sábado, 28 de abril de 2018

TRABAJO EN EQUIPO PUDIERON CON 13 AÑOS DE VIOLENCIA DE GÉNERO






Antenoche se trabajó en equipo...son sólo unos minutos de lectura....que te llevará a comprender la importancia del TRABAJO EN EQUIPO.
Todxs nos abocamos rápidamente a los 13 AÑOS DE VIOLENCIA DE UNA VÍCTIMA, DE NO PODER HACER HABLAR DE LA SITUACIÓN que atravesaba ella y sus hijos ...hasta que PUDO, NO TUVO MIEDO, NI VERGÜENZA...preservó su vida y la de sus hijos, PRESERVÓ VIVIR UNA VIDA SIN VIOLENCIAS. Y lo logró!
Más allá que actuamos profesionales de Santiago del Estero; Montevideo, Mar de Ajo, Pinamar, Capital federal, y quien suscribe desde Bahía Blanca ( la víctima se encontraba en Pedro Luro y tuvo que buscar refugio en Mayor Buratovich, desde el lugar que desplegué las herramientas necesarias en horas nocturas [ horario de escucha de pedidos de angustias y pesares de las víctimas], debo agradecer que la voluntad y la rapidez en la que la Comisaría de la Mujer y la familia de la ciudad de Bahía Blanca operó facilitó a ser parte de este engranaje de rescate y puesta en marcha para que la víctima, al día siguiente , a las 7:40 de la mañana pueda nó solo volver junto a sus hijos y domicilio, sino a transitar este nuevo camino: UNA VIDA EN LA QUE ELIGIÓ VIVIR LIBRE DE VIOLENCIAS. 
COMISARÍA DE LA MUJER Y JUSTICIA ACTUARON A DERECHO. Cada unx de lxs participantes de la red nos ocupamos en la rapidez de despegar las herramientas para que HOY, una mujer ante un pedido de ayuda deseperado, pueda estar más tranquila. Queda ahora el seguimiento, empoderamiento y seguimiento que en el ESTADO se haga cargo de la responsabilidad que le compete.




Gracias!! Perla Prigoshin, Fabi del Mar; María Victoria Cruces , el abogado de Santiago del Estero - colega de la Dra. María Victoria Cruces y personal de la Comisaría de la Mujer y la Familia de la ciudad de Bahía Blanca.








Mónica P Bersanelli.-
Prof. - Psicóloga Social
Especialista en Atención y Prevención de la violencia.
Bersanellimonica@gmail.com

LA CULTURA DE LA VIOLACIÓN GOZA DE BUENA SALUD

Título original: Nieve sucia.


En 2015 una estudiante sanjuanina denunció por abuso sexual a Enzo Lampasona, el coordinador que debería haber cuidado de ella durante el viaje de egresados. La empresa de turismo Snow Travel intentó impedir por todos los medios que la joven recibiera asistencia médica e hiciera la denuncia. En un fallo donde se desoyó el testimonio de la víctima y todas las pruebas científicas, un tribunal rionegrino acaba de absolver al acusado. El caso Lampasona no sólo destapa una cadena de complicidades que involucra a la empresa de turismo, el colegio y los medios, también deja al descubierto la industria de los viajes de fin de curso como un nicho en el que la cultura de la violación goza de buena salud.



Si te la buscás, la tenés: una fórmula antigua que no ha perdido vigencia. La repiten desde Nicolás Repetto hasta el tribunal que por estos días absolvió a Enzo Lampasona, acusado en 2015, cuando tenía 20 años, de “acceso carnal agravado por su carácter de guardador de la víctima”, una chica de 17 años a la que debía cuidar durante su viaje de egresados. 

El fallo de la Cámara Criminal Primera rionegrina que absolvió con el “beneficio de la duda” al coordinador, desoyó el relato de la chica, una decisión desconcertante si se tiene en cuenta la relevancia de esa prueba en este tipo de delitos. Tampoco se escuchó a los médicos que aportaron evidencias científicas de la violación, ni se tomaron en cuenta los videos que muestran cómo la chica lloraba y pedía ayuda ante la indiferencia de todos los adultos del hotel. Los representantes de la empresa, Snow Travel, tardaron horas en llevarla a un centro de salud e intentaron impedir que hiciera la denuncia. 

Otro dato sorprendente es que el fallo presenta como prueba un elemento al que ni siquiera había recurrido la defensa: que el disfraz que tenía puesto la chica estaba intacto. Pero lo que sí estaba roto era el cuerpo de la joven: con hematomas y un desgarro vaginal. Pequeño detalle.

LA SOMBRA DE UNA DUDA

Lo que realmente pesó en la sentencia fue la desconfianza sobre la palabra de la adolescente. Así lo indicó a este suplemento el fiscal Martín Lozada: “la sentencia impone el valor de la duda por sobre la declaración de la víctima y sus lesiones, las constataciones de tres ginecólogas, la declaración de un médico forense con más de 35 años de experiencia y los registros producidos por las cámaras de seguridad del hotel, que retratan la desesperación de la joven tras producido el ataque”. 

Otros comentarios sembraron sospechas sobre ella: por qué se volvió sola de la disco, por qué dejó su teléfono en el cuarto de los coordinadores, por qué dejó entrar a Lampasona a su habitación. ¿Suena familiar? El guion con el foco puesto en si la chica terminó la secundaria, si es fanática de los boliches, en el largo de la pollera.



Cuando se habla de “cultura de la violación” se hace referencia a un entramado que, en este caso, no empieza ni termina en la cabeza de los coordinadores de 20 años que estaban esa madrugada en el hotel, y que intentaron convencer a la denunciante y al primer médico que la vio de cubrir a Lampasona. Es una visión del mundo que se expresa en ejemplos más sutiles como éste, que cuenta una de las estudiantes que fueron al viaje: “Apenas llegamos al hotel, vamos a una charla de cómo iba a ser todo. La daba un comediante que personificaba a un varón y a una chica. La chica: una descerebrada que sólo pensaba en la mini que se iba a poner. El chabón: no le importa nada, sólo tomar y levantarse pibas. Hace tres años nadie conectaba una cosa con otra. Pero si después te ponés a pensar cómo se portó la empresa frente a la violación, cómo nos manipularon a todos... Nos dijeron a que ella estaba loca, que quería perjudicar a la empresa y arruinarnos el viaje”. 

