lunes, 29 de octubre de 2018

MÉXICO: MUJERES MIGRANTES Y POBRES, LA TRIPLE DISCRIMINACIÓN A HONDUREÑAS


Imagen retomada del portal Chiapas Paralelo |Foto: Ximena Natera

Las mujeres y niñas hondureñas que han optado por solicitar refugio o asilo en México, se enfrentan a trabas burocráticas y retos legales que las discriminan por ser mujeres y migrantes, lo cual las deja sin opciones para atender el desgaste físico, emocional y los problemas de salud a causa de las extensas caminatas que han recorrido de casi 400 kilómetros, desde que salieron de San Pedro Sula, en Honduras.

En entrevista con Cimacnoticias, la directora del Instituto para las Mujeres en la Migración (IMUMI), Gretchen Kuhner, lamentó la forma en que ha reaccionado el gobierno mexicano ante la entrada de las personas migrantes, pues la Policía Federal agredió, golpeó y engañó a migrantes violentando sus Derechos Humanos (DH), dijo.

Desde que llegaron a México, recordó, cuando derribaron la valla que divide las fronteras de México y Guatemala, la Policía Federal les arrojó gas lacrimógeno, por lo que consideró que el gobierno debe abstenerse de ser represivo.


Comentó que algunas personas migrantes, la mayoría niñas menores de 14 años y mujeres, fueron “engañadas” por autoridades federales quienes les dijeron que las llevarían a “refugios” pero que terminaron siendo “cárceles”, pues hasta el momento no se les ha permitido comunicarse bajo el argumento que deben esperar un comunicado de Gobernación para acceder a su retorno.

La defensora de Derechos Humanos explicó que como consecuencia de este suceso, las personas migrantes temen ser engañadas por las autoridades, lo cual las deja en una situación de mayor vulnerabilidad al no tener la confianza de acudir a los albergues habilitados para su recepción y tampoco poder hacer valer sus derechos como migrantes y como personas.

Explicó que hasta el momento las autoridades federales no han emitido las medidas de protección a las que están obligadas de acuerdo con los Protocolos internacionales a los que está suscrito México, y con ello facilitar en particular a las mujeres, niñas y niños, gozar de los beneficios que ofrece la migración. “Migrar no es un delito”, dijo.

NIÑEZ DEBE GOZAR DE SUS DERECHOS

En tanto, la organización defensora de la niñez, Save The Children, informó en un comunicado que las personas del éxodo han reportado separación de familias al cruzar la frontera y en las estaciones migratorias sin que les diga a dónde son trasladados sus familiares, por lo que la organización exigió al gobierno mexicano que dé información “clara” del número de personas dentro de estos centros.

Save The Children expresó que las autoridades mexicanas deben coordinar sus distintas dependencias a nivel federal, estatal y municipal para que la niñez hondureña puedan gozar de sus derechos establecidos en la “Ley General de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes”, sin importar su situación migratoria.

Demandó la construcción de un Sistema de Protección Integral Transfronterizo, que coordine esfuerzos de los estados de Centroamérica y Norteamérica para garantizar la debida protección y derechos específicos de la niñez y adolescencia.

Hasta el momento, señaló que únicamente el Instituto Nacional de Migración (INM) ha ofrecido ayuda psicosocial, al instalar “espacios amigables” y desarrollar un campaña informativa para que las personas migrantes se informen sobre sus derechos en el albergue instalado en la llamada Feria Mesoamericana, en Tapachula.


Cabe recordar que este éxodo inició el 13 de octubre de este año cuando miles de personas, en su mayoría hondureñas, se reunieron en la Cuidad de San Pedro Sula para comenzar un recorrido hacia Estados Unidos. Al día de hoy han caminado más de 400 kilómetros en casi 11 días con el objetivo de llegar  y entrar a Estados Unidos en busca de más oportunidades de trabajo y mejores condiciones de vida.


Integrantes de organizaciones hondureñas han asegurado que el éxodo es resultado del hartazgo de la población por el alto grado de violencia, corrupción, represión, impunidad e instabilidad política que viven en su país que les ha arrebatado, en particular a mujeres y niñas, los espacios seguros, por lo que las y los hondureños se ven condenados a tres cosas: ser víctimas, formar parte del crimen organizado o ser asesinados.

El día de ayer partieron de Huixtla, Chiapas, con rumbo a Escuintla, a 20 kilómetros de su punto de origen, algunas otras han decidido regresar a su país según medios de comunicación y dos grupos de casi 2 mil personas salieron ayer de Honduras con el fin de seguir las rutas del éxodo hasta llegar a Estados Unidos.

