martes, 22 de septiembre de 2020

WEBINAR GRATUITO , SÁBADO 26 ." PRESENTE Y FUTURO DE LAS DESIGUALDADES SEXO - GENÉRICAS". APUNTES PARA LA REFLEXIÓN


 Disertantes

Nora Goren

Doctora por la Universidad Nacional de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, UBA. Magister en Ciencias Sociales del Trabajo, UBA y Licenciada en Sociología por la UBA.  Investigadora Adjunta del Centro de Investigaciones Científicas, CIC-IESCODE/UNPAZ. Categoría II del sistema de Incentivos. Docente titular regular, en la materia Empleo, Territorio y Desarrollo Local, en la Universidad Nacional de José C. Paz (UNPAZ); Docente Asociada regular en la materia Cultura y Sociología del Trabajo, en la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ). Dicta cursos de grado y posgrado a nivel Nacional e Internacional Sus líneas de investigación se sitúan en el cruce entre los temas de trabajo, políticas públicas y género/os.  Entre sus publicaciones recientes se encuentran(2018) Apuntes feministas sobre género y trabajo para pensar la intervención desde el Trabajo Social. Revistas Territorios, ed: Ediunpaz, en coautoría; (2018) "¿Derechos "adquiridos" o derechos "colectivos"? Estrategias sindicales para la formalización del trabajo en la producción del ladrillo  artesanal en Florencio Varela, en Precariedad(es) del trabajo en América Latina: aproximaciones al trabajo precario en tiempos de globalización, Dasten Julián (coord.). Santiago: RIL Editores. En coautoría; (2017) Articulando producción y reproducción desde los usos del tiempo, en Revista Laboratorio N 27, en coautoría; (2017)Desigualdades sociolaborales. Una aproximación a sus marcos interpretativos desde la perspectiva feminista .Revista Latinoamericana de Antropología del Trabajo, Vol1, Nro: 2.

Claudia Lazzaro

Secretaria de Derechos Humanos y Género del Sindicato de Obreros Curtidores de la República Argentina (Federación Argentina de Trabajadores de la Industria del Cuero y Afines).  Directora de Políticas para La Equidad Laboral, Formación para el Trabajo y Políticas de Cuidado del Ministerio de las Mujeres, Políticas de género y Diversidad Sexual de la Provincia de Buenos Aires.

 

 Participó de la construcción de espacios como la Red Nacional Intersindical contra la Violencia Laboral (integra a 83 organizaciones sindicales) de las 3 centrales obreras, integro la Comisión para la Erradicación del Trabajo Infantil CGT y participo activamente de Mujeres Sindicalistas, de la Corriente Federal de Trabajadores.

Moderadora: Cintia Alcaraz. Periodista comunitaria feminista abolicionista.


Dicho evento será por zoom y FB live

Enlace de inscripción: https://forms.gle/pBqpF9MfGSs2LQ4eA

Por FB live: https://www.facebook.com/DesafiosycompromisosLaPampa


HORARIO  DEL CONVERSATORIO 

ARGENTINA: 18 HS

CENTROAMÉRICA: 15 HS

ESPAÑA: 23 HS .


sábado, 12 de septiembre de 2020

SERÁ UN PEDÓFILO PERO ES EL PADRE

 Violencia de género y abuso sexual infantil son dos caras de la misma moneda. Feliciana Bilat y Maira Jalil (conocida como “Tita Print”) son dos mujeres ejemplares que luchan de manera continua contra la desprotección institucional que padecen por cuidar y defender a sus hijas. Al igual que muchísimas madres protectoras, ellas escucharon a sus hijas y decidieron denunciar el abuso. Pero la cultura patriarcal que tamiza los andenes de la justicia, cobra un costo muy alto por hacer públicas las aberraciones de la sociedad que ordena. Los casos Bilat y Jalil ponen de relieve que luego de atravesar el largo y dificilísimo proceso de defender a sus hijas con uñas y dientes, comienza otro proceso, no menos angustiante: defenderse de la propia justicia.