A LA FIESTA HAY QUE PAGARLA

El paquete de turismo juvenil que las empresas ofrecen incluye dosis de misoginia. Eso cuenta Ana Carfagnini, del Colectivo El Margen de Río Negro, organización que a partir del caso Lampasona empezó a documentar relatos de las egresadas, de los que poco se conoce ya que a los chicos se los mantiene dentro de circuitos cerrados. Tienen sus propios hoteles, discos y centros de esquí. “Es un paisaje corriente de Bariloche la exacerbación de la fiesta y el descontrol por parte de los adultos que rodean, y se supone que cuidan a las chicas.” Desde El Margen hablaron con choferes, recepcionistas y otros empleados de los hoteles a donde llevan a los chicos. “Lo que se desprende de lo que cuentan es que las chicas están ‘a la buena de Dios’. Las empresas les dan ciertos disfraces: conejita, enfermera sexy. Y quedan expuestas así con el frío que hace acá. Nadie les pide DNI para venderles alcohol. Los coordinadores las abordan en grupo, varios contra una. Te ofrecen camperas a cambio de favores sexuales. Las traen a un lugar que ellas no conocen. Los coordinadores casi siempre son mayores. Y las agencias los cubren.” Si no te ponés el disfraz de diablita, sos una amarga. Si entrás a la habitación de un coordinador, báncatela y no arruines la fiesta. ¿Es esto paranoia feminazi?

Cuando se conoció la sentencia que absolvió a Lampasona, el fiscal interpuso un recurso de casación, que podría devenir en un nuevo juicio. Por donde se lo mire el fallo es un escándalo, pero al mismo tiempo es un emergente más de una liturgia mayor. Rosana Gonzales, una de las ginecólogas que fue testigo en el juicio, advierte que “no hay que subestimar el poder corporativo de estas empresas de turismo. Los desgarros vaginales son las patologías más frecuentes que vemos en chicas de esa edad que vienen a Bariloche. Hay presión para que no denuncien. Las trae al hospital alguno de la empresa que les dice: ‘Ahora te vas a dormir y mañana ya pasó. Te pusiste histérica. No les arruines el viaje a todos’”.

Ante el secreto a voces de que las violaciones son frecuentes y están naturalizadas, los colegios se desmarcan. Todo queda a cargo de las empresas. El viaje de fin de curso no es viaje de estudios y las faltas se computan. Los esfuerzos institucionales se limitan a esquivar el bulto de lo que pueda ocurrir en el marco de los “excesos” de Bariloche o Brasil pero ni una sola iniciativa apunta a informar sobre consentimiento o reducción de daños en el consumo de drogas, por ejemplo. Una de las madres del Colegio Central Universitario Mariano Moreno, al que asistía la chica que denunció a Lampasona, le contó a Las12 que “después de que pasó lo que pasó no hubo ninguna charla en la escuela. El colegio y el Estado podrán decir que esto no les compete, que es tema de las empresas, pero a nadie se le ocurre que antes de viajar los chicos vayan a una charla con perspectiva de género, sobre cómo prevenir un embarazo no deseado, etc. Estamos hablando de una provincia (San Juan) donde no se aplica la ley de Educación Sexual Integral”. 






Una compañera de la denunciante –que prefiere mantener en reserva su nombre porque “ya bastante acoso y amenazas sufrí por haber movido el tema en San Juan”– relata que cuando volvieron “en la escuela le decían ‘la violada’. Lo irónico es que la apodaban ‘la violada’ pero nadie le creía la denuncia. Y la escuela, ni mu”.







La cobertura del caso en los medios provinciales fue en el sentido literal: cubrir a Lampasona. Se lo defendió abiertamente entrevistando a su padre -dueño de un comercio “muy tradicional de San Juan”- o reproduciendo los ruegos a Dios de su madre para que se demostrara la inocencia de este chico de su casa, con asistencia perfecta a misa, rubio, bien vestido, una promesa del equipo de futbol local. En el mejor de los casos se presentó la denuncia de violación como “conflicto” entre una chica de 17 y un coordinador de 20. 

“¿Y las familias del colegio?”, le preguntó este suplemento a Dolores Córdoba (Ni Una Menos San Juan): “Todos mudos”. Una sola madre habló: “Cuando volvieron del viaje nos enteramos de que a la fiesta de egresados estaban invitados los coordinadores de la empresa, acusados de encubrir. Y solo gracias la acción de repudio que llevó adelante una de las mamás se pudo impedir que fueran. Imagínate lo que hubiera sido para la chica denunciante”.

ESA VIEJA COSTUMBRE DE ABUSAR

¿Por qué los jueces tuvieron en cuenta sólo el testimonio del acusado, jugador del club deportivo Cruz del Sur y cuyo dirigente y ex presidente de la Cooperativa Eléctrica Bariloche, el abogado Rodolfo Rodrigo, asumió su defensa? Muchos de los debates entre foristas, vecinos y hasta dentro del recinto pasaron por saber por qué se fue del boliche sin esperar al grupo y, sobre todo, si la joven tomó o no tomó alcohol esa noche. ¿Cómo es que se conectan la agencia de meterse en el cuerpo lo que una quiera con que de pronto el cuerpo se vea habilitado para la penetración? ¿Qué extraño fenómeno, en contextos liberados para el “descontrol” adolescente, desdibuja de repente los límites del consentimiento? Se sabe: las buenas víctimas no se drogan, ni beben, las chicas buenas van al cielo y las malas cuentan cuentos: a la adolescente que Lampasona tenía a cargo y terminó en el hospital con un desgarro en la vagina se la acusa todavía hoy de mitómana y de “haber inventado todo para perjudicar a la empresa”.

La violación no coincide siempre necesariamente con una escena de horror como la de la película Irreversible, de Gaspar Noé: el ataque de un desconocido en un túnel oscuro, con trompadas, la cara de la protagonista arrastrada contra el cemento y llanto en tiempo real. Pero las relaciones no consentidas que no se ajustan a ese guión parecen diluirse en un limbo, como también se perdió de vista el video en el que no ha querido reparar el tribunal -compuesto los jueces Miguel Gaimaro Pozzi, Ricardo Calcagno y Emilio Riat-, en el que la joven semidesnuda llora y pide ayuda sin éxito en el hotel.

El caso Lampasona es uno de los tantos que deja al descubierto una cadena de encubrimientos, de usos y costumbres que refuerzan un modo de pensar en torno a los abusos sexuales. No todas las mujeres que vamos de viaje de egresados, tomamos alcohol o tomamos un taxi a la madrugada padecemos la experiencia de la violación pero sí nos formamos con la amenaza permanente de que puede pasar. La violación no es periférica, es un horizonte de disciplina para las que se “descontrolan”, no se cuidan, o una posibilidad que se puede esquivar por una cuestión de suerte. 

Según cuenta una ex estudiante del colegio Mariano Moreno, el caso Lampasona, a la vez que avivó en San Juan redes y alianzas entre mujeres, también removió recuerdos, testimonios y piezas de un entramado simbólico que fomenta o silencia el abuso y se transmite de generación en generación:


“desde 2015 hasta ahora nos cayeron muchas fichas. Cosas que teníamos naturalizadas y que recién ahora percibimos. Bariloche es un nicho que reproduce la cultura de la violación de lo más pequeño a lo más obvio”. Cuando las organizaciones de mujeres exigen justicia por este caso denuncian la cofradía machista de los jueces pero también la complicidad de “periodistas que callan y de coordinadores y empresarios que fueron a atestiguar a favor del acusado. En parte porque se les cae el negocio. En parte porque esto es una pirámide: si cae uno, se van a empezar a caer todos”.