FUENTE: CIMAC noticias 

CRÓNICA DE UN FEMICIDIO ANUNCIADO

Nélida Graciela Beloqui tiene 58 años y era directora de una escuela primaria en Sauce, un pueblo del sur de la provincia de Corrientes. Hasta que tuvo que huir de su casa, después de ser brutalmente atacada a golpes por su marido, el 5 de noviembre de 2013, y se tuvo que mudar a Buenos Aires con su hija menor, para sentirse a salvo: “Hoy vas a morir”, le dijo él cuando ella subió al auto, con el que la fue a buscar a la salida del colegio, y empezó a descargar toda su fuerza sobre su rostro. Nélida esquivó el hacha y se arrojó del auto. Su agresor fue Rogelio Pedro Piciochi, el padre de sus cinco hijos.

Hoy a las 13.42 recibí un correo electrónico de Belén, la hija menor de Nélida y Piciochi. Su padre esta vez no falló, me contó, ella shockeada: “Ayer me entero que asesinó a una mujer (con la) que mantenía un vínculo. La mató a machetazos y luego se suicidó.  Ella también lo había denunciado por violencia. Tenían un hijo en común”. Me escribió Belén.

La víctima se llamaba Gladis Isabel Cardozo. Tenía 58 años. Era enfermera y trabajaba en el área de salud. Su femicidio ocurrió en Sauce, donde vivían ambos.  

Piciochi estaba libre porque la justicia correntina nunca lo vio como peligroso, a pesar de las denuncias en su contra. Como muchas mujeres que viven violencia durante su relación de pareja, Nélida se aguantó las golpizas en silencio. Pero cuando lo denunció, la justicia no la protegió. “Golpizas durante los embarazos hasta el desmayo, amenazas con picana eléctrica, dormir amenazada por mi ex esposo con un arma debajo de la cama, entre otras prácticas de extrema violencia y tortura que padecí. Todas esas situaciones quedaron en la esfera privada y las pocas que fueron denunciadas, la Justicia las archivó”, me contó la docente en 2015, cuando saqué a la luz su historia, como sobreviviente, en Página 12. 

A pesar de que la agresión fue acreditada en la causa judicial, el juez Martín Vega, de Curuzú Cuatiá, Corrientes, dejó a Piciochi en libertad el 12 de septiembre de 2014, tras diez meses de cárcel, al considerar que no era responsable de sus actos al momento del intento de femicidio de Nélida. Estaba acusado además de provocarle lesiones graves a su esposa. “Por falta de recursos no tuvimos abogado particular y confiamos en el fiscal Alberto Esper, pero no lo acusó”, me contó en aquel momento Belén, la hija menor. Piciochi “declaró que había tomado alcohol y una pastilla para la diabetes. Sin más prueba que su relato y la constancia emitida por el médico actuante, que informa en la causa que “presenta aliento etílico”, fue declarado inimputable, aunque tenía varios antecedentes de denuncias que mi mamá le había hecho y otras mujeres, incluida una amante, también, por violencia, todas causas que fueron archivadas”, enumeró Belén. “Además, si es inimputable debería estar en un neuropsiquiátrico. Pero está en su casa”, agregó la hija. Y me mostró en aquel entonces cada uno de los expedientes archivados:

- Nº 14.086/ 89 “Piciochi Rogelio Pedro p/Lesiones Leves / Sauce”, se archiva en 1993.

- Nº 14.356/90 “Piciochi Rogelio Pedro p/abuso de armas –Imoberdoff Ernesto p/ Agresión con toda arma –Sauce”, se archiva en 1995.

- Nº 18.260/96 “Piciochi Rogelio Pedro p/ abuso de armas Sauce”, se archiva en 1996.

- Nº 18.338/96 “Solís Ramón Enrique s/denuncia, Curuzú Cuatiá”, se archiva en 1996.

- Nº 18.514/96 “Cardozo Gladis Isabel p/lesiones leves - Sauce”, se archiva 1997.

- Nº 18.714/96 “Piciochi Rogelio Pedro p/violación de domicilio y privación ilegítima de la libertad agravada en razón del modo y por el vínculo y lesiones leves en curso real-Sauce y su acumulado nº 18716/96 “Piciochi Rogelio Pedro/Lesiones Leves - se remite a la Exma. Cámara en lo Criminal de Paso de los libres y luego se extingue.

Nélida pidió ser querellante en la causa, pero la Cámara de Apelaciones de Corrientes rechazó su recurso: alegó que no se había presentado en los plazos previstos. Entonces, como último recurso, envió una carta al Superior Tribunal de Justicia de Corrientes para que su caso fuera revisado  –que es el expediente 5670/13– pero no tuvo ninguna respuesta favorable.

