sábado, 27 de septiembre de 2014

Historias Debidas - Sonia Sánchez. Parte 1 de 2.

Historias Debidas - Sonia Sánchez. Parte 2 de 2

UNA SORDERA PERVERSA

La “revinculación” por orden judicial de niños y niñas que expresan haber sido víctimas de violencia o abuso sexual con el progenitor, al que señalan como agresor, genera cada vez más polémica. Dos reconocidos expertos en la temática, un juez y una psiquiatra infanto-juvenil, advierten sobre los graves riesgos que genera este tipo de medidas en los niños y niñas.

LOS ENCUENTROS QUE PRETENDEN REVINCULAR MUCHAS VECES TERMINAN REVICTIMIZANDO A LOS CHICOS Y CHICAS ABUSADOS.

Organizaciones de defensa de los derechos de la niñez advierten sobre los riesgos de “reanudar” el contacto con el padre (o madre) denunciados, cuando existe un proceso penal abierto, pero los casos son complejos. Una ONG que defiende los derechos de la infancia y adolescencia tomó un caso testigo, que tramita en los tribunales de Familia de Lomas de Zamora, para denunciar que en estas situaciones se viola sistemáticamente “el derecho de los niños a ser oídos”. “Se debe interpretar lo que los chicos dicen en distintos ámbitos. Los están poniendo en riesgo”, señaló en diálogo con Las 12 la profesora universitaria Nora Pulido, coordinadora del Colectivo de Derechos de Infancia y Adolescencia, una coalición de ONG de todo el país que trabaja para incidir en las prácticas sociales y las políticas en materia de infancia y adolescencia. Pulido, junto a la hermana Martha Pelloni, titular de la Red Infancia Robada; Nora Schulman, directora ejecutiva del Comité de Seguimiento de la Convención Internacional de Derechos del Niño (Casacidn); Nora Cortiñas y Mirta Baraballe, de Madres Línea Fundadora, y Norberto Liwski, presidente de la Sección Argentina de la organización Defensa de Niños y Niñas Internacional (DNI), están haciendo el seguimiento de una causa judicial en manos de la jueza del Tribunal de Familia N° 3 de Lomas de Zamora, María Silvia Villaverde. La magistrada ordenó la reanudación del régimen de visitas de tres hermanitos, mellizos de 6 años y una nena de 4, con su papá, a pesar de que los pequeños han hablado en distintos ámbitos –el espacio terapéutico, la escuela, el hospital– verbalizando, con actitudes, y dibujos, sobre situaciones de abuso sexual a las que los habría sometido el progenitor. Los padres están separados desde marzo de 2008. El hombre fue denunciado por abuso sexual contra sus hijos en los días de visita. Fue sobreseído en primera instancia el año pasado –sin ser indagado ni citadas las terapeutas de los chicos– por el juez Luis Alberto Zelaya, del Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción N° 13. La absolución fue ratificada por la Cámara de Apelaciones en lo Penal, sobre la base de informes que generan dudas sobre los hechos: no niegan ni confirman los abusos. Pero el fallo no está firme: la querella presentó un recurso en queja ante la Cámara Nacional de Casación Penal. El expediente está en la Sala N° 4. El Colectivo de Derechos de Infancia y Adolescencia está preparando un amicus curiae para presentar ante Casación. El abogado defensor del padre en la causa penal es el ex juez Francisco Trovato, destituido y condenado en su momento por recibir coimas.

Pulido pidió una audiencia con la jueza, en la que le planteó la preocupación de las entidades frente a este proceso de revinculación ordenado por la magistrada.

La jueza Villaverde amenazó a la madre –con cédula judicial– con darle la tenencia al papá si no lleva a los tres niños a las visitas de revinculación. El proceso de revinculación con el padre está supervisado por una psicóloga designada por el Tribunal, en la sede de Avellaneda de la Facultad de Psicología de la UBA, María del Carmen Pérez Caputo. Hasta ahora se hicieron dos encuentros en los que los chicos estuvieron con Pérez Caputo. En el próximo ya se verían con el padre. Tanto la psicóloga como la jueza acaban de ser recusadas por la madre de los niños. Además, la mamá presentó una denuncia contra Villaverde ante la Oficina de Control Judicial de la Suprema Corte bonaerense por supuestas violaciones de los derechos de los chicos. Esta oficina tiene facultades sancionatorias para los magistrados en el ámbito de la provincia. El maltrato institucional padecido por estos niños es alarmante. “La jueza Villaverde ha tomado sucesivas medidas despreocupándose de la integridad psicofísica de niños, que indican haber sido sometidos sexualmente. Lo actuado por la magistrada es exactamente lo contrario a lo que indica imperativamente la Convención Internacional sobre Derechos del Niño. Estos niños son meros objetos de medidas judiciales que obstaculizan la elaboración del trauma en los menores”, expresó el abogado Juan Pablo Gallego, quien acaba de asumir el patrocinio de la mamá. Gallego es el abogado que representó al Comité de Seguimiento de la Convención Internacional de Derechos del Niño en el juicio que terminó con la condena por abuso sexual al cura Julio César Grassi.

Los niños no ven a su papá desde diciembre de 2009. La madre fue denunciada penalmente por obstruir el vínculo del padre con los hijos. La jueza Villaverde viene ordenando sistemáticamente la revinculación con el progenitor, pero distintos recursos presentados por los abogados de la madre lograron postergarla. Incluso, a mediados de 2010 la magistrada ordenó que la “revinculación” se hiciera en la Comisaría de Familia de Lomas de Zamora. Y en otras oportunidades dispuso que los chicos fueran trasladados en un móvil policial, pero como los hermanitos se pusieron a llorar cuando una uniformada los fue a buscar a su casa y se negaron a subir al vehículo, el operativo se suspendió. Los abogados de la madre presentaron el 17 de abril en el Tribunal de Familia “prueba nueva” para fundamentar la suspensión de la revinculación, que consiste en testimonios y dibujos de los chicos, y expresiones dichas en la escuela, que darían cuenta de los abusos sexuales. Pero no fueron tenidos en cuenta. Entre otra documentación, figura el cuaderno de comunicaciones de la nena, donde la maestra de jardín le mandó una nota a la mamá y le cuenta que ese día la niña le contó espontáneamente que “mi papá me metía el dedo en la cola”.

La abogada del padre, en la causa de familia, Cristina E. Pibida, alegó que la denuncia de abuso sexual se trata de “una causa fabricada” por la mamá de los chicos, en el marco de un divorcio muy conflictivo, para evitar que su ex esposo vea a sus hijos, y que “no hay ningún elemento para imputar el delito de abuso sexual” a su defendido. “El 90 por ciento de las parejas que tienen problemas posteriores al divorcio siguen este camino de la denuncia por abuso sexual. A mí me lo vienen a proponer mis clientes”, dijo la abogada.

Al rechazar los planteos de la madre, el Tribunal de Familia N° 3 defendió el proceso de revinculación ordenado, en una resolución de noviembre de 2011. En su voto, la jueza Villaverde afirmó que “el mismo tiene como finalidad ayudar a los hijos a estar en contacto con sus padres u otros adultos de la familia, con los que hubo distanciamiento. El revincular tiene que ver con restablecer la paz dentro de la familia; tiene un aspecto educativo, pues les permite a los hijos incorporar la vivencia de que, después de la pelea y aun la guerra, se puede restablecer la paz y continuar la vida. Además, permite a la familia recomponerse sin aclarar lo ocurrido, debido a que en la memoria de cada uno los hechos son absolutamente contradictorios entre sí. En estos casos, el poner el punto final es aliviante y beneficioso para todos, en especial para los hijos”. Los otros dos integrantes del Tribunal, los jueces Roxana del Río y Enrique Quiroga, adhirieron a los mismos fundamentos. Pulido y las terapeutas de los niños fueron al Tribunal para pedir la suspensión del proceso de revinculación: esgrimieron el derecho de los niños a ser oídos. Los integrantes del Tribunal de Familia nunca los escucharon. El proceso de revinculación está por el momento suspendido –por las recusaciones que deben resolverse–, pero la medida no fue cancelada.

Lo que no se puede inventar

La psiquiatra infanto-juvenil y psicóloga Irene Intebi es una referente en el tema. Presidenta de la Sociedad Internacional para la Prevención de Abuso Sexual Infantil (Ispcan, por su sigla en inglés), se refirió al problema de las revinculaciones.

Un nene o nena pequeño que manifiesta situaciones de abuso sexual, a través de palabras, dibujos, gestos, ¿puede llegar a inventarlas?

