sábado, 30 de mayo de 2020

MUJERES CON DISCAPACIDAD Y VIOLENCIA DE GÉNERO


Título original : Mujeres con discapacidad, las más vulnerables a la violencia de género
Ya se conoce como “la pandemia silenciosa” o “la otra pandemia”. El aumento de casos de violencia machista se ha disparado, a nivel global, durante el confinamiento. La situación es aún más sangrante cuando se trata de mujeres o menores discapacitadas, que tienen más difícil la autodefensa y el acceso a recursos de ayuda y denuncia.


La crisis del Covid-19 se ha cebado con la población más vulnerable desde muchas perspectivas, y una de ellas ha sido la violencia de género. Mujeres atrapadas en casa con su agresor durante más de dos meses; una pesadilla que, aunque en España se ha combatido con mucha experiencia y recursos, nos recuerda que aún estamos lejos de acabar con esta lacra social. El número de llamadas al 016 ha aumentado un 60% desde que se decretó el estado de alarma, una realidad que coincide con la de otros países como Brasil, donde las agresiones han aumentado un 18% o, en Reino Unido, donde los asesinatos se han duplicado durante la pandemia.

Si, además, se trata de mujeres que sufren algún tipo de discapacidad, la situación se agrava. "El aislamiento complica, todavía más, las posibilidades de estas mujeres de pedir apoyo y asesoramiento sin correr peligro”, señala la criminóloga y jurista Ana Almécija, que ha participado en un encuentro on line organizado por la Fundación CERMI Mujeres (Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad). Además, ha enumerado algunos de los factores que hacen que las mujeres con discapacidad tengan mayor riesgo de sufrir violencia: como tener más dificultades de autodefensa o afrontar trabas añadidas para acceder a recursos de ayuda y denuncia, entre otros. "Por ello, animo a que cada vez más personas conozcamos los recursos disponibles, aunque no seamos víctimas de violencia, y que sepamos las diferentes herramientas existentes para cada tipo de discapacidad, con el objetivo de poder ayudarlas”.

Por otro lado, Laura Seara, asesora legal de la Fundación, explica algunas de las formas más habituales de violencia psicológica que se producen contra mujeres con discapacidad: “son obligadas a abandonar tratamientos médicos, desposeídas de su capacidad de elegir sus alimentos, de manejar sus finanzas y hasta de usar su propio teléfono móvil, con el objetivo de que estén incomunicadas, se sientan más dependientes y no puedan pedir ayuda".

Servicios silenciosos
Ante la dificultad y el peligro para las mujeres de usar los recursos habituales para denunciar, desde el inicio del confinamiento se pusieron en marcha los denominados “servicios silenciosos”, habilitados para quienes no pueden acudir presencialmente a denunciar. Se trata de nuevos modos de comunicación tanto con las autoridades como con los servicios de asistencia social y/o con las propias asociaciones, a través de Whatsapp, Skype, Zoom, Facebook, entre otros. Para mujeres con discapacidad, la Fundación creo Sajsosex, un servicio en línea de información, asesoramiento, orientación, jurídica, social y de salud sexual y reproductiva.

Ingreso Mínimo Vital
Por otro lado, CERMI Mujeres ha reclamado al Gobierno que la regulación legal del ingreso mínimo vital no olvide a las mujeres con discapacidad, “que forman parte del núcleo duro de la exclusión socioeconómica en nuestro país”. Además, demandan que este “se vincule con la persona en situación de pobreza o exclusión social, a título individual, cuando se trate de una persona con discapacidad, y no con el hogar o con la unidad de convivencia en la que se integre, para que esta prestación promueva verdaderamente la autonomía económica y la inclusión efectiva de la propia persona”.

Las mujeres, las más perjudicadas por la pandemia
En un contexto global, la crisis del Covid-19 ha afectado de un modo desigual a mujeres y a hombres, siendo las primeras las mayores perjudicadas, ya que son las más implicadas en sectores esenciales con atención directa a personas afectadas por esta enfermedad. Además, las mujeres han realizado sus tareas sin una organización del trabajo ni una protección adecuadas para controlar los contagios, en condiciones de precariedad. Estos son los argumentos que CCOO Cataluña ha defendido en el manifiesto “Sin desigualdades y con salud”, presentado hoy con motivo del Día Internacional de Acción para la Salud de las Mujeres.

Fuente: La Razón.es Por Marta de Andrés

jueves, 28 de mayo de 2020

5 REFLEXIONES FEMINISTAS SOBRE LOS PELIGROS DEL AMOR ROMÁNTICO

Título original: Cuidado, el amor romántico mata: 5 reflexiones feministas sobre sus peligros



Durante años, hemos aprendido del concepto de un amor romántico e idealizado, que implica exclusividad y sacrificio en el querer. Sin embargo, estas nociones han dañado profundamente las relaciones y acarrean consecuencias nefastas, especialmente, para la vida de las mujeres.
Como cada año, con la llegada del Día del Amor, una serie de voces comienzan a cuestionarse la validez de la celebración, su origen foráneo y las supuestas motivaciones del mercado para incentivar su festejo. Sin embargo, lejos de ese debate algo infértil, parece más necesario que nunca preguntarse por las consecuencias que tiene en nuestras vidas la idea de amor que nos han inculcado.

Las feministas han pensado en estos asuntos desde hace años, denunciando que el amor romántico, ese concepto que encierra una serie de mitos sobre querer que implican la existencia de “la media naranja” o alma gemela, la exclusividad y los celos; ha perjudicado y limitado a las mujeres a lo largo de la historia.

Pero no sólo eso: la violencia de género se ha justificado y reposado también en la existencia de este tipo de amor, que invita a las mujeres a convivir con abusos, maltrato y explotación en medio del ideal -casi religioso- que invita a “soportarlo todo”.

Aunque generalmente se piensa que este tipo de ideas arraigadas en el imaginario colectivo no son nocivas, al interior de una relación pueden convertirse en un ingrediente primordial para el ejercicio del control, la manipulación y las agresiones, que muchas veces terminan con mujeres violentadas o muertas. Por ello, su cuestionamiento es una de las principales herramientas feministas para combatir la sumisión y la estructura social de desigualdad que descansa tradicionalmente en la experiencia de querer, proporcionando una importante arma para la lucha cotidiana: el amor propio.

A continuación, algunas de las reflexiones de mujeres feministas que han evidenciado y cuestionado los pilares del “amor romántico” y sus nefastas consecuencias en nuestras vidas. Ideas que invitan hoy a mujeres de Chile y de todo el mundo al debate y aprendizaje sobre nuevas formas de querer a un otro u otra.

1. Marcela Lagarde: Han puesto el amor como “el centro de aspiraciones en la vida de las mujeres”

La antropóloga e investigadora feminista y mexicana señaló que “el amor romántico le hace daño a las mujeres” y que se nos ha impuesto culturalmente que uno de nuestros principales desafíos en la vida es amar.