Entre las causas archivadas había una de Gladis Cardozo, de 1997, por lesiones leves. Como las demás, nunca se investigó.  

El mail de Belén me sacudió la modorra del domingo. “Años estuvimos peleando con la justicia para poder ser parte de la causa y apelar el fallo que lo dejó en libertad. El caso llegó a Casación de Corrientes en el 2015. No lo conseguimos. Mi padre ayer la mató. Los funcionarios judiciales se cobraron otra víctima. Lo dejaron libre sin ningún control. Mi madre tuvo suerte. Esta mujer no. La mató la justicia machista. Tengo bronca y tristeza. Impotencia, lo intente por todos los medios. Pero el Poder Judicial fue más fuerte. Abrazo Belén”. 

El fiscar Esper, que no creyó en las denuncias de Nélida –y sin dudas, desconoce la problemática de la violencia machista porque no entendió la peligrosidad de Piciochi—fue ascendido a juez de la Cámara en lo Penal en Mercedes, Corrientes. Vega, sigue siendo juez en Curuzú Cuatiá. La capacitación de los operadores de la justicia fue uno de los reclamos en la primera marcha de Ni Una Menos el 3 de junio de 2015. Gladis está muerta. La asesinó Piciochi. La Justicia es responsable.

FUENTE: Página 12 - Por Mariana Carbajal 

SEÑALES DE FATIGA MENTAL & BURNOUT

¿Sabías que el agotamiento ha sido definido como el mayor riesgo profesional del siglo XXI? Conoce cuáles son  sus síntomas yde qué manera se pueden  disminuir sus efectos para tener  una vida plena y feliz.




Conoce los síntomas, las verdaderas causas y soluciones para el Burnout o el Síndrome de trabajar hasta quedar quemada. Todas las personas son bienvenidas a la cumbre : Vivir en equilibrio – congreso mujeres y Burn Out

Es normal  que a veces nos sintamos tristes o deprimidas, sin motivación para realizar lo que más nos gusta, agotadas o con  cansancio. Es importante  prestarle atención a esta condición, ya que muchas veces se confunde depresión con agotamiento mental; el agotamiento se asocia principalmente con el estrés laboral y desgaste mental, mientras que la depresión puede no estar relacionada con temas laborales.

Los síntomas principales del agotamiento mental se concentran en falta de atención y lapsos cognitivos por día, como por ejemplo: olvidar nombres, hablar sin pensar, no percatarse de señales de peligro al conducir, entre otros similares.

Para identificar señales de fatiga mental en ti o en otras personas ten en cuenta:

1.- Crear una tormenta en un vaso de agua:  

Un signo de fatiga mental claro de visualizar es perder el control cuando te enfrentas a pequeños problemas, ya que al estar  tan agotada mentalmente, es difícil distinguir un problema pequeño o simple con un problema realmente grande.

2.- Tener  cansancio crónico:

Tener un sentimiento constante de cansancio y agotamiento es uno de los principales síntomas, una señal es  que continuamente te sientes sobrecargada y fatigada.

3.-  Tener inmunidad baja:

Presta atención a esta señal ya que podrías enfermar con más frecuencia. La adrenalina  producida por tu cuerpo en situaciones de estrés te mantiene alerta pero altera y perjudica  sistema inmunológico. Al disminuir la resistencia puedes enfermar más fácilmente, bien sea desde resfriados, dolores de estómago, jaquecas o hasta palpitaciones en el corazón.

4.- Tener sentimientos de ineficacia:

Otra señal clara de fatiga mental es sentir que no puedes lograr tus objetivos de vida, pierdes la confianza personal y esta condición hace que te sientas  menos capaz ante los desafíos que se te presentan, situación que trae consigo efectos desastrosos en la autoestima.

5. - Sentir apatía generalizada:

La fatiga mental trae consigo  descontento que generan desmotivación y poco entusiasmo por el trabajo, muchas veces la persona se resigna a hacer lo mismo y pierde toda motivación por hacer cosas que le apasionan o gustan.

6. Contar con un perfeccionismo exagerado:

De acuerdo a investigaciones recientes, aquellas personas que son perfeccionistas suelen tener mayor riesgo de tener agotamiento mental, ya que el patrón  de perfección que las agobia consume mucha de su  energía,
condición que los lleva a un desgaste aún mayor.

7.-  Sin parar:

Trabajar sin parar es una situación que facilmente lleva a la fatiga mental, es fundamental contar con un tiempo y espacio para la recuperación durante el trabajo y después del trabajo (en la noche, vacaciones o fines de semana) de esta manera podremos prevenir tal agotamiento.