*Todos los conceptos teóricos de esta nota están tomados del libro “Abuso sexual contra niñas, niños y adolescentes, un daño horroroso que persiste al interior de las familias”, de Eva Giberti, Editorial Noveduc, Buenos Aires, Junio de 2015.


Los Jueces eligen desestimar y negar el abuso sexual utilizando cualquier estrategia para desacreditar tanto el discurso de las madres que protegen a sus hijas como el de los profesionales especializados en la temática. Una vez iniciada la causa penal y desestimada la misma, la maquinaria del sistema se vuelve contra ellas generando nuevamente el encuentro de sus hijas con quien perpetró el abuso: “su padre”. En cualquier caso, la dolorosa verdad que emerge entre tantos papeles judiciales es que la palabra del niño queda por entero sepultada bajo los escombros de un vínculo que está roto desde un comienzo.
Una vez más las niñas y ahora sus madres protectoras, son revictimizadas y obligadas a revincularse con los abusadores que agujerearon el psiquismo de estas niñas y de estas mujeres. Se entiende de antemano que el abuso sexual en la infancia es algo que deja una marca para toda la vida. Que el sistema judicial genere revinculaciones con los violentos y castigue a las madres protectoras por cuidar a sus hijas es realmente inhumano, perverso. El abuso sexual es una forma tortura. La justicia complejiza la tortura revictimizando y callando la voz de la niña y de quien la protege. El sistema judicial “guarda el secreto”, oculta la palabra de las víctimas contemplando el resguardo de la familia patriarcal. “Abusó de su hija pero ES EL PADRE”

*¿Qué se entiende por “vínculo”?
Como afirma Eva Giberti, el “vínculo es un lazo fuerte, ceñido, destinado a unir cosas de manera segura”. Es lo que garantiza la unión, es “la cosa que ata pero que no equivale al hecho mismo de atar. Psicológicamente, el vínculo se define entre dos personas deseantes: lo que hay entre ellas. Se trata de una acción recíproca que los coloca queriendo estar juntos, un ligarse mediante algo muy fuerte que sería similar al sacramento del matrimonio entre los cristianos”.



