que bajan a sus compañeros del lecho sexual porque perdieron sus trabajos y eso es demoledor para ellos. Y por otra parte es una confirmación de que la virilidad está puesta en la proveeduría única”, dice Huberman y ofrece la encuesta Images, dependiente del Proyecto Masculinidades, Equidad de Género y Políticas Públicas, coordinado por el Instituto Promundo y The International Center for Research on Women (ICRW), un enorme trabajo conjunto realizado en Brasil, Chile y México con más de tres mil varones donde tres de cada diez reportaron haber violentado físicamente alguna vez a una pareja y ponen en riesgo la salud de las mujeres, niñas y niños y de otros hombres con comportamientos como el bajo uso de preservativo, el consumo excesivo de alcohol, el uso de armas y el uso de violencia. La mayoría asegura que la equidad de género fue alcanzada pero los bajos niveles de cuidado doméstico y su nula participación pública en esta dirección indican lo contrario. Algunas de las cifras más drásticas de esta encuesta realizada en distintos sectores socioculturales y en todas las franjas etarias desde la adolescencia: en Chile, el 46 por ciento de los hombres dice que jamás tendría un amigo homosexual, en Brasil el 50 por ciento jura que los hombres necesitan más sexo que las mujeres y en México el 56 por ciento asegura que el rol más importante de la mujer “es cuidar de su hogar y cocinar para su familia”.

FUENTE: PÁGINA 12  -  Por Flor Monfort. Infografías: Lucía Borjas.

domingo, 23 de junio de 2013

OMS: ADVIERTEN QUE LAS VIOLENCIAS ES DE PROPORCIONES EPIDÉMICAS.


Un informe de la OMS destaca que la violencia contra la mujer es “un problema de salud global de proporciones epidémicas”. Indicó que los hechos se dan en 1 de cada 3 mujeres y en la mayoría de los casos es la pareja quien ejerce la violencia, destacando la necesidad de seguir trabajando para erradicar el flagelo. También reconoció la falta de datos para realizar un abordaje integral.





La violencia hacia la mujer y sus consecuencias es un flagelo en el que diferentes organizaciones vienen trabajando hace ya un tiempo. Ante ello, se proponen diferentes campañas que permitan visibilizar esta situación, buscando erradicar por completo este mal que aqueja a 1 de cada 3 mujeres. 
“La violencia física o sexual es un problema de salud pública que afecta a más de un tercio de todas las mujeres a nivel mundial”, señala un nuevo informe publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El informe señala la prevalencia y efectos de la violencia conyugal y de la violencia sexual no conyugal en la salud. Este es el primer estudio sistemático de los datos mundiales sobre la prevalencia de la violencia contra las mujeres, ejercida tanto por la pareja como por otras personas. 
Cerca del 35% de todas las mujeres experimentará hechos de violencia, ya sea en la pareja o fuera de ella, en algún momento de su vida. El estudio revela que la violencia de pareja es el tipo más común de violencia contra la mujer, ya que afecta al 30% de las mujeres en todo el mundo.
El estudio destaca la necesidad de que todos los sectores se comprometan en eliminar la tolerancia de la violencia contra las mujeres y en dar mejor apoyo a las mujeres que la experimentan. Las nuevas guías de práctica clínica de la OMS, presentadas junto a este informe, tienen por objetivo ayudar a los países a mejorar la capacidad de su sector de la salud para responder a la violencia contra las mujeres.

Impacto en la salud física y mental

El informe detalla el impacto de la violencia sobre la salud física y mental de mujeres y niñas. Este impacto puede ir desde huesos rotos hasta complicaciones vinculadas a embarazos, problemas mentales y un deterioro en el funcionamiento social.
“Estos hallazgos envían un mensaje poderoso: que la violencia contra las mujeres es un problema de salud mundial de proporciones epidémicas”, señaló la doctora Margaret Chan, directora general de la OMS. “También vemos que los sistemas de salud del mundo pueden y deben hacer más por las mujeres que sufren violencia”, afirmó.
Las principales conclusiones del informe en cuanto a los impactos en la salud por la violencia ejercida por la pareja fueron:

  • Muerte y lesiones – El estudio encontró que a nivel mundial, el 38% de todas las mujeres asesinadas fueron asesinadas por sus parejas, y que el 42% de las mujeres que han experimentado violencia física o sexual a manos de su pareja resultaron lesionadas.
  • Depresión – La violencia conyugal contribuye de manera importante a los problemas de salud mental de las mujeres, en tanto las mujeres que han sufrido violencia de pareja tienen casi el doble de probabilidades de sufrir depresión en comparación con las que no padecieron ningún tipo de violencia.
  • Problemas del uso alcohol – Mujeres que sufren violencia de pareja son casi dos veces más propensas a tener problemas con el uso del alcohol.
  • Infecciones de transmisión sexual – Mujeres que sufren violencia de pareja física y/o sexual tienen 1,5 veces más probabilidades de contraer sífilis, clamidia o gonorrea. En algunas regiones (incluida el Africa subsahariana) tienen 1,5 veces más probabilidades de contraer el VIH.
  • Embarazo no deseado y aborto – Tanto la violencia de pareja como la violencia sexual de personas que no son pareja se asocian con el embarazo no deseado. Según este informe, las mujeres que sufren violencia de pareja física y/o sexual tienen el doble de probabilidades de tener un aborto que las mujeres que no sufren este tipo de violencia.
  • Bebés con bajo peso al nacer – Las mujeres que sufren violencia de pareja tienen un 16% más de probabilidades de tener un bebé de bajo peso al nacer.

“Estos nuevos datos demuestran que la violencia contra las mujeres es extremadamente frecuente. Necesitamos invertir de manera urgente en la prevención para hacer frente a las causas subyacentes de este problema mundial de la salud de la mujer”.



Información y mayor atención 

El miedo al estigma impide que muchas mujeres denuncien la violencia sexual fuera de la pareja. Otras barreras para la recolección de datos incluyen el hecho de que pocos países recopilan información sobre este tipo de violencia. Además, muchas encuestas sobre la violencia sexual fuera de la pareja emplean enfoques de medición menos sofisticados que los utilizados en el monitoreo de violencia de pareja.
Pese a estos obstáculos, la revisión encontró que el 7,2% de las mujeres a nivel mundial reportó ser objeto de violencia fuera de la pareja sexual. Como resultado de esta violencia, estas mujeres fueron 2,3 veces más propensas a tener trastornos por el uso del alcohol y tuvieron 2,6 veces más probabilidades de tener depresión o ansiedad, probabilidades algo más altas que las mujeres que sufrieron violencia de pareja.
El informe aboga por incrementar los esfuerzos globales para prevenir todo tipo de violencia contra las mujeres, con un abordaje de los factores sociales y culturales que están detrás de esa violencia.

FUENTE: LA OPINIÓN AUSTRAL