“Las mujeres, además de todo lo que hacemos y como parte de todo lo que hacemos, amamos o tratamos de amar y, además, -con muchas ganas- tratamos de ser amadas y a veces no nos explicamos porqué esa diferencia entre la manera en que amamos y la manera en que somos amadas: no es idéntica ni es recíproca, es enormemente desigual y diferente”, señaló.

Marcela Lagarde aseguró que “en esa cultura es en la que somos construidas como seres del amor y, esa construcción es muy particular -sobretodo en las sociedades occidentales- que son las que colocan este tipo de amor -conyugal- como el centro de aspiraciones en la vida de las mujeres: crecer, hacer cosas, trabajar, estudiar y muchas cosas que tenemos por delante las mujeres, tienen sentido secundario o paralelo a encontrar el amor. El amor idealizado y fantaseado y construido con una enorme cantidad de mitos, de leyendas, de ideologías que permean nuestra conciencia y permean y educan nuestros afectos”.




2. Coral Herrera: “Por amor competimos con otras mujeres y nos enemistamos para siempre”

La escritora e investigadora española Coral Herrera escribe continuamente artículos sobre amor y feminismo, asegurando que “lo romántico es también político”. En su blog, Herrera ha realizado diversas exploraciones y acercamientos al impacto de la experiencia amorosa en la vida de las mujeres.

Su opinión al respecto se resume en la siguiente cita: “Por amor” aguantamos insultos, violencia, desprecio. Somos capaces de humillarnos “por amor”, y a la vez de presumir de nuestra intensa capacidad de amar. “Por amor” nos sacrificamos, nos dejamos anular, perdemos nuestra libertad, perdemos nuestras redes sociales y afectivas. “Por amor” abandonamos nuestros sueños y metas, “por amor” competimos con otras mujeres y nos enemistamos para siempre, “por amor” lo dejamos todo… Por eso este “amor” no es amor. Es dependencia, es necesidad, es miedo a la soledad, es masoquismo, es fantasía mitificada, pero no es amor”.

3. Simone de Beauvoir: “El amor auténtico debería basarse en el reconocimiento recíproco de dos libertades”

Es una de las voces más citadas a la hora de deconstruir las relaciones de amor romántico y las formas impuestas del querer. En su elogiada obra “El Segundo sexo”, la escritora, profesora y filósofa feminista reflexiona largamente sobre el tema y da señales que se mantienen totalmente vigentes.

“El día que una mujer pueda no amar con su debilidad sino con su fuerza, no escapar de sí misma sino encontrarse, no humillarse sino afirmarse, ese día el amor será para ella, como para el hombre, fuente de vida y no un peligro mortal“, enfatizó la filósofa en uno de sus pasajes.

A modo de propuesta, De Beauvoir señala que “el amor auténtico debería basarse en el reconocimiento recíproco de dos libertades, cada uno de los amantes se viviría como sí mismo y como otro; ninguno renunciaría a su transcendencia, ninguno se mutilaría, ambos desvelarían juntos unos valores y unos fines”.


4. Kate Millet: “El amor ha sido el opio de las mujeres”

La escultora y escritora feminista publicó un libro llamado “La política del sexo”, su tesis doctoral, que implicó especial polémica. En una entrevista con El País, Millet resumió su relación con el amor y cómo lo hemos experimentado las mujeres a lo largo de la historia.

“El amor ha sido el opio de las mujeres, como la religión el de las masas. Mientras nosotras amábamos, los hombres gobernaban. Tal vez no se trate de que el amor en sí sea malo, sino de la manera en que se empleó para engatusar a la mujer y hacerla dependiente, en todos los sentidos. Entre seres libres es otra cosa”, explicó.

5. Toni Morrison: “Tú piensas que si él no te ama, entonces no vales nada”

La escritora, primera mujer negra en recibir un Premio Nobel y ganadora del Pulitzer ha reflexionado largamente sobre el tema, señalando que, a las mujeres, “junto a la idea del amor romántico se nos inculcó el de belleza física. Quizá el más destructivo en la historia de la humanidad”.

Toni Morrison escribió que “tú piensas que si él no te ama entonces tú no vales nada. Piensas que si él ya no te quiere él tiene razón, crees que su opinión sobre ti debe ser correcta. Piensas que si él te desecha es porque eres basura. Tú piensas que él te pertenece a ti porque tú sientes que le perteneces a él. No. “Pertenecer” es una mala palabra, especialmente cuando la usas con alguien que amas. El amor no debería ser así”.

Fuente: El desconcierto.Cl - Fotografía A_UNO

lunes, 25 de mayo de 2020

PORNOGRAFÍA: PEDAGOGÍA DE LA VIOLENCIA SEXUAL Y COSIFICACIÓN DE LAS MUJERES




Date la vuelta o te violo, que estoy muy cachondo”. Los ojos de Lucía Burgos, madrileña de 23 años, se abrieron de par en par al escuchar esta frase. Al chico, de su misma edad, con el que estaba a punto de mantener relaciones sexuales le pareció muy erótico utilizar la violación como una fantasía sexual. Pero no es el único: el vídeo porno más visto de la web -con 225 millones de visitas- recrea una violación a una joven por cuatro hombres que la secuestran y la fuerzan mientras ella grita y llora1. De hecho, el vicepresidente de una de las tres páginas de porno más visitadas en el mundo aseguraba que el número de búsquedas en España de la violación de La Manada era “preocupante”2.

Lucía ha tenido varias experiencias, igual que muchas mujeres, a causa del porno: “Otra vez, volvía con un amigo de fiesta, nos acostamos y fue muy incómodo. No hubo comunicación, me sobaba sin más, sólo gruñía. Sin tocarme, sin besarme, empezamos a hacerlo. Le dije de parar pero no sé por qué seguí. Después me sentí muy sucia y me cuestioné a mí misma. Me dio mucho asco”, recalca.

La educación sexual de las nuevas generaciones ha quedado en manos de la pornografía. Según algunos estudios los niños y niñas comienzan a ver porno a los 8 años3– y si no tienen control parental pueden acceder a páginas web gratis con suma facilidad.

1. La educación sexual en función del género

Mientras que para los hombres masturbarse es algo totalmente normal y se habla con naturalidad, la masturbación femenina es un tema tabú. Todo esto se debe a que recibimos una educación sexual diferente según nuestro género. El rasgo más evidente es que vivimos en una sociedad falocentrista: la virginidad se rompe únicamente con la penetración, todo lo previo a la penetración se denomina “preliminares” y la relación sexual se da por concluida cuando el hombre eyacula…

En su ausencia, una pornografía cada vez más violenta y basada en la dominación alimenta y se retroalimenta de la masculinidad hegemónica. Tal y como explica Mónica Alario, una estudiosa de la pornografía desde la perspectiva feminista, en su artículo ‘La Manada y el porno’: “La masculinidad hegemónica no es una cosa que se posea de manera estable, sino una cosa que se demuestra. Y se demuestra al grupo de iguales: uno solo es suficientemente hombre si los demás del grupo le reconocen como uno más. Los varones que responden a esta masculinidad hegemónica deben demostrar ante su grupo de iguales (aquellos que también responden a esta masculinidad) que están por encima de las mujeres. Del reconocimiento entre los miembros de este grupo nace lo que se ha conceptualizado como “fratría” (Amorós, 2005). Esta fratría se refuerza en las prácticas que permiten a los varones desarrollar una complicidad con respecto a su capacidad de dominar a las mujeres”4.

Las Towanda Rebels, en su libro #HolaGuerrera [Aguilar, 2018], abordan en uno de sus capítulos, denominado #PoderClitoriano, la visión de las mujeres y de los hombres respecto al sexo. Teresa Lozano y Zúa Méndez reflexionan acerca de los estereotipos que se asocian a cada género en el ámbito sexual: “Que para nosotras es más difícil llegar al orgasmo, que tendemos a unir sexo y emoción o sexo y amor, que nos masturbamos menos que los hombres porque no tenemos tanta necesidad…”. “La pureza de un hombre no tiene nada que ver con la actividad de su entrepierna; la nuestra, sí. Perdemos valor una vez el hombre ha introducido su miembro en nuestro cuerpo”, expresan las autoras.

Las activistas también ponen sobre la mesa el enigma del clítoris, el órgano sexual femenino que cuenta con 8.000 terminaciones nerviosas (el doble que el pene), que ha sido un gran desconocido para muchas mujeres. De hecho, el 10% de las mujeres nunca ha experimentado un orgasmo y una de cada tres tiene dificultades para lograrlo, según un estudio de EEUU5.

La educación sexual que recibe la mujer la sitúa más como un objeto de placer que como un sujeto. “Que el hombre sintiera placer era lo único que me preocupaba hasta hace más o menos un año, cuando me di cuenta de la situación y he estado trabajando por cambiarlo. Aún no he podido ponerlo en práctica, pero espero hacerlo pronto y que mi placer también sea prioridad para mí”, señala Cristina González, activista de una organización madrileña que lucha contra la trata y la prostitución.

La experiencia de Lucía es similar: “Tengo una relación muy distinta entre el sexo con hombres y con mujeres. En ambos casos busco el placer de la otra persona, pero con los hombres me siento más evaluada. Me preocupo de si sienten o no placer y me olvido de que yo también tengo que sentirlo, hago cosas que no me seducen demasiado, y siento la obligación de practicar sexo oral porque se espera eso de mí”, incide.

No se trata de casos aislados: hasta el año 1952 los médicos diagnosticaban a las mujeres una “enfermedad” que denominaban “histeria femenina”6, cuyo tratamiento eran “masajes pélvicos” por parte del doctor, hasta conducir a la mujer al orgasmo, que denominaban “paroxismo histérico”. El objetivo, que la “paciente” retomara su rutina con menos estrés.

2. “La pornografía es la teoría; la prostitución, la práctica”

Maduritas, negras, asiáticas, coreanas, culos grandes, doble penetración, fantasías de padrastro, MILF, gordas, interracial, jovencitas/viejos… la oferta es ilimitada. Los jóvenes tienen a su disposición una lista infinita de categorías sobre porno. Pero algo sí tienen en común: están creadas para la mirada del hombre. Mientras a ellos en muchas ocasiones ni se les verá la cara y no importa la edad que tengan; ellas son siempre muy jóvenes, con una belleza normativa y extravagante, completamente depiladas, y su papel se representa desde el lado de la sumisión, la humillación y la violencia. Todo, en primer plano. Y es que el porno no sólo es misógino, como señala Ana de Miguel7, también es racista y clasista.

A pesar del discurso de ‘trabajadoras sexuales libres’ y de que las actrices porno disfrutan de su trabajo, muchas de las mujeres que trabajan o han trabajado en la pornografía han revelado situaciones de abuso, violencia e incluso violaciones.

“La pornografía hegemónica parte del siguiente esquema: el hombre es el sujeto que tiene un deseo sexual y la mujer es el objeto que él va a utilizar para satisfacer su deseo. Da igual cuál sea el deseo de él: en la pornografía hegemónica lo va a satisfacer. Y da igual lo que ella quiera, sienta o desee. La pornografía hegemónica presenta como excitante para los varones la satisfacción de su deseo sexual independientemente de lo que sientan o quieran las mujeres. En esta pornografía se parte de una desigualdad entre hombres y mujeres que no cierra la puerta a la violencia sexual”, escribía Mónica Alario. En su artículo, citaba los siguientes mensajes de la pornografía hegemónica:

“Producirles dolor físico a las mujeres durante las relaciones sexuales siempre es sexualmente excitante”: “Se puede observar en la enorme cantidad de prácticas que aparecen en esta pornografía que causan dolor físico a las mujeres y que siempre se muestran como una parte más, excitante, de las relaciones sexuales”.

Gangbangs: “el esquema de la manada en la pornografía: gangbang podría significar “sexo en grupo”. Algunos traductores, sin embargo, traducen esta expresión directamente como “violación múltiple” o “violación colectiva”. Gangbang es una categoría dentro de la pornografía hegemónica en que se encuentran vídeos en los cuales, con diversos niveles de violencia, un grupo de varones”.

Bukkakes: un tipo de gangbang: “Esta práctica tiene muchos aspectos en común con los gangbangs. En los bukkakes también hay un gran refuerzo de la fratría y los varones celebran su complicidad con respecto a su capacidad de dominar a las mujeres, en estos casos, produciéndoles asco”.

“Mantener relaciones sexuales con (violar a) una mujer que está dormida, borracha, drogada, inconsciente o en estado de shock, es sexualmente excitante”: “la carencia de empatía, la confirmación ante el grupo de iguales de una masculinidad basada en la capacidad de dominar a las mujeres, la centralidad del deseo sexual masculino… ¿cómo pueden ellos obtener placer sexual en una situación en la que ella ni siquiera muestra estar plenamente consciente?”.

“Aunque parezca que las mujeres no quieren mantener relaciones sexuales contigo, en el fondo lo están deseando”: “Este mensaje se encuentra en la enorme proporción de vídeos que muestran situaciones en que ellas, al principio, claramente no desean mantener relaciones sexuales, en que acaban realizando esas prácticas por algún tipo de presión, coacción o chantaje, y en que, más adelante, según avanzan las prácticas sexuales, ellas comienzan a participar activamente y a expresar que están sintiendo mucho placer. Así, la violencia sexual de estas situaciones en que ellas son presionadas, coaccionadas o chantajeadas queda oculta tras el hecho de que ellas, finalmente, parecen disfrutar. La moraleja es clara: al final disfrutan y, por tanto, lo de mostrar que no querían era un engaño, en realidad lo estaban deseando. Este discurso convierte cualquier “no” de una mujer en un “puede que sí” y esto, claramente, colabora en la reproducción de la violencia sexual”.

“Violar es sexualmente excitante”: “La pornografía hegemónica erotiza la violencia sexual y las violaciones, y erotiza el dolor, el sufrimiento, el miedo, el bloqueo y la angustia de las mujeres”.

La humillación por la humillación: “En algunos casos, la pornografía se revela como un catálogo de prácticas cuya función principal ya no es producir placer sexual a los varones, sino humillar a las mujeres. Hay vídeos en los que las penetran mientras meten sus cabezas en retretes, en bañeras y se las mantienen sumergidas haciendo fuerza con sus manos durante el tiempo suficiente como para que ellas empiecen a moverse de manera descontrolada”.
El 88% de las películas porno contienen violencia física contra la mujer8. Mujeres siendo penetradas por varios agujeros, por más de uno y de dos penes, introduciéndoles cualquier tipo de objeto, siendo golpeadas, atadas, agredidas. O uno de los vídeos más demandados, las felaciones mientras la actriz llora y se atraganta hasta incluso vomitar. Después, estas prácticas, estas “enseñanzas”, se ponen en práctica en las relaciones personales y los hombres repiten lo que ven en la pornografía en la prostitución. Como señala la catedrática feminista Rosa Cobo: el porno es la teoría; la prostitución, la práctica.

La ex actriz porno Mia Khalifa, libanesa de 26 años, trabajó un año en la industria, a la cual accedió debido a su baja autoestima, según declara en una entrevista para la BBC. Este año, Khalifa ha denunciado públicamente que fue manipulada para entrar en la pornografía y que no tenía las herramientas para identificar esa coacción 9. La joven asegura que, a pesar de que no se le obligó en ningún momento a mantener relaciones sexuales, se sentía intimidada y asustada, así que no puso objeciones a lo que le pedían.

Varias situaciones similares se relatan en el documental ‘Hot Girls Wanted’10. Las jóvenes se introducen en el mundo del porno ilusionadas ante unas expectativas que les ha vendido el discurso neoliberal: sexo libre, dinero rápido, reconocimiento profesional… Pero más adelante se dan de bruces con la realidad. El dinero no es tan “fácil” ni tan rápido, prácticamente todo se va en ropa, maquillaje, operaciones que, aunque no estén impuestas, favorecen a su imagen y amplían sus posibilidades de oferta laboral… Ello sumado a la angustia de sus familiares y parejas, a que se sienten cohibidas en algunas escenas y no se atreven a confesarlo, o a que se las cosifica y se auto-cosifican. En el documental, una de las actrices revela que acude a un casting, en el que presuntamente tenía una escena de una felación. En el plató le dicen que va a ser una “felación forzada” y ella se aterroriza: “Entendí que así se sentían las víctimas de una violación”, relata la joven. Es una deshumanización constante a la mujer.

3. El estigma de todas las mujeres

Esa deshumanización reiterada no sólo la sufren las mujeres dentro de la pornografía, también cargan con ese estigma aquellas que se encuentran dentro del sistema prostituyente y, por ende, todas las mujeres.

Esa imagen neoliberal del empoderamiento sexual femenino a través de la pornografía y la prostitución, donde la imagen que se vende es la de la liberación sexual, la del control sobre los hombres, la del goce del placer a cambio de dinero. Un estigma que cargan todas las mujeres invisibilizadas, ya que la sociedad no se cuestiona la situación de cada mujer, sus circunstancias, las razones que la empujaron a formar parte de estas dos industrias que, a fin de cuentas, van de la mano. Son dos grandes negocios para el Estado, que ve aumentado su PIB de forma desmesurada 11.

La solución que plantea el discurso neoliberal es el de legalizar la prostitución y legitimar la industria pornográfica para eliminar así el estigma que cargan las mujeres. Una vez más, el foco se centra en las mujeres y no en los demandantes de prostitución, denominados puteros, o en los actores porno, que no cargan con ese estigma. La pornografía, al igual que la prostitución, es una cuestión de género: la página web ‘Pornhub’ señaló que por cada tres hombres que ven porno, sólo hay una mujer que lo consume 12.

4. La cultura de la violación

La actriz porno Amarna Miller defiende que el porno no tiene porqué servir de educación sexual, igual que las películas de ‘Fast&Furious’ no son un mecanismo para aprender a conducir13. Pero la realidad es que lo que aprenden los jóvenes en la pornografía después lo ponen en práctica en el sexo, cuando lo mantienen en sus relaciones personales o cuando acuden a la prostitución14.

Así, según varias expertas feministas como las Towanda Rebels, Beatriz Gimeno o Leticia Dolera, se crea y se fomenta la cultura de la violación. Los vídeos de violaciones múltiples son de los más visionados y buscados de estas páginas. A su vez, en España han sido denunciadas 155 agresiones sexuales múltiples desde el año 201615. El vídeo de la violación de La Manada fue uno de los más buscados y el vídeo porno más visto en España tiene como título “Chico caliente se folla a su madrastra”, y cuenta con 141.292.321 visualizaciones a día de hoy.

Según Dale una vuelta16, un proyecto de sensibilización contra el consumo perjudicial de pornografía, una de cada cinco búsquedas en internet desde el móvil es sobre porno, cada usuario ve una media de 348 vídeos al año y se registran 68 millones de búsquedas diarias. El negocio mueve, según sus fuentes, 13 billones de dólares al año en beneficios, 230 millones en apps porno que se descargan cada año y 800 millones de webs porno en el mundo, tres de cada cinco alojadas en Estados Unidos.




Un estudio de la Red Jóvenes e Inclusión y Red Jóvenes e Inclusión Social y Universitat de Illes Baleares concluyó que “la primera vez que los jóvenes encuentran pornografía es a los 8 años debido a la familiaridad con la tecnología móvil”. Según sus datos, publicados en Europa Press Data17, uno de cada cuatro varones comenzó a consumir pornografía antes de los 13 años y la edad media en el inicio del consumo es a los 14 años, mientras que la edad media entre las mujeres es de 16 años. El consumo de pornografía antes de los 16 años, la edad mínima de consentimiento sexual, es del 75,8% de los hombres y del 35,5% de las mujeres.


En el año 2018, la web ‘Pornhub’ situó a España entre los 20 países más consumidores de su web y, dos años antes, se situaba en el puesto 13, contando con que cada español consumidor de porno pasa 8 minutos y 4 segundos frente a la pantalla del cine pornográfico. Ese mismo año, la búsqueda más frecuentada por los españoles fue “Maduritas”, seguida de “Adolescentes”. En 2016 estas estadísticas colocan a España en el puesto número 13, en un ranking encabezado por Estados Unidos, con gran diferencia con el segundo gran consumidor: el Reino Unido.