Según Giberti, un padre que abusa de una hija ha degenerado el vínculo que se supone biológico y cultural con ella. Cuando se pretende revincular a una niña abusada con su “padre”, se vincula en realidad a una niña con el abusador y no con el padre (que es quien cumpliría con dicha función y con la condición que lo nombraría como tal). La figura del juez debería intervenir encarnando la “terceridad”, la Ley. Pero sólo entra en escena para utilizar de manera impune y falaz la palabra “Vínculo”. La práctica judicial demuestra que la biología supedita los valores culturales: las normas culturales quedan corrompidas por la fuerza de la herencia biológica “Es el padre”. Pero yo me pregunto: ¿qué es un padre? ¿No se tiene en cuenta la ley del incesto como fundante de la cultura? El juez apela a la ligazón inicial, biológica, familiar y cultural que le compete al padre y que éste deformó al transformarla en vulneración de la persona de la niña/hija. El juez pierde de vista que “un padre” nada tiene que ver con abusar, maltratar, torturar someter y/o dañar a un hijo. La función de un padre responde al Amor, al respeto y a los límites para con otro porque de lo contrario no podemos hablar de vínculo alguno. Un “padre” que abusa cree que su hijo o hija es carne de su carne y que con él o con ella se hace lo que se quiere y se tiene el poder como esencia misma del Ser. El juez disocia la actuación parental no dándole cabida a la transgresión para lo cual se niega a escuchar el discurso de la víctima considerada manipulada.
Los jueces continúan “revinculando” con la intención de defender la familia patriarcal hasta las últimas consecuencias. Nadie con dos dedos de frente querría ni que los niños que perdieron a su mamá por tener un “papá” femicida vivan con el asesino de su madre por el sólo hecho de tener un “padre de familia”, ni que una niña abusada sea de nuevo entregada al abusador que la justicia llama “su padre”.
Sin embargo, el juez Gustavo Eduardo Noya del juzgado Nacional en lo Civil nº 83 en su rol de “terceridad” dice estar haciendo su trabajo y protegiendo a las hijas de Feliciana Bilat que el pasado lunes nos contaba en el programa “No nos queda Otra” como el juez le dijo en la cara que prefiere “bailar con un adulto antes que con una menor” (…) “que no iba a dar lugar a los caprichos de una niña de nueve años“.
Parece que el juez Gustavo Eduardo Noya también “toca” desde su lugar de poder. Sería bueno aclararle a “su excelencia” que no estamos en una pista de baile, que hay una niña a la cual debe respetarle sus derechos y que pareciera tener la concepción de adultez tergiversada, porque un adulto es alguien que sabe de sus obligaciones, que es responsable y que no abusa de una hija.
Lo mismo pasa con Maira Jalil, otra de las tantas mamás protectoras que está atravesando un juicio en su contra después de que la cámara gesell afirmara que su hija presentaba indicadores compatibles con abuso sexual y le comunicara a su propia madre desde muy pequeña haber sido abusada por el progenitor.
Se comprende la ideología patriarcal establecida cuando se insiste en revincular a las niñas con los abusadores “padres de familia”, el argumento que insiste en los jueces es que un padre es fundamental y estrictamente necesario en la vida de un niño. Señor juez, no puede vincular a una niña que no desea ligarse al abusador, no debería inventar usted un vínculo donde no lo hay, ni justificar las seguidas veces que la niña volvió vomitando después de dichos encuentros porque según usted y su equipo de profesionales “es normal que eso pase”.
Señor Juez: No alcanza con inventar un vínculo desde lo biológico y cultural para tapar el siniestro daño que, con tremendo capricho patriarcal, contiene su decisión “revinculante”.
El poder judicial debiera “revincularse” con el principio de justicia, con lo justo que en este caso sería escuchar a las niñas y niños que han sufrido abuso y a estas madres protectoras (Mujeres ellas!) dando lugar a la protección integral de estas niñas y de dichas mujeres vulneradas por el sólo hecho de ser mujeres que defienden a sus hijas.
Violencia de género y abuso sexual infantil son dos caras de la misma moneda.

fUENTE: Revista Hamartia 




María Elena Naddeo, ‘Vivo en Argentina’ – Canal 7 el 19/10/2015

viernes, 11 de septiembre de 2020

ONG Desafios y compromisos: EL CUERPO DE LAS MUJERES EN ÉPOCAS DE CRISIS

PROSTITUCIÓN Y PROVOCACIÓN: las armas ideológicas del patriacapitalismo

 En otras oportunidades hemos compartido análisis sobre lo que se dice es "el oficio más antiguo del mundo", que las feministas decoloniales llamamos "el privilegio más antiguo del varón". En esta semana, nos dispusimos a analizar la ocurrencia de Jimena Barón, al promocionar su nuevo track como uno de los tristemente típicos "papelitos" del centro ofreciendo a bajo precio mujeres y adolescentes para el consumo ocioso.



Un poco de historia situada

En esta oportunidad, planteamos desde el devenir histórico, el elemento que consideramos distintivo del feminismo liberal. En lo personal, ubico el auge de este feminismo liberal en nuestro país en los '70 y '80 a partir del llamado "destape español" ocurrido como consecuencia de la caída del franquismo, conjuntamente con las luchas feministas por el divorcio. El derecho públicamente ocupado de vivir la sexualidad femenina libremente, voluptuosa, exhibicionista, y con la expectativa y realidad de liberarse del corset matrimonial-familiar. La secuencia continúa en los '90 con el refinamiento de las top models, en el mismo circuito, pero distinguido: las más bellas a la caza del mejor empresario.