–No diría que un nene o nena pequeño que manifiesta situaciones de abuso sexual, a través de palabras, dibujos, gestos, las pueda inventar. La cuestión es que estos indicadores de sospecha de abuso sexual tienen que ser evaluados por profesionales especializados en el tema para determinar la factibilidad de que el niño o niña pequeño/a esté describiendo experiencias de su vida o si está manifestando con el nivel de lenguaje o de grafismo de la etapa evolutiva en la que se encuentra situaciones que podrían parecer abusivas pero no lo son o si la persona adulta que observa los indicadores o escucha el relato, interpreta de manera errónea sus observaciones.

Hay organizaciones de padres alejados de sus hijos que sostienen que les pueden lavar el cerebro las madres para perjudicarlos en divorcios conflictivos y hablan de la existencia del llamado síndrome de alienación parental (SAP). ¿Está probado científicamente que existe el SAP?

–El SAP no es un síndrome científicamente aceptado. Es un término acuñado por Richard Gardner, profesor de psiquiatría infantil en la Facultad de Medicina y Cirugía (College of Physicians and Surgeons) de la Universidad de Columbia, que ejerció la práctica privada en Creskill, Nueva Jersey (EE.UU.), dedicándose hasta la fecha en que se suicidó (2003) a la psiquiatría infantil y forense, mayormente como perito de parte por la defensa de los agresores en casos de sospecha de abusos sexuales. Sus trabajos han sido cuestionados por colegas e investigadores debido a que sus afirmaciones no se basan en métodos de investigación estandarizados y a que no han sido sometidos a estudios empíricos, a investigación o a verificación por parte de otros especialistas. A pesar de ello, ha sido ampliamente citado en el ámbito judicial de muchos países. En mi opinión, la difusión de sus conceptos se debe a que coinciden con los estereotipos y los prejuicios que sostienen la negación y la invisibilización de las agresiones sexuales a niños y niñas.

Hay jueces que ordenan la revinculación de los niños con su padre denunciado sin sentencia firme. ¿Qué le parece ese tipo de medidas?

–La revinculación con una figura parental acusada de haber cometido abusos sexuales o de tener actitudes maltratantes hacia los hijos o hacia la mujer no es algo que debe hacerse a la ligera. Por el contrario, requiere una evaluación minuciosa, hecha por especialistas en temas de violencia hacia los/as niños, de la denuncia, de la factibilidad de que haya ocurrido y una recomendación fundamentada acerca de los beneficios y de las desventajas que podría acarrear. La fundamentación debería apoyarse en indicadores observables para cada caso en particular. No puede justificarse con vaguedades y opiniones al estilo de “sea como sea éste/a es el padre/madre que le tocó”, “todo/a niño/a necesita una familia y no importa cómo es ésta”, etc. Tampoco puede fundamentarse la revinculación en las necesidades y/o deseos de la persona que agredió a la nena o al nene. El adulto puede querer recuperar el vínculo con su hijo/a por diversos motivos que, en los casos en los que no ha habido una intervención terapéutica, raramente tienen que ver con reparar el daño producido. Por ejemplo puede querer demostrar a su grupo social que el abuso no ocurrió porque se le permite visitar a la hija o puede percibir la revinculación como una “batalla” ganada al adulto/a protector/a. Por otro lado, en caso de que los/as especialistas consideren que las agresiones han ocurrido, a nivel internacional está totalmente desaconsejada la revinculación entre un niño/a y un/a adulto/a o adolescente agresor/a que no ha recibido tratamiento específico en relación con las agresiones y que no haya tomado conciencia de los motivos y de los mecanismos que lo/a llevan a cometer las agresiones.

¿Qué impacto tiene en los chicos?

–Una revinculación que no tenga en cuenta las cuestiones señaladas puede ser altamente traumática para los/as niños/as, provocando la aparición o reaparición de comportamientos y dificultades que surgen ante situaciones traumáticas, incentivando los temores generalizados y la sensación de indefensión ante la falta de respuesta del sistema, por un lado, y, por el otro, ante la desautorización de la actitud cuidadora de los/as adultos/as no agresores/as por parte de un sistema que debería proteger al niño/a.

Los jueces alegan que no hay riesgo para los chicos porque se realiza la revinculación con la presencia de una psicóloga designada por el tribunal...

–Es posible que la presencia de una psicóloga del tribunal impida que ocurra cierto tipo de agresiones sexuales, por ejemplo las agresiones en las que hay contacto físico entre el agresor y su víctima. Pero no se pueden impedir las agresiones –sexuales y/o emocionales– en las que no hay contacto físico, como por ejemplo, la manipulación y la coerción emocional o la intimidación mediante la utilización de frases o “códigos” compartidos sólo por el agresor y la víctima. La psicóloga del tribunal tampoco podrá impedir la reactivación de vivencias traumáticas previas o posteriores a los encuentros. Por otro lado, debido a la cantidad de casos que cada psicóloga del tribunal tiene que atender, puede suceder que no pueda estar presente durante la totalidad del encuentro aun cuando la indicación del juez lo recomiende. Es importante que los/as jueces/zas que indican la revinculación tengan en cuenta esta posibilidad y dispongan de estrategias para evitar que así suceda.

Hay casos complejos en los cuales el denunciado resulta absuelto, pero los chicos siguen expresando rechazo a ver al padre o expresando de todas formas síntomas de que han sido abusados. ¿Cómo se deberían resolver esos casos?

–Es importante tener en cuenta que en los casos de abuso sexual infantil y de violencia contra niños y niñas en general la intervención adecuada se basa en la necesidad de proteger a la víctima de la reiteración de las agresiones, de reparar el daño causado por la situación de violencia crónica y de penalizar el o los delitos que puedan haber ocurrido. Si bien la penalización es un aspecto importante en el proceso de reparación, el paso fundamental es proteger a los/as niños/as de todas las formas de maltrato. Es probable que no existan pruebas contundentes para condenar a una persona sospechada de haber cometido abusos sexuales. La imposibilidad de penalizar significa solamente que no se pudo comprobar el delito y/o la autoría. No es equivalente a que el o los hechos no hayan ocurrido. En los casos en los que los chicos siguen expresando rechazo a ver al padre o persisten indicadores de abuso, es necesario que especialistas en el tema investiguen la posibilidad de que hayan ocurrido otras formas de maltrato y/o existan otras causas valederas que expliquen las actitudes de los/as niños/as.

Las revinculaciones desde adentro

“Los abusadores y sus defensores saben que si logran algún tipo de contacto directo con las víctimas, la posibilidad de influenciarlas e intimidarlas es inmediata y la impunidad está prácticamente asegurada”, indicó el juez Carlos Rozanski. “Esa clase de medidas no sólo son de gran crueldad, sino que además violan los derechos de las víctimas”, afirmó. Integrante del Tribunal Oral Federal N°1 de La Plata, que juzgó y condenó por genocidio al represor Miguel Etchecolatz y al capellán Christian von Wernich, Rozanski viene desde hace muchos años estudiando la problemática del abuso sexual infantil y su tratamiento en la Justicia. Es autor del libro Abuso sexual infantil, ¿denunciar o silenciar? y de una ley que impuso el uso de cámara Gesell para que los niños abusados brinden su testimonio en la Justicia en ese ámbito una sola vez y se evite su revictimización.

¿Por qué se promueven las revinculaciones?

–Son estrategias defensivas surgidas a partir de los avances de los últimos 20 años en la materia. Como se hace cada vez más difícil sostener discursos que descalifiquen a las madres y a los profesionales que validan los relatos, y por supuesto a los niños, se piden a los jueces estas “revinculaciones”.

Los abusadores y sus defensores saben que si logran algún tipo de contacto directo con las víctimas, la posibilidad de influenciarlas e intimidarlas es inmediata y la impunidad está prácticamente asegurada.

¿Es difícil probar el abuso sexual infantil?

No, en mi opinión, eso es un mito. Lo verdaderamente difícil es lograr operadores que les crean a las víctimas y sobre todo que instrumenten mecánicas de intervención que no dañen a las criaturas, que no las silencien y que además no toleren que en su estrategia los acusados y sus defensas denigren y destruyan a sus madres. Las víctimas son un libro abierto. El secreto es leerlo adecuadamente y sin dañarlas. Para eso, lo que hace falta es contar con funcionarios judiciales comprometidos con la temática y la verdadera defensa de los derechos de los niños. Si quienes intervienen tienen esas características, las víctimas son protegidas, los abusos cesan y los abusadores son condenados.

¿Se inventan causas de abuso sexual infantil?