Tal y como alertó Mónica Alario, “ Si se visualizaran, de manera lineal, todas las horas de pornografía que se vieron en esta página en el año 2015, se estaría viendo pornografía durante 502.283 años; si se hiciera lo mismo con la pornografía vista en 2016, se estarían 525.114 años viendo pornografía. Con los vídeos subidos a esta página en el año 2017 se puede estar viendo pornografía de continuo durante 68 años”. En su artículo ‘La Manada y el porno’, Alario concluía lo siguiente sobre la cultura de la violación: “La cultura de la violación se alimenta, en parte, no llamando violencia sexual a lo que es violencia sexual. Se apoya en la idea de que la violencia sexual es únicamente lo que ocurre bien entrada la noche o incluso, en la madrugada, cuando un desconocido persigue a una mujer por un callejón oscuro o un descampado y la alcanza. Además, cuando la alcanza, ella se resiste, forcejea, grita y lucha, poniendo en juego su propia vida. Pero, si bien esto es claramente violencia sexual, la violencia sexual se da de muchas otras maneras. El hecho de que la idea de que este tipo de violación es la única violencia sexual se haya instalado en nuestra sociedad invisibiliza muchos otros tipos de violencia sexual”.

5. Un porno, ¿feminista?

¿Es posible la existencia de un porno feminista? Gayle Rubin, antropóloga estadounidense, afirmaba que “existe un sistema jerárquico independiente del patriarcado que ordena las orientaciones y las identidades, recompensando unas y castigando otras”18.

A modo de conclusión, estamos ante un modelo de la pornografía hegemónica, que deja de lado un espacio en el que el deseo de la mujer cobre el mismo protagonismo que el del hombre, que elimine la cosificación y la auto-cosificación del cuerpo de la mujer como meros agujeros que deben ser penetrados, imposibilitando generar una mayor autonomía de la sexualidad femenina.

A este respecto, Mónica Alario añadía que “dado que la presentación de las mujeres como objetos sexuales está tan presente en tantas manifestaciones de nuestra cultura, también se integra en la construcción del deseo sexual masculino hegemónico. Esto es muy relevante en la violencia sexual: para que un varón pueda ejercer violencia sexual contra una mujer tiene que poder cosificarla y sexualizarla, es decir, considerar que sus emociones, sus deseos, su placer, su autonomía… no son relevantes, y que su cuerpo, aquello a lo que la reduce, es sexualmente excitante. Si considerara que sus emociones y sus deseos son relevantes, no podría ejercer violencia sexual contra ella”.

El feminismo continúa abriendo los ojos de la sociedad. El porno se empieza a ver como una industria misógina. “Tengo sentimientos encontrados cuando veo ese tipo de vídeos, porque me excita ver ciertas escenas, pero a la vez pienso que no son respetuosas”, señala Lucía. Lo mismo le sucedió a Cristina, que dejó de consumir porno hace ocho años.

Víctor también está en un proceso de deconstrucción: “Desde que me voy metiendo en el mundo del feminismo, desde hace más o menos año y medio, he dejado de consumir porno. Me cuestiono y me planteo muchas cosas, y una de ellas es que el porno es machista y es muy evidente. La comunicación dentro del sexo es fundamental”.

¿Cuáles son las soluciones que el feminismo plantea? Principalmente, una concienciación feminista de que estamos ante una sociedad machista enfocada en el falocentrismo, concienciarse sobre la educación sexual, formación de género para entender el significado de la pornografía y las consecuencias que conllevan su visionado, o cuestionarse el modelo sexual que está implantado, que segrega en función del género y clasifica a las mujeres según sus relaciones sexuales. La pornografía se ha convertido en un tema político y está en manos del feminismo.

6. Referencias
1 https://www.lasexta.com/programas/equipo-investigacion/noticias/el-video-porno-mas-visto-de-internet-recrea-una-brutal-violacion-en-grupo-video_201905175cdee7c30cf235bc412cb3d9.html
2 https://www.elespanol.com/reportajes/20180504/grandes-porno-advierte-cientos-espanoles-buscan-manada/304719560_0.html
3 https://www.lavanguardia.com/vida/20190610/462769543338/acceso-pornografia-adelanta-8-anos.html
4 https://geoviolenciasexual.com/manada-en-el-porno/
5 https://www.agenciasinc.es/Reportajes/El-orgasmo-femenino-reclama-su-lugar
6 #HolaGuerrera. Towanda Rebels, 2018. Aguilar
7 Neoliberalismo sexual: el mito de la libre elección. Ana de Miguel, 2015. Feminismos
8 https://traductorasparaaboliciondelaprostitucion.weebly.com/blog/las-ensenanzas-del-porno-las-mujeres-son-objetos-de-consumo-abuso-y-desecho
9 https://www.marca.com/tiramillas/cine-tv/2019/11/14/5dcd03ec46163fc0378b4591.html
10 https://www.youtube.com/watch?v=JzfDPfcUBKE
11 https://elpais.com/economia/2014/06/12/actualidad/1402564871_895351.html
12 Datos de la página web Pornhub. 2016
13 https://elpais.com/elpais/2017/11/17/tentaciones/1510913581_896808.html
14 https://www.heraldo.es/noticias/sociedad/2017/08/04/el-consumo-temprano-porno-aumenta-probabilidad-misoginia-1190193-310.html
15 https://geoviolenciasexual.com/
16 https://www.daleunavuelta.org/
17 https://www.epdata.es/datos/consumo-pornografia-jovenes-datos-graficos/385
18 Reflexionando sobre el sexo: notas para una teoría radical de la sexualidad. https://museo-etnografico.com/pdf/puntodefuga/150121gaylerubin.pdf

Fuente: GeoviolenciaSexual.com - Por Sandra Rodriguez Ramos

domingo, 24 de mayo de 2020

LAS TAREAS DE CUIDADO TIENEN QUE DESPRIVATIZARSE, UNIVERSALIZARSE Y DIGNIFICARSE

Título original: Los cuidados, un vector de desarrollo social y democrático





La división sexual del trabajo es, seguramente, la principal causa de la desigualdad de las mujeres y a combatirla lleva el feminismo dedicado mucho tiempo. 
La división sexual del trabajo es tan profunda que es un pilar de toda cultura, construye el mundo y construye subjetividades. Es lo que hace que las mujeres nos dediquemos a cuidar de manera supuestamente desinteresada, que nos construyamos como seres para otros y que la idea de cuidarnos y querernos a nosotras mismas parezca egoísta. Esa división sexual del trabajo supone que las mujeres pongan el cuidado de otras personas por delante de todo, por supuesto, de su propio bienestar. Decía Rousseau que el altruismo femenino es un pilar socialmente necesario, así pues, según el filósofo, es obligatorio.