Y como el patriarcapitalismo no da puntada sin hilo, esta liberación femenina debía ser aprovechada para traer agua al propio molino, no sea que se pierda la chance de apropiarse de la energía y el dinero proveniente del sacrificio de las mujeres. Así surge el revisionismo "empoderante" que nos plantea la profesionalización y regulación de la prostitución como una libre elección laboral a través de cuyo ejercicio las mujeres podemos ascender socialmente en el sistema patriarcal y capitalista.

La provocación como rasgo distintivo

En este contexto de destape que, en nuestro país paradójicamente se replica con el cine "picaresco" en auge durante la última dictadura cívico-militar; toma hoy un carácter de selecta rebeldía, entendiendo la raíz de esta distinción como la convicción de ser estas mujeres "destacadas" a través del régimen de exhibición mercadista de sus cuerpos y deseo sexual direccionado al lucro, mujeres privilegiadas en la escala social. Así, el aspiracionismo feminista se consagra con las vedettes y modelos, a través de la imitación de sus malas réplicas: las chicas de los papelitos captadas mediante engaños de una vida buena de fácil acceso. Porque, honestamente, ¿quién no prefiere una vida de dinero fácil por sobre otra plagada de sacrificios con retribuciones inciertas?

Y de esta manera, en la edad de la rebeldía adolescente, la viveza -no sólo criolla- hace mella en las jóvenes que además de anotarse en clases de perreo y twerking, piden en las calles y colegios que las "fiestas" del año de la promo sean con disfraces pasados de sugerentes a oferentes (colegialas, diablitas y otros privilegiados en el universo de las fantasías de Vladimir Nabocov) en las que se promueve que asistan semidesnudas o con los mentados "disfraces" de lencería erótica. Y esto porque aparece un único sentido de la diversión que promueve el estreno de la libertad adolescente como exhibición y descontrol en cuanto única forma de goce, en la vereda opuesta del "aburrido" recato familiar. Ser rebelde es provocar. Y la provocación es sólo sexual. Y el sexo es sólo heteronormado y a disposición del varón que paga entrada al boliche para ver a la adolescente desbocada y un "servicio sexual" por poseerla y dominarla.

Pues bien, Jimena Barón cayó en la trampa de la provocación adolescente perdiendo la sororidad para con las millones de mujeres, niñas, niños y adolescentes que día a día son coptados por inescrupulosos/as corruptores/as de menores, cafishos, madamas y demás figuras; pero fundamentalmente que son coptados ideológicamente por el sistema que pone precio a nuestros cuerpos y condiciona el propio deseo (móvil vital si los hay) a "empoderarse" satisfaciendo deseos y perversiones ajenas.

La colonización del deseo como adoctrinamiento

Las feministas decoloniales sostenemos que la colonización patriarcal del deseo femenino es la principal limitante a la luchas feministas. Si con Herbert Marcuse en su "Hombre Unidimensional" se denunció la colonización capitalista aspiracional como única meta y forma de vivir, las feministas decoloniales nos debemos la escritura de "La mujer unidimensional" caracterizada por su deseo vital desconectado de la intención y proyecto de vida. Y no sólo en la prostitución, también en el matrimonio y/o a la maternidad como destino impuesto, a servicio del hombre para atenderle y que nos dé un buen pasar económico; al servicio de la Patria, la Revolución o la República pariendo hijes... y a servicio del "cliente" que paga y tiene derecho a que hagamos lo que no queremos ni deseamos ni nos hace felices hacer. Porque necesitamos su dinero "empoderante".

No es casual tampoco que las compañeras de AMMAR recurran a dar charlas en colegios secundarios para la propaganda prostituyente, ofreciendo el corpus sindical como acuerpamiento para la pulsión gregaria adolescente y como marco de identidad subjetivante en la búsqueda de la propia individualidad el proyecto vital que de ella surge desde el propio deseo y referencia situada. Cuando algunas compañeras las llaman fiolas, hacen referencia a esta actitud de pretendido cuidado supliendo el clan familiar, ausente en muchísimas vidas prostituidas, en cuanto a protección e identidad representativa.