8.- Tener muchas demandas de trabajo y pocos recursos:

Todo aquello que debes hacer y consume tus esfuerzos  y energías, se denomina " demandas de trabajo"; y todo lo que te motiva y  te permite alcanzar tus metas se denomina  “recursos de trabajo” . Lo ideal es que  las demandas del trabajo estén equilibradas con los recursos de trabajo.

El síndrome del Burnout es descrito como un tipo de estrés, estado de agotamiento físico, mental o emocional que crea consecuencias directas sobre la autoestima y se caracteriza por un proceso paulatino, en el que las personas van perdiendo interés, el sentido de responsabilidad y puede incluso generar depresiones profundas.

Fuente: Trabajohumanitario.org

LA PRÁCTICA DE LA SEXTORCIÓN EN LA JUSTICIA

Título original: "Hay que seguir trabajando para que haya mujeres en todos los puestos de decisión"
Las conductas patriarcales en el seno de la Justicia, la Oficina de la Mujer y las denuncias por violencia de género y la distribución de cargos en el Poder Judicial. “Sextorsión”, una práctica corrupta que tiene al sexo como moneda de cambio.



Susana Medina es jueza del Superior Tribunal de Justicia (STJ) de Entre Ríos, presidenta de la Asociación de Mujeres Jueces de Argentina (AMJA) y de la Asociación Internacional de Mujeres Juezas (IAWJ). Es la segunda argentina en ocupar la presidencia de la entidad internacional; la primera fue Carmen Argibay, fundadora de la institución. Aquí, Medina reflexiona sobre las políticas de género en el ámbito del Poder Judicial y la necesidad de democratizar la justicia, entre otras cuestiones.

–¿Cuáles son las problemáticas que enfrentan las juezas del mundo en la actualidad?

Creo que mientras muchos en el mundo subestiman la cuestión de la mujer, porque en definitiva de eso se trata, de una conducta patriarcal, las juezas estamos abocadas a trabajar juntas los grandes temas que nos preocupan: la violencia de género y el desarrollo de leyes para combatirla, la trata de personas, la salud y los derechos reproductivos, los desarrollos digitales en la actividad judicial, la desigualdad laboral, la tenencia de hijos y la restitución internacional de menores, entre otros. En mayo último realizamos en Buenos Aires la 14° Conferencia Bienal Internacional de la IAWJ, para abordar estas y otras temáticas. El conocerse personalmente allana muchos caminos. 

–¿Cuáles, por ejemplo?

Cuando desaparece o roban un menor, el mundo se moviliza; lo mismo, cuando un padre o una madre saca a su hijo del país sin la autorización correspondiente. Es muy importante que las juezas de la Red Internacional de Menores, que tienen competencia, se conozcan, porque más allá del trámite procesal y formal que se hace con Cancillería, conocerse es bien distinto. Por eso el título que elegimos para esta 14° Conferencia fue “Construyendo puentes entre las juezas del mundo”, porque frente a los muros ya construidos, físicos y de todo tipo, los que existen, los que se están construyendo y los que se pretenden construir, las juezas tenemos que trabajar juntas no sólo para derribar esos muros sino para tender puentes de comunicación, de solidaridad, de transferencia de conocimiento, de doctrina, de jurisprudencia. En este sentido, es fundamental continuar con los cambios que empezaron a operarse en el Poder Judicial argentino a partir de 2004.

–¿Por qué 2004?

–En 2004 comenzaron a operarse una serie de cambios que derivaron luego en la creación de la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) y la Oficina de la Mujer (OM). La OVD fue creada en 2006 por la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN) para trabajar hacia afuera con la víctima, con el objeto de facilitar el acceso a una vía rápida de resolución de conflictos a quienes se encuentran en situación de especial vulnerabilidad. Por su parte, la OM fue creada en 2009 –también por la CSJN– para trabajar hacia adentro del Poder Judicial, con el objeto de cambiar la mentalidad de los operadores judiciales, e impulsar, en la esfera del Poder Judicial, un proceso de incorporación de la perspectiva de género en la planificación institucional para alcanzar la equidad de género. Ese es el sentido de la Oficina de la Mujer, y es ahí donde empieza a cambiar la doctrina y la jurisprudencia. Hace 25 años nadie hablaba de violencia, de acoso; eran temas tabúes. La política de género que lleva adelante la Corte Suprema es única en su tipo en el mundo entero. 

–¿Qué características la hacen única?

