martes, 9 de noviembre de 2010

NIÑ@S QUE CONVIVEN CON LA VIOLENCIA INTRAFAMILIAR


El Gobierno de España anunció esta semana un plan para atender a niños y niñas que conviven con la violencia doméstica. Ha llegado el momento, según el gobierno y la oposición española, de dar un paso al frente y dejar de considerar a los hijos/as de las mujeres maltratadas víctimas colaterales. Es necesario que en Venezuela se haga lo mismo. No se puede perder más tiempo

Los hijos/as son víctimas directas de la violencia doméstica. De ahí que el presidente de España, José Luis Rodríguez Zapatero, se comprometiera este miércoles 27 de octubre, a satisfacer la demanda de ONGs españolas, al anunciar un plan que dará respuesta a las necesidades de la niñez víctima de violencia doméstica.

Estudios realizados en España reflejan que al menos en la mitad de los hogares en los que la madre es maltratada, también lo son los niños/as. De igual modo pueden ser lastimados por la violencia en contra de su madre, a través de objetos voladores, o mientras están en sus brazos.

Peor aún, cuando los niños/as sólo sean testigos de la violencia contra la madre, las consecuencias para su salud y su supervivencia son graves.
Lamentablemente, cuando una mujer está siendo víctima de cualquier tipo de violencia por parte de su esposo o compañero, está tan enfrascada en defenderse que a menudo no puede darse cuenta del daño que también están sufriendo sus hijos/as. A veces permite hasta los maltratos físicos o verbales a éstos por parte del padre o padrastro, porque se siente incapaz de detenerlos ni siquiera en lo que respecta a sí misma.

UNICEF señala que presenciar o escuchar situaciones de violencia, aunque ellos no sean receptores directos, provoca efectos psicológicos negativos en los hijos/as de madres maltratadas, pues padecen violencia psicológica, que es una forma de maltrato infantil.
En la mayoría de los casos, también los niños/as son víctimas de la violencia física. Esto tiene como consecuencia que crezcan pensando que la violencia es una pauta normal en el relacionamiento entre adultos. Estos niños/as, constituyen su personalidad en función de la violencia, interiorizan los roles de maltratador o maltratada, los patrones de conducta violenta.
La violencia doméstica, ocurre durante la etapa de maduración psicológica del niño/a, donde una figura referente como el padre, arremete contra la madre. Los hijos/as de un maltratador crecen en el miedo, son propensos al estrés traumático, depresión y trastornos de personalidad, sin necesidad de que sean objeto directo del maltrato.
En definitiva, la violencia familiar doméstica siempre afecta a los hijos/as, ya sea como testigos o como víctimas directas de las agresiones. Los trastornos psicológicos que presentan estos niños/as son similares a los presentados por sus madres. Esto afecta las emociones, valores, pensamientos, rendimiento escolar y su adaptación social.
No sólo golpes
Destruir la autoestima de una persona sistemáticamente mediante críticas, desprecios, abandono o insultos, también son formas de violencia. No cabe duda de que a veces los golpes al espíritu son mucho más dañinos que los golpes al cuerpo y dejan heridas más profundas.

Constituye violencia no sólo el darles fuertes golpes a los niños/as, sino también gritarles, menospreciarlos, castigarlos excesivamente o negarles la atención, aceptación, y el amor que son tan imprescindibles para su desarrollo emocional y social.

También es un acto de violencia en el caso de los padres divorciados, el hablar mal del ex-cónyuge delante de los hijos/as o utilizarlos para hacerle daño al otro.

Las víctimas infantiles o/y adolescentes de este tipo de violencia por lo general continúan sufriendo calladamente. Una persona golpeada en su cuerpo puede mostrar las heridas y recibir ayuda. Sin embargo, la que es golpeada sistemáticamente en su psiquis, en su espíritu, no tiene heridas físicas que mostrar al mundo para poder pedir ayuda. Como este tipo de abuso o violencia doméstica ocurre mayormente en la privacidad del hogar, generalmente pasa desapercibido, a veces durante muchos años.