–Eso también es un mito propiciado por los abusadores y quienes se enriquecen con las defensas de esos casos. Está demostrado en el mundo que la inmensa mayoría de las denuncias son ciertas, que hasta cierta edad los niños son incapaces de mentir o fabular sobre situaciones sexuales no vividas.

¿Es sencillo determinar cuando son inventadas?

–Por supuesto, precisamente en la etapa en la que estarían en condiciones de inventar alguna historia de ese contenido, eso es fácil de advertir y no causa mayores perjuicios. Nadie es condenado por el “invento” de un chico. Eso también es un mito interesado.

En los últimos años se produjo un ataque a los peritos que validaban los abusos sexuales infantiles. ¿Cómo impactó esta situación en las causas judiciales?

–También ha sido una estrategia que dio buenos resultados a sus autores. Esos ataques también son una reacción a los avances y provocan a diario no sólo temor individual al profesional atacado y cuestionado, sino que además funcionan como un mensaje de terror al resto de los colegas. Es como un aviso mafioso de lo que le puede pasar a quien se atreva a validar casos de abuso.

fuente: Página 12 - por Mariana Carbajal.-

miércoles, 17 de septiembre de 2014

BORRANDO A MAMÁ , un gran éxito en Argentina.

Antes de ahora he venido explicando y denunciando la perversión del sistema judicial argentino, con jueces, fiscales y defensores, que aplicando el pretendido "síndrome de alienación parental" separa a niños y niñas de sus madres, sólo porque éstan denuncian el maltrato, el abuso, el incesto de los padres  y la violencia ejercida contra ellas mismas.

Activistas y defensoras, junto a esas madres logramos en parte visibilizar la problemática: sendas resoluciones de las dos Cámaras del Congreso de la Nación denunciaron e instaron la no aplicación de esa pseudo y perversa teoría. También desde el Estado se han organizado jornadas con especialistas, tanto desde el Ejecutivo como desde el Legislativo.

Era esperable un ramalazo desde el fondo de la oscuridad, de la irracionalidad, de la mendacidad, de la estafa social, cultural y científica que este movimiento pro "sap" llevaría adelante. Se mueven en las sombras, espían, invaden domicilios, hacen lobby por doquier, todo eso y más. Mientras tanto un conjunto de ineptos les da vía libre para financiar un documental, que, en el mejor de los casos, no lograría hacer estallar la boletería de ningún cine donde lo exhibieran. Tampoco era ese el objetivo. El oscuro deseo vio la luz sólo y solamente cuando victimizándose sus hacedores, lograron más pantalla, audios y prensa escrita, que ninguna otra noticia de los últimos tiempos.

Casualidad, causalidad, connivencia, ignorancia, reglamentarismo, intereses económicos? IMPUNIDAD, digo yo.

Hoy una niña está internada en una sala de cuidados especiales; su madre sólo pudo verla en la mitad de la madrugada escoltada por un policía, desesperada y rogando que le reconocieran ese derecho.

La historia es la de siempre: mamá que denuncia abusos, padre absuelto porque esos actos no tienen la tipicidad que requiere el código penal, niños sustraídos con fuerzas policiales del hogar conviviente con su madre, y entregados al denunciado; orden de restricción para ella y todas las puertas de la justicia cerradas, como siempre en estos casos.

Hasta este momento en que estoy escribiendo, ningún canal de televisión y/o medio, da cuenta de esta historia.

Hoy una mamá -tambien privada de sus hijos con igual metodología y sustento fáctico jurídico- me dijo lacónicamente: están esperando que muera alguno de nuestros hijos o alguna de nosotras, o que nos maten. Me he quedado helada; escribo por inercia, tratándo de no ser cómplice con mi silencio.

BORRANDO A MAMÁ, un gran éxito en Argentina.





Dra. Norma Graciela Chiapparrone

sábado, 13 de septiembre de 2014

( IDEANDO) BORRAR LA VIOLENCIA DE GÉNERO

Título original: Borrando la violencia de género

Un cambio de sala de último momento para el estreno del documental Borrando a papá fue la oportunidad para que los responsables y protagonistas del film que intenta demostrar que la violencia de género es un negocio para estudios jurídicos y profesionales de la psicología y que los padres son separados masivamente de sus hijos o hijas después de divorcios conflictivos porque las madres les “lavan el cerebro” se exhiban en decenas de medios como víctimas de una censura que, llamativamente, no aplicaría el Estado sino diversas ONG feministas o de protección de niños, niñas y adolescentes. Su discurso encontró eco en quienes lamentan los avances en la equidad de género como una pérdida de privilegios.


A la niña la arrinconaron contra la pared. Le dijeron que era un juego. La ensuciaron en un baño sin esponjas. Le hicieron cerrar los ojos aunque no pudiera cerrar todos los poros. Tampoco su cuerpo podía cerrarse más fuerte aunque ella frunciera la nariz y se clavara las uñas hasta dejarse huellas. Sus piernas fracasaron en el intento de mantenerse rígidas. A la niña le dijeron que no dijera nada, que era un secreto, que no le iban a creer y que si su mamá le creía las iban a separar. Pero el siglo XXI trajo, entre sus conquistas, el valor de la palabra de las niñas y niños. Y ella se animó a contar ese dolor escondido entre las sábanas por las que se le escapaba el pis y todos sus miedos. El secreto se hizo palabra. Y la palabra prueba. No hay ADN de unas tardes que pasaron mucho antes de poder hablar. No hay testigos que hayan visto lo que pasaba entre los azulejos amurados. Hay palabra. ¿Pero qué pasa con las palabras de la niña si ella se lo cuenta a su madre y la sospecha es que la madre denuncia para hacerle daño al padre? ¿Qué pasa con la palabra de la niña si se instala el discurso de que el abuso es sólo una fantasía en la que la niña cree porque su madre, despechada, supo cómo manipularla? ¿Qué pasa con la palabra de la niña si se impugna públicamente a las y los profesionales que la escucharon, vieron sus dibujos, observaron sus síntomas porque, como se argumenta desde un machismo recalcitrante pero renovado, “las feminazis ganaron terreno y la Justicia discrimina a los hombres por ser hombres”? ¿Qué pasa con la niña? ¿Qué se les dice a las niñas a las que se las anima a hablar para defender el derecho sobre su cuerpo y después se las acusa de no decir la verdad sobre su cuerpo invadido?

El documental Borrando a papá respalda la idea de que la palabra de las niñas y niños que se ven obligados a hablar en ámbitos judiciales porque fueron agredidos de distintas maneras por sus progenitores está manipulada por sus madres, que hay un fenómeno masivo de padres separados de sus hijos e hijas injustamente, que hay un negocio con las falsas denuncias sobre violencia de género y abuso sexual, que el Síndrome de Alienación Parental (SAP) u otras formas de llamar a un supuesto “lavado de cerebro” de una madre sobre sus hijos para que digan en cámara Gesell y frente a peritos una mentira inventada existe a pesar de no estar respaldado científicamente, que la formación en la Argentina sobre abuso sexual y violencia de género está generada exclusivamente por el psicólogo Jorge Corsi (condenado por promoción a la corrupción de menor de edad) y que, por lo tanto, no hay profesionales aptos para trabajar contra las agresiones sexuales. Y alegan que no pueden exhibir el film porque los censuran.

Sin embargo, el documental de Ginger Gentile y Sandra Fernández Ferreira –la primera es esposa del productor, Gabriel Balanovsky, procesado por secuestrar a su hija durante un año (ver aparte)– tuvo una sala en el Arteplex de Constitución que fue rechazada por los responsables del film, dato que en su mediatizada denuncia se omite deliberadamente; como también se omite que las denuncias de algunas reconocidas ONG que trabajan por los derechos de niños y niñas no tienen poder de censura.

Más allá de esta controversia, lo que quedó de manifiesto en los cientos de entrevistas que se realizaron a los protagonistas y realizadoras de Borrando a papá, en los comentarios después de cada nota de denuncia, en la empatía de algunos entrevistadores, fue el ansia por hacer lugar a cierta queja machista, por poner en escena un modelo de macho víctima de la pérdida de ciertos privilegios frente al avance de la equidad de género. Aun cuando denuncien censura, tomaron la palabra “buenos muchachos” que hacen sniff frente a las cámaras porque fueron separados de sus hijos o hijas y acusan en sus blogs y sitios en redes sociales que las mujeres no luchan por la igualdad de género porque quieren todos los derechos para ellas. Lágrimas de cocodrilo. Ese animal que parece llorar para atraer o comerse a sus víctimas y que puede permanecer quieto durante un largo tiempo hasta dar un zarpazo lapidario.