Fuente: Página 12 - Por Dolores Curia.

sábado, 21 de abril de 2018

LA CRIMINALIZACIÓN DEL ABORTO Y POLITIZACIÓN DE LOS CUERPOS DE LAS MUJERES

Título original: El caso Marie - Louise Giraud.




El 8 de junio de 1943, un tribunal francés condenó a la pena capital a Marie-Louise Giraud, una lavandera de la ciudad de Cherburgo, por haber practicado una veintena de abortos. El 30 de julio fue ejecutada en la guillotina de la cárcel de La Petite Roquete (París). Giraud era lo que se conocía popularmente como faiseuse d’anges (creadora de ángeles), una abortista “profesional”. La dureza de la pena sorprendió a jueces y policías, ya que nadie recordaba que un castigo semejante hubiera sido aplicado por un acto ante el cual las autoridades habían mostrado cierta tolerancia. El Código Napoleónico había definido al aborto como un crimen pero en la legislación republicana posterior quedó tipificado como un delito. Las leyes de la década de 1920 exoneraban a la mujer que abortaba pero castigaban con penas de prisión y multas a los terceros involucrados-médicos y “creadoras de ángeles”. Pero en la década del 30, la obsesión con la caída de la natalidad y el advenimiento de la Segunda Guerra Mundial volvieron a crear una atmósfera contraria a las prácticas reproductivas maltusianas. La criminalización del aborto fue su expresión más extrema.

En febrero de 1942, el gobierno reaccionario del mariscal Pétain promulgó la Ley 300, que volvía a definir al aborto como un crimen. La medida estaba dirigida contra “cualquier individuo sobre el cual exista la presunción precisa y consistente de que el o ella han realizado o intentado realizar, de forma reiterada y por razones económicas, un aborto, independientemente de que la mujer estuviese real o supuestamente embarazada, o que hayan facilitado los medios para llevar a cabo el aborto” (Art. 1). 
No había necesidad de probar la existencia del crimen, su presunción era suficiente para condenar. La ley calificaba a los condenados como “autores, coautores o cómplices cuyas actividades amenazan al pueblo francés” (Art. 2). Se proponían dos cursos de acción: la privación de la libertad (internamiento administrativo) o el procesamiento por el Tribunal de Estado. Este era una jurisdicción especial creada por el gobierno en 1941 –momento en que se producen las primeros actos contra la ocupación alemana– con el objetivo de imponer sanciones excepcionalmente duras por fuera de lo establecido en el Código Penal.
 La decisión de procesar a Marie-Louise Giraud en una jurisdicción creada ad hoc para tratar cuestiones de enorme gravedad para la seguridad del Estado –como la resistencia armada– demuestra un grado de politización del cuerpo con pocos precedentes en la historia. Como puede leerse en los fundamentos de la sentencia del Tribunal de Estado de París –y también en algunas tesis de medicina de esa época– al criminalizar la interrupción voluntaria del embarazo, la Ley 300 transformó a los abortistas en “asesinos de la patria” y al aborto en un “crimen contra el embrión, la sociedad, el Estado y la raza”, todo ello en un contexto en el cual se glorificaba a la familia numerosa y la maternidad mientras se deportaba a judíos y revocaba la nacionalidad a extranjeros naturalizados.

El andamiaje represivo que condujo a la única ejecución por aborto de la que se tiene registro en la historia moderna no fue obra exclusiva de un régimen político empecinado en desandar el camino iniciado en 1789. Tenía sus orígenes en la campaña llevada a cabo por las organizaciones antimaltusianas en los últimos años de la Tercera República. La más importante fue la Alianza Nacional contra la Despoblación, creada en la década de 1890 y dirigida por Fernand Boverat. Este cruzado de la ideología natalista, admirado en Argentina por figuras de la talla de Gregorio Aráoz Alfaro y Alejandro Bunge, movió cielo y tierra para que el Estado francés reconociese la función patriótica de las familias numerosas a través de medidas similares a las adoptadas por las dictaduras nazi y fascista, desde las exenciones impositivas y la discriminación “positiva” en el empleo a la condena de las prácticas anticonceptivas. La acción propagandística de la Alianza Nacional tuvo un rol fundamental en la construcción de un amplio consenso antimaltusiano. Sus ideólogos desplegaron una gran imaginación, y pocos escrúpulos para llevar el mensaje más allá del círculo de iniciados. No vacilaron en usar imágenes fuertes para convencer a la opinión de que el aborto era el peor de los crímenes. Un folleto titulado “La masacre de los inocentes”, que fue distribuido en reparticiones públicas, comparaba los distintos métodos para inducir un aborto con las torturas a las que eran sometidos los criminales en la antigüedad, como el aplastamiento, la asfixia, el empalamiento y la hoguera. El mismo documento describía al aborto como un “crimen” más vil que el asesinato de un anciano –a quien “se le roban los años menos felices de su existencia”– y un enfermo incurable –a quien “se le roban algunos años de sufrimiento”–, ya que “asesinar a un niño prenatal es robarle 60 años de vida”.
 Tras décadas de ejercer presión sobre la clase política y saturar la opinión con una retórica catastrófica, en 1939 el gobierno republicano promulgó un Código de Familia que incorporaba varios de los reclamos del lobby natalista. Mientras se aprestaba para la guerra, el Estado francés se lanzó a la caza de “creadoras de ángeles” y médicos abortistas. Su víctima más notoria fue la militante feminista Madeleine Pelletier, primera mujer médica diplomada en psiquiatría, que fue arrestada y encerrada en un manicomio bajo la falsa acusación de haber realizado un aborto en una menor.

Fuente: Página 12 -Por Andrés H. Reggiani, Profesor investigador (Departamento de Estudios Históricos y Sociales Universidad Torcuato Di Tella).


jueves, 19 de abril de 2018

PROTOCOLO PARA LA INVESTIGACIÓN Y LITIGIO ANTE FEMICIDIO

Título original: Relevo de pruebas.

El Protocolo para la Investigación y Litigio de Casos de Muertes Violentas de Mujeres impulsado por la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres (UFEM), del Ministerio Público Fiscal de la Nación, estipula la perspectiva de género a la hora de investigar femicidios. La fiscal Mariela Labozzetta alerta que hay una alta impunidad y una revancha machista frente a mujeres autónomas, gozosas o con intención de transformar la sociedad.