Las situaciones de violencia familiar en las que los/as niños son testigos, pueden dar lugar a situaciones traumáticas crónicas, más aún cuando éstas ocasionan lesiones graves y homicidios en su presencia.

Tras la experiencia traumática se produce pérdida del sentimiento de invulnerabilidad, sentimiento bajo el cual funcionan la mayoría de los individuos y que constituye un componente de vital importancia para evitar que las personas se consuman y paralicen con el miedo a su propia vulnerabilidad.;

En el caso de los niños/as que no solo son testigos del maltrato hacia su madre sino que, a la vez, también son víctimas de esa violencia, la pérdida es todavía, si cabe, mucho más desequilibrante, pues afecta a un componente absolutamente necesario para el adecuado desarrollo de la personalidad del menor: el sentimiento de seguridad y de confianza en el mundo y en las personas que lo rodean.

Este hecho reviste especial severidad cuando el agresor es su propio padre, figura central y de referencia para el niño/a, y la violencia ocurre dentro de su propio hogar, lugar de refugio y protección; ya que se produce la destrucción de las bases de su seguridad, quedando el/la niño a merced de sentimientos como la indefensión, el miedo o la preocupación ante la posibilidad de que la experiencia traumática pueda repetirse, todo lo cual se asocia a una ansiedad que puede llegar a ser paralizante. Tristemente, en el caso de la violencia familiar, la experiencia temida se repite de forma intermitente a lo largo de muchos años, constituyendo una amenaza continua y muchas veces percibida como incontrolable.

La investigación realizada en el Registro Acumulativo de Casos Psiquiátricos (Pedreira) detectó que en casi el 60% de los casos de niños/as estaba presente la violencia familiar, directa o como testigos, En todos los casos aparecía el diagnóstico de Trastorno de Estrés Postraumático.

Margolin y Gordis describen 4 conductas típicas de Síndrome de Estrés Postraumático en Niños: recuerdos repetidos de las situaciones a través de la visualización, conductas y juegos repetitivos relacionados con acontecimientos estresantes, actitudes pesimistas relacionadas con indefensión y futuro ante la vida, activación excesiva con hiperactividad y problemas de atención; estas conductas se hacen disfuncionales cuando se cronifican
Transmisión generacional

Una investigación de la Academia de la Ciencia de los Estados Unidos, afirma que “la tercera parte de los niños/as que sufrieron abusos o se vieron expuestos a la violencia paterna, se convierten en adultos violentos”.

Los varones que crecen en hogares violentos aprenden e interiorizan una serie de creencias y valores negativos entre los que se encuentran los estereotipos de género, desigualdades entre hombre/mujer, las relaciones con los demás, así como sobre la legitimidad del uso de la violencia como medio de resolver conflictos, que sientan las bases de comportamientos maltratantes futuros en las relaciones de pareja.

La mayoría de los autores, sostienen que la tendencia observada es que las niñas se identifiquen con el rol materno, adoptando conductas de sumisión, pasividad y obediencia. Y los niños con el rol paterno, adoptando posiciones de poder y privilegio

El estudio realizado en Colombia por Salas Bahamón acerca de los mecanismos de reproducción de la violencia en 2.295 mujeres, arrojó entre otros, como resultado, que la proporción de mujeres que no rompen el ciclo de violencia, es decir que no se divorcian o permanecen con sus compañeros violentos, es mayor cuando experimentaron altos niveles de violencia entre sus padres durante su infancia (63.3%

La violencia doméstica se produce en todas las clases sociales, sin distinción de factores sociales, raciales, económicos, educativos o religiosos, ningún hogar está exento de convivir con ésta.

Al fin y al cabo lo expuesto, no es más que una de las expresiones del poder patriarcal y de la socialización diferente entre los géneros (hombre, mujer) que éste impone, que actúa en el origen y mantenimiento de la violencia contra las mujeres, y que se trasmite a través de la sociedad y por consiguiente en la familia.

Fuente: Palabra de Mujer - asoc. POR TI MUJER

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