El Mapa de Género fue el primero de la región y presentado en la Cumbre Judicial Iberoamericana como modelo. No hay país que tenga dos oficinas que dependan de la Corte Suprema y que haga políticas de géneros como lo hace nuestro país, ni ley de protección integral de la mujer como la nuestra, la 26.485. El modelo de Oficina de Violencia Doméstica y de la Mujer está siendo replicado en varios países de la región.   

–A pesar de ello, ¿por qué es tan difícil erradicar la violencia de género? 

–Creo que la clave está en la educación. Violencia hubo siempre; antes se tapaba y ahora se conoce más. Es preciso educar para la igualdad, y eso va a llevar años. ¿Qué significa la equidad? ¿Qué es la violencia de género? ¿Cómo combatirla? Son cuestiones fundamentales sobre las que hay que educar, enseñar, porque la ley es el primer paso, pero la conducta, la concientización social, la información, van a ayudar a que la ley se cumpla. Es claro que los niños no nacen violentos; por eso es muy importante la educación desde el nivel inicial. 

–En el último año, ¿creció el número de denuncias presentadas por violencia de género? 

Las denuncias por violencia de género han crecido en todo el país y tiene que ver con cuestiones relacionas con la concientización social, la sensibilización y la información. Hoy hay mucha difusión sobre el tema y más recursos. También hay que decir que han aumentado las sentencias condenatorias, debido a la capacitación y el perfeccionamiento de los operadores judiciales, pero también de los operadores policiales y de seguridad. 

–Al mismo tiempo, la distribución de cargos en el Poder Judicial evidencia su sesgo machista.

Hace 25 años era un ambiente eminentemente patriarcal, cuando la Asociación de Mujeres Jueces de Argentina comenzó su militancia para lograr la equidad de género en el Poder Judicial. Se ha avanzado mucho a partir de la incorporación de la perspectiva de género y la política que en la materia lleva adelante la Corte Suprema, que ha sido imitada por los poderes judiciales provinciales. Se fueron dando una serie de cambios. En los edificios, por ejemplo, la creación de lactarios y guarderías. Junto a esto, un lenguaje más inclusivo –ahora nos dicen juezas–, y una apertura actitudinal. Sin embargo, todavía quedan algunos rezagos. 

–¿Cómo reflejan las sentencias judiciales las desigualdades de género? 

En algunas sentencias las desigualdades de género son evidentes. Y eso tiene que ver con la falta de educación, educación de la sociedad y también educación judicial. El estudio, la capacitación y el perfeccionamiento judicial son una valiosa herramienta de crecimiento individual, pero también de fortalecimiento institucional y garantía de la República. En definitiva, los jueces somos eso: garantía de la República.

–¿Tiene la Argentina una justicia democrática en términos de equidad de género?

–No, no la tiene. Hay una importante cantidad de mujeres en el ámbito judicial pero no están en los puestos de decisión



El Mapa de Género elaborado por la Oficina de la Mujer muestra que en la base de la pirámide las mujeres somos mayoría, en la segunda instancia hay una tendencia a equiparar los cargos entre hombres y mujeres, y en los puestos de decisión, es decir en las Cortes y en los Superiores Tribunales de Justicia de la Nación y las provincias, la mayoría de sus integrantes son hombres. 

Esto es lo que pretendemos revertir. Quedan todavía algunos superiores tribunales de provincias como Corrientes, Santiago del Estero, Chubut, Mendoza, La Rioja y Formosa en los que no hay mujeres. 

–¿Qué ocurre en otros países?

–Esta es una realidad en todo el mundo, no es exclusivo de nuestro país. A medida que se van produciendo los cargos, las jerarquías, a las mujeres les cuesta mucho más acceder. Y
en general esto tiene que ver con el hecho de que la mujer suele tener a su cargo las tareas de cuidado, y entonces por cuestiones de tiempo se le vuelve difícil hacer cursos, posgrados, especializaciones, en un mundo en el que cada día se exige más. Son muchas menos las mujeres que llegan a la cúspide de la pirámide. 

–Hay una idea bastante generalizada respecto de la cercanía del Poder Judicial con el Poder Ejecutivo, en detrimento de la sociedad. ¿Qué piensa sobre este punto? 

–Creo que para ser juez se necesita contar con determinadas condiciones. Sin ninguna duda, debe tener una preparación doctrinaria y jurisprudencial que le permita interpretar los hechos de la realidad correctamente y de acuerdo a la Constitución, las leyes y los tratados internacionales de derechos humanos que forman parte de nuestro plexo normativo, pero


también tener una mirada amplia, empática, no estereotipada, no sexista, una mirada inclusiva, generosa. Debe tener claro que la decisión que tome no sólo va a repercutir en ese ciudadano o ciudadana, sino que va a repercutir en la comunidad y en el Estado. 