“Hay un problema gravísimo, en este momento, en América Latina. Las mujeres no solo mueren por sus vulnerabilidades, sino por sus fortalezas”, advierte la Fiscal Mariela Labozzetta, titular de la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres (UFEM), del Ministerio Público Fiscal de la Nación. “Hasta ahora las víctimas eran generalmente débiles y frágiles y ahora hay una revancha contra las que se abren al goce o que son transformadoras y desafían al poder. Es la reacción del patriarcado frente a la revolución de las mujeres para tratar de anular los procesos revolucionarios y transformadores”. 

Los femicidios son contra las mujeres que se quedan en su casa, pero que no bajan la cabeza y aceptan ser un mueble más del living familiar. Los femicidios son contra las chicas que salen a buscar la diversión o el baile. Los femicidios son contra las que salen a la calle a pelear por una realidad mejor. Los femicidios son contra las insumisas, las bolicheras, las luchadoras. 

Frente a este escenario la impunidad, la inercia o las viejas lupas no alcanzan o son cómplices de la violencia machista. Por eso, la UFEM impulsó el Protocolo para la Investigación y Litigio de Casos de Muertes Violentas de Mujeres (Femicidio). La nueva herramienta legal fue aprobada por el Procurador General Interino, Eduardo Ezequiel Casal, quien recomendó su uso a las y los fiscales el 28 de marzo pasado. 

El documento fue elaborado por la UFEM, mediante un proceso de adaptación del Modelo de Protocolo Latinoamericano de investigación de las muertes violentas de mujeres por razones de género, de ONU Mujeres y la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH), junto a Francoise Roth y Miguel Lorente, con el apoyo del Programa EUROsociAL+, de la Unión Europea y la asistencia técnica del Equipo Argentino de Antropología Forense y otros organismos gubernamentales y judiciales. 

-¿Cómo surgió la idea de hacer un protocolo de investigación de femicidios?

-La UFEM se creó en el 2015 con la prioridad de intervenir en femicidios. En el 2016 nos propusimos generar un documento que protocolice la actuación de los fiscales. Hicimos una revisión de todos los protocolos en América Latina que es pionero en la violencia de género y en la tipificación de femicidio que no está en Europa ni en África. 

-¿Cómo está la Argentina a nivel mundial?

-Tenemos leyes muy buenas que no se terminan de aplicar. La tipificación del femicidio fue en el 2012 y muchos países lo habían tipificado antes. Pero sí Argentina es una usina del movimiento feminista que está derramando a toda la región. Ni Una Menos nació acá y explotó en todos los países de Latinoamérica. Además institucionalmente somos una referencia a partir de la Oficina de la Mujer (OM), la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y el Ministerio Público. Somos el primer país que adaptó el Protocolo de Femicidios. Argentina tiene mucha solidez institucional y una fuerza política que no hay en otros países de Latinoamérica.

-¿Cuántos asesinatos de mujeres configuran femicidios?

-En los datos propios llevados por al UFEM de treinta muertes violentas de mujeres el 60 por ciento son femicidios. Y los otros asesinatos son por robo, ataque en la calle, pelea de vecinos u otras cosas. 

-¿Cuáles son los problemas de la justicia ante los femicidios?

-Hay un alto índice de impunidad y muy pocas sentencias condenatorias. El valor de la vida de la víctima cambia. Si hay una víctima que es hombre y blanco la eficiencia sube y si la víctima es mujer, pobre y/otrans la eficiencia baja. Cuando se le da poco valor a la vida de la víctima baja la posibilidad de condena o la búsqueda del prófugo. 

-Hay casos en los que lograste encontrar a prófugos que nadie buscaba con mucho interés. ¿Cómo se hace la diferencia?

-En el caso de Aylin Silvera la víctima está viva y el agresor le había pegado ocho tiros en junio del 2014. Ella estaba encerrada en su casa, con miedo. La causa estaba archivada y calificada como lesiones. La voluntad y los recursos que se ponen cambian la historia. Se lo detuvo en marzo del 2016 en González Catán. El Tribunal Oral en lo Criminal N°22 lo condenó, finalmente, a dieciséis años de prisión.Con un poco de trabajo y salir a buscar prófugos se pueden revertir causas paradas. 

-¿Qué genera la falta de perspectiva de género en la justicia?

-Se detecta la invisibilización de componentes de género y eso produce definiciones equivocadas como homidicio simple u homicidio íntimo vincular que elude las cuestiones de género o la poca recolección de pruebas que se vinculan con las cuestiones de género. Hay investigaciones deficientes y muy mal abordaje de la escena del crimen que es importantísimo para encontrar los rastros de la violencia de género que después ayudan a probar el caso en juicio. Por eso se necesitan herramientas para los fiscales que no tienen la gimnasia de la perspectiva de género (porque es algo relativamente nuevo) en la escena del hallazgo del cuerpo y en la autopsia. 

-¿Cuáles serían ejemplos de datos que no se pueden dejar pasar para entender que se trata de violencia de género?

-Matar de más. No dar una puñalada, sino muchísimas puñaladas, que es algo que pasa con las travestis y trans y en los femicidios. Hay ensañamiento y ganas de destrozar al cuerpo que se fue de control. La utilización de más de un mecanismo homicida, con ahorcamiento y cuchilladas o arma de fuego y cuchillo o de herramientas caseras (sogas, sábana, cuchillos de cocina, martillos) que están a mano y se desatan en la escena. También se debe priorizar en la autopsia ver si existió violencia sexual aunque en apariencia no parezca porque, después, volver a hacer una autopsia es mucho más trabajoso. Hay que ver si se encuentran  signos de defensa en las uñas o en los antebrazos de las mujeres y si hay objetos rotos de valor para la víctimas. También hay que mirar si hay mensajes, notas, mails amenazantes para la víctima. Si estas pruebas no se buscan en la escena del crimen se pierden. Es fundamental el momento inicial de la investigación. 

-¿Qué necesitan saber los y las fiscales que incorpora el protocolo?

-Este instrumento es para dar herramientas teóricas a los fiscales que, además de investigar la muerte, tienen que tener en cuenta la violencia contra las mujeres. No son casos aislados, sino asesinatos que forman parte de un fenómeno complejo. La forma de ver un homicidio es con un solo ojo y la de ver un femicidio implica complejizar la mirada como dice Francoise Roth.

-¿En qué puede implicar avances el protocolo de investigación de femicidios?

-Si los investigadores aplican el protocolo todo cambia porque ilumina cuestiones que no están iluminadas y jerarquiza la cuestión de género. Ya matar a una mujer no es igual a un cuerpo tirado y descartado, es una grave violación a los derechos humanos. Esto es una bomba de tiempo. El sistema judicial se tiene que despertar. Debe ser una prioridad para todos los fiscales para reducir los niveles de impunidad.

-¿Dónde se va a aplicar?