La violencia simbólica, la competencia individual vs. las luchas colectivas

Uno de los ejes que es frecuentemente invisibilizado por las feministas que se manifiestan defensoras de la prostitución es el relativo a la violencia simbólica que entraña la actividad en sí. Desde la hegemonización de los cuerpos, estéticamente medidos en función de captar la atención de la clientela masculina, intervenidos de mil formas para posicionarse en la competencia por el mejor cliente... incluso por aquél que, a semejanza del de la "mujer bonita", deje de ser cliente para convertirse en esposo; hasta la presunción de que "putas somos todas, lo que falta es plata", en el lugar (tan) común de hacernos creer que si falta el dinero siempre se puede "revolear la cartera y abrir las piernas".

En lo escueto de un análisis a priori, encuentro dos elementos estereotipantes relacionados con la prostitución, y que quedan opacados por todos los argumentos individualistas del "libre" ejercicio autónomo: la jerarquización de las mujeres en la sociedad, en función de su corporalidad hegemonizada; y la presunción de ser todas las mujeres prostituibles por más o menos dinero (u otro tipo de favores en especie, desde comida y habitación hasta ascensos o nombramientos laborales).

La violencia sexual naturalizada: el deseo y el dinero masculino es lo que importa

Más allá de la violencia simbólica, que transcurre en el abstracto plano ideológico de la construcción y atribución de sentidos, un poco más abajo, en la concreta y cotidiana materialidad de los cuerpos y la historicidad de las biografías de les sobrevivientes la prostitución hace estragos.

Vemos que las travestis y trans no superan sino es raros casos los 40 años de edad por causas vinculadas a la prostitución; y que las mujeres en su inmensa mayoría, tampoco logran casarse con Richard Gere para que adopte a sus bendiciones "hijas de puta" sino que dejan su cuerpo expoliado de deseo, energía, pulsión vital y amor, pero con diversas enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados y abortos inseguros, adicciones, hambre, golpes, tuberculosis... e hijes convivientes de la violencia sexual hacia su madre quienes en varios casos son dadxs en prostitución también.

Abolicionismo para vivir

Desde la visión cuentapropista, el abolicionismo presenta el exterminio de un negocio sumamente lucrativo para unas pocas privilegiadas, y muchísimos proxenetas; pero que en contracara, hunde en la peor miseria a la enorme mayoría de mujeres, niñas, niños y adolescentes en situación no elegida de prostitución. Es por ello que no podemos legislar para una minoría privilegiada (ya sabemos lo que produce legislar para el poder en desmedro del pueblo). Por ello, no podemos avalar desde el ordenamiento jurídico la cristalización de las relaciones estructurales de desigualdad, sino que debemos bregar por su equiparación. Y que esa equiparación no pasa por dotar de fuerza gremial la explotación patriarcapitalista de mujeres, niños niñas y adolescentes sino por elevar las condiciones de vida de las mujeres, infancias y adolescencias, pero también de la dignificación del trabajo en general, para que "revolear la cartera y abrir las piernas" no sea una opción tentadora para lucrar y asecender rápidamente en la escala social del consumo de bienes.

Una vez más decimos que lo que el abolicionismo propone es equiparar las situaciones estructurales de desigualdad sobre las cuales la prostitución (en cuanto colonización del deseo y las relaciones humanas) se asienta y desarrolla y ello implica revisar y renunciar a nuestros privilegios. La pregunta es entonces, ¿estamos dispuestxs a ello?

(*) Abogada Feminista

Docente-Investigadora

PG en Cultura y Comunicación

Maestranda en Cs.Sociales y Humanidades


Fuente: El Tiempo. AZUL