Los jueces y las juezas tenemos que ser responsables. Lejos de ser un lugar de privilegio, es un lugar que exige una profunda mirada solidaria hacia el otro, como semejante, como igual, con los mismos derechos, con distintas realidades, pero con los mismos derechos. Nuestra obligación es restablecer los platillos de la balanza. Se necesita preparación doctrinaria, capacitación y perfeccionamiento continuos. Y al mismo tiempo una actitud valiente. 

–Sin embargo, en general, frente a reclamos sociales, las decisiones judiciales suelen estar mucho más alineadas con la política que con la sociedad. En ese sentido, las actitudes valientes no abundan. 

–No es fácil tomar decisiones sobre la vida, la libertad, la propiedad, sobre la familia. Para ser juez y tomar decisiones, para firmar sobre la libertad o la identidad, hay que tener un actitud proactiva, valiente, y contar con una verdadera vocación de servicio. Es necesario recuperar la confianza de la gente. Al mismo tiempo, creo que en las provincias la cosa es diferente; la gente confía más en su justicia. Probablemente por esa inmediatez o cercanía que es difícil de ver en las grandes ciudades. También sucede que los colegas acá en Buenos Aires tienen un trabajo impresionante; cualquier juzgado tiene pilas de expedientes. Necesitamos cambios, que ya se están trabajando en la Corte. Hace poco nos reunimos todos los jueces del país en la Corte Suprema, e hicimos nuestro aporte de cómo se debería trabajar para mejorar el servicio de justicia. Una gran ayuda va a ser la informatización de los sistemas judiciales, porque va a permitir agilizar los trámites.

–Aún hoy hay países que practican la lapidación y la mutilación genital femenina. ¿Tuvo oportunidad de abordar estas cuestiones con colegas suyas de esos países?

–Sí, claro. Por supuesto que de ninguna manera justifican tales prácticas, al contrario, las combaten fuertemente.Muchas juezas combaten la mutilación genital femenina y la lapidación con sentencia en  distintos países de África; a muchas combatir estas prácticas les ha costado la vida. Algunas cosas están cambiando y hay movimientos de resistencia, por ejemplo en Irán, con el tema del velo, que va mucho más allá del velo. Hay un gran movimiento de resistencia. Afortunadamente las redes sociales han ayudado mucho para que en esos países estos cambios se empiecen a dar. Pakistán, por ejemplo, ha cambiado notablemente en los últimos tiempos. Tiene oficina de violencia doméstica que atiende a la mujer y le brinda un lugar digno en los primeros momentos. 

–¿Cómo surgió el término “sextorsión”?

–Sextorsión es un término acuñado por la Asociación Internacional de Mujeres Juezas hace ya varios años. Se refiere a conductas que en los últimos tiempos se hicieron virales. Todo el mundo conoce casos en los que el director de cine, para darle un rol protagónico a una actriz, le exigía tal cosa, o el profesor a la alumna, el jefe a la secretaria, o prácticas semejantes en el poder judicial también. Estas conductas no eran delitos formales como los que conocemos en el Código Penal. Entonces había que buscarle un nombre y se nos ocurrió que podía ser una clase de extorsión, una clase de corrupción donde la moneda de cambio no fuera el dinero sino el sexo. De ahí sextorsión. Hace poco, en la reunión de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito en Viena, presentamos la “Red Global de Integridad Judicial”, impulsada por la Organización Nacional de Naciones Unidas (ONU). Allí se aceptó la sextorsión como forma de corrupción. Estas prácticas ocurren en todo el mundo. Por eso creo que sería bueno incorporar esta figura en las reglas Bangalore, que regulan la conducta judicial, porque sería una forma de actualizarlas. Incluso sería muy bueno que la sextorsión sea incluida como nueva figura de corrupción en el Código Penal. 

Fuente: Página 12 - Por Bárbara Schijman 

domingo, 28 de octubre de 2018

FRANQUISMO: ARGENTINA INVESTIGARÁ LOS FEMICIDIOS OCURRIDOS

Título original: Franquismo: Argentina investigará los crímenes del franquismo contra las mujeres.



La jueza María Servini admite la querella de Women's Link Worldwide que pide que se investiguen los crímenes que se cometieron contra las mujeres durante la Guerra Civil y la dictadura por el hecho de ser mujeres. La querella recoge seis casos concretos: Lidia Falcón, Matilde Landa, Pilar Sánchez, Margalida Jaume, Daria y Mercedes Buxadé.