-Al menos los fiscales de la Ciudad de Buenos Aires y de la justicia nacional lo tienen que aplicar y nuestra idea es llevarlo de gira y que pueda ser aplicado en las provincias. Tenemos fe que pueda caminar en el resto del país y que haya una política criminal a nivel regional y se produzca un vuelco en cómo se investigan los crímenes. Y que los asesinatos o la desaparición de mujeres por el crimen organizado se pueda investigar. 

-¿Qué pasa con la estigmatización sobre las víctimas que realizan los medios de comunicación pero también, a veces, las propias fiscales cuando dicen por ejemplo que una chica no puede caminar de noche por un parque y que, por eso, fue asesinada?

-Hay que investigar con perspectiva de género y jamás estigmatizar a la víctima. La víctima jamás es corresponsable de su muerte. Jamás. Sea quien sea la víctima.

-No es porque iba a un parque a la noche, no es porque es madre sola, no es porque es fanática de los boliches, no es porque caminaba a la noche...

-Nunca lo que hace una mujer disminuye la responsabilidad del autor. Pero sí ese es el componente de género. El fiscal puede entender porque es un asesinato que tuvo que ver con la identidad de género. Pero no estigmatizarla.

-En la Argentina hay un treinta por ciento de víctimas jóvenes en situación de goce: ir a bailar, ir de gira, tomar algo, estar en un boliche. ¿Estos crímenes requieren de una forma de investigación distinta a los asesinatos de  mujeres adultas por parte de sus parejas o ex parejas?

-La violencia de género no se puede circunscribir a la violencia intrafamiliar porque ese es un escenario posible y hay otros que son más complejos. En los íntimos se sale del control o dominio del marido que piensa que le fue infiel o que tiene una pollera corta y tiene que ver con los celos. En los crímenes sexuales están vinculados al deseo. Y en el asesinato de Marielle Franco (en Brasil) y en los ataques a las defensoras de derechos humanos hay un problema gravísimo, en este momento, en América Latina. Las mujeres no solo mueren por sus vulnerabilidades, sino por sus fortalezas. Siempre la situación es que se salen de la norma. 

-¿Hay una revancha contra mujeres empoderadas?

-Hasta ahora las víctimas eran, generalmente, débiles y frágiles y ahora hay una revancha. Es la reacción del patriarcado frente a la revolución de las mujeres para tratar de anular los procesos revolucionarios y transformadores. El asesinato de Marielle Franco (activista, legisladora, lesbiana, feminista) es un nuevo paradigma. No es lo mismo las mujeres que mueren asesinadas, que las mujeres que mueren cuando se abre su goce y son atacadas y pueden ser cuerpos poseídos y ahora las mujeres transformadoras que se animan a desafiar el poder y que son legitimadas como lideresas como Berta Cáceres (asesinada en Honduras). El patriarcado reacciona frente a todo lo que pretenda modificarlo. Hay que estar atenta al revanchismo del patriarcado. 

Fuente: Página 12 - Por Luciana Peker

domingo, 15 de abril de 2018

CLAVES PARA INVESTIGAR UN FEMICIDIO

Por primera vez, un seminario instruyó a jueces, fiscales y otros efectores judiciales sobre las particularidades que deben tenerse en cuenta para esclarecer esos crímenes. Lo principal: encarar la investigación con perspectiva de género y analizar la historia previa.







En un seminario realizado en Buenos Aires, con participación de expertos internacionales, el Equipo Argentino de Antropólogos Forenses (EAAF) recomendó que “en toda investigación criminal relacionada con la muerte violenta de una mujer”, más allá de analizar la escena del crimen, el cuerpo de la víctima o el arma homicida “lo primero es tener una perspectiva de género”. En diálogo con Página12, Sofía Egaña, integrante de ese cuerpo especializado, señaló que además de su trabajo en la identificación de las víctimas del Terrorismo de Estado, en los años noventa el equipo participó en la investigación de los femicidios ocurridos en Ciudad Juárez, en el estado mexicano de Chihuahua. Sobre la base de esa experiencia, Egaña sostuvo que es preciso realizar un trabajo científico para reconstruir “los elementos que no aparezcan expresamente en la escena, pero que están en la historia clínica de la víctima, en la historia de abusos anteriores, en los signos de otras violencias implícitas”. El EAAF participa hoy “en varios casos de femicidios ocurridos en Argentina y en México” y en algunos casos “se ha logrado la exhumación del cuerpo de la víctima” para modificar el rumbo de la investigación. 

En el seminario “La investigación forense en casos de femicidios”, el primero en su tipo, lo primero fue resaltar que en la escena del crimen es necesario buscar datos sobre “otros tipos de violencia, la simbólica, la económica, la social, dado que la violencia de género implica una visión del proceso en el que es necesario precisar como se llegó a cometer el crimen” porque un femicidio “no es un evento que se produce porque el agresor se levantó y asesinó a la esposa, a la hija o a otra mujer de la familia” sino que hay “un proceso previo, una violencia que fue creciendo y que termina en el femicidio”.

Sofía Egaña es docente del EAAF y coordinadora del seminario. En el comienzo de la charla con este diario recordó los comienzos de la EAAF, en 1984, y la influencia que tuvo en su formación el antropólogo forense estadounidense Clyde Snow, quien en 1985 fue testigo para aportar datos de su especialidad en la identificación de los cuerpos de personas desaparecidas en la Argentina y en esclarecer las causas de la muerte. El EAAF viene desde entonces aplicando y mejorando día a día las enseñanzas de Snow, no sólo en Argentina sino también en otros países de Centroamérica y África y en la República de Georgia.

A comienzos de los noventa, el equipo participó en la investigación de los crímenes cometidos contra la población civil en la llamada Masacre de El Mozote, ocurrida entre el 10 y el 12 de diciembre de 1981, con intervención del Batallón Atlacatl, un grupo de contrainsurgencia de las Fuerzas Armadas de El Salvador que había sido adiestrado por la CIA en la Escuela de las Américas, donde también se formaron represores argentinos que participaron del Terrorismo de Estado entre 1976 y 1983.

Los femicidios comenzaron a ser investigados por el equipo en 2004, cuando sus integrantes fueron convocados para intervenir en Ciudad Juárez, en México, donde entre 1993 y 2012 fueron asesinadas no menos de 700 mujeres. El pedido fue formulado, como es lo usual, por organizaciones de familiares de las víctimas y organismos no gubernamentales. El trabajo se hizo sobre un total de 25 expedientes, previa recepción de testimonios de familiares, organismos, representantes legales de las víctimas y fuentes de la sociedad civil. Se hizo una evaluación sobre la estimación del número de jóvenes desaparecidas, de la cantidad de cuerpos hallados. 

El equipo de antropólogos argentinos logró identificar a 33 de las víctimas, sobre un total de 80 cuerpos encontrados cuyos datos genéticos fueron comparados con los de unas 74 familias que habían denunciado la desaparición de sus hijas. Al mismo tiempo, por pedido de otros familiares,  se hizo de nuevo el proceso de identificación de tres mujeres, en cuyos casos había intervenido un organismo estatal. “Las familias tenían dudas y en tres casos se pudo comprobar que la identificación era errónea”. 