La verdad en cifras

La página de Facebook del neopaternalismo, con el trailer de la película y la alegoría de varones que cuentan sus penurias desgarradas, tiene 17.459 seguidores. Desde allí, entre otras cosas, alegan: “En Borrando a papá denunciamos ‘el negocio de las falsas denuncias’ en divorcios conflictivos (que saca recursos para las verdaderas víctimas). Ahora tenemos pruebas: violencia familiar en Córdoba, cifras oficiales. Son 37.673 denuncias en 2013, 5807 falsas y más de 25 mil no comprobadas”, aseguran.

“Es una falacia total”, replica Alejandra Morcillo, directora de Violencia Familiar del Ministerio de Desarrollo Social de Córdoba. Y critica: “No se puede hablar de falsedad de pruebas. Nosotros asistimos integralmente a 10.000 víctimas por año y siempre han sido reales los hechos denunciados”. Según los últimos datos estadísticos oficiales del Centro de Perfeccionamiento Ricardo Núñez, del Poder Judicial de la Provincia de Córdoba, del 2012, hubo 26.456 denuncias en la provincia. Se admitió el 91 por ciento de las acusaciones y el 9 por ciento no. O sea, tranquilos, si una denuncia no es consistente no se sigue. Pero no es cierta la invasión de mujeres maquilladas por la moda del golpe fácil.

A contramano de la idea de la industria de la violencia de género, en seis años el organismo destinado por el máximo tribunal argentino a medir la violencia familiar no constató ni una sola causa que condene a una mujer por designarle el papel de abusado/a a su hijo o hija en un guión de ficción con exhibición en la Justicia. La Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema de Justicia de la Nación monitoreó que, en las más de 59.000 denuncias que recibieron desde el 2008, no se registró ni una sola sentencia por falsa denuncia. En muchos casos, la Justicia considera que no hay pruebas suficientes para llevar a prisión a un hombre acusado de abuso sexual o para sustanciar fehacientemente la violencia. Pero nunca, en 59.000 causas, se comprobó que un expediente estuviera armado a propósito para descalificar a un hombre.

Un estudio realizado por Virginia Berlinerblau, sobre una muestra de 315 casos de niños de entre 2 y 18 años ingresados al Cuerpo Médico Forense de la Justicia Nacional arroja sólo un 3,8 por ciento de denuncias que podrían ser falsas. ¿Hay que dejar de darle vía al 96 por ciento de las denuncias porque, a lo mejor, un 4 por ciento de los abusos no son reales? S.O.S.: los niños podrían dejar de estar primero.

En cambio, desde la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de Tucumán se informa que hay un aumento significativo de casos graves. Un 51 por ciento de las denuncias del 2013 fueron calificadas de alto y altísimo riesgo y, en lo que va del año, ya el 59 por ciento son consideradas alarmantes. En cambio, solo el 0,89 por ciento de los relatos son evaluados como de bajo riesgo. Por lo tanto, si hubiera que desestimar las denuncias –aun cuando puedan ser reales pero no implicar peligrosidad–, el organismo considera que sólo podría hacerse en el 1 por ciento de los casos.

En la Argentina muere una mujer cada 30 horas por violencia de género. ¿La idea es que se frene el avance de las medidas de protección? El año pasado fueron víctimas de femicidio 295 mujeres y, entre ellas, perdieron la vida 14 niñas de 0 a 13 años. En siete casos los padres o padrastros fueron los asesinos, según cifras del Observatorio de Femicidios Adriana Marisel Zambrano, de La Casa del Encuentro, recogidas entre el 1º de enero y el 31 de diciembre del 2013.

La violencia de género no es un problema excepcional. Solamente desde el 1º de julio al 30 de agosto del 2014 llegaron 2878 llamados por violencia de género a la línea 144, a cargo de la Subsecretaría de la Unidad de Coordinación Nacional para la Prevención, Asistencia y Erradicación de la Violencia contra las Mujeres del Consejo Nacional de las Mujeres. En 2433 casos la agresión era sistemática (y 435 mujeres la sufrían desde hace una década) y 1858 veces dijeron que la violencia se ejercía con niños, niñas y adolescentes presentes. Eso demuestra por qué, muchas veces, la Justicia ordena la restricción del contacto del progenitor con sus hijos e hijas. “En nuestro país, si un papá injustamente está impedido de ver a su hijx tiene remedios penales y civiles. La ley dispone que el juez fijará un régimen de visitas urgente o hará cumplir el existente”, aclara la abogada Claudia Hasanbegovic.

Pero, una cosa es que un agresor no pueda ver –por treinta, sesenta, ciento veinte o en casos más graves en forma indefinida– a sus hijos para prevenir situaciones de riesgo a través de medidas de protección dispuestas con el objetivo de ponerle un límite a la impunidad que suelen ejercer varones violentos. Y otra, muy distinta, que padres de buena fe y sin restricciones judiciales no puedan ver a sus hijos porque la Justicia no defiende a los padres.

No están desprotegidos

Pero la cobertura mediática y el boom de likes que genera Borrando a papá no parece ser un suspiro de aprobación frente a una puerta de jardín de infantes con un grupo de bonachones Señores Papis, sino el argumento justo para frenar los canales de acceso a denuncias y defensas de mujeres víctimas de violencia y/o madres protectoras de sus hijos e hijas. En inglés existe una palabra justa: backlash. O la hora de retroceder frente a la posibilidad de evitar los abusos sexuales intrafamiliares.

El abuso sexual en las mejores familias es el nombre del libro de la psicóloga Irene Intebi, editado en 1998, que enmarcaba que el cuco no estaba sólo bajo techos de chapa o en callejones sin salida. Periodistas, músicos, médicos, funcionarios, políticos, curas, psicólogos, escritores son también abusadores. Las mejores familias son de clase baja y alta, profesionales o analfabetos. Pero, eso sí, cuando las denuncias recaen sobre quienes tienen más recursos, prestigios y vínculos sociales el boomerang de la respuesta es mucho más fuerte. Los poderosos tienen mucho más para perder y ponen muchos más recursos –económicos, sociales y culturales– para poder ganar.

“En Borrando a papá apelan a estereotipos misóginos que son recibidos por muchas personas porque coinciden con preconceptos patriarcales de nuestra sociedad machista. La película está en el contexto del cabildeo que hacen estos grupos de varones que se consideran víctimas para propulsar cambios legales a su favor, como el de la tenencia compartida obligatoria o la derogación de la ley para prevenir y erradicar la violencia hacia las mujeres”, enmarca Hasanbegovic, profesora del curso Manipulaciones Judiciales de los Varones Violentos, en donde asegura que los varones violentos ejercen mucha más disputa por la tenencia de los hijos y cumplen menos con la obligación de alimentos.

No todo lo que reluce es llanto

Un documento del Consejo de la Magistratura, del 25 de noviembre del 2011, respalda la decisión de la jueza María Cecilia García Zubillaga de no dejar salir al país al hijo de Yura Shubin, que dice en el trailer del documental que fue acusado por enseñarle ruso, su idioma natal, a su hijo. Aunque, en verdad, no se lo dejaba llevarlo fuera de la frontera (por temor a que no lo regrese al país), pero sí se le asignaba un régimen de visitas, de alimentos (al que se negaba por alegar estar desocupado) y se constata una denuncia previa de su ex esposa por maltrato.

Creer en el llanto del macho puede esconder otros llantos. “Obligar a alguien a vincularse a la fuerza es generar un daño intencional en la psiquis y en el alma de esa personita vulnerando todos sus derechos. Con la ley de impedimento de contacto en una mano y el mentiroso SAP en la otra llega un patrullero y se lleva a la rastra y con gritos a niños que claramente temen ese momento y explícitamente plantean que no quieren ir. Nunca es sin consecuencias”, delimita Liliana Hendel, psicóloga, periodista y coordinadora de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género en Argentina (Ripvg) sobre los efectos de lo que denomina “Borrando a la justicia”.

“Las asociaciones de padres que se dicen injustamente separados de sus hijos encubren a violentos/violadores. Seguramente habrá en esos grupos papás que pasan por situaciones de dificultad y dolor y son objeto de desconsideración judicial. Ellos deberían ser los primeros en diferenciarse. Pero ahora se intenta proponer una plataforma para que parezca que es una controversia entre padres buenos contra madres malas y quienes defendemos a las madres protectoras aparecemos en esta versión como feminazis. En la misma línea de quienes dicen que juegos incestuosos no son delito y que es preferible un padre violento o violador que un no padre.”