Grupo de presas en la prisión de mujeres de Palma (septiembre, 1941). En la fila superior, la cuarta por la derecha -debajo de la columna- es Matilde (texto y fotografia: "Matilde Landa") David Ginard Féron

La Justicia de Argentina investigará los crímenes cometidos por la dictadura franquista contra las mujeres por el hecho de ser mujeres. La jueza María Servini de Cubría, que instruye la única causa judicial que investiga los crímenes del franquismo, ha admitido a trámite la querella que presentó hace ahora dos años la ONG Women's Link Worldwide en nombre de seis mujeres represaliadas por la dictadura, pero también en recuerdo de todas las que fueron torturadas, violadas, vejadas y/o asesinadas por el franquismo. 

"En la querella pusimos de manifiesto que las mujeres habían sufrido una violencia específica durante la Guerra Civil y la dictadura por el hecho de ser mujeres. Es una gran noticia que por fin se haya admitido a trámite esta querella y que se inicie una investigación específica de este tipo de violencia", explica a Público la abogada Aintzane Márquez Tejón. 

Las mujeres sufrieron violencia sexual, torturas, el robo de bebés, el rapado y las purgas

La investigación histórica ha documentado cómo las mujeres sufrieron una doble represión durante la dictadura y la Guerra Civil: por rojas y por liberadas. La dictadura exigió a las mujeres un exceso de virtud que encarnara un modelo de decencia y castidad que limpiara la supuesta degradación moral republicana.

Así, las mujeres que osaron desafiar al régimen de Franco sufrieron violencia sexual, ejercida por funcionarios de prisiones o falangistas que entraban a las prisiones a 'visitar' a las presas; torturas, con el mismo odio y fuerza que hacia los hombres pero con un componente de género específico hacia las mujeres en los insultos, descargas eléctricas en zonas genitales, los golpes en el bajo vientre; el robo de bebés en las cárceles perfectamente documentado hasta 1948; y el rapado y la purga con aceite de ricino para ser exhibidas en humillantes desfiles ejemplarizantes para el resto de la sociedad. 

La querella presentada por Women's Link Worldwide recoge seis casos específicos, aunque el espíritu es poder de la misma es que la investigación se pueda ampliar a un análisis más general de la represión contra las mujeres. 

Matilde Landa

Matilde Landa prefirió la muerte a ser bautizada por la Iglesia Católica. La dirigente del PCE, presa en el penal de Mallorca en 1942, recibió un ultimátum: o aceptaba recibir el bautizo, que sería promocionado a bombo y platillo por el régimen como una gran victoria del catolicismo, o harían empeorar las condiciones de los hijos de las presas en el penal. Matilde optó por el suicidio. Era el 26 de septiembre de 1942. "No puedo, no puedo aceptarlo. Sería como prostituirme", dejó escrito en una carta de despedida. 

"No puedo, no puedo aceptarlo. Sería como prostituirme", dejó escrito en una carta de despedida.
Landa había sido detenida en 1939 por las tropas franquistas y juzgada en un consejo de guerra. Tras pasar seis meses encerrada en los calabozos de la Puerta del Sol, ingresó en la prisión de ventas, y se convirtió de inmediato en un referente para las demás mujeres prisioneras. Después, en agosto de 1940, fue trasladada a la prisión de mujeres Can Sales, conocida con el nombre de “Las Hermanitas” (estaba bajo las órdenes de la congregación religiosa las Hermanitas de los Pobres) en Palma de Mallorca.

En esta prisión Matilde se convirtió, de nuevo, en una figura relevante y de gran apoyo para el resto de reclusas. Por este motivo, las autoridades de la cárcel se propusieron adoctrinarla y convertirla al catolicismo, con un doble objetivo, primero como maniobra propagandística del régimen y segundo como golpe de efecto para minar la moral del resto de mujeres presas. Pero Matilde Landa prefirió la muerte. 

Lidia Falcón

La presidenta del Partido Feminista, Lidia Falcón, fue detenida siete veces entre los años 1960 y 1974 en base a los delitos de opinión y de asociación ilícita, también fue procesada en varias ocasiones por la publicación de artículos de opinión. Tras estas detenciones fue encarcelada en varias ocasiones en las prisiones de Madrid (Yeserías) y de Barcelona (Trinidad).

“Ahora ya no parirás más puta bruja”, le espetó Billy el Niño mientras le golpeaba el vientre
Con la excepción de dos de dichas detenciones en el resto de detenciones
sufrió torturas de diversa consideración. Estas torturas fueron claramente dirigidas a su condición de mujer joven y consistieron en: golpes en el estómago y en el hígado mientras el torturador Billy el Niño, el alias de Antonio González Pacheco, le gritaba “ahora ya no parirás más puta bruja”, tal y como relató en esta entrevista concedida a Público. 