Cuando se le preguntó si se pudo determinar un patrón de la conducta criminal en los hechos investigados en Ciudad Juárez, explicó que “eso se ve mediante el análisis integral de la investigación, pero uno de los problemas que tuvimos y que fue denunciado por los familiares fue la falta de una investigación profunda y consecuente”. En algunos casos, el expediente sólo tenía dos o tres carillas, en las que figuraba sobre todo la denuncia presentada por los familiares. 

“De todas maneras, en el análisis de los cuerpos esqueletizados, se pudieron sacar algunas conclusiones en casos en que se encontraban ocho cuerpos en un predio, juntos, con signos que podemos denominar con motivación de género, como ligaduras, abuso de la identidad sexual y otros datos que aparecían en los cuerpos, a pesar estar esqueletizados”. En el arroyo El Navajo, por ejemplo, se encontraron 28 cuerpos de jóvenes en los que era evidente la existencia de signos claros de la presencia de violencia de género y femicidio. Las cadáveres habían sido arrojados en la zona desértica de la ciudad, no muy lejos del casco urbano, totalmente expuestos, sin ser ocultados, en una especie de desafío producto de la impunidad. “Incluso se hallaron víctimas expuestas en la vía pública”, en lugares transitados a diario por los habitantes de Ciudad Juárez. 

Egaña recordó que, como consecuencia de las investigaciones, se produjo la intervención de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en la causa conocida como Los femicidios del Campo Algodonero, donde fueron denunciados Edgar Ernesto Álvarez Cruz y José Francisco Granados de la Paz, quienes entre 1993 y 2003 fueron acusados de secuestrar, torturar, violar y asesinar a un número de entre ocho y 14 mujeres mujeres jóvenes. La CIDH condenó al Estado mexicano por las falencias en la provisión de Justicia y el equipo de antropólos forenses fue llamado a participar por el organismo internacional, junto con Clyde Snow. 

“Con la experiencia de Ciudad Juárez y la sentencia de Campo Algodonero, empezó una convocatoria de la que participaron los juristas, activistas y especialistas forenses, para la elaboración de protocolos, de guías de actuación que fueron analizadas durante muchos años en mesas de discusión”. Egaña señaló que “si bien estaban desde 1979 las recomendaciones de Naciones Unidas en contra de cualquier tipo de discriminación contra la mujer, medida que luego fue abonada por convenios internacionales más actuales, se entendió que era importante elaborar protocolos de actuación para la elaboración de la prueba, para lo que es la actuación médico-legista y la criminalista, junto a las formas jurídicas que cada país fue adoptando, porque ya existe en varios países la figura de femicidio como agravante y por esta convocatoria a especialistas de la región”. 

Egaña sostuvo que “ahora queda todo el trabajo de capacitación, sobre todo en dos aspectos: en instalar lo que es una perspectiva de género en toda investigación criminal de una muerte violenta de mujer y en una correcta recolección de la prueba, sin perder de vista que el crimen puede haber tenido una motivación de género”. Una de las recomendaciones principales es que todos los que intervienen en la investigación “deben tener en cuenta que no hay que descuidar la historia previa, porque en muchos casos el que comete el crimen es alguien que tenía una medida de restricción para no acercarse a la víctima, a la que se debe analizar desde el contexto familiar, cultural y social en el que ocurrió el hecho”. 

Cuáles serían los puntos principales a tener en cuenta cuando se inicia una investigación por la muerte violenta de una mujer?

En primer lugar, no invisibilizarla, trabajar siempre considerando que ante la muerte violenta de una mujer, desde el inicio, hay que trabajar con una perspectiva de género, incluso si se trata de un hecho que se presume a priori como accidente o suicidio.

–Bien puede ser un suicidio inducido.

–Por supuesto, y por eso hay que tener especial cuidado con las pruebas que se obtienen en el lugar del hecho, en la autopsia y otros estudios que se realicen, en la investigación de los antecedentes de la víctima, historias clínicas, historias de abusos previos. Hacer una ponderación de los elementos que se van reuniendo para saber si hubo o no conducta femicida. No es un dato menor, supone una mayor penalidad para el imputado. 

¿Hay casos en la Argentina, en los que ustedes estén interviniendo? 

–En muchos casos, porque después de nuestra experiencia en Ciudad Juárez, hemos empezada a trabajar en casos particulares, en otros estados de México y también en Argentina. Siempre a pedido del familiar o de agencias especiales como la UFEM, Unidad Fiscal del Ministerio Público de asistencia a las mujeres o del Consejo de la Mujer. Nosotros hacemos una primera evaluación del caso para hacer nuestro diagnóstico y actuar en consecuencia. Eso puede determinar distintas acciones, desde exhumar un cuerpo o emitir opinión sobre periciales ya obrantes en el expediente. Eso depende de caso. 

–¿Se puede tener información, con la reserva del caso, de alguna causa en la que se haya logrado cambiar el rumbo de una investigación judicial?

–Es delicado hablar sobre hechos concretos, sobre algún caso testigo, pero lo que puedo decir es que hemos llegado en algunos casos a reconsiderar el expediente. En un caso reciente, en Argentina, hemos logrado la exhumación de un cuerpo. Se han dado casos en los que hemos tenido en cuenta las dudas de los familiares, sobre el rumbo de la investigación e incluso sobre la identificación del cuerpo de una mujer desaparecida por parte de organismos oficiales de la Justicia. Eso se produce en relación con lo que es nuestra experiencia de trabajo, con muestras muy degradadas, con cuerpos carbonizados en los cuales no es tan fácil la obtención del perfil genético. En todas nuestras intervenciones tiene que ver el bagaje que hemos obtenido analizando los casos de lesa humanidad”.

Fuente: Página12 - Por Carlos Rodriguez.-

sábado, 14 de abril de 2018

FEMICIDIOS Y VIOLENCIA INSTITUCIONAL

Título original " La culpa es tuya"

En Chaco, los femicidios de Magdali Romero y Fátima Florencio, quienes estuvieron una semana desaparecidas y fueron encontradas brutalmente asesinadas, vuelven a poner el foco en la desidia y el desamparo con el que trata el aparato institucional a los crímenes de género. El procurador de la provincia justificó los hallazgos porque las víctimas eran trabajadoras sexuales, en una provincia que tiene 22 mujeres desaparecidas en lo que va del año y ni una medida urgente para prevenir y hacer justicia por estos abusos. Pero la de Chaco no es una realidad aislada: el Estado sigue ignorando la violencia machista en todo el país y no hay políticas regionales dispuestas a frenarla.



El 28 de enero, Roxana Caballero, de 20 años, fue asesinada a puñaladas por su pareja, Ramón Céspedes, en las calles de Pampa del Infierno. En enero, en El Sauzalito, el cuerpo de una adolescente de 16 años fue hallado flotando en aguas del río Bermejo. En los últimos meses, se reportaron 22 casos de mujeres desaparecidas y la provincia sigue buscando a Maira Benítez desde el 17 de diciembre de 2016. Esto pasa en El Chaco, allí donde miles y miles de mujeres, lesbianas, trans y travestis se trasladaron para vivir el último Encuentro Nacional de Mujeres, en Resistencia, en octubre del año pasado. Pero después del agite y la arenga a seguir tramando juntas, algo del latido conjunto vuelve a ponerse en peligro. Porque en un territorio tan vasto y geográficamente disímil como el de nuestro país, las grietas de la violencia dejan pasar el agua aunque cada vez sean más las que intentan frenarla.
Un femicidio por día en la Argentina da cuenta de que la violencia no para, y que encuentra en la justicia y el aparato institucional que la contiene el resguardo ideal para seguir impune.  

Magdali Romero y Fátima Florencio llevaban una semana desaparecidas. El lunes, dos cuerpos en avanzado estado de descomposición fueron encontrados en un descampado en Quitilipi y trasladados a Resistencia para su identificación. Inmediatamente sus familias denunciaron la desaparición, aunque no lo habían hecho formalmente en un primer momento, la policía estaba al tanto de que ambas faltaban a sus casas. Algo muy común en localidades del interior: las denuncias no se escriben en los libros de inmediato pero es imposible que no se sepa que a alguien se la tragó la tierra. Casi siempre se trata de una mujer, y casi siempre también, la sombra de la duda se derrama sobre su nombre. Esta vez no fueron los medios los que adjetivaron los femicidios con consideraciones ridículas como “crimen pasional”.
 Fue el Procurador General de la provincia quien salió a decir que Magdali y Fátima eran trabajadoras sexuales, como si eso pusiera un precio al hallazgo, lo minimizara o marcara un contexto de justificación. “Nos pone muy en alerta y nos enojan profundamente las declaraciones de Jorge Canteros, quien salió casi a justificar los crímenes diciendo que por ser prostitutas solían hacer viajes largos con camioneros y que vaya a saber por qué las mataron”
 dice Magdalena Corvalán, del colectivo Ni Una Menos Chaco, una activista que fue perseguida y amenazada el año pasado en los meses previos a la realización del Encuentro por su trabajo de acompañamiento constante a las víctimas de violencia machista. “La gente sabe dónde vivimos, se entera dónde estamos y nos pide ayuda” dice Magdalena para explicar la desidia institucional de una provincia que funciona de un modo muy similar al resto del interior de nuestro país, minimizando las agresiones a mujeres, cargando con centenares de casos sin justicia, como el de la misma Maira Benites, el de Liliana Garabedian en Catamarca o el de Paulina Lebbos en Tucumán, solo por nombrar algunos. 

“Es necesario que esto se exponga. No es la primera vez que este tipo hace comentarios tan desubicados y peligrosos para ser un Procurador” dice Magdalena, quien recuerda que hace unos meses Canteros declaró que los femicidios son “como un fenómeno de la naturaleza, inevitables” y que no se podían prever, como si fueran caprichos del clima. Lo contrario de lo que viene denunciando el feminismo hace añares: que los asesinos en general están en el círculo íntimo de la víctima, que el personal policíaco y de justicia no está capacitado para atender y acompañar a las víctimas, que si el Estado no da recursos a las personas que sufren violencia machista desde el principio, el femicidio llega después de muchas etapas en las que la víctima estuvo sola. “Tenemos muy en claro cuáles son las herramientas con las que contamos y cuáles no, por lo tanto vivimos articulando con agentes del Estado. La cuestión de la justicia es preocupante: para dar un ejemplo, la semana pasada nosotras acompañamos a tres mujeres sobrevivientes de violencia y lo que vimos es tremendo: la revictimizacion y el maltrato, teniendo que intervenir muchas veces por las preguntas aberrantes que se les hacen a las víctimas. Nosotras vivimos esto frente a la justicia y no es casual que después salgan diferentes funcionarios con un discurso peligrosísimo, machista y ofensivo. Canteros salió a exponer, suponer y manifestar que ellas eran trabajadoras sexuales cuando no lo sabe y si lo sabe, no es un dato relevante. Nosotras como militantes del movimiento de mujeres interpretamos que sus dichos son una manera de restarle gravedad e importancia al hecho. Es una información que no suma, por lo menos en la lucha contra la igualdad y por la justicia. Entonces si hay diferentes funcionarios con altos cargos que hablan de esta manera, ¿qué se puede pretender de quien está en una mesa de entrada en un juzgado, en una fiscalía? Nos ha pasado de escuchar al jefe de la policía de la provincia decirle a los padres de Mariela Fernández “¿Pero si ella sabia que la iba a matar para qué volvió?” Y esta desidia, este abandono, esta violencia institucional nos atraviesa a todas. No hay intenciones de mejorar nada. Hemos llevado propuestas tratando de articular con el Ejecutivo municipal y estamos a la espera de respuestas. No hay políticas públicas impulsadas desde el Ejecutivo provincial. Así que cuando tenemos que exigir asesoramiento, contención, acompañamiento, investigaciones serias, terminamos dependiendo exclusivamente de voluntades y predisposiciones personales”.

Fuente: La12 - Por Flor Monfort

miércoles, 11 de abril de 2018

LOS INFERIORES

El mundo del fútbol, como el de los claustros, la milicia o las fuerzas de seguridad, es un ámbito donde la diversidad sexual ha sido históricamente perseguida y ninguneada. Mientras tanto, esas mismas sombras (confesionarios y vestuarios) ofrecen un vía libre para el abuso, el tráfico sexual de infuencias donde el que pierde siempre es el que viene perdiendo de antes: chicos con sueños de jugar en Primera pero, sobre todo, salir de la pobreza. Los entrevistados por SOY, algunos prefieren no revelar su identidad, coinciden en que lo que hoy entendemos como abuso es una práctica que viene de lejos y que hasta el movimiento de mujeres estaba naturalizado en el ambiente.


Imagen Sebastián Freire.


Se cumplieron 10 años de que Los Dogos, el primer equipo de fútbol gay, se reuniera como respuesta a los dichos de Daniel Pasarella, director técnico de la Selección Nacional cuando dijo que no quería jugadores con pelo largo ni aritos, ni homosexuales. El aviso de convocatoria salió en la revista NX y aparecieron más de 30 interesados para jugar a la pelota entre pares, sin tener que ocultar quiénes eran ni fingir hacer lo que no hacían. 

Cuando entré al equipo, en el 2009, encontré un espacio donde podía disfrutar sin que la competencia y la desesperación por ganar opacaran el placer del juego. El nivel de tolerancia a los errores era distinto al de los equipos pakis, donde la equivocación podía ser motivo de insultos y trompadas, y la disidencia sexual motivo de burla y castigo. Un hilo de hermandad nos atravesaba, como si nuestra sexualidad fuese motivo para festejar y estar juntos; y lo era. Hacíamos comentarios gays. Comíamos asados lokeando, hablando de fútbol y de nuestra putés. Con el paso del tiempo se fueron formando más y más equipos diversos: De Los Dogos se desprendió la SAF, apareció GAPEF que juegan en Boedo y son más de 300, ADAPLI, FGR, Los osos, donde convivimos con distintas identidades: trans, héteros, gays, pakis- queer, y de vez en cuando alguna cis.

Además de darme historias para narrar, de hacer amigos nuevos, y esperar los sábados para jugar, conocí mucha gente del ambiente. Para esta nota contacté a un ramillete de jugadores gays, de las inferiores, directores técnicos, entrenadores, coach; la mayoría no quiso hablar (como era de esperar), otros aceptaron bajo seudónimo y muchos no contestaron los mensajes; una pena porque cada persona es una historia para hacer un perfil (como lo hice en el libro Juego de chicos). El mago me confió sus puntos de vista, pero pidió quedar en este seudónimo. Paco,un conocido kinesiologo me dio una entrevista muy a calzón quitado. (ver en página siguiente) El Chulo habló sin tapujos, aunque es de otra época, y su historia nos remite al 86, cuando River ganó la Libertadores; parece que algunas cosas cambian, pero otras todavía siguen igual…

El abuso por su nombre
El mago, 26 años, vivió en un pensionado y después se mudó a un departamento; sus padres pudieron pagarlo. Jugó en equipos de primera división, en la B Nacional, y en la B del Metro, pero le cuesta hablar para Soy. Lo piensa. Más tarde me tira un texto por WhatsApp. Yo sé quién es él pero prefiere no dar su nombre. Después me clava el visto, pero no contesta mis mensajes. Finalmente se decide, habla, y me cuenta lo que puede: "No tengo mucho para decir desde mi experiencia. Vi amigos y conocidos que eran víctima de estas situaciones, sé que existe, es algo naturalizado en el ambiente del futbol y muchas veces avalado por dirigentes, juegan con las necesidades de los pibes pensionados y al venir de lugares donde no sobran recursos quedan expuestos a este tipo de abusos. Es algo que se veía todos los días. Vos pensá, esto del pibe que viene del interior, que tiene padres laburantes o que viene de una villa, que no tiene para vestirse de Armani, para usar perfumes o un reloj, pero, sin embargo es el estereotipo que el mundo del futbol impone… Y el abusador va por ese lado, siempre seduciendo con algo material. En su momento yo lo veía naturalizado y si no hubiese saltado este tema ni me hubiese acordado de este tipo de cosas que pasan los pibes pensionados, no lo hubiese pensado de esta forma…", dice El mago abriendo las puertas a la reflexión, repensando lo que era obvio y no se cuestionaba, porque era moneda corriente; aunque un par de zapatillas que les dan no es lo mismo que recaudan cuando, después de formarlos, los venden al exterior.

La historia viene de lejos
Así, entre partido y partido, bajo el sol o las estrellas, conocí al Chulo, que hoy pasa los 40. Atravesó una mala experiencia como jugador en la reserva en un equipo de primera. Por eso eligió un equipo gay, donde nadie cuestionaba nuestra forma de correr, de taconear, o de ser.  Cuando tenía cinco años la familia de Chulo perdió las propiedades que tenían, incluido el departamento de Las Heras y Bustamante. Después de la pérdida, su papá se fugó y no lo vieron a ver. La mamá se los llevó a Misiones. Tenía trece años cuando volvió solo y terminó en González Catán. Su primer empleo fue en una mueblería. Por las mañanas sacaba los muebles al costado de la ruta y cuando los autos paraban en el semáforo, él se acercaba y les ofrecía los cachivaches que había lijado y barnizado.  Cansado de la mueblería llegó al estadio de River. Hizo una recorrida. En la sala principal estaba el gimnasio, comida, toallas, y ropa de gimnasia por todas partes. El jugador Enrique lo llamó y le presentó a un par de compañeros; y le ofreció comer lo que quisiera. Enseguida se dio cuenta de que ése era el lugar donde siempre había quería estar. A los dos días empezó a trabajar como canchero: cortando y arreglando el césped de la cancha. River tenía otro campo donde sembraban el pasto, lo cortaban en cuadrados y lo ponían con arena en la cancha principal. Guardaban las herramientas de trabajo en un cuartito. Ahí, a veces entraban Gordillo, el Loco Enríquez y otros jugadores, a tomar agua y descansar. Gordillo le regaló unos botines que no le iba a nadie, porque calzaba 38. Goicochea le dio un buzo y un pantalón. Al poco tiempo Chulo empezó a entrenar en las inferiores. Muchas veces no se iba a la casa porque, si salía a las ocho y tenía que levantarse a las seis, se quedaba sin transporte. Entonces, empezó a dormir en el cuartito de las herramientas. Otras, cuando salía, daba vueltas por el centro hasta que amaneciera. Algunas noches durmió en los bancos de la Plaza San Martín. 

Un día, después de cortar el pasto, y de entrenar a la tarde, se estaba bañando con sus compañeros en el vestuario, hasta que desaparecieron. Chulo se quedó solo. A los pocos segundos apareció el fotógrafo del club, que tendría unos cincuenta años, y empezó a bañarse al lado de él mirándole la pija. Después se la agarró. Chulo le sacó la mano.  - Si querés venir a mi cuarto- le dijo el fotógrafo -mañana te saco fotos con Alonso, Funes, Alzamendi, Gutiérrez, con quien vos quieras…  Bien entrada la noche el fotógrafo pasó y se la chupó. Chulo se hizo el dormido, pero le gustó, tanto como la plata que le dejó al costado del rastrillo, y las fotos que le tomaría al día siguiente con los jugadores que él quería. A partir de esa noche, cuando necesitaba plata, Chulo lo dejaba entrar. 

Jugando de 11 con la reserva de River, en Mendoza, se le hinchó la rodilla. Le dijeron que tenía filtraciones. No se quería operar porque tenía miedo y le hicieron la cama, según me cuenta Chulo en una parrilla de San Telmo apoyado en un mantel de hule mojado. Le ofrecieron irse, pero como él no quería, le pusieron cocaína en el bolso. "Ahí ya cobraba un sueldito, no solo por trabajar como canchero y tener chicos a mi cargo, sino también por jugar al fútbol. Me tocó hacer la colimba, y cuando salí no quise saber más nada con el club. Terminé trabajando de mozo, hice de todo un poco. La cama, creo yo, me la hicieron por otra cosa; porque sabían que a mí me empezaban a gustar los hombres".

Fuente: La12 - Por Facu Soto.