Otra idea de la doctrina Borrando a papá es que la defensa de los derechos de las mujeres y la infancia abusada es fruto de la secta Corsi: “Corsi es un pedófilo que ha merecido el rechazo de la sociedad en su conjunto y en especial de quienes se formaron con él. Los estudios acerca de niñez, violencias y derechos son anteriores a Jorge Corsi. No empiezan y por supuesto no terminan en él”, apunta Hendel. “Afortunadamente, nunca leí ningún texto de Corsi y por ende nunca empleé ningún argumento de él para fundar una acusación por abuso sexual infantil”, explica el abogado Juan Pablo Gallego, consultor de Unicef, autor del libro Niñez Maltratada y Violencia de Genero y acusador del cura César Grassi que hoy purga una condena de quince años de prisión.

En el nombre del padre

La mayor bandera libertaria de los papaítos es la censura al documental. Sin embargo, el Incaa explicó que le ofrecieron una sala para el 28 de agosto en el complejo Artecinema de Salta 1620. Pero San Telmo producciones –que todavía no presentó toda la documentación requerida– no aceptó.

La ex diputada Marcela V. Rodríguez, Investigadora del Grupo Justicia y Género del Centro Interdisciplinario para el Estudio de Políticas Públicas (Ciepp), igualmente, contextualiza: “La libertad de prensa de ninguna manera puede prevalecer sobre la violación de los derechos de los niños, niñas y adolescentes. Del mismo modo que no se puede alegar que existe libertad de prensa en casos de pornografía infantil y exhibiciones obscenas. La expresión no son solamente palabras sino que son actos performativos que causan daño”.

Mientras que la diputada Gladys González (PRO) explica por qué pidió que no se exhibiera en el corazón de las estrategias judiciales, el Colegio Público de Abogados: “El documental es explícito en no reconocer la realidad de la violencia de género cuando dice: ‘la violencia doméstica es una industria multimillonaria...’ Estas mentiras y estadísticas falsas son difundidas en todo Occidente y como resultado los hombres son considerados violentos no por lo que hacen sino porque nacieron varones. Y desacredita el testimonio de los chicos, promoviendo que se los silencie en los procesos judiciales de familia y penales. Su contenido fue repudiando por el Consejo de Niñas, Niños y Adolescentes de la Ciudad, así como por el Comité de Seguimiento y Aplicación de la Convención Internacional de los Derechos del Niño, por lo que es inconveniente que una Institución como el Colegio Público de Abogados proyecte un documental que promueve la vulneración de derechos”.

Mujeres con pelotas

San Telmo producciones presenta su segundo documental sobre discriminación por género, Borrando a papá”, explica la gacetilla de este documental. El primer film de Gabriel Balanovsky fue Mujeres con pelotas, en donde retrata el excelente trabajo de Mónica Santino frente a los grupos de fútbol femenino de Las aliadas, en la Villa 31 y el Centro de la Mujer en Vicente López. Balanovsky no tuvo el tacto o el tiempo (en seis años) de contarle a Mónica –desde 2008, cuando la conoció– que la película iba a formar parte de una saga ideológica en base a su concepto de discriminación de género, en donde los agresores serían colocados como discriminados. Tampoco le confió que estuvo preso durante un año por interceptar a su hija, en noviembre de 2001, en el camino al jardín de infantes y escapar de la Justicia sin dejársela ver a su mamá. La Justicia lo encontró por una orden de captura por sustracción de menores y lesiones, a pesar de que la nena de cinco años no estaba anotada en ningún jardín público o privado. “Las escuchas telefónicas detectaron que los padres de él estuvieron consultando sobre cómo emigrar a Israel”, contó la madre de su hija en una nota en Páginal12 el 24 de agosto de 2002. La Cámara de Casación Penal lo dejó salir de prisión porque consideró que como tenía la patria potestad no era un secuestro.

Pero no le había dicho nada de esto a Mónica Santino para que aceptara girar la pelota frente a su cámara. “Enorme fue la tristeza al enterarnos de que el siguiente trabajo de los directores iba dirigido a ensalzar al SAP. Creemos que Mujeres con pelotas sirvió de colchón para ponerse del lado de la lucha contra la violencia de género. No nos embarren la cancha. Sabemos de qué se trata cuando de violencia de género hablamos.”

Fuente: Página 12 - Por Luciana Peker

viernes, 12 de septiembre de 2014

SER MUJER EN PALESTINA

El recuento de víctimas de la última ofensiva del Estado de Israel sobre Gaza, aun cuando dan una idea de la magnitud del sufrimiento de esta población sitiada, apenas son un atisbo de lo que significa la vida cotidiana en esa franja de territorio cercado por un muro de más de 700 kilómetros detrás del que vivir y sobrevivir apenas se diferencian y donde las mujeres y las niñas están doblemente encerradas. Porque además de la agresión de las armas padecen el fundamentalismo religioso que ahora encarna la resistencia y que recorta todavía más sus derechos a una vida libre de violencia, a participar en la vida pública, a decidir sobre sus cuerpos, hasta a viajar en moto en el asiento de atrás. La activista Claudia Korol acaba de volver de Palestina y transmite sus intentos por interpretar los relatos de dolor y resistencia, de la esperanza como única opción, porque, dice, entender cabalmente es imposible.




“En todas las guerras del mundo la gente sufre, pero las mujeres por lo general sufren doblemente, porque asumen la responsabilidad por lxs niñxs, por alimentar a sus familias... Las mujeres generalmente son las más pobres de los pobres. Si cuando sos pobre no tenés nada, las mujeres tienen menos que nada.”

Quien habla es Salam Hamdan, activista feminista palestina con quien compartí un taller sobre Educación emancipatoria –organizado por la Fundación Rosa Luxemburgo–, que se inició antes de la tregua y continuó después. “Después de tres devastadoras guerras en Gaza, no puedo ni empezar a describir la cantidad de sufrimiento de las mujeres y del pueblo palestino.”

Salam Hamdan trata de explicar lo inexplicable. La escucho conmovida, tratando de encontrar algunas claves que me ayuden a interpretar lo que estoy viviendo. Interpretar, porque no es posible “entender”. La rabia y la indignación son la respuesta inmediata ante la constatación cotidiana de la violencia como lenguaje central del poder colonialista.

El apartheid

Salam describe esta realidad lacerante: “En Gaza no hay modo de escapar. Es una prisión cerrada. Las mujeres no pueden salir con sus niños y niñas. Grandes partes de Gaza han sido devastadas en el 2008, en el 2012, y ahora en el 2014. Muchas familias han perdido sus casas y se han convertido en refugiadas. Muchas viven en escuelas. Eso hace que la situación –especialmente para las mujeres– sea muy, muy dura en términos de higiene, de hacerse cargo de la familia, de la exposición personal... La vida privada compartida con los demás es difícil. No pueden moverse, no pueden vestirse libremente... Miles de personas viven hace años en escuelas, porque no tienen ningún otro lugar. Todos los días, de mañana, mujeres, niñas, niños, hombres hacen largas filas para usar las pocas instalaciones sanitarias que tienen esas escuelas. Estas mujeres están realmente angustiadas, porque muchas están embarazadas, o amamantando, o menstruando, y necesitan otras condiciones higiénicas. Ahí, las mujeres también están expuestas al acoso sexual y a veces sufren violaciones”.

Señalan las organizaciones de mujeres palestinas que no hay mujer en Gaza o Cisjordania que no tenga en su familia hijos o maridos que no estén en prisión o hayan fallecido. La alta tasa de natalidad, unida a la escasez de trabajo, al hecho de que sus viviendas han sido destruidas o han sido ocupadas por el ejército israelí, sumada a la sanidad deficiente, a la escasez de agua potable (las principales fuentes de agua las ha ocupado Israel para sí), y la falta de movilidad de una región a otra por la fragmentación territorial, las intimidaciones en los puestos de control, hacen la vida de una dureza impresionante provocando también un enorme estrés y angustia. Un problema fundamental es el de la falta de trabajo. Denuncian las organizaciones de mujeres de Palestina, que el crecimiento dramático del desempleo y la pobreza, afectan la alimentación y la salud de las mujeres. El estudio “Gaza en 2020: ¿un lugar HABITABLE?”1, publicado en agosto de 2012 por la Organización de las Naciones Unidas, menciona que el 47 por ciento de las mujeres no tenía trabajo a principios de ese año. El 80 por ciento de las 1,7 millones de gazatíes dependen de la asistencia alimentaria, y una gran proporción sufre desnutrición y anemia. La anemia afecta al 36,8 por ciento de las mujeres embarazadas de Gaza, contribuyendo al 20 por ciento de las muertes maternas.

