lunes, 30 de marzo de 2020

MALTRATO PSICOLÓGICO: LAS HERIDAS EN EL ALMA

TÍTULO ORIGINAL: HAY MALTRATOS QUE NO DEJAN HERIDAS EN LA PIEL, SINO EN EL ALMA






Hay maltratos que no dejan huellas físicas pero sí emocionales, abriendo heridas difíciles de cicatrizar y curar. Situaciones protagonizadas por el dominio de una persona sobre otra donde el desprecio, la ignorancia o la crítica son los principales elementos de una relación.

Una palabra, un gesto o simplemente un silencio pueden ser suficientes para lanzar una daga directa a nuestro corazón. Un corazón que va debilitándose poco a poco, quedando anestesiado ante cualquier posibilidad de sublevación, porque el miedo y la culpa han sido instaurados.

El maltrato emocional es un proceso de destrucción psicológico en el que la fortaleza emocional de una persona queda completamente vulnerada.

Seducir para atrapar

El maltrato emocional es una realidad muy presente en nuestras días que no entiende de edad, sexo o estatus social. Ya sea en la pareja como en la familia o incluso a nivel laboral, todos podemos ser víctimas de esta situación en cualquier momento de nuestras vidas.
Lo peligroso de los maltratos de este tipo son sus consecuencias y su habilidad para pasar desapercibido. El maltrato emocional es un proceso silencioso que, cuando da la cara, ya ha pasado mucho tiempo desde que se originó, teniendo consecuencias devastadoras para la persona que ha sido víctima.

Su inicio es lento y silencioso, ejercido por una persona disfrazada de encanto con el objetivo de seducir a sus víctimas para atraparlas, sobre todo en las relaciones de pareja. De esta manera, la realidad que el maltrador muestra es una realidad falseada, llena de promesas y deseos que nunca se harán realidad.

El maltratador va preparando el terreno para que la otra persona caiga en sus riendas poco a poco y lograr finalmente influenciarla para dominarla y privarla de cualquier libertad posible.

El poder de la cárcel mental

El abuso emocional es un potente veneno que destruye la identidad de la persona, arrebatándole su fortaleza emocional. Se da de manera indirecta, a través de las reja agujereadas, que dejan pasar a las insinuaciones que buscan culpar e instalar la duda en las víctimas.

La persona víctima de maltrato emocional se encuentra atrapada en una cárcel mental de invalidez e inseguridad en la que su autoestima se va debilitando poco a poco.




Así, cuando la víctima ya ha sido atrapada, el maltratador comienza a destaparse ante ella a través de los desprecios, las críticas, los insultos o incluso los silencios. Por eso, las huellas de estos maltratos no son físicas y no hay heridas visibles en la piel de la víctima, porque el maltrato emocional se ejerce a través de las palabras, de los silencios o los gestos.

Tanto es el daño que se ejerce en estas situaciones que el miedo a actuar para liberarse se ve en muchos casos como un imposible. La cárcel mental es tan sólida que la víctima entra en una profunda situación de indefensión, a la que no imagina salida.

Las heridas invisibles en el alma

Las heridas del maltrato emocional son llagas profundas que llegan hasta lo más recóndito del interior de la víctima. No se ven ni se oyen, pero son terriblemente sentidas por la persona que las sufre. Heridas ocultas para los demás, pero profundamente dolorosas para la persona que lo sufre.

Las heridas del maltrato emocional crean un profundo agujero en la autoestima de la persona rompiendo toda valoración positiva de sí misma.



Son heridas originadas a través de los desprecios, descalificaciones y ninguneos que el maltratador ha dirigido a la víctima. Heridas invisibles y enraizadas en el miedo, la culpabilidad y la duda que arrebatan la creencia de cualquier posibilidad de actuar para liberarse de la situación en la que la víctima se encuentra.

Estas heridas sangran no solo en cada encuentro, sino también ante la expectativa de que puedan ocurrir. Lo importante es que la persona no dé por perdida la posibilidad de salir de la situación en la que se encuentra y que tenga en cuenta que estas heridas pueden repararse con ayuda. 

¿Cómo reparar las marcas del maltrato emocional en el alma?

En estos casos, el factor más importante es que la persona víctima pueda identificar la situación en la que se encuentra atrapada, donde carga con toda la responsabilidad y culpabilidad que el maltratador le ha inducido. Por lo tanto, tomar conciencia de que nos encontramos en un proceso de maltrato emocional es el primer paso para poder liberarnos.

Una vez que sepamos donde nos encontramos inmersos, recuperar a nuestros seres queridos y apoyarnos en ellos para que puedan facilitarnos la salida de esta situación contribuirá a que sigamos adelante. Poco a poco, con sus gestos de amor y cariño, pueden ir llenando algunos de los vacíos que en nuestro interior se han originado.

Además, buscar ayuda de un profesional especializado nos facilitará comenzar a reconstruir nuestra identidad y autoestima, para reparar todas esas heridas emocionales invisibles que habitan en nuestro interior. Así podremos volver a reencontrarnos con nosotros mismos.

Reparar las marcas del maltrato emocional en nuestra alma no será un proceso sencillo y rápido, sino más bien complejo y lento. Sin embargo, la satisfacción de volver a encontrarnos siempre merecerá la pena.

Por último, no olvidemos que cada uno de nosotros también podemos llegar a originar heridas en el alma de los demás cuando despreciamos, ignoramos o criticamos sin tener que llegar a situaciones de maltrato emocional. Las palabras y nuestros gestos son un arma de doble filo que hay que cuidar…

Fuente: Licenciada Gema Sánchez Cuevas

domingo, 29 de marzo de 2020

ARGENTINA: APLICACIÓN PARA CELULARES PARA LA ATENCIÓN A VÍCTIMAS DE VIOLENCIA DE GÉNERO




Desde el gobierno Nacional confirmaron que la cantidad de casos atendidos en la línea 144 aumentó durante la cuarentena, por lo que el Gobierno sumó otros canales de comunicación. Sobre la línea gratuita 144 que funciona las 24 horas en todo el país, la ministra Elizabeth Gómez Alcorta compartió que «aumentaron un 25% las consultas por violencia por razones de género». «Este servicio es indispensable, por eso lo fortalecimos», afirmó.

La semana pasada, se sumó la opción de pedir asistencia vía WhatsApp a las líneas: (+54) 1127716463 / (+54) 1127759047 / (+54) 1127759048 «que es para mensajes, no para llamados», aclaró la titular de la cartera. 
También se incorporó el mail linea144@mingeneros.gob.ar y la opción de bajar la App gratuita 144, disponible para Android o App Store, en https://www.argentina.gob.ar/aplicaciones/linea-144-atencion-mujeres.

«Llamar por teléfono se les puede complicar a quienes están en situación de violencia. Esto se agudiza en un contexto de aislamiento, aumenta la posibilidad de riesgo si se convive con el agresor, por eso incorporamos más canales de comunicación», analizó Gómez Alcorta. La ministra resaltó que «se está trabajando con las provincias para un abordaje integral, con muy buena recepción. Tenemos también en nuestra web un listado de recursos de todo el país», que se puede consultar en https://www.argentina.gob.ar/generos/mapamujeres. (Unidiversidad.com.ar)

viernes, 20 de marzo de 2020

CUARENTENA Y CORONAVIRUS: EL CUIDADO DE LAS CUIDADORAS

Título original: Cuidar a las que cuidan. Feminismos en época del coronavirus

La cuarentena y las licencias ayudan a limitar que se propague el virus, pero abren la pregunta sobre quién recaen las tareas de cuidado y organización de la vida doméstica, sobre todo, bajo estas circunstancias.
Coronavirus: hasta de escribirla estamos cansadas. La palabra que vino a comerse toda nuestra cotidianeidad, a priori, podría dejarnos también algunas enseñanzas. Cuando todo aquello que creemos incuestionable, impostergable, indefectible; demuestra serlo bajo amenaza, entonces, pensamos, podemos reescribir algunas de nuestras certezas o aún más sencillo: observarlas críticamente.

Pero hace falta ir un poco más atrás. Hace menos de una semana, al aire en FM La Tribu Justina Lee, integrante de Economía Feminista, remarcaba que “en Argentina, el 76% de los trabajos domésticos no remunerados son realizados por mujeres. El 88,9% de las mujeres las realizan y dedican a este tipo de labores un promedio de 6,4 horas semanales”. Es decir: los trabajos que tienen que ver con cuidados y con reproducir la vida recaen sobre los hombros de las mujeres en términos de tiempo y de ingresos.

“Estas tareas implican el cuidado personal, el cuidado directo a otras personas, la provisión de precondiciones para realizar el cuidado (como por ejemplo la compra de alimentos) y la gestión del cuidado (cocinar los alimentos para satisfacer la necesidad básica de alimentación de todo el grupo familiar). Partimos de la base de que la sostenibilidad de la vida humana tiene dos dimensiones: una física, que refiere a la satisfacción de necesidades fisiológicas, y una simbólica, que refiere al componente afectivo y emocional de las personas”, describe el documento “Hacia una redistribución igualitaria de las tareas del cuidado” publicado por INADI. En la crisis económica y social que provoca el coronavirus, estas tareas se ven resaltadas y surge la evidencia de que, tal como son descriptas, se asocian mayoritariamente con las mujeres pobres: hay un doble sesgo, que es de género pero también de clase.




La directora nacional de Políticas de Cuidado del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, Lucía Cirmi Obón, asegura que desde la semana pasada se está trabajando con un foco específico: el de atender a las poblaciones que se ven afectadas por las transformaciones que trae el coronavirus en la dimensión de cuidados y doméstica. “La población que se dedica a cuidar tiene menos ingresos socialmente, si no acompañamos la cosa se podría poner mucho peor”, grafica. “Tenemos como objetivo redistribuir los cuidados, reconocerlos como una necesidad y un derecho. Nosotras tenemos una agenda profunda a mediano plazo, por eso coordinamos una mesa interministerial y estamos creando un mapa federal. Pero obviamente la circunstancia pone sobre la mesa mucho más evidentemente la importancia de la organización del cuidado”.

Fue por eso que la flamante dirección (perteneciente al ministerio que encabeza Elizabeth Gómez Alcorta) asumió como tarea el articular con distintos organismos elevando propuestas para que ninguna de las poblaciones que ejerce los cuidados quedara desprotegida. “Las licencias y el trabajo remoto para el sector público y privado fueron dadas a todas las identidades, lo cual es importante: muchas veces se dieron ¨permisos¨ solamente a mujeres. Insistimos en la corresponsabilidad en los cuidados”, destaca. “Además está el refuerzo a la AUH y otros montos económicos, que son una gran ayuda a las personas cuentapropistas”.

A lo largo de estos días también se puso en debate qué decisiones debían tomar quienes son empleadores de trabajadoras de casas particulares. En ese sentido, Cirmi destacó que “es muy importante reforzar que dentro de las medidas anunciadas las licencias, excepciones; le competen también a las trabajadoras de casa particulares, que son una parte muy importante de las trabajadoras mujeres del país, uno de los sectores más informales y más feminizados, con los salarios promedios más bajos. Se vio que muchas personas en cuarentena tenían a las trabajadoras de casa particulares dentro de su casa, como si no las consideraran personas sujetas al riesgo”. En ese sentido, la dirección trabajó junto al Ministerio de Trabajo para dejar en claro que las mujeres trabajadoras de casas particulares tienen los mismos derechos que todos los trabajadores a quedarse en su casa si son población de riesgo o si hay una situación de riesgo en su lugar de trabajo.

Ante la coyuntura compleja, acelerada y movilizante, Cirmi y la Dirección se paran firmes sobre la convicción de que ésta es una instancia para discutir derechos. “Desde los feminismos siempre marcamos que lo emotivo en el cuidado fue aquello que lo ordenó como responsabilidad femenina. Hay algo emotivo pero también hay una dimensión económica y de la organización familiar. Desde la Dirección estamos promoviendo que es importante que nos propongamos una división del trabajo equitativa dentro del hogar, y pensar formatos comunitarios para aquellas personas que están aisladas. Las poblaciones más vulnerables, las trabajadoras de casas particulares ya están protegidas por la norma”.

El cuidado, como explica, es una instancia de profundización de desigualdades de género y clase. El cuidado debe revalorizarse y no se puede desproteger a quienes lo realizan. En ese sentido, Cirmi destaca tres desafíos: pensar cómo el Estado puede proteger a quienes cuidan, pensar cuál es la oferta que tiene que ampliar el Estado para pensar al cuidado como un derecho y, la última: ¿cómo involucrar a los varones? Durante la crisis de coronavirus, sí, pero también todo el año: para redistribuir el cuidado, explica la economista, necesitamos el compromiso de toda la sociedad.

Fuente: El grito del sur. - Por Lucía Cholakín Herrera.


LA PAMPA: SECRETARÍA DE LA MUJER CONECTADA POR LAS REDES