Pilar Sánchez Lladrés

Pilar era militante del partido socialista y vivía junto a su marido, también socialista, en el barrio obrero de La Soledat. Tenían cuatro hijos. En julio de 1936 amigos de Pilar la recomiendan que se esconda y así lo hace. Días más tarde, tropas falangistas entraron en su casa y detuvieron a su marido y a sus cuatro hijos. Tras interrogarlos, los cuatro hijos fueron puestos en libertad pero al marido de Pilar lo trasladaron a prisión.

Pilar fue violada por al menos dos grupos de falangistas antes de ser ejecutada y abandonar su cuerpo en la puerta del cementerio.
Al no saber lo que ocurría con su familia, Pilar decidió salir de su escondite y pocos días después fue denunciada y detenida por miembros de La Falange, que la trasladaron en coche junto con cuatro falangistas, cerca del predio de Son Ganyada. Un hombre que se encontraba cazando en la zona relató que pudo ver cómo los cuatro hombres la hicieron bajar del coche a la fuerza y comenzaron a golpearla y a violarla.

Después la llevaron al cementerio de Sencelles donde otro vecino fue testigo de cómo Pilar volvió a ser violada por otros falangistas que después la ejecutaron y abandonaron su cuerpo a las puertas del cementerio. Era el 18 de septiembre de 1936. 

Margalida Jaume Vandrel

Margalida y su esposo eran relojeros en la localidad mallorquina de Manacor.
Tenían dos hijas, Antonia y Francisca, de 8 y 11 años de edad en el momento
de ocurrir los hechos. En agosto de 1936, sin motivo aparente, Antoni, el marido de Margalida, fue trasladado a la comisaría de Manacor donde fue retenido. Tras una semana sin noticias suyas, un grupo de franquistas se personaron en el domicilio familiar y explicó a Margalida, embarazada de 7 meses, que iban a poner en libertad a su marido pero que necesitaban que ella fuera para tomarle declaración.

Margalida, sin embargo, quedó detenida junto a su marido. Los dos sufrieron todo tipo de humillaciones y torturas y finalmente fueron ejecutados. Años después, un
vecino del pueblo contó que vio a uno de los falangistas violando a Margalida y que le escuchó decir: “Nunca me había gozado a una embarazada”. Margalida continúa desaparecida a día de hoy. 

Daria y Mercedes Buxadé Adroher

Daria y Mercedes eran hermanas y vivían en Barcelona. En el mes de agosto
de 1936 se embarcaron en una expedición republicana como personal sanitario
rumbo a Mallorca. Las acompañaban otras tres enfermeras. Pasadas unas semanas se inició la persecución y eliminación de todas las personas que
quedaron aisladas en la isla.

Las cinco enfermeras fueron detenidas por tropas franquistas la mañana del 4
de septiembre y trasladadas a un cuartel general en Sa Bassa. Ese mismo día
las mujeres fueron interrogadas. Las autoridades ordenaron que todas ellas
fuesen examinadas para comprobar su virginidad. Se encargaron unas monjas. Tras ello, siempre de acuerdo a la querella de la ONG, fueron brutal y repetidamente violadas por un grupo de falangistas.

Se cree que al día siguiente fueron conducidas al cementerio de Son Coletes, donde fueron asesinadas. Se supone que sus restos reposan en una fosa común de ese cementerio que, a fecha de hoy, aún no se ha podido exhumar. 

Fuente: El público.Es - Por Alejandro Torrús

LAS ESCLAVAS SEXUALES QUE RECLUTABA EL GOBIERNO JAPONÉS EN LA GUERRA

Título orignal: La ceremonia de los miércoles



Cada miércoles por la tarde, delante de la embajada japonesa en Seúl, un puñado de mujeres coreanas de más de noventa años reclama en vano que Japón reconozca lo que hizo con ellas. Cada vez son menos porque, desde que empezó el reclamo, en el año 1991, han ido muriendo casi todas: hoy sólo quedan treinta y cinco sobrevivientes. Por esa razón, desde el año 2011 se han ido erigiendo estatuas de esas mujeres frente a las embajadas japonesas, no sólo en Seúl, sino también en Hong Kong, Taipei, Yakarta y Tainan, para que su reclamo no cese cuando ellas no estén. ¿Qué hizo Japón, el Japón imperial, con esas mujeres? Las convirtió en esclavas sexuales para su ejército, cuando todas ellas eran menores de edad, entre 1937 y 1945. 

La historia empezó después de la tristemente célebre masacre de Nanking. En diciembre de 1937, luego de que las tropas japonesas arrