viernes, 25 de abril de 2014

¿ DÓNDE ESTÁN LAS MUJERES DESAPARECIDAS VÍCTIMAS DE TRATA ?

Título original: Trata: mover cielo y tierra.

Las condenas dictadas por fin la semana pasada a los responsables del secuestro y la explotación sexual de Marita Verón, once años después de su desaparición, jerarquizaron la voz de las víctimas al convertirlas en herramienta de la Justicia. Pero ese logro no opaca la realidad de que Marita y tantas otras jóvenes buscadas sigan desaparecidas. ¿Cómo se las busca? ¿Dónde? ¿Por qué se rescatan víctimas de trata a lo largo y ancho del país y nunca aparecen las que son denunciadas como desaparecidas? La ONG Acciones Coordinadas contra la Trata trabaja en el marco del proyecto “Identificación de víctimas de trata y delitos conexos” con la Procuraduría Especializada en Trata y Explotación (Protex), a cargo de Marcelo Colombo, cruzando datos entre las denuncias de desaparición y los registros de NN. Una zona dolorosa de explorar pero necesaria.



¿Dónde está Marita Verón?, ¿dónde, Florencia Penacchi? ¿Por qué no hay un rastro de Fernanda Aguirre? Todas están desaparecidas. De Marita se pudo saber cómo fueron sus primeros días, sus primeros meses, después, todo es incierto. Hay una pista que la ubica en España. Con ella se ilusiona su madre, que pronto estará allí para entrevistarse con los reyes y pedirles personalmente su compromiso en la búsqueda. Susana Trimarco tiene razones para la esperanza. De hecho, una de las mujeres que le habló con detalle de su hija, que le describió las zapatillas amorosamente remendadas por la madre, las mismas que tenía puestas Marita la última vez que Susana la vio, esa mujer llamada Andrea Darrosa hacía ocho años que estaba desaparecida. Su fotografía se había impreso durante buena parte de ese tiempo en los envases de leche de Brasil en busca de que la solidaridad aportara algún dato sobre ella. La buscaban allá porque antes de su cautiverio, antes de ser explotada, vivía en un pueblo de Misiones, en la frontera con Brasil, y se suponía que allí la habrían trasladado. ¿Por qué no podría aparecer Marita como Andrea en un sitio donde todavía no se la está buscando? Mientras tanto, está desaparecida; pasaron once años, su hija se ha convertido en una adolescente, el mundo ha cambiado. Cambió hasta la escucha para lo que su historia tiene para decir. Si su madre tuvo que convertirse en quijote para buscarla, para hacer convincente el relato que había empezado a reconstruir pese a su propia incredulidad del principio: que su hija había sido secuestrada, que la violaron y la castigaron hasta doblegarla, hasta convertirla en una “doña” con lentes de contacto azules que recibía tipos que les pagaban a otros para tener sexo con ella y que no la dejaban salir; ahora, de ese relato no se duda. La voz de Susana Trimarco tiene la jerarquía suficiente como para que se la escuche a los cuatro vientos y con la de ella se jerarquizó también la de las víctimas de trata que hablaron de su hija. Esas voces pudieron acusar en un ámbito público y fueron finalmente escuchadas cuando la acusación se convirtió en condena. Pero Marita sigue desaparecida. En estos años se acuñó una ley de trata y más tarde se la modificó sobre todo para dejar claro que ser mayor de edad no alcanza para suponer que se está consintiendo la explotación sexual. Muchas de las desaparecidas que se presume que podrían ser o haber sido víctimas de trata son mayores de edad. ¿Dónde están? No hay otra palabra para nombrarlas más que ésta, desaparecidas, y su sola mención describe una experiencia: la de los familiares de las víctimas del terrorismo de Estado reflejada en quienes buscan, esperan o se despiden en ausencia de estas desaparecidas en democracia. Y también en la experiencia de las víctimas, en las torturas y violaciones del tiempo del “ablandamiento”, la pérdida de identidad, incluso la apropiación de sus hijos. Son muchos los testimonios que hablan de un hijo de Marita Verón (ver aparte). Y la madre de Dana Pecci, ejecutada en la vía pública en Olavarría cuando intentó huir de su captor, que sigue reclamando sin éxito que le devuelvan a su nieta, la hija de Dana, que vive con la familia del explotador porque el tipo les ponía su apellido a los niños que nacían en su burdel, según él mismo declaró.

Celeste Perosino trabajó durante diez años en el Equipo Argentino de Antropología Forense. Comenzó en 2001, al mismo tiempo que cursaba el primer año de la carrera de Arqueología. “Me interesaba trabajar en el ámbito de la Antropología Forense y en derechos humanos y me interesaba hacer un trabajo que tuviera un impacto claro y directo en los familiares y en las víctimas”, dice esta joven de ojos clarísimos que sabe porque fue testigo de lo que significa recuperar los restos de las personas desaparecidas para sus familiares, de cómo se organiza un duelo que parecía imposible, de cuánto valor puede tener un puñado de huesos al darle materialidad al recorrido de una vida. Y también sabe, o al menos no puede evitar, encontrar las similitudes en los métodos –si es que cabe esta palabra– para convertir a determinados cuerpos en descartables. Por lo que ya fue descripto, por la participación en el delito de trata de personal de fuerzas de seguridad y “por los lugares donde encierran a las víctimas de trata, sobre todo los ruteros: está todo tapiado, las ventanas con rejas superpuestas, habitaciones con candado, seguridad en todas las puertas, las chicas no pueden salir del local donde son explotadas, no pueden mirar hacia afuera. Es un sistema cerrado, a mí me da la idea de un centro clandestino. Además esto de cambiarles los nombres, alterarles la edad, como si alguno tuviera pruritos con si es menor o no. Porque francamente es difícil creer que quien va a consumir sexo ahí tenga algún reparo por la edad”.

Perosino se fue del EAAF con la idea de volcar lo aprendido en la investigación en relación con las redes de trata y con esa intención, en principio con Pedro Biscay –que trabajó hasta el año pasado en el Centro de Investigación y Prevención de la Criminalidad Económica (Cipce)– y el comunicador Leandro Balaguer, formaron una ONG, Acciones Coordinadas contra la Trata, en la que convergen antropólogas y antropólogos, arqueólogas, comunicadoras, docentes y abogadas.

¿De qué manera creés que la experiencia en el EAAF, que se dedica a recuperar los cuerpos de personas desaparecidas durante conflictos políticos violentos, podría aplicarse a la investigación en trata?

–Partimos de la idea de que no todas las víctimas de trata pueden estar fuera del país o en una red. Hay casos de desapariciones desde el ’89 o ’90 y no se está trabajando sistemáticamente en identificar estos cuerpos.

Pero eso supone que hay unos cuerpos que identificar.

No sobreentendemos que todas las personas denunciadas como desaparecidas están vivas, ni tampoco lo contrario. Lo que sí sabemos es que hay casos concretos en los que las identificaciones muchas veces se demoran largos años. Está el caso de una joven en Olavarría, que a pesar de que llegó con vida al hospital después de que su captor le pegara un tiro cuando huía con su beba y dio los datos de la madre, fue enterrada como NN en el cementerio de Gonet y se tardó cinco años en identificarla. Tenemos también un caso en Tandil que lleva diez años y que está sin identificar: una chica que creemos que es paraguaya de 19 años que se escapa del explotador, la ejecutan en la vía pública y no se sabe quién es. Porque el juez pidió pedidos de paradero y huellas en Azul, Olavarría, Tandil, y lo cierto es que es poco probable que la zona donde se la busca sea ésa, sobre todo si tenemos en cuenta que una de las modalidades de la trata es el traslado.

¿Cómo se podría lograr esa identificación?

–La idea es construir una base de datos de NN femeninos del ’90 en adelante y estamos tratando de establecer los perfiles. Para darte un ejemplo, en el caso de las víctimas del terrorismo de Estado el perfil era personas jóvenes entre 16 y 35, con causa de muerte por proyectil de arma de fuego, que entra de manera grupal a cementerios.