Desde otros puntos de vista más amables se nos ha dicho que ese trabajo de cuidados es muy importante y valioso, que somos el ángel del hogar... Y todo ello es verdad: ese trabajo es socialmente necesario y es por ello valioso. Pero nada de eso nos ha servido a las mujeres históricamente para tener recursos que nos permitan elegir cómo vivir para estudiar, crear, mandar, para sentirnos seguras, para que no nos maltraten y asesinen y, sobre todo, eso tan importante no lo es lo bastante como para que se incorpore al acervo de lo humano en igualdad con lo humano masculino; para que se incorpore -desde nuestra experiencia, claro está- a los mitos, a la cultura, a lo simbólico, al lenguaje, a la política... No estamos en ninguno de esos sitios porque estamos haciendo eso tan importante que es cuidar a otros, queramos hacerlo o no.

En todo caso, la pandemia ha puesto de manifiesto algo que las feministas ya sabíamos, que Rousseau tenía razón: es una necesidad social, alguien tiene necesariamente que hacerlo. Pero los que deciden qué es importante y qué no, porque tienen libertad y tiempo para imponer su visión del mundo, han decidido que ese cuidado no lo es y han decidido que lo hagan otras, las mujeres. Y seguimos haciéndolo de manera gratuita y sin esperar otro reconocimiento que el halago social. Si, por el contrario, lo hacemos como trabajo remunerado entonces es muy barato y está muy devaluado. Cómo se va a pagar caro aquello que abunda gratis. Y, finalmente, nada de eso nos hace felices. Ningún ser humano es feliz con una vida que se basa en la permanente renuncia a una misma. No hacía falta que viniera Betty Friedan con 'La mística de la feminidad' a demostrarnos que nadie es feliz viviendo para otros todo el tiempo, por muchos besos que nos den a cambio. La insatisfacción de las mujeres con la desigualdad es causa histórica de múltiples trastornos de todo tipo y es causa, sobre todo, de la lucha feminista.

Acabar con la división sexual del trabajo, acabar con una mitad que cuida y otra mitad que se deja cuidar y hace otras muchas cosas, es esencial. Y no vale con que hayamos conquistado el derecho a trabajar fuera si apenas hemos avanzado en el trabajar dentro. No nos vale una sociedad que ignora la manera en que llegan los hombres y las mujeres al mercado de trabajo, en qué condiciones y con qué mochilas. No nos vale trabajar fuera si tenemos que cuidar al mismo tiempo, porque eso no nos hace iguales (ni más felices). Esta situación, tal como está, empobrece a las más pobres, aumenta la brecha de desigualdad, tanto la de género como la de clase, y conculca, además, los derechos de la infancia.

Queremos la mitad de todo y como cuidar es absolutamente necesario, tal y como ha puesto de manifiesto esta crisis y todas las crisis (no hacía falta una crisis para demostrar lo que de sobra sabemos) necesitamos repartir también ese cuidado. Corresponsabilidad, se llama. Se llama democratización de la vida privada, se llama igualdad, se llama estado social, se llama bienestar, se llama justicia, se llama dignidad, se llama libertad, se llama independencia, se llama lucha feminista que da sus frutos. Pero ya lo dijo Beauvoir, llega una crisis y se acabó. Solo que no puede acabarse.

Necesitamos garantizar que la perspectiva de género esté presente en las políticas públicas; necesitamos que se renuncie a la tentación fácil de echar mano de ese ejército de reserva gratuito que ocupará esas posiciones a cambio, de nuevo, de sus propias vidas; necesitamos que no se olvide que no queremos renunciar a posiciones ya ganadas, y con mucho esfuerzo. Necesitamos que las políticas piensen en el conjunto de la ciudadanía y no sólo en aquella parte que puede levantarse, ducharse e irse a trabajar sin más problema porque alguien (una mujer) no puede, precisamente, hacer eso mismo. Los seres humanos hombres están libres de ciertas cargas de la condición humana sólo porque los seres humanos mujeres las llevan a sus espaldas. Necesitamos que las políticas públicas tengan esta perspectiva de género, teniendo claro que todas las políticas tienen un impacto diferente en hombres y mujeres, y que muchas personas con derechos dependen de que alguien las cuide sin robarles la dignidad.

La ley de dependencia quedó lejos de implantarse con los recursos realmente necesarios y de ser considerada un derecho de las personas: a cuidar y a ser cuidada. Y la derecha lo entendió como una oportunidad de negocio. Hay que construir una sociedad en la que se entienda que los cuidados son un vector de desarrollo social y democrático. Hay que reconstruir el sistema de dependencia y de cuidado a la infancia como un deber social y como un derecho de todos. Por eso, el cuidado tiene que desprivatizarse, universalizarse y dignificarse. Es necesario un acuerdo social y político por el cuidado. Para que todos y todas podamos cuidar a quienes queremos; para que todos y todas seamos cuidados cuando lo necesitemos y para que la sociedad en su conjunto sea más libre, más igualitaria, más digna, más humana y más democrática. Y seguramente más rica. Aprovechemos este momento para fortalecer la igualdad y no para debilitarla, para ponernos al nivel de los países más avanzados del mundo (aquellos que invierten en igualdad de género).

Fuente: El Público.es - Por Beatriz Gimeno

SAP Y EL MITO DE LA MUJER PERVERSA

Título original : Un año del caso Infancia Libre, la supuesta trama que alimentó el mito de la mujer perversa 







Un año después de que se produjeran las detenciones en cascada de varias mujeres ligadas a la organización Infancia Libre, diversos expertos analizan el fenómeno mediático y social que provocó como una vuelta de tueca para ajustar los mitos machistas de las malas madres y las mujeres manipuladoras. 

"Lo que ocurrió con el caso de Infancia Libre sigue un patrón similar a lo que ocurre con el mito de la existencia de las denuncias falsas de violencia de género. Algo que no se sostiene empíricamente, pero que a base de repetirlo y decirlo muchas veces y muy alto, genera en el imaginario social un prejuicio y acaban creándose verdaderas teorías conspirativas de algo que no tiene una base real", afirma la magistrada Gloria Poyatos.

A lo que hace alusión esta magistrada es al tremendo impacto mediático y judicial que ha tenido el caso de Infancia Libre, que hace ahora un año comenzó con la detención en cascada de tres madres y la comparecencia de una cuarta ante los juzgados, a las que se acusó de haber secuestrado a sus hijos, incluso de mantenerlos en condiciones lamentables. Posteriormente el asunto derivó en un desconcertante informe policial elaborado por la unidad de este cuerpo adscrita a los juzgados, que acusaba a una veintena de mujeres de Madrid y Granada de formar parte de una trama criminal. Dicho informe, realizado tan sólo con los testimonios de varios hombres, según relatan algunas pocas personas que han tenido acceso a él (el informe sigue bajo secreto) ligaba a la supuesta trama, además, a una abogada que habría llevado varios de estos casos sobre abusos sexuales a menores y al menos a tres trabajadores de la sanidad pública (un psiquiatra, una pediatra y una psicóloga). 

Todos, según el informe, se habrían compinchado para interponer denuncias falsas de abusos sexuales de los padres hacia sus hijos, con el fin de apartarlos de su lado para que las madres consiguieran la custodia de los menores. A pesar de que el informe policial fue descartado por la fiscalía en enero pasado por no encontrar "dato alguno" de un posible delito de "denuncia falsa" por parte de la asociación o de sus miembros, medios de comunicación, algunos jueces y fiscales y gran parte de la sociedad sigue contemplando este caso como un entramado de mujeres perversas.

La realidad es que las historias de las cuatro mujeres ligada a la organización no guardan mucha relación entre sí. Todas habían interpuesto denuncias por abusos sexuales mucho antes de que se creara la asociación y a la mayoría se las habían archivado provisionalmente por falta de pruebas. María Sevilla, la presidenta y primera de las detenidas, nunca interpuso una denuncia por abusos sexuales, sino que lo hizo de oficio un juzgado. Ella perdió la custodia de su hijo por sentencia en 2017, que se la otorgó a su expareja, momento en el que decidió huir para no entregar a su hijo para protegerlo, según su testimonio.

Patricia G. también estaba en paradero desconocido cuando fue detenida, pero a diferencia de Sevilla, ella sí tenia la custodia de su hija. Ana B. no estaba ni desaparecida ni había incumplido órdenes de visita. Fue detenida a la llegada a su trabajo (en el Hospital de la Paz donde es enfermera). En ese momento su expareja tenía una orden de alejamiento de su hija por violencia de género, pero igualmente fue metida en el saco de madre secuestradora.

Por último Rocío de la Osa, vicepresidenta de la organización, tampoco estaba en ningún escondite. Su domicilio en Granada era conocido y, al igual que María B. tenía la custodia de su hija por sentencia judicial y no había impuesta medidas de visita por parte del padre. No fue detenida (como afirmaron muchos medios), sino citada al juzgado en donde un juez decidió en ese mismos acto el cambio de custodia de la niña a una tía paterna. Una decisión que fue revocada por la Audiencia de Granada poco tiempo después, afirmando que el juez no tenía potestad para realizar el cambio de custodia ni de la Osa podía haber secuestrado a su hija puesto que ella tenía concedida la custodia de la menor.

Captura de la señal institucional de Moncloa que muestra al presidente del Gobierno Pedro Sánchez durante la firma, este lunes, con los líderes de las patronales CEOE y Cepyme y de los sindicatos UGT y CCOO del pacto que alcanzaron la pasada semana para p
El Gobierno, en fase de reconstrucción tras la peor semana de su mandato


Entonces ¿por qué este mensaje monolítico de mujeres malvadas y secuestradoras entra con tanta fuerza y es aparentemente aceptado sin cuestionamientos por parte de amplios sectores sociales y de los medios de comunicación? ¿Por qué un grupo de mujeres que son desconocidas para la opinión pública se convierten durante meses en el centro de un huracán mediático en medio de una sorprendente trama criminal que apenas tiene elementos de sostén? ¿Cómo se justifica que desde hace meses un grupo de profesionales sanitarios estén involucrados en este torbellino acusados de colaborar con un extraño entramado de denuncias falsas, incluso después de que sus colegios profesionales hayan salido en su defensa?

Un campo abonado de mitos y prejuicios

Para diversos expertos de la psicología, la psiquiatría, defensoras de los derechos de las mujeres e incluso del propio estamento judicial, existen elementos previos que facilitan que muchos de estos mensajes se abran paso de forma incuestionada en la sociedad. Y estos elementos preestablecidos se llaman prejuicios y mitos.

"El impacto social y mediático tan virulento, radical y exagerado que ha tenido este asunto tiende que ver con la devaluación de las mujeres. No de una, de dos o de tres... sino de todas las mujeres. Y esto forma parte de la perpetuación de los roles sexistas como es el de la inferioridad moral de las mujeres. Este es uno de los mitos del estereotipo puntales que establecen las diferencias entre hombres y mujeres. Como se enfocó este tema afecta de forma directa en la falta de credibilidad de las mujeres y esto tiene un impacto claro en los procesos de familia", explica Gloria Poyatos.

"En el caso de Infancia Libre tenemos un ejemplo muy claro, muy actual y casi único en el mundo, de como el dispositivo de dominación masculina puede instrumentar diversos elementos sociales para sostener el prejuicio contra las mujeres y sostener la estructura patriarcal", afirma el psiquiatra defensor de los derechos humanos y de las mujeres Enrique Stola. Este experto explica que nuestras sociedades tienen una característica en relación a la mujer y es que ésta está siempre en el campo de la sospecha. "Sospecha de ser maligna, de que cuando es mala puede hacer cosas terribles. Y en base a estas creencias, cuando las mujeres se ven involucradas en las instituciones del Estado, como el sistema judicial, esa sospecha se agiganta. Porque la creencia que subyace es que siempre quieren perjudicar al hombre. Y sobre esas creencia y ese prejuicio jueces y juezas machistas, pero también peritos y otros profesionales que actúan dentro del poder judicial, elaboran sus hipótesis", afirma.

Para Stola bastó una historia bien armada y contada para, con la ayuda de los medios de comunicación, hacer una tormenta perfecta que reavivara todos estos prejuicios y calara en un sustrato social y cultural ya bien abonado.

"Lo que pasa con infancia libre no es nuevo ni novedoso, es un proceso de años y que están sufriendo miles de madres", afirma Ester Ruiz, presidenta de la Plataforma Luna contra la violencia en la infancia. Para esta activista se trata un backlash (una reacción) a los avances en los derechos de las mujeres que viene gestándose desde se aprobó la ley contra la violencia de género en 2004. Una reacción que ha utilizado durante años el mito de las denuncias falsas, la idea de que la mujer y los niños no son creíble y que se ha ido perfeccionando a lo largo de los años. 


"Esta es la ideología que ha ido absorbiendo la sociedad para poder tragarse una historia como la de Infancia Libre. La sociedad ya había mamado desde el nacimiento que la mujer es manipuladora. Desde Eva somos así, responsables de todo lo maligno, lo que ha creado un campo convenientemente abonado para que crezca esta mala hierba de que las mujeres somos capaces de estar manipulando e implantando falsos recuerdos a nuestros hijos aunque éstos sean tan dolorosos como pueden ser los abusos sexuales. Esta reacción de los lobbies machistas han traído consigo la custodia compartida impuesta, pero también el inexistente síndrome de alienación parental (SAP), que funciona como muro de contención de todas las denuncias porque destruye la credibilidad de las mujeres y que justifica la supuesta manipulación que ejercemos sobre nuestros hijos", denuncia Ruiz.

Para Stola, lograr que la historia de Infancia Libre impactara como lo hizo tiene dos elementos fundamentales. "Por un lado un sustrato social y cultural preparado durante años y por el otro la creación de un discurso bien elaborado que construyera sobre lo sembrado. Esto con la ayuda de algunos periodista televisivos y de historias bien contadas en donde los varones son víctimas de mujeres terribles que ocultan a sus hijos y acusan a los hombres para destruimos" hizo el resto.

Hay que escuchar y oír a los menores
Las estadísticas y estimaciones sobre el alcance de los abusos sexuales en la infancia son abrumadoras. Diversas fuentes y organismos estiman que entre un 15% y un 20% de la población infantil sufre este tipo de abusos. Sin embargo el índice de denuncias es ínfimo (apenas el 15%) y los recursos que llegan a ser juzgados, insignificantes. 

Algunas de las mujeres ligadas a Infancia Libre, tres de las cuales fueron detenidas.
La Fiscalía no ve ningún indicio de organización criminal en Infancia Libre y archiva la causa

En la mayoría de los casos sólo se cuenta con el testimonio del niño o la niña, que no consiguen romper la barrera de la presunción de inocencia. Esto ocurrió en todos los casos de Infancia Libre: no hubo carga probatoria suficiente para determinar la culpabilidad. 

"Cuando se archiva provisionalmente una causa por abuso sexual es porque no hay unos indico claros para seguir adelante, pero no significa que sea una sentencia absolutoria. Es decir, el juez ha entendido que no hay indicios suficientes o los que hay a primera vista no son suficientes y se hace un sobreseimiento. Peor con esto no puede entenderse que la madre esté mintiendo o que lo hace es para obstaculizar el régimen de visitas, que es lo que en muchos casos se está aduciendo. Es decir, no se puede aplicar un SAP", afirma Cira González, magistrada del juzgado único de violencia sobre la mujer de Albacete.

"Que un abuso no se haya podido demostrar no significa que no haya ocurrido y lo que no se puede hacer, como sucede demasiado a menudo, es determinar un cambio del régimen de custodia sin ninguna prueba que demuestre que la madre esté acusada de haber realizado una denuncia falsa", refuerza esta magistrada.

Vicente Tovar, abogado y magistrado en excedencia, defiende a María Sevilla y Rocío de la Osa, ex presidenta y vicepresidenta, respectivamente, de Infancia Libre
"Infancia Libre no es una trama criminal, solo nace para alertar sobre los abusos a menores"

Para esta experta en violencia de género "aquí el principal problema es la protección de los menores y acabar con el mito de que las mujeres mienten para evitar las visitas de los padres, porque esto supone una desprotección de la infancia".

"Es importante cómo escuchar a los menores. No existen protocolos desde el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) de cómo hacerlo. Y en el caso de abusos sexuales es fundamental cómo se realicen esas exploraciones a nivel judicial, con garantías y en un clima bueno para el menor, porque lo único que en muchos casos existe para la denuncia es su testimonio, si este no se recoge correctamente lo que va a dictar un juez es el archivo provisional".

Para ello, esta magistrada reclama más medios y mucha más formación de los equipos psicosociales responsables de realizar dicha escucha. "Lo que no puede pasar es las denuncias por posibles abusos sexuales sobre sus hijos realizados por la madre, se vuelva contra ella y produzca un cambio de guardia y custodia tachándolas de madres alienadoras. Sigue habiendo mucha estructura patriarcal", concluye González."

Fuente: El Público.es - Por Marisa Kohan

viernes, 22 de mayo de 2020

LA PANDEMIA NO DEBE RESTRINGIR LOS DERECHOS DE LAS MUJERES






La pandemia de COVID-19 alteró el funcionamiento de nuestra vida cotidiana en diversos aspectos. El más notorio, quizá, sea cómo llevamos adelante nuestras rutinas. Pero detrás de las alteraciones diarias más visibles hay otros impactos que no pueden desconocerse: uno de ellos es el que se observa en materia de derechos sexuales y reproductivos.
Es esperable que en un contexto como el actual, encontrar una nueva “normalidad”, incluso en el ejercicio de derechos sexuales y reproductivos, pueda llevar un tiempo, pero la respuesta debe ser rápida de parte de los Estados sobre todo en situaciones como acceso a los anticonceptivos, aborto y violencia intrafamiliar.

Contener la pandemia crea desequilibrios en los servicios de salud, interrupción de algunas prestaciones y redistribución del escaso personal sanitario para atender la emergencia. Sin embargo, y aunque el sistema de salud en su conjunto (público-privado) deberá dar respuesta, es el diseño de políticas públicas el que debe guiar la coordinación.

En nuestro país, la cuarentena administrada supuso la creación de ciertas excepcionalidades para que algunas personas puedan circular con relativa libertad con el objetivo de garantizar servicios fundamentales. La Organización Mundial de la Salud (OMS) incluyó la salud sexual y reproductiva como servicio esencial y prioritario aun en el marco de las medidas de excepción.

En el contexto de aislamiento muchas mujeres se ven obligadas a interrumpir sus tratamientos anticonceptivos por temor a acudir a los servicios de salud ya que desconocen si este supuesto se encuentra dentro de las causales que justifican la circulación. Por este motivo, los gobernadores y el jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que tienen la facultad de administrar localmente la cuarentena, deberían asegurar la difusión y acceso a información de la población sobre la atención en salud sexual y reproductiva durante la pandemia y la posibilidad de circulación de aquellas personas que salgan a los fines de acceder a métodos anticonceptivos, anticoncepción oral de emergencia o bien para acceder al aborto legal.

En materia de aborto, desde que se declaró el aislamiento social, preventivo y obligatorio, según el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, en algunas provincias se encontraron numerosas obstrucciones en el acceso a la interrupción legal del embarazo.
Pero los problemas no terminan ahí. El suministro global está sufriendo serios problemas en el marco de la covid-19 y esto podría afectar la disponibilidad de misoprostol y métodos anticonceptivos. Por eso, si algunos de los componentes de la cadena de producción provienen de laboratorios extranjeros, puede ser el momento oportuno para invertir y desarrollar capacidad interna para su producción nacional, fortalecer las cadenas locales e identificar proveedores alternativos, pues un faltante podría devenir en un incremento de las infecciones de transmisión sexual, embarazos no intencionales y abortos en condiciones inseguras.

El contexto en el que estamos inmersos es incierto pero tenemos la obligación de trabajar contrarreloj desde todos los sectores para encontrar soluciones. El primer paso es diagnosticar para identificar los problemas y a partir de allí trazar una estrategia para encontrar la forma de resolverlos. Conviene destacar el rol primordial del Estado a la hora de diseñar políticas públicas para lidiar y gestionar una nueva “normalidad” que en algunos aspectos será temporal y en otros, permanente. Para ello resulta indispensable que las medidas que se adopten en el contexto de la pandemia tengan en cuenta el impacto diferenciado de la crisis sanitaria para mujeres, ya que de lo contrario nos enfrentaremos a un aumento en la mortalidad materna y neonatal, escasez de métodos anticonceptivos, un incremento en las necesidades insatisfechas para la planificación familiar, embarazos no intencionales en la adolescencia, y un aumento en el número de abortos en condiciones de riesgo e infecciones de transmisión sexual.



Fuente: Página 12 - Por Mariela Belski es Directora Ejecutiva de Amnistía Internacional Argentina.