Según cifras de la Oficina Estadística Palestina, las mujeres están sufriendo también el aumento de la prostitución y del sida. Muchas son mujeres casadas, desde muy jóvenes, que fueron empujadas por sus propios maridos a estas actividades para salvar la economía familiar. De acuerdo con estas estadísticas, “suelen ser esclavas de sus PAREJAS, y la mayoría de ellas, un 62 por ciento, han sufrido maltratos. La legislación no las protege. En casos de violación, se distingue a las que son vírgenes de las que no lo son. La pena por forzar a una mujer no virgen es mínima, irrisoria. Están desprotegidas, tanto frente al abuso físico, como si contraen enfermedades de transmisión sexual como el sida”. Se señala en este informe: “Las palestinas perciben la guerra como un genocidio, por eso quieren seguir pariendo hijos, a pesar de las dificultades”. Parir, como resistencia...

Los números de la barbarie

La devastación es el denominador común no sólo en Gaza, sino también en otras regiones de Palestina. En esta última de las guerras israelíes contra Gaza, hay en menos de dos meses más de 2200 muertos. De ellos 550 aproximadamente son mujeres. Alrededor de 500 son niños y niñas. Hay más de 11 mil heridos y heridas, 13 mil personas con sus casas totalmente destruidas, que se agregan a las 250 mil personas sin techo, viviendo en refugios como consecuencia de las tres guerras anteriores. Mientras esto sucede en Gaza, en Cisjordania, en el mismo período, fueron asesinados por las fuerzas militares israelíes 32 palestinos y palestinas. Hay 1397 palestinos heridos. 1753 fueron detenidos.

Esta geografía de destrucción está atravesada por un muro levantado por Israel, que tiene ya construidos 728 km, de 6 a 8 metros de alto. El muro desgarra el paisaje y las vidas en zonas urbanas y rurales. Es una mole de cemento que muestra la soberbia de la política de ocupación. En todos lados el muro dice: “Aquí estamos”.

Una vuelta al fundamentalismo

Además de la ocupación, las mujeres palestinas sufren también el resultado del crecimiento del fundamentalismo religioso, que es consecuencia en gran medida de las heridas provocadas por la guerra.

Explica Salam: “Ahora tenemos un gran problema social, especialmente para las mujeres. Hamas es un movimiento muy religioso. Contribuyó al desplazamiento de las mujeres de las esferas públicas. La aumentada popularidad de Hamas significa un futuro difícil para las mujeres y para los grupos progresistas”.

En enero de 2006, el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas) fue presionado por la Autoridad Palestina y el gobierno estadounidense a participar en las elecciones. Hamas ganó las elecciones en Gaza, con más del 70 por ciento de los escaños parlamentarios. Pero quienes le exigían democracia y elecciones no respetaron el resultado. Desde entonces, los israelíes han sitiado todos los territorios palestinos en Cisjordania y Gaza. La Autoridad Palestina en Cisjordania, acusada de una gran burocratización, corrupción, y que cuenta con el apoyo del gobierno estadounidense y de algunos regímenes árabes como Egipto, comenzó a perseguir a Hamas y a sus simpatizantes.

En junio de 2007, Hamas asumió el gobierno en Gaza. Israel y Egipto reaccionaron imponiendo el estado de sitio y un absoluto aislamiento. Sin embargo, al lograr liderar la resistencia a la ocupación, la popularidad de Hamas aumentó, ya que quedó como la fuerza capaz de garantizar la resistencia.

Esto trae dificultades adicionales para las mujeres. El gobierno de Hamas ha significado la imposición a las mujeres de nuevas medidas de control de su vida, de su sexualidad, de disciplinamiento de sus cuerpos. Se volvió a imponer el uso del pañuelo en la cabeza, cubrir su piel, la prohibición de fumar pipa de agua en espacios públicos y de viajar en el asiento trasero de motocicletas (entre otras medidas conservadoras). El fundamentalismo religioso pretende recluir a las mujeres en la vida privada donde, además, ha aumentado la violencia contra las mujeres.

“Nuestra esperanza no es sólo terminar con la ocupación israelí, en lo que la mayoría de las palestinas y palestinos coincidimos. Es necesario también pensar en una vida sin violencia, con libertad, con justicia para las mujeres y para todas las formas diferentes de pensamiento”, concluye Salam.

Niños, niñas, presente, futuro

La psicoanalista y psicodramatista internacionalista Ursula Hauser, que viene realizando talleres de psicodrama en Palestina, escribe en un artículo: “La desesperación que vemos en los ojos de niños y niñas, mujeres y hombres, son una acusación contra el silencio instalado, el estupor callado que es síntoma de indiferencia o resignación. Los pequeños palestinos quieren ser mártires, porque así piensan reivindicar la dignidad de su pueblo, de sus padres asesinados, de sus madres insultadas. Sin duda alguna, esta actitud de desesperación es contraria a su deseo de vivir: están llenos de risas, de ganas de jugar, y no solamente con pistolas. Pero vivir sin terror, vivir una vida humana y no de perros golpeados. El miedo, el odio y la desesperación crecen con la represión y el maltrato, en una espiral de violencia incontrolable. No es de asombrarse que en esta situación se desarrollen los fundamentalismos en ambas partes, y que falte el espacio para la discusión y la reflexión racional. ¿Y si las palabras no valen, si los gritos no son escuchados?2” Los niños palestinos hacen sus propias lecturas de la realidad. Aprenden a sobrevivir muchas veces en soledad, o en el desamparo de los campos de refugiados. En un recorrido por Ramalá, nos detenemos frente al muro levantado por Israel, “intervenido artísticamente” por colectivos de muralistas internacionalistas. Se suceden en esas pinturas escenas de la resistencia. Frente al mismo, un grupo de niños tira piedras contra el cemento. Todavía la Intifada sigue haciendo puntería, y dibujando la dignidad en la memoria colectiva.


Ser feminista en Palestina


“¿Por qué sos feminista?”, le pregunto a Salam, intentando imaginarme cómo es ser feminista en un país en guerra, donde en la propia resistencia la dominan sectores fundamentalistas en sus visiones sobre las mujeres. Ella nos vuelve al relato personal: “¡Buena pregunta! En primer lugar, tuve la suerte de nacer en una familia comunista. Tuve por ello muchas oportunidades que otras niñas, y luego, muchachas a mi edad no tenían. Me enseñaron qué significa la igualdad y la equidad, y por ese conocimiento a temprana edad fui capaz de darme cuenta del nivel de opresión que existe en mi sociedad contra las mujeres. Supe identificar las opresiones cuando las veía, mientras otras mujeres que no tenían estos conocimientos creían que eran condiciones dadas por Dios, que para eso nacimos, y que está en la naturaleza de las cosas. Hay otro aspecto personal que agregar. De niña, por algún período de mi vida, tuve que depender de mí misma. Porque mi padre estuvo preso muchos años por luchar contra la ocupación israelí, y mi mamá tenía que atender a mi hermana que sufría de cáncer. Yo solía viajar y vivir con mis parientes en distintos lugares, y me hice fuerte así. Aprendí a hacerme cargo de mí misma, a defenderme a mí misma y a luchar por mis derechos”.

Comparte Salam algo de sus experiencias con grupos de mujeres: “Doy talleres de género, participo de sesiones de reflexión organizadas por distintos grupos de mujeres. Yo les digo que respeto su opción y orientación religiosa –realmente la respeto–, pero que hay una clara distinción entre la religión, en tanto sentimientos de espiritualidad, en esta relación íntima y privada que establece cada cual, y la religión como asunto político público. Es muy importante construir respeto y confianza. Luego iniciamos una discusión abierta, donde acordamos poner todos los tabúes sobre la mesa y los discutimos juntas, escuchando los puntos de vista de las demás. Después de haber acordado que tenemos que estar abiertas, esta técnica –es como magia– siempre funciona, porque las mujeres siempre acuerdan discutir los tabúes. Religión, sexo, política. Luego empezamos a dialogar tratando de conocer y analizar todos los aspectos. No quiero convertirlas a mi ideología, ése no es mi propósito. Sólo quiero lograr que se hagan preguntas y que se cuestionen algunas cosas por sí mismas. Por supuesto, este trabajo está lleno de desafíos, porque crear conciencia en las mujeres en cuanto a sus derechos no es suficiente cuando no pueden cambiar su realidad política y económica. Una vez estuve en uno de los pueblos del sur de Palestina. Yo hablaba y las mujeres aprobaban lo que decía. Hasta que una mujer de unos cincuenta años me dijo: “¿Y ahora qué? Ahora cambié, conozco mis derechos, sé que está mal que mi marido me golpee y me oprima. Pero yo no tengo trabajo, vivo en un país ocupado. No puedo cambiar esta realidad. Estoy más triste y más enojada ahora, porque ahora sé que no está bien lo que me está pasando, pero no puedo cambiarlo”.

Después de la tregua

¿Qué significa esta paz precaria que se ha logrado? Una vez logrado el cese del fuego, que trae alivio a las familias palestinas, se abren en la resistencia numerosos debates. ¿Cómo reconstruir parte de lo devastado? ¿Quiénes ganaron con la guerra y quiénes perdieron? ¿Qué viene ahora?

¿Cómo hacés –le pregunto a Salam– para sostener la fuerza y la esperanza en la lucha? Me responde: “No tengo otra opción más que tener esperanza”.
Se trata, pienso, de que la esperanza siga teniendo lugar en nuestras resistencias, en nuestras solidaridades. Se trata de hacer nuestra propia Intifada contra la indiferencia. Se trata de seguir sembrando libertad.

FUENTE.: Página 12 - Por Claudia Korol-

1 http://www.unrwace.org/gaza.-proyecciones2020.html

2 Publicado en el libro Entre la violencia y la esperanza. Escritos de una internacionalista. Editorial Acuario. La Habana. Cuba.

jueves, 11 de septiembre de 2014

RELATO DE UNA VÍCTIMA DE TRATA ( FORO SOBRE DERECHOS DE LAS MUJERES EN MAR DEL PLATA)

Marcela Loaiza se paró en el escenario, ante cientos de personas que participan del encuentro que se desarrolla en Mar del Plata, e hizo un relato pormenorizado de su historia como víctima, que fue interrumpido en varias oportunidades por aplausos del auditorio frente a una mujer que, si bien se permitió las lágrimas, dejó fundamentalmente un mensaje esperanzador, ya que hoy preside una fundación que previene, asiste y reintegra a mujeres que fueron explotadas sexualmente.





El día que vi cómo asesinaban a una compañera, me juré que si lograba escapar, sería una vocera contra la trata”, fue una de las muchas frases conmovedoras que se escucharon en la apertura del II Foro Internacional sobre Derechos de la Mujer.



“A los 16 años ya era madre soltera de una niña que nació con problemas de salud, por lo que tenía dos trabajos para poder mantenernos. Un hombre me brindó ayuda económica para cubrir los gastos médicos de mi hija y me propuso trabajo en el exterior. Le creí. Me subí por primera vez en mi vida a un avión y aterricé en Japón, donde fui explotada sexualmente durante 18 meses”, relató esta colombiana, que volcó su historia en dos libros “catárticos”, como ella misma los define.

En Japón le informaron que estaba endeudada, que no era libre y que si intentaba escaparse “iba a volver a Colombia sólo para enterrar a mi hija, así que me sentía culpable y prostituta, porque debía acostarme con 15 o 20 hombres por día. Yo no podía reconocerme como víctima”, compartió.

A pesar del tiempo transcurrido y de su proceso de superación, no puede entender “cómo los hombres que pagaban a los captores por tener sexo conmigo, no les importaba que yo llorara o estuviera golpeada”.

Marcela vio cómo asesinaban a una de sus compañeras y fue cuando se juró que iba a escapar e iba a ser vocera de todas las que siguen secuestradas para quienes pidió un aplauso e hizo un reconocimiento a Susana Trimarco, la mujer tucumana que sigue buscando a su hija, Marita Verón, secuestrada y desaparecida por una red de trata en 2002.

Luego de una paliza que la dejó en el hospital, donde “al verme en el espejo con la cara rota vi en mi rostro el rostro de la trata”, reintentó su escape, que logró gracias a la complicidad de otra víctima y de un cliente. Así llegó a la embajada colombiana en Tokio, regresó a su país pero “no recibí contención de las autoridades. Logré salir gracias a una monja que me acogió y comencé mi recuperación que tardó años”.

Ahora, además del trabajo en su ONG "Marcela Loaiza por la Dignidad Humana", se convirtió en difusora de campañas antitrata en su país, en México y en Estados Unidos donde reside junto a su pareja y a sus tres hijas, la mayor de las cuales -que tenía 3 años cuando su madre se fue a seguir un sueño en el exterior que terminó en un infierno- hoy estudia medicina.

A la fundación llegó en busca de ayuda Edna Baquero Rojas, que fue la otra colombiana que, tomada de la mano de Marcela, compartió en el foro, a donde se espera la asistencia de 1.500 personas, su historia de explotación laboral y sexual en Panamá.

“Cuando conocí a Marcela me encontré a mí y a mi misión en la vida. Estudio Psicología y soy voluntaria en la fundación. Estoy acá para dar voz a tantas que aún no pueden hablar”, enfatizó.

La directora de la Fundación es Andrea Bravo, amiga de Marcela, que contó a Télam que se enteró de lo que le había pasado en Japón cuando le pidió que revisara el borrador de su primer libro ‘Atrapada por la mafia Yakuza’. "A partir de ese momento, me puse a trabajar a su lado desde Colombia".

El panel concluyó con una exposición de Fernando Cartasegna, fiscal en Delitos Conexos con la Trata de Persona de la ciudad de La Plata, que ilustró con fotografías de lugares donde se mantenían cautivas a mujeres, el trabajo que hace con su equipo “para poder decir que hoy, casi no tengo que buscar prostíbulos porque los cerramos”.

Los testimonios de las mujeres dieron el marco verídico a un foro donde entre hoy mañana, especialistas argentinos, de América, Europa y África analizarán distintos aspectos de la trata con fines de explotación sexual y laboral, en un encuentro organizado por el Consejo Nacional de las Mujeres de la provincia de Buenos Aires.

Fuente: TELAM

sábado, 6 de septiembre de 2014

AUSENCIAS Y PREGUNTAS; LAS NIÑAS Y LOS NIÑOS DETRÁS DE LOS FEMICIDIOS

Algunos vieron el momento en que sus madres eran asesinadas y otros naturalizaron años de agresión. Cómo se enfrenta el después del crimen. Necesidades económicas y de acompañamiento.




El  año pasado, en el país, 263 niñas, niños y adolescentes quedaron huérfanos como consecuencia de la violencia de género. Se trata de hijas e hijos cuyas madres fueron asesinadas por sus PAREJAS, ex o por alguien de su entorno. ¿Qué sucede con esos chicos? ¿Cómo enfrentan la situación? y ¿Cuáles son las dificultades que enfrentan el resto de los familiares para cuidarlos? Hace dos semanas, Carolina Giardino una santafesina de 44 años fue asesinada por su ex pareja, quien escapó del lugar con su hijo de siete años con síndrome de Down. El año pasado, Griselda Correa fue acribillada a balazos frente a su beba de nueve meses y sus hermanas de menos de 10 años. Y, en 2012, uno de los hijos de Wanda Taddei contaba en la cámara Gesell cómo había escuchado la agresión de Eduardo Vázquez (ex baterista de Callejeros y condenado por el crimen) a su mamá. No son pocos los casos en que niñas y niños presencian el momento exacto en que su madre es asesinada. Y son muchas más las situaciones en las que presencian insultos, golpes y amenazas que se convierten en parte del día previo a un femicidio. La ONG La Casa del Encuentro relevó que en 2013 fueron 405 las hijas e hijos que perdieron a sus madres a través de esos casos extremos de violencia de género. El 65 por ciento de ellos eran menores de edad al momento del crimen. A nivel nacional no está definido un protocolo de atención para esos chicos; y, aunque existe un proyecto provincial para otorgarles pensiones, hoy no reciben ninguna ayuda económica especial. Por lo tanto, terminan quedando a cargo, en el mejor de los casos, de un familiar y, en otros, hasta del propio femicida. “Los niños quedan no solo con el trauma psicológico que les ocasiona haber presenciado, en muchos casos, el asesinato de su madre sino que en la mayoría de los casos, por una cuestión económica, la familia ni siquiera puede tenerlos en el mismo lugar. O sea que terminan, además, separados de sus hermanas y hermanos, cambian de barrio y de colegio. Realmente es una cuestión muy dura”, analizó Ada Rico, presidenta de la ONG La Casa del Encuentro, en diálogo con Diario UNO. Y acotó: “Tampoco tienen una asistencia psicológica que les permita elaborar lo que les sucedió. Porque, además, hay que tener en cuenta que cuando asesinan a la madre no es el primer episodio de violencia que ven. El femicidio es el último eslabón de una cadena de violencias. Por lo tanto, esa criatura ya ha visto maltratos, insultos y, de pronto, su mamá ya no está, fue asesinada. Y ellos tienen que empezar nuevamente, a veces, uno en la casa de una tía, otro con una abuela o con otro pariente. Es muy difícil reconstruir, sin la asistencia necesaria, una situación tan compleja y el trauma que le genera. Estamos hablando de criaturas de todas las edades. Y cuanto más grande son, y entienden perfectamente lo que ocurrió, hay que trabajarlo muchísimo más”. En ese sentido, Rico lamentó que a nivel nacional no exista ningún plan de atención organizado para las familias de las víctimas de femicidio. “Por eso nosotras pedimos que una medida de protección para esas criaturas sería que se le brinde alguna ayuda a la familia directa para que pueda hacerse cargo de los chicos. Sería importante que los chicos tengan una obra social porque, de esa manera, podrían estar amparados desde la parte física y psíquica y eso hoy no existe. A lo largo de nuestro país hay distintos dispositivos pero a nivel nacional no existe nada”, manifestó. “Yo, dos mamás” Carmen García falleció el 8 de abril del año pasado, tras agonizar durante una semana, producto de las quemaduras que sufrió en un ataque de su entonces PAREJA Daniel Leonard. Los cinco hijos de la joven de 27 años quedaron desde ese día al cuidado de su abuela, una mujer mayor con problemas de salud y que también tiene que cuidar a un hijo con una discapacidad por el que no puede aún cobrar la pensión correspondiente. “Ramiro, que tenía menos de dos años cuando pasó todo, sigue teniendo presente a su mamá. Cuando encuentra una foto de Carmen le dice a la abuela «Yo, dos mamás» y señala la imagen y a mi mamá”, contó Claudia García, la hermana de Carmen. Y siguió: “El resto de los chicos –que tienen entre cinco y 13 años– va pasando etapas. El tiempo pasa pero no sana las heridas. Al contrario, se nota más el vacío, la ausencia de la mamá. Ellos ven en la escuela a sus compañeritos con sus mamás y sienten la falta. Hoy es mi mamá la que se encarga de ellos. Gracias a Dios es una relación que siempre fue fuerte y presente. Los chicos ya tenían una vida con su abuela y no tuvieron que mudarse ni nada”. La tía de los chicos contó que fue muy importante el acompañamiento y la atención de las maestras de los chicos en la escuela. Ellas estuvieron atentas a cada uno de los cambios en los niños para poder atender cuando surgían problemas. Y también destacó el acompañamiento del municipio en el momento del crimen de su hermana porque le brindaron la contención psicológica que los chicos necesitaban. Ellos no estuvieron en el momento del ataque pero sí atravesaron junto a sus familiares la semana en el hospital, el velatorio en su casa y todo el proceso judicial. “Lo que pasó era algo que no se podía ocultar. La indignación y el dolor por lo que estaba pasando mi hermana y la esperanza de que ella quedara con vida eran sentimientos que no podíamos ocultarles”, recordó Claudia. Los 16 meses que pasaron desde el femicidio de Carmen fue vivido de diferente manera por los chicos. “Cada uno a su tiempo fue haciendo preguntas. El último fue el nene de cinco años que preguntó quién le había hecho eso a su mamá y por qué. Mi mamá trató de buscar una respuesta que no le chocara tanto. Uno trata de evitar enfrentarlos con la realidad de que una persona mala mató a su mamá”, explicó la tía del niño y siguió: “El cambio en ellos es grande. Están constantemente pegados a mi mamá como si tuvieran miedo de que se les vaya. Mi hermana era una mamá muy presente y ellos sienten como un golpe que ella no esté más. Nada ni nadie les va a sacar esa ausencia”. Sobre la relación de los chicos con Leonard, Claudia contó que todos lo conocían y salían a pasear con él y Carmen pero que los más grandes nunca quisieron quedarse a dormir en la casa que la PAREJAcompartía. Sólo los dos más pequeños lo hacían cuando Carmen los llevaba con ella. “Tenían relación con él pero nunca quisieron ir a vivir con él. Prefirieron quedarse con mi mamá. Así que mi hermana estaba repartida. Llevaba y buscaba a los chicos en la escuela, les cocinaba, estaba con ellos, los hacía dormir y después se iba a la casa de él con los más chiquitos”, recordó. Hoy la situación de la familia García es difícil pero la llevan adelante apoyándose entre sí. Es que la abuela de los chicos se hizo cargo de todos pero no cuenta con ningún ingreso extra. Además, tiene un hijo con una discapacidad visual que está tramitando hace tiempo una pensión, que sería de gran ayuda a la economía familiar, pero que no se la otorgan. Más acompañamiento En Santa Fe distintos estamentos oficiales y no gubernamentales trabajan en el acompañamiento de las víctimas de violencia de género y de los familiares que perdieron a un ser querido producto de la desigualdad de entre varones y mujeres. Liliana Loyola –directora de la asociación civil Generar y ex defensora adjunta del Pueblo de la provincia– explicó que, en su experiencia, la manera en que niñas, niños y adolescentes pueden lidiar con lo que vivieron depende de la edad y, sobre todo, del contexto familiar. “Es bastante determinante el tipo de familia al que pertenecen. Es su entorno el que los va a acompañar y contener”, indicó. Y agregó que “hoy la niñez está desamparada. Hay una situación de terrible soledad. Generalmente quedan a resguardo de una abuela o una tía. Pero requieren una asistencia integral que no ve que se les esté dando”. Al respecto mencionó que se debe avanzar en normativas que reglamenten un apoyo específico para que se pueda hacer frente a los gastos que suponen esos niños. Cabe recordar que a principios de este mes la diputada Mariana Robustelli (PJ) presentó un proyecto para definir una pensión no contributiva para los hijos de las víctimas de femicidio a fin, justamente, de que cuenten con una protección del Estado frente a una situación de desamparo tan grave. Desnaturalizar Más allá de la urgencia que puede suponer contar con los recursos económicos para poder mantener a los hermanos unidos, la referente de la Casa del Encuentro explicó que hay que trabajar en cómo los chicos pueden elaborar lo que vivieron. “El tema es cómo trabajamos para que desnaturalicen la violencia. Estas criaturas, al haber vivido años de violencia hacia su madre, lo tienen incorporado. Hay que trabajar en eso”, evaluó Ada Rico y siguió: “Por eso apuntamos mucho al trabajo con psicólogos con perspectiva de género. Más allá de las necesidades básicas que tienen que ser cubiertas, como la alimentación, el hogar y la escuela, es imposible pensar en que los chicos salgan del trauma que les generó el asesinato de su madre sin otro tipo de acompañamiento”. A su turno, Fabiana Tuñez –directora ejecutiva de La Casa del Encuentro– se refirió a lo que ocurre cuando el femicida cumple su condena y quiere recomponer el vínculo con sus hijos. “Cuando las sentencias no son muy amplias, porque todavía le cuesta mucho a los jueves aplicar el agravante por violencia de género, se ve que el condenado utiliza la existencia de hijos e hijas para morigerar su condena o para lograr algún beneficio. Eso con el argumento de no querer disolver el vínculo. Entonces piden que el niño lo visite en la cárcel o los utilizan para conseguir las primeras salidas transitorias. Los usan, desde lo afectivo, como objetos y no como personas”. Por último, se refirió al impacto que esa situación tiene en las niñas y niños y habló del caso particular de la hija de Adriana Marisel Zambrano –en cuyo recuerdo se creó el Observatorio de Femicidios–. “La nena tiene siete años y la jueza acaba de obligarla a ver al padre, que ya salió libre, dos veces por semana. Pero cuando hablás con ella, la niña dice que su papá es un maligno, que ella le tiene miedo pero que le dice a todo que sí para que no le haga nada. Esa niña todavía no fue escuchada por la jueza. Ella dice que le tiene miedo al padre pero la Justicia la obliga a verlo. Es una doble violencia de género. La que sufrió por la pérdida de su madre y la que padece cada vez que la obligan a ver al padre. Es un ejemplo pero en todos los casos pasa lo mismo. Los niños no son tomados por la Justicia como personas que pueden decidir y opinar sobre su propia vida”, concluyó. 


FUENTE; Por Victoria Rodríguez / Diario UNO de Santa Fe