¿Cuál sería el perfil de las víctimas de trata?

–Está en definición porque en verdad no se conoce ese dato. Estamos trabajando con casos que ya sabemos que son víctimas de trata que ingresaron como NN y con información periodística para ver lo que surge. Sobre todo revisando las muertes de mujeres en prostitución que mueren para ver si podemos afinar un perfil. La prioridad es acotar los parámetros usando como base de datos las informaciones periodísticas y las causas que relevamos. En muchos casos las mujeres aparecen en la vía pública, pero el EAAF participó de excavaciones en el marco de la causa de Marita Verón y encontraron cinco cuerpos, aunque ninguno de Marita.

Eso habla de otra modalidad, los entierros irregulares en las cercanías de los prostíbulos.

–Sí, claro. Tenemos en la ONG un caso en La Boca, una red que explotaba nenas muy chiquititas, 8 o 9 años. Y hay una nena que dice que la llevan a Pilar, que otra se resistió y la mataron y dejaron el cuerpo allá. El cuerpo no apareció todavía. Pero recopilar estos casos y datos sirve para construir un universo.

Y datos como el de la nena de La Boca ¿de dónde surgen?

–De la causa, a la que llegamos porque trabajamos en colaboración con otros organismos. Porque lo que sucede es que en el tema trata, la muerte o asesinato no se indagan; la pregunta parece no estar habilitada todavía. Además, tenemos desde el Ministerio de Seguridad una cifra que habla de unas 6 mil víctimas rescatadas, pero ninguna de estas víctimas está denunciada como desaparecida. Podemos pensar que muchos operativos están pinchados, ¿pero todos los operativos están pinchados?, ¿nunca encuentran a nadie denunciada? Se dice en muchos casos que las víctimas están enajenadas después de largos períodos de explotación, pero tampoco podemos pensar en que están todas enajenadas, que no reconocen su propia situación, que no recuerdan si fueron secuestradas o cómo las captaron; entonces hay que relativizar un poco el dato. Entonces pareciera que a estas mujeres denunciadas como desaparecidas hay que buscarlas con otra lógica, y por eso vamos por ahí.

¿Con qué otros organismos están trabajando?

–A las denuncias de desapariciones estamos llegando a través de la Procuraduría Especializada en Trata y Explotación (Protex) a cargo de Marcelo Colombo, en el marco del proyecto “Identificación de víctimas de trata y delitos conexos”, que estamos llevando adelante de manera conjunta. Por el momento, a través de la Protex, recibimos información de desapariciones de La Pampa, CABA, Santa Fe, Tierra del Fuego, Entre Ríos, Salta, Catamarca, Chaco y Mendoza. Solicitamos información de desapariciones, en general, ya que en principio no queríamos sesgar las solicitudes de información. También recibimos e intercambiamos información con Missing Children.

¿Estos datos son los que se cruzarían con los registros de NN?

–Creemos que es necesario unificar y comenzar a cotejar dos conjuntos de datos. Por un lado, las denuncias de desaparecidas, extravíos, ausencias de domicilio y, por el otro, los registros de NN que pueden encontrarse principalmente en las fuerzas policiales. Esto implica no sólo reunir los registros de NN o personas con identidad no verificada en morgues y cementerios sino también en hospitales, psiquiátricos, institutos de menores. Este cruce de datos podría, como resultado, contribuir a identificar personas por dos vías, la documental (huellas dactiloscópicas), método económico y rápido, y la genética (a partir de muestra de ADN), método que ya ha sido probado de manera masiva en nuestro país. Para ello es necesario reunir el mayor número de registros de personas denunciadas como desaparecidas, ausentes, extraviadas, y los registros NN de la policía (huellas dactiloscópicas y otros), como también de hospitales, psiquiátricos, institutos de menores. Los registros podrían acotarse temporalmente y de manera arbitraria entre 1990/2012, donde se abarcaría no sólo casos de más de 20 años de antigüedad sino también aquellos más recientes. Este corte permitirá no sólo conocer cómo ha sido el fenómeno de la trata de personas y extravío (por diferentes razones) en el pasado, sino que permitirá conocer cómo se desenvolverá en el futuro al permitir trazar patrones, zonas con mayor concentración de denuncias, lugares con más hallazgos de NN, etc.

En el EAAF no sólo trabajan sobre los restos de personas desaparecidas sino también con la reconstrucción de sus recorridos vitales, el accionar de las fuerzas represivas y el entramado social de la época.

–Para nosotros es fundamental recoger testimonios para ayudar a sacudir también el árbol de los discursos establecidos sobre la trata. Para darte un ejemplo, trabajamos tanto en las tareas de búsqueda realizadas en el sitio El Rosedal, un lugar en Arrecifes donde había datos de que podría haber estado Fernanda Aguirre y en donde muchas chicas testimoniaron haber escuchado gritos y disparos que hacían pensar que podría haber inhumaciones en el lugar. No se hallaron restos humanos. Sin embargo, se recuperó evidencia asociada a la actividad del sitio que acredita el tipo de actividad sobre todo en indumentaria femenina (mucha ropa interior, sandalias, botas), cantidad de envoltorios de profilácticos y lubricantes, desodorantes de ambientes, y medicamentos (anticonceptivos, y para infección urinaria). Y por otro lado participamos en otros casos haciendo entrevistas que permitieron encontrar al menos a una menor, P. R. A. Fueron entrevistas con otras madres del mismo barrio que nos acercan a realidades que son muy distintas del relato del secuestro que en definitiva es lo que menos se ve en la trata.

¿Y cómo son captadas las chicas?

Lo que más se ve es un entramado de violencias previas que convierte a las chicas en vulnerables a ser explotadas. En el caso de P. R. A., por ejemplo, ella había sido violada por un vecino, la madre no le creyó, la nena se fue de la casa con una mujer motu proprio porque la madre es muy violenta. Pero después la entregaron en otro lado y cuando quiso volver no pudo. A raíz de ese caso se abrió una causa en Campana por trata. Pero lo que queda claro es que hay una violencia sobre otra, que no es tan lineal el relato y que mantener esa linealidad no ayuda a pensar el fenómeno.

Sucede que, a pesar de que la voz de las víctimas de trata está ahora más jerarquizada, todavía hay una mirada social prejuiciosa que se cruza con los debates en torno de la prostitución. Hay quienes piensan que siempre son víctimas y quienes siempre las miran con sospecha o disvalor.

–Claro, sí. El debate se cruza en el modo en que se elaboran los discursos; es más fácil escuchar el relato del secuestro que el de las nenas que huyen de la casa y encuentran violencias peores. Pero más allá del debate, la trata es trata y no prostitución. Y más allá de eso incluso, hay algo indiscutible que es el femicidio por causas de explotación sexual. Esto es inapelable y es lo que queremos investigar.

Fuente: Página 12 - Por Martha Dillón.-

viernes, 18 de abril de 2014

TRATA. ESCLAVITUD. ENTRE FRONTERAS Y PREJUICIOS

La organización internacional de derechos humanos Women’s Link Worldwide presentó hoy el informe ‘La trata de mujeres y niñas nigerianas: esclavitud entre fronteras y prejuicios’, que examina las obligaciones que tienen los países, incluido España, de proteger a las víctimas de trata y explica por qué en el caso de Nigeria es necesario entender el contexto del país para poder dar esa protección. El informe también pone de manifiesto la falta de protección para las víctimas en Nigeria, por lo que la expulsión de éstas del Estado Español a su país de origen puede llegar a ser una forma de continuar violando sus derechos.






El salón de actos del Colegio de Abogados de Madrid ha acogido la presentación del informe, que ha estado moderada por el periodista de la cadena Ser Nicolás Castellano. Gema Fernández, coordinadora de la investigación ha explicado los motivos que impulsaron este trabajo.

Desde hace 10 años la organización Women’s Link trabaja con mujeres migrantes, incluidas nigerianas, y viene realizando investigaciones e informes. Además, su labor en la representación legal de mujeres y niñas víctimas y presuntas víctimas de trata de personas, entre ellas nigerianas, ante instancias nacionales e internacionales, les permitió identificar realidades particulares que enfrentan las mujeres migrantes que son víctimas de trata provenientes de Nigeria. Todo ello impulsó a la organización a emprender una nueva investigación para conocer el contexto social, político, económico y cultural de Nigeria y entender, desde esa perspectiva, los factores que contribuyen a la trata de mujeres y niñas nigerianas y la relación de ésta con los movimientos migratorios.

Según ha explicado la abogada Gema Fernández, la pobreza, la falta de oportunidades y la violencia de género, incluidas la violencia familiar y la violencia sexual, son factores que empujan a las mujeres y niñas a migrar y las pone en situación de alta vulnerabilidad de ser captadas por las redes de trata.

En un contexto donde la migración es aceptada como una alternativa para buscar una mejora de las condiciones de vida, las redes muy a menudo usan rituales espirituales y creencias religiosas (como el juju, un sistema de creencias ancestral), para someter a mujeres y niñas. Bajo la amenaza del juju, las mujeres y niñas nigerianas temen consecuencias espirituales y materiales para ellas, sus familias y las generaciones futuras en caso de incumplir con los pagos de la deuda impuesta por la red.

Gema ha enfatizado el significado del título del informe. “El desconocimiento del contexto nigeriano provoca que predominen estereotipos y prejuicios basados en género, raza o situación migratoria y lleva a que no se protejan los derechos humanos de las mujeres y niñas víctimas de trata, incluyendo el acceso a la justicia”, ha asegurado la coordinadora del informe.

El contexto nigeriano

En ese sentido, Helena Maleno, experta en migraciones y trata, ha ofrecido un testimonio de sus viajes a Nigeria para comprender la situación y poder ayudar a las mujeres víctimas de trata. “La trata se ha convertido en una parte de la construcción social, que da beneficios a la comunidad, en un contexto de pobreza y desigualdad”, ha asegurado, ilustrando la conclusión con algunas de sus vivencias. Por ejemplo, como pudo ver que en el aeropuerto de Lagos hay personal de las redes de trata que esperan a las mujeres deportadas; o descubrir una situación interna del fenómeno de la trata que hace sentir a las mujeres y sus familias que ser víctima de trata en países europeos es una oportunidad –frente a serlo en Ghana o Sudáfrica-; o comprobar que incluso los partidos políticos reciben dinero para sus campañas de los responsables de las redes de trata.






“El juju no es malo ni bueno”, ha explicado Maleno. Es un sistema de creencias ancestral, anterior a las creencias que aportaron los colonizadores, en el que la sociedad nigeriana se reconoce. Actualmente mediante el juju se establece un contrato que obliga espiritual y legalmente al silencio de las mujeres y sus familias y al pago de la deuda contraída con la red. “Si no cumples, el tribunal –que normalmente se reúne en los templos religiosos- convoca a la familia; allí, la víctima es la madame –mujeres que están a la cabeza de la estructura piramidal de las redes de trata y que en su mayoría fueron víctimas primeramente-. Las víctimas y sus familias son amenazadas y algunas de estas amenazas se llevan a cabo por las sociedades secretas –paralelas a la administración y con mucho poder-. En este contexto, las redes se convierten en protectoras de sus derechos”.

“Volvemos a descubrir que no hay soluciones individuales si no se trabajan las desigualdades”, ha asegurado Helena. Asimismo, ha recordado que los Estados tienen unas obligaciones para garantizar el respeto de los derechos humanos y eso no se está haciendo. Las mujeres nigerianas a menudo “tienen que elegir” entre la “violencia privada de las redes de trata” o la “violencia pública” de los propios estados.

Deportaciones

Ese es el contexto mayor en el que se produce la atrocidad de la trata y al que Europa no puede seguir cerrando los ojos. España incumple sus obligaciones frente a las víctimas de trata nigerianas. El documento analiza las carencias del sistema de protección a las víctimas de trata de personas en España y, específicamente, las debilidades frente a las víctimas de origen nigeriano. Muchas de las mujeres y niñas víctimas de trata que son deportadas vuelven a las redes.

El informe detalla la necesidad de hacer una evaluación de riesgo individualizado antes de ejecutar una deportación de una víctima o presunta victima de trata a Nigeria. Esto, porque contrario a lo que indican las disposiciones internacionales de derechos humanos, el sistema de protección español no valora adecuadamente ni el contexto nigeriano, ni el riesgo que corren las mujeres y niñas en caso de ser expulsadas del país: volver a ser tratadas (retrafficking), estigma por parte de la comunidad y violencia en su contra.

“Adentrarnos en el particular contexto nigeriano permite definir claramente los retos que implica el trabajo con mujeres y niñas víctimas de trata de personas de esta nacionalidad, tanto en su país de origen como en países de destino como España. Esperamos que este informe sea de gran utilidad tanto para las autoridades españolas como para las organizaciones que atienden a las víctimas”, demanda Fernández.

Paradojas y estereotipos

En la presentación del informe también han participado la antropóloga Soledad Vieitez y Alicia Garrido. Vieitez, gran conocedora del contexto africano, ha señalado que Nigeria es un país de grandes contradicciones y paradojas: mientras que históricamente han exportado los mejores exponentes del Feminismo y también de los estudios de género, es un país en los que se ejerce mucha violencia hacia las mujeres y que cuenta con lo que llaman “demócratas”, mujeres que llegan al poder mediante la defensa de la igualdad –en la década de los 60 fue pionero- y que después se olvidan de ello.

Por su parte Garrido ha destacado la conexión entre la existencia de estereotipos y “la dificultad para empalizar con realidades diferentes a las nuestras”. El estereotipo es un modo de simplificar la realidad e impide percibir otras características que nos permitirían ver elementos comunes, en este caso, con las mujeres y niñas, víctimas de trata.

Fuente y foto: Amecopress y cedidas por Women’s Link Worldwide


EL MALESTAR EN LA JUSTICIA



No es la primera vez, ni será la última que me refiera a la situación de la Justicia en nuestro país. He denunciado no sólo la falta de perspectiva de género en general, sino principalmente la utilización del pretendido “Síndrome de Alienación Parental” tanto en causas civiles como penales. Desde el arco feminista reclamamos una reestructuración del Poder Judicial, integrando magistrados/as con formación en Género y Derecho. Esto necesariamente supone que tales funcionarios abdiquen de sus conocimientos misóginos y renuncien a los postulados del patriarcado. Mientras esto no suceda, seguiremos teniendo a mujeres y niños/niñas víctimas de un feudo machista, en el cual se los denigra, humilla, y maltrata cotidianamente.

Nadie, absolutamente nadie puede acreditar los conocimientos que requiere el nuevo Derecho, desde una visión crítica, incorporando los estándares internacionales, por el solo hecho de tener un título de abogado/a, y mucho menos por haber concurrido obligadamente a alguna reunión de capacitación con esta orientación. Se necesita mucho más que eso.

Asumir una postura crítica del Derecho con una mirada feminista, requiere una decisión profundamente ideológica, es también renunciar a los privilegios de la corporación de la que forman parte, es abandonar el barco de los elegidos/as para cubrirse las espaldas entre ellos y ellas, cuando son denunciados por mal desempeño en el ejercicio de sus funciones.

Pero quienes esto hagan, habrán elegido servir al pueblo, administrar justicia lealmente, prestando un servicio al sistema democrático, y en definitiva, trabajar para los más débiles y vulnerables de la sociedad.

Como activista conozco perfectamente casos judiciales donde esto que afirmo es el derrotero cotidiano, donde no hay código procesal que valga, donde los plazos no se cumplen, donde el capricho u otro oscuro designio, veda a las madres el ejercicio legítimo de sus derechos y el de sus hijos e hijas a manos de “tutores ad litem” que nada tienen para hacer en pos de las víctimas, sino que están ahí para blindar al tribunal y a los maltratadores y abusadores, del accionar persistente de las madres que no se resignan ante tanta injusticia. Off the record les susurran al oído a las madres protectoras que cesen con sus denuncias, porque es peor para sus hijos/as.

Amenazan con apretar más el torniquete: revincularlos con el abusador, darles un régimen de visitas, las aterrorizan para que bajen los brazos, y cesen con sus reclamos. Resulta sorprendente que tales tutores se hallarían vinculados con los abogados que representan a los maltratadores y abusadores.

Otra modalidad consiste en demandar a las madres protectoras con cuotas alimentarias a favor de los maltratadores u ofensores sexuales, en aquellos casos que lograron que la justicia –amañadamente - les haya dado la tenencia de los hijos por ellos maltratados o abusados. Así operan a partir de lograr la reversión de la tenencia a su favor. Esto que hasta un lego no podría entender, ni aceptar, sucede y en casos en que el demandante posee una más que suficiente cobertura económica. El objetivo es acorralar a estas mujeres víctimas ellas como sus hijos e hijas.

Otro ariete perverso, que se suma a este anillo de la injusticia, son los y las asistentes sociales, también predicadoras de este avasallamiento permanente del derecho de las víctimas. Cómo actúan? Designados que son no asumen el cargo; o bien lo asumen y luego renuncian. Esto en la práctica anula la posibilidad de las madres de reunirse con sus hijos e hijas cuando finalmente logran un régimen de visitas, después que merced a la terapia de la amenaza postulada por Gardner les quitaron la tenencia de sus hijos de la noche a la mañana. Algunos y algunas son conspicuos/as seguidores de este médico norteamericano cuya obra no tiene corroboración científica, a lo que debe sumarse su ideología pedófila.

También los y las seguidores de estas terapias de revinculación con los progenitores que maltratan y/o abusan de sus hijos e hijas, trabajan en centros de atención comunitarios –donde son derivados de los juzgados para someterlos a la terapia de la desprogramación- , dependientes del Estado mismo, y cuyas intervenciones están orientadas a que las víctimas acepten ver a sus victimarios, procurando confundir a niñas y niños, y denostando la figura de la madre protectora.

En materia económica desde el propio sistema judicial presionan a las mujeres para ceder sus derechos de carácter patrimonial, relegando casi la totalidad de su porción en la división de la sociedad conyugal a la vista del magistrado/a. Las someten en tortuosas audiencias para que acepten cuotas alimentarias irrisorias. De suyo en muchos casos lo logran, y me refiero a casos en que el alimentante no es ni taxista ni peluquero, son hombres poderosos económicamente y eso el Tribunal lo sabe, y tiene constancia de ello.

Qué pasa en la Justicia argentina? Cuál es el plus que reciben estos funcionarios judiciales, donde también debemos incluir a fiscales y defensores públicos, para ejercer de este modo su ministerio?

Dónde está el Consejo de la Magistratura que debe investigar estos casos? Tengo certificado un caso en jurisdicción de la Nación donde demoraron once meses, sí once meses para hacer un dictamen ante una denuncia que conllevaba el pedido de juicio político a una jueza en lo civil denunciada por sinnúmero de causas que de suyo implicaban prima facie mal desempeño en sus funciones. Once meses para que la Comisión de Disciplina procesara el caso, tiempo más que suficiente para que finalmente la jueza se jubilara con honores, y el Consejo declarara abstracta la denuncia.

Este es el núcleo duro del contramovimiento contra madres, defensoras, psicólogas, abogados/as, activictas que venimos denunciando esta pseudo teoría de Gardner, para quien las relaciones sexuales entre padres e hijos eran motivadoras y mejoraban la erotización de los niños y niñas.

Esta dura realidad la venimos denunciando en conjunto con otras entidades y activistas defensoras de los derechos de las mujeres y de las niñas y niñas. Ellas como víctimas no están solas en esta lucha, y nosotras desde la sociedad civil nos estamos multiplicando en esta acción denunciando lo que sucede en la Justicia.

Fuente: Noticias Judiciales - Por la Dra. Norma Chiapparrone - 

domingo, 13 de abril de 2014

SALTA: FEMICIDIOS: TURISTAS FRANCESAS, EL JUICIO AVANZA Y UNA CIUDAD QUE SOSPECHA



Pasaron tres semanas del juicio por el crimen de Cassandre Bouvier y Houria Houmni, asesinadas en 2011. La ciudad de Salta está revolucionada con el juicio: en las calles no se habla de otra cosa y se tejen todo tipo hipótesis sin sustento judicial. El rol de los padres de las víctimas. Las primeras audiencias. Qué pasará en las próximas semanas.

Foto: Mariano Armagno.

A tres semanas del inicio de las declaraciones, la consternación de los padres de las turistas francesas se presenta como una descarga eléctrica. El detalle, el recuerdo de los cadáveres o la descripción de la tortura, remueve en la memoria una angustia insoportable de escuchar. Durante la lectura de la declaración de Gustavo Lasi, uno de los principales imputados, la mamá de Houria Houmni tuvo una crisis nerviosa. Fue asistida en una ambulancia y una vez estabilizada retomó su lugar en la audiencia.
La madre de Cassandre Bouvier repite, desde el segundo día de juicio, un mismo hábito cada vez que llega a la sala II de Salta. Después de que entran los jueces, se sienta y mira fijo a los cinco imputados. “No afloja, les clava la mirada”, dijo a Infojus Noticias el vocero judicial salteño Marcelo Báez. Helene Kottak junto a su ex marido Jean Michel Bouvier se quedarán con su hija hasta que el 16 de mayo, día estipulado para que termine el juicio. Los padres de Houria, ambos mayores de 70 años, volverán a Francia la semana próxima y en su reemplazo llegará uno de sus hijos.
Omar “Pajarito” Ramos, uno de los dos imputados como cómplices en la causa, pidió declarar. El hombre de 47 años está acusado de haber escondido el arma que le entregó Walter Lasi, padre del principal imputado, Gustavo Lasi.
“Ramos declaró a pedido de su defensa, pero lo que dijo no arroja mucha luz a lo que ya figura en la instrucción. Él admite haber recibido el arma, envuelta en papel, de la mano de Walter Lasi, y dice que cuando le preguntó para qué quería darle el arma el otro argumentó que tenía ‘un chico travieso en la casa’”, dijo Báez. Además de Lasi (padre e hijo) y Ramos, en la causa están imputados Daniel Vilte Laxi y Santos Clemente Vera. El oficial auxiliar Rodrigo Bautista dijo que Ramos y Vera plantaron los plomos en El Mirador. "Los procesados quisieron desvirtuar la investigación por eso plantaron pruebas", sostuvo.

“La defensa de Vilte Laxi desistió del pedido de declaración de por lo menos 25 policías, ya que en un principio los habían sugerido pero entendieron que no aportarían nada. Esto contribuirá a que el proceso sea un poco más breve y que las partes tengan tiempo de elaborar sus alegatos, porque según estaba puesto el cronograma no había espacio para procesar la información cuando se terminaran las declaraciones”, contó Báez.  
El sargento Tiburcio Arias acusó a Walter Lasi de querer dilatar la búsqueda: “Nos llevó 300 metros arriba de El Mirador y como no encontramos nada, él tomó los mismos caminos que ya habíamos recorrido y luego quiso bajar sin encontrar los cuerpos. Eso me llamó la atención, así que le volví a preguntar sobre la denuncia de los turistas y recién ahí me dijo que habían visto una persona tirada a un costado, cerca de El Mirador”.
Entre las pruebas para analizar hay veinte fotografías que pudieron ser recuperadas de la cámara de Cassandre. La última foto es una vista de la quebrada desde el mirador y por la imagen perdida parece haber sido tomada sin intención, ya que no enfoca un paisaje determinado ni el rostro de ninguna. 
La hora de imagen señala que fue tomada a las 18.30 y se cree que puede haber sido ese el comienzo del ataque que terminó con la muerte de ambas. El registro de ingresos de la reserva dice que las jóvenes entraron 15 de julio a las 16.23, dos semanas antes que se encontraran sus cuerpos. 
Según la autopsia, la causa de la muerte de Cassandre fue por “traumatismo encéfalo craneano por herida de arma de fuego con orificio de entrada sin salida”. La bala del calibre 22 fue encontrada en su cabeza. Houria murió “por shock hipovolémico por herida de arma de fuego, en región de tórax con orificio de entrada y salida”.
Si bien en la primera autopsia se dijo que el tiempo del deceso había sido de 48 a 72 horas antes del hallazgo, en una segunda instancia se concluyó en que las turistas fueron asesinadas el mismo día en que ingresaron al predio. Los peritos sostienen que las bajas temperaturas del invierno, sumadas a que los cuerpos estaban bajo unos matorrales donde no les daba el sol, hicieron las condiciones propicias para que los cadáveres pudieran estar 15 días y no largar olor putrefacto.
Para el lunes se dispuso una inspección ocular en el Mirador de la Quebrada, lugar donde aparecieron los cuerpos, por lo que las audiencias continuarán el martes.


Una ciudad que sospecha

En Salta además de lo que dice el expediente de la instrucción hay versiones paralelas ¿Qué pasó entre 14 y el 29 de julio? Las pruebas no están, pero la ciudad sospecha y los medios tejen hipótesis que quedan fuera de la esfera judicial.


Una de las teorías dice que ningún cuerpo puede estar 15 días en contacto con el aire y no alertar a los que pasan por el olor. Esta versión apunta a que el asesinato fue en otro lado y que los cuerpos fueron plantados en la reserva.
A los pocos días de aparecer los cadáveres de Cassandre y Houria, una revista francesa publicó que las chicas habían participado de una fiesta con jóvenes millonarios de Salta, y que esa fiesta terminó en muerte. También se dijo que el verdadero asesino es el hijo de un miembro de la Cámara de diputados, un “hijo del poder”, y que los imputados son perejiles a sueldo.
Dentro de las últimas fotos que aparecen tomadas en la  cámara de Cassandre, se ve a una mujer con unas gafas Ray-Ban, probablemente una turista que las chicas conocieron en su ascenso al mirador. Cuando le entregaron las pertenencias de su hija, Jean Michel Bouvier dijo al policía que esas gafas no eran de su hija. Y lo repitió en el primer día del juicio:
-Nunca le había visto las gafas y en el caso de que se las haya comprado en el viaje puedo afirmar que no son de su estilo. Recuerdo que cuando el policía me las dio insistió mucho para que las tome. Lamento no recordar cómo era ese hombre. Pero aquí están las gafas y las aporto como prueba para que se busque la verdad.

Jean Michel sacó las gafas de su bolsillo y las entregó al tribunal de juicio local integrado por Ángel Amadeo Longarte, Bernardo Antonio Ruiz y Carlos Héctor Pucheta. “Yo averigüé por mi parte quién es esa mujer y pude comprobar que viaja mucho, pero no me corresponde a mí ser el que investigue las cosas, sino a la Justicia argentina”, dijo.
En las pruebas de ADN que se hicieron en Francia, se determinó que además de ADN masculino había rastros de uno femenino, pero no se sabe a quién corresponde.
El suicidio del jefe de la brigada de investigaciones Néstor Píccolo también generó sospechas. En noviembre de 2011, Piccolo se pegó un tiro en la cabeza atrás de la Iglesia Nuestra Señora de la Consolación, frente a la brigada donde trabajaba. Algunos tienen la teoría de que en verdad Piccolo fue asesinado porque “molestaba”.  
Marcelo Arancibia, abogado de Daniel Vilte Laxi, leyó durante las audiencias un informe de Piccolo. En el documento se sugería que los dos proyectiles que aparecieron cerca de los cuerpos podrían haber sido plantados para desviar la investigación. 

Fuente: Infojus Noticias - Por Matías Máximo.-


¿LA CALLE ES EL LUGAR? Reflexiones acerca del acoso callejero

El acoso callejero es una de las formas de violencia más minimizadas y naturalizadas que existen. En el marco de la Semana Internacional contra el Acoso Callejero (desde el 7 hasta el 13 de este mes), reflexionamos acerca de las motivaciones de este tipo de acoso, y qué podemos hacer para detenerlo.


CAMPAÑA CONTRA EL ACOSO CALLEJERO ( del 7al 13 de abril)
 " Si te encomoda leerlo, imaginate oirlo"



La gran mayoría de mujeres de 13 años (o menos) en adelante puede sentirse identificada con la siguiente afirmación: “Al menos una vez en mi vida experimenté acoso callejero”. Silbidos, miradas lascivas, piropos e incluso manoseos son situaciones que se ven y se viven todos los días, y pueden suceder en cualquier ámbito en el que nos desenvolvamos. Condicionan muchos aspectos de nuestro día a día: cómo nos vestimos, cómo nos trasladamos, qué recorridos hacemos y cuales no. Y lo peor de todo es que están naturalizadas tanto por hombres como por mujeres. Pero por más que sean consideradas cotidianas, subyace en ellas una dosis de violencia; en mayor o menor medida, pero siempre presente.
En primer lugar, se debe comenzar a considerar a este tipo de acciones como lo que son: opiniones nunca pedidas por parte de completos desconocidos. El hecho de piropear a alguien por la calle parece absurdo cuando se lo pone así, pero sin embargo hay que cuestionarse: ¿por qué, en nuestra sociedad, existe la necesidad de hacer valoraciones sobre el aspecto de otros/as? Y en particular, ¿por qué los hombres heterosexuales y machistas deben hacer juicios de valor sobre los cuerpos leídos mujer, sin expectativas o posibilidades de respuesta? ¿Qué motiva estos acosos? ¿Qué se busca demostrar con ellos? Una hipótesis para comenzar a desentrañar este asunto puede ser esta: todavía está en el inconsciente colectivo la idea de que los varones son los que se desempeñan en el ámbito público y las mujeres en el privado. Por esto, cuando una mujer transita libremente en la vía pública, se la acosa para intentar “ponerla en su lugar”,  hacerla sentir que ella no debería estar allí. Otra conjetura puede ser la siguiente: el hombre hetero debe demostrar públicamente que es un macho con todas las letras, todo el tiempo debe reafirmar a otros y a sí mismo su masculinidad (entendida, por supuesto, desde una concepción machista). Y para ello, cosifica a los cuerpos femeninos que transitan por la calle.  A todo esto se le suma la naturalización de estos actos por parte de algunas mujeres. A muchas se les ha inculcado que es normal que otros emitan opiniones sobre sus cuerpos, incluso hay quienes consideran estas acciones como halagos.







Las diferentes formas de acoso callejero encierran, también, una profunda desigualdad. Todos/as tenemos derecho a que se respeten nuestros cuerpos y nuestras voluntades con respecto a los mismos. Sin embargo, los acosos de este tipo nunca son solicitados (por ende, sin consentimiento), por lo que ignoran por completo el deseo de quien es acosado/a. Se pone, entonces, a las partes involucradas en una situación desigual de poder: prevalece la voluntad del acosador que la predisposición o no del acosado.


Dentro de esta arista de la desigualdad, también cobra una gran importancia el respeto (o en este caso, falta del mismo) al espacio personal. Este es entendido como el espacio virtual que rodea a cada persona, y que permite interactuar con los demás de forma cómoda y adecuada a cada circunstancia. La definición de este espacio varía según diferentes factores, como las preferencias de cada persona, la relación que nos une a la persona con la que interactuamos, la cultura y la sociedad, entre otros. Pero el que cada persona defina su espacio personal de forma distinta no quita el hecho de que las acciones tales como piropos o manoseos sean una invasión del mismo. Y es así porque la naturaleza misma del acoso callejero es invasiva: al no tratarse de interacciones consensuadas, la distancia potencial que uno/a podría poner es pasada por alto. Esta invasión del espacio personal se pone especialmente de manifiesto en la búsqueda del roce o contacto físico. De acuerdo al antropólogo Edward Hall –quien realizó varios estudios acerca del espacio personal y su significado psicológico- se distinguen varias categorías de espacio personal. Entre estas, la más importante es la distancia zonal íntima, ya que el acceso a ella reserva solamente para las personas más allegadas emocionalmente: familiares, amistades y parejas. Los manoseos, el froteurismo y demás tipos de contacto físico no consentido irrumpen en la zona íntima.
Este tipo de violencia está muy poco visibilizado. Por una parte, la legislación vigente en nuestro país no la contempla como una forma de acoso -si bien la Ley 26.485 de Protección Integral a las Mujeres abarca la violencia simbólica, no aparece específicamente la figura de acoso callejero-. Por otro lado, se minimiza esta categoría de acoso a nivel social: se toma como algo normal porque se considera que es una mera parte de nuestra cultura (como desligándose del hecho de que la cultura es una construcción humana). Así, se continúa tolerando estas microviolencias, y aquellas personas que se defienden son desalentadas al tildarlas de “locas”, “histéricas”, “exageradas” o incluso “ingratas”.
Puesto de esta forma, parece casi obvio que el acoso callejero está mal. Pero la realidad es que este asunto está enquistado en lugares mucho más profundos: una cultura y sociedad machistas que propician este tipo de comportamientos, un sistema patriarcal que lo avala, o no hace nada por detenerlo, entre muchos otros factores. Entonces, debemos replantearnos como individuos y como integrantes de una sociedad cómo miramos este tipo de situaciones. Si bien se ha avanzado mucho en este tema (el simple hecho de ponerle un nombre es un avance), todavía es una problemática reciente: 2014 es apenas el tercer año que se conmemora la Semana Internacional contra el Acoso Callejero. Además hay que llevar a la práctica lo que se reflexiona; podemos responder de forma directa al acosador, o intervenir cuando vemos que alguien está siendo acosado/a, reaccionar para hacer saber que ese tipo de comportamientos no deben y no van a ser tolerados. Por eso está en nuestras manos continuar con el planteamiento del acoso callejero como un problema que afecta a millones de personas en todo el mundo; siempre reconociendo que no se trata de si el piropo es explícitamente grosero o no, sino que estamos hablando de una limitación al espacio personal y una desvalorización del respeto por el otro.

Fuente: Diario Femenino - Por Rocío Pérez.-

LOS JUECES CREEN QUE LAS MUJERES SE VAN PORQUE SON PUTITAS

SOCIEDAD › SUSANA TRIMARCO, DESPUES DEL FALLO POR LA DESAPARICION DE SU HIJA

“Los argentinos necesitamos volver a creer en la Justicia”
Esta semana, un tribunal condenó a los responsables del secuestro y sometimiento a la prostitución de Marita Verón. Aquí, su madre reivindica el fallo, pero advierte que los jueces deben capacitarse para entender el delito de trata. Los sentimientos, la búsqueda que sigue.

Después del fallo que se conoció el martes con condenas de hasta 22 años, quedó desgastada de tanto hablar del tema, y sin ánimo. Su médico le recomendó reposo, pero es difícil imaginarse a Susana Trimarco aminorar la marcha en esta lucha tan dolorosa que lleva desde hace más de una década en la búsqueda de su hija, Marita Verón. Antes de la entrevista con Página/12, pide un ratito para tomar un té que le acaricie la garganta. “Todos los medios quieren que hable, pero me debilita mucho. Me empieza a doler la espalda. Siento como si me hubiera pasado un camión por encima”, dice, con pesar, porque sabe que no puede aflojar ni un poquito.



Hace diez días se cumplieron 12 años desde que se llevaron a Marita. Las fechas la conmueven más. “Otro año sin mi hija”, dice Trimarco. Y la tristeza y el vacío tan grande que la abruman se cuelgan en sus palabras. “Los jueces se tienen que capacitar, tienen que entender bien que el delito de la trata es complejo, que viola los derechos humanos. Muchos jueces, todavía, siguen con el pensamiento de que las mujeres se van porque son unas putitas, porque quieren ser prostitutas. Este nuevo fallo ha sido un ejemplo no solo para la Argentina, sino también para el mundo”, destaca, durante la charla. No obstante, sigue enojada con la Justicia. “Es una vergüenza que no me dé respuesta, que la que la está buscando a Marita sea yo”, sigue, ahora con esa firmeza en la voz tan característica en su persona. No pierde esperanzas, de todas formas, de encontrar a su hija y verla nuevamente abrazarse con Mica, la nieta de Trimarco. “Como madre e hija, es lo que más quiero en la vida”, dice, y al decirlo, parece que se desinfla.

La nueva sentencia de la Justicia tucumana que condenó a diez de los imputados a penas de entre 22 y 10 años por el secuestro y el sometimiento a la prostitución de Marita le dio cierta tranquilidad, luego del vergonzoso fallo de 2012 que había dejado el caso impune. “Me conmovió el alma, el corazón, pensar que conseguí al menos un poquito de justicia por mi hija y por las víctimas que declararon en el juicio. Los jueces corruptos –que integraron el tribunal que absolvió a los imputados– permitieron que a esas chicas se les diga prostitutas, putas, que las amenazaran, que me escupieran a mí, permitieron todo”, recuerda, con indignación.

Aquel fallo, sin embargo, tal vez por la repercusión mediática y política que tuvo, generó que “mucha gente”, desde alguna cárcel, se comunicara con la Fundación María de los Angeles, que Trimarco fundó y encabeza, para dar información, pistas, indicios, para seguir buscando a Marita.

–¿Considera que son creíbles esos testimonios? 

–Sí. Algunas cosas son coherentes. Se está investigando. Desde la (ex) Ufase –el organismo de la Procuración General de la Nación dedicado a perseguir el delito de trata–, con Marcelo Colombo (su titular) y con Gendarmería, estamos trabajando con algunos datos bastante sólidos. Pero es muy triste que pasen los años y los años y no la encuentre a Marita. Mica sigue creciendo. Ella necesita a su mamá.

Trimarco tira su bronca contra la Justicia, que tantos años le dio la espalda. “No hace las cosas bien. No buscan a una persona como la tienen que buscar. Y no solo a Marita. Hay muchos casos de jóvenes desaparecidas. Si una madre o padre no están bien firmes, bien parados, impulsando la causa, no avanza, queda en la nada”, observa.

El nuevo fallo fue ordenado por la Corte Suprema de Justicia tucumana, que aceptó la apelación presentada por fiscales y querellantes, resolvió que se condene a los acusados y ordenó fijar el monto de la pena al tribunal integrado por Emilio Páez de la Torre, Dante Ibáñez y Juana Juárez. “Los jueces se tienen que capacitar, tienen que entender bien que el delito de la trata es complejo, que viola los derechos humanos –sostiene Trimarco–. Muchos jueces, todavía, siguen con el pensamiento de que las mujeres se van porque son unas putitas, porque quieren ser prostitutas. Este nuevo fallo ha sido un ejemplo no solo para la Argentina, sino también para el mundo. Me han llamado para saludarme, para darme apoyo de México, Holanda, España, Alemania, Estados Unidos, hasta de Irak, entre otros países. Quiero que los jueces sostengan la prisión de los condenados, porque si los sueltan van a seguir haciendo lo mismo, como se vio luego del fallo de 2012, cuando quedaron todos libres.”

¿Cómo se explica que con las mismas pruebas otro tribunal tucumano haya encontrado inocentes a todos los ahora condenados?

–Quedó muy claro que el primer juicio estaba vendido. La Chancha Ale, hoy detenido, fue el que puso la plata. El es el responsable del secuestro y la desaparición de Marita junto con los hermanos Rivero (María Jesús y Víctor, absueltos también por la Corte tucumana). Ale cayó por una causa de lavado de activos, tráfico de armas y trata de personas. Ahora tiene un embargo de 60 millones de dólares. Pagó 6 millones de dólares por el juicio, porque si alguno hablaba, sabía que él iba a caer. Por eso los jueces –Alberto Piedrabuena, Emilio Herrera Molina y Eduardo Romero Lascano– se hicieron los sordos, los mudos y los ciegos.

–¿Cuál es el mensaje del nuevo fallo?

–Para las víctimas, que tengan la plena seguridad, que se animen a hablar, que tienen que hacer valer sus derechos a la vida, a la libertad, que no se dejen arrebatar sus vidas con amenazas de las mafias que operan las redes de trata, que denuncien. Para los delincuentes, que los vamos a seguir persiguiendo. Vamos a hacer un segundo juicio contra la hermana de Daniela Milheim, contra la enfermera que le consiguió el turno a Marita en el hospital el día que desapareció, entre otras personas. El mensaje para la Justicia, para otros jueces, es que se tienen que capacitar. Los argentinos necesitamos volver a creer en la Justicia, en la policía. Es cierto que los delincuentes entran por un lado y salen por el otro. La inseguridad que hay es por eso. Le echan la culpa a las autoridades, pero es verdad lo que dice la Presidenta: los jueces no hacen lo que tienen que hacer.

–¿En estos años se han descubierto grandes redes de tratantes o solo pequeñas bandas?

–Esta red que se llevó a mi hija era una gran red de trata. Operaba incluso a nivel internacional, fuera del país, en Bolivia, Chile, República Dominicana, España. Abarcaba provincias como Tucumán, Santiago del Estero, La Rioja, Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires. La comandaba la Chancha Ale.

–¿Cree que Marita estuvo en España?

–Sí, porque varias chicas tucumanas fueron llevadas a España. En diciembre, una señora me entregó una carta de su hermana, que había estado 13 años en ese país. La había llevado la banda de la Chancha Ale (para ser explotada sexualmente). Resulta que tuvo una enfermedad terminal, la dejaron tirada en un hospital, y unas monjitas que la cuidaron la ayudaron a regresar a la Argentina. Volvió en julio de 2013 y falleció unos meses después. Esa mujer me escribió una carta antes de morir y me dijo que la busque a Marita en España.

–¿La connivencia policial es una excepción o parte del sistema que favorece la existencia del delito de la trata?

–Por supuesto que en 2002, cuando se llevaron a mi hija, estaba muy claro todo lo que hacía la policía provincial para que nosotros no encontráramos nada cuando la buscábamos. La complicidad de algunos corruptos sigue estando, aunque no con la magnitud de aquellos años. Por la Gendarmería y parte de la Policía Federal me saco el sombrero. Pero hay corrupción en las fuerzas de seguridad aunque no podemos meter a todos en la misma bolsa. Se va corrigiendo (el problema) sobre la marcha. La lucha que he tomado sobre mis hombros ha servido de algo. Ha ayudado. Antes estaban cebados. La Argentina ha dado pasos importantes: tenemos una ley de trata, hay dependencias especializadas en las fuerzas de seguridad. El Estado argentino se hizo cargo de este delito, principalmente la presidenta Cristina y antes Néstor Kirchner. Cristina, que es una mujer increíble, está pendiente de que el Estado responda por el daño a las víctimas y ella sabe que lo voy a hacer como madre. Soy una madre desgraciada que le ha tocado esto. Voy a poner mi alma en que jueces, policías, autoridades, sigan persiguiendo a estos delincuentes. Todavía me queda un largo camino.

Fuente: Página 12 - por Mariana Carbajal.-

viernes, 4 de abril de 2014

Violencia ( Galeano)


CLAVES PARA UN ANÁLISIS FEMINISTA DE LA PROSTITUCIÓN

ROSA COBO. La prostitución es un antiguo fenómeno social que ha experimentado cambios muy profundos en los últimos treinta años, relacionados con dos procesos sociales que están transformando el mundo del siglo XXI y estrechamente vinculados a la crisis del contrato sexual.


La prostitución es un antiguo fenómeno social que ha experimentado cambios muy profundos en los últimos treinta años, relacionados con dos procesos sociales que están transformando el mundo del siglo XXI y estrechamente vinculados a la crisis del contrato sexual. Mujeres en distintas partes del mundo han conseguido derechos y, además, los han ejercido. Por primera vez en la historia, grupos reducidos, pero significativos, de mujeres pueden decir, y dicen, ‘no’ a los varones. Esa primera parte del contrato sexual por el que cada varón se convierte en dueño y señor de una mujer, y cuya expresión social legítima es el matrimonio, ha entrado en crisis, pues ha dejado de ser la única opción para muchas mujeres. Sin embargo, este hecho no debe oscurecer que frente a esta mayor libertad para algunas mujeres, se encuentran otras cuya situación ha empeorado visiblemente. Y con esta afirmación, me estoy refiriendo a la segunda parte del contrato sexual, por la que un reducido grupo de mujeres es asignado a todos los varones y cuya expresión, socialmente reprobable, es la prostitución. La idea que argumentaré brevemente es que a medida que algunas mujeres pueden desasirse del dominio masculino y conquistan parcelas de individualidad, otras son más intensamente dominadas y explotadas por el sistema patriarcal. Con la globalización neoliberal el rostro de la prostitución ha cambiado decisivamente, pues de ser una realidad social reducida se ha convertido en una gran industria global que moviliza miles de millones de euros anuales.
Para comprender la complejidad de esta práctica social hay que diferenciar dos planos: el intelectual y el ético-normativo. Primero hay que examinar la naturaleza y las causas de este fenómeno social y, en consonancia con ese análisis intelectual, adoptar una posición ético-normativa respecto a su existencia. Si el punto de partida, tras estudiar la prostitución y las causas que la originan, es que esta práctica social es una forma deseable de vida y no puede ser definida como una forma de explotación sexual, entonces la conclusión lógica es legalizar y reglamentar la prostitución. Si, por el contrario, se considera la prostitución una forma inaceptable de vida, resultado del sistema de hegemonía masculina, vinculada a la dominación patriarcal y que vulnera los derechos humanos de las mujeres al convertir su cuerpo en una mercancía y en un objeto para el placer sexual de otros, entonces se concluye la imposibilidad de su legalización.

La prostitución es una realidad social que debe ser erradicada porque es fuente inagotable de desigualdad y subordinación para las mujeres que la ejercen y para las mujeres en general.

El punto de partida ético-normativo, que compartimos quienes escribimos en este monográfico, es que la prostitución es una realidad social que debe ser erradicada porque es fuente inagotable de desigualdad y subordinación para las mujeres que la ejercen y para las mujeres en general [1]. Para ello es necesario distinguir el fenómeno social que es la prostitución del colectivo concreto que son las mujeres prostituidas, pues esta distinción nos permitirá criticar esa realidad social y al mismo tiempo establecer elementos de solidaridad con las mujeres que la ejercen. En otros términos, pondremos en tela de juicio la estructura de subordinación y explotación sexual que subyace a la prostitución y, al mismo tiempo, afirmamos nuestra solidaridad con las mujeres prostituidas.

NATURALIZACIÓN DE LA PROSTITUCIÓN

Uno de los argumentos centrales de este debate hace referencia al estereotipo de que la prostitución es el ‘oficio más viejo del mundo’. En el imaginario colectivo está profundamente arraigada la idea de que la prostitución es una realidad que está más allá de lo cultural. Todo fenómeno social para que pueda reproducirse a lo largo del tiempo tiene que estar sometido a procesos permanentes de legitimación. La primera legitimación de cualquier fenómeno social se encuentra en su propia facticidad. El hecho de que haya existido durante largos periodos históricos puede sugerir que forma parte de un ‘orden natural’ de las cosas imposible de alterar. Si, además de existir, también ha sobrevivido a intentos de acabar con esa realidad, como, por ejemplo, la legislación prohibicionista, entonces parece que tiene una fuerza que va más allá de lo puramente social. Uno de los subtextos del imaginario de la prostitución sugiere que está profundamente anclada en algún oscuro lugar de la naturaleza humana. Y éste es, desde luego, uno de los problemas que obstaculizan una posición crítica frente a la prostitución: su naturalización, pues con esos argumentos se coloca a esta práctica social en el orden de lo pre-político. En efecto, si el fundamento de esta práctica social está en la naturaleza, entonces difícilmente podrá ser definida como una institución y, por tanto, interpelada socialmente.

LA INVISIBILIDAD DEL CLIENTE

La prostitución es una realidad social cada día más compleja debido tanto al aumento creciente de los actores y procesos involucrados alrededor de esta institución como a los significados e implicaciones ideológicas que derivan de su existencia. En efecto, la prostitución hoy es una gran empresa global, vinculada a la economía criminal, y en la que intervienen muchos actores que se benefician de ese negocio: medios de comunicación, empresarios del sexo, agencias de turismo sexual, proxenetas, narcotraficantes o traficantes de mujeres. Sin embargo, los actores principales, en primera instancia, son las mujeres que ejercen la prostitución y los clientes que utilizan los servicios de estas mujeres. En el imaginario colectivo, sin embargo, la prostitución está asociada a la imagen de la puta. Y, sin embargo, no hay mujer prostituida sin cliente. ¿Por qué el cliente ha sido invisibilizado en el imaginario de la prostitución? La prostitución, sin embargo, no debe ser definida como el oficio más antiguo del mundo sino como la actividad que responde a la demanda más antigua del mundo: la de un hombre que quiere acceder al cuerpo de una mujer y lo logra a cambio de un precio [2]. Lo que queremos hacer notar es que la figura del cliente ha sido silenciada como si fuese un elemento completamente secundario en esta obra de teatro. Y este hecho es un claro indicador de la permisividad social que existe hacia el prostituidor. De ahí la necesidad de mostrar la asociación entre cliente y dominio masculino, pues solo así podrán visibilizarse las relaciones de poder que están en el origen de la prostitución.
Por eso es necesario resignificar el imaginario de la prostitución y poner a los clientes en el lugar que les corresponde. Es necesario señalar que esos varones son algo más que consumidores y la prostitución no es una práctica inocua sino que, como todas las demás, no puede desligarse de las relaciones de poder que estructuran cada sociedad. En sociedades patriarcales en las que los varones tienen una posición dominante difícilmente podría pensarse que la prostitución es una realidad ajena a las relaciones de poder entre los géneros.
En este sentido es necesario retomar la categoría de patriarcado, pues sin la misma perdería sentido la posición ético-normativa que mantenemos sobre la prostitución. Si prescindimos de esta categoría que da nombre a esa compleja estructura social nos quedamos sin las herramientas intelectuales que hacen posible su comprensión. En efecto, la prostitución, como realidad social, solo se hace legible a la luz de esta estructura sistémica que organiza la sociedad asignando recursos y derechos asimétricamente entre hombres y mujeres.

CONSENTIMIENTO Y COACCIÓN EN LAS MUJERES PROSTITUIDAS

Un argumento que aparece recurrentemente en la literatura sobre prostitución y que está muy asentado en el imaginario colectivo es el de la legitimidad de la relación entre la mujer prostituida y el prostituidor, siempre y cuando las mujeres elijan libremente esa actividad. Sin embargo, ¿hasta qué punto las mujeres en situación de prostitución, todas ellas pobres y en algunos países, además, inmigrantes, pueden ser definidas como libres a la hora de elegir la prostitución como forma de vida? Con esta pregunta, queremos señalar que la cuestión del consentimiento es una variable fundamental a la hora de adoptar una posición ética sobre la prostitución.

¿Es un contrato libre, y por ello legítimo, el que establece la mujer prostituida y el cliente? La Modernidad se edificó sobre una nueva relación social, la contractual, y la piedra angular de ese edificio fue el consentimiento. La figura del individuo como sujeto político, la configuración de una nueva clase hegemónica, la burguesía, y la propuesta de un nuevo sistema político, la democracia son los elementos centrales del nuevo mundo. Y es ahí donde precisamente adquiere sentido la categoría de consentimiento. La Modernidad no aceptará la instauración de sistemas políticos ni relaciones sociales que no estén basados en un contrato basado en el consentimiento de sus miembros. No podríamos entender la democracia ni el resto de las relaciones sociales, incluido el matrimonio, fuera del contrato. Ese tipo de relación contractual es históricamente nueva y surge como una conquista frente a las relaciones sociales medievales, basadas en relaciones de adscripción.
A fin de comprender las relaciones sociales que se desarrollan entre el varón prostituidor y la mujer prostituida es necesario hacer una reflexión sobre la naturaleza del contrato y sobre la naturaleza del consentimiento. Rousseau explica que un contrato firmado por dos partes en la que una de ellas está dominada por la necesidad no es un contrato legítimo. Kant también explica que no se puede ser al mismo tiempo cosa y persona, propiedad y propietario. Estos filósofos sugieren que esos contratos podrán ser legales, pero nunca legítimos porque la capacidad de decisión de quien está dominado por la necesidad vicia ese consentimiento. En esa misma línea, en el siglo XIX, Marx lanzaba una mirada crítica a los contratos establecidos entre un burgués y un obrero, entre un empresario y un trabajador, al poner en cuestión los contratos económicos basados en la necesidad absoluta de una de las partes contratantes. Y de esta argumentación se deriva una conclusión que ha estado en el fundamento de todas las teorías críticas de la sociedad: no puede haber libertad de contrato absoluto en sistemas sociales edificados sobre dominaciones. Ya en el siglo XX, Carole Pateman analiza el contrato entre prostituidor y mujer prostituida como carente de legitimidad, pues esa relación se origina en un contrato sexual sobre el que se edifican las sociedades patriarcales.
No puede haber libertad de contrato absoluto en sistemas sociales edificados sobre dominaciones.
Nos interesa señalar que la ilimitada libertad de contrato forma parte del núcleo ideológico más duro del liberalismo y la crítica a esa libertad absoluta forma parte de las señas de identidad de los pensamientos críticos. La idea que queremos subrayar es que la libertad y el consentimiento de las mujeres que llegan a la prostitución son reducidos, pues están limitados por la pobreza, la falta de recursos culturales, la escasa autonomía y en muchos casos por el abuso sexual en la infancia. Y para que todo ello adquiera sentido hay que señalar que esas realidades están inscritas en el marco de sociedades patriarcales en las que los varones tienen una posición de hegemonía sobre las mujeres.
Los análisis que intentan justificar la prostitución como un contrato legítimo se apoyan en argumentaciones funcionales al neoliberalismo, para cuya ideología los contratos no deben tener límites. Los autores y autoras que defienden la legitimidad de ese contrato fundamentándolo en la voluntad del individuo, se olvidan que libertad y voluntad no coinciden en muchas ocasiones.
Para concluir, la prostitución como práctica social que consagra la explotación sexual sólo puede ser combatida con más libertad y más igualdad para las mujeres que se ven obligadas a ejercerla y todo ello en el marco de los derechos humanos.

NOTAS
[1] CARRACEDO BULLIDO, ROSARIO, “Feminismo y abolicionismo”, en Crítica nº 940 (Madrid), 2006; pp. 37-41.
[2] FERNÁNDEZ OLIVER, BLANCA, “La prostitución a debate en España”, en Documentación Social, nº 144 (Madrid), 2007; p. 89.


REFERENCIA CURRICULAR
Rosa Cobo es profesora titular de Sociología del Género en la Universidad de A Coruña y Directora del Centro de Estudios de Género y Feministas de la misma Universidad. Asimismo ha dirigido el Máster sobre Género y Políticas de Igualdad de la Universidad de A Coruña desde el año 2005 hasta el año 2008. Imparte cursos y conferencias sobre género y feminismo en España y en América Latina. Cabe destacar algunos de sus libros: Las mujeres españolas: lo privado y lo público (CIS), Fundamentos del patriarcado moderno. Jean Jacques Rousseau (Cátedra), Interculturalidad, feminismo y educación (Ed.), (Libros de la Catarata) y Educar en la ciudadanía. Perspectivas feministas (Ed.) (Libros de la Catarata). Su último libro, publicado en 2011, es Hacia una nueva política sexual (Libros de la Catarata).




Fuente: Norma Chiapparrone

Fuente: Diario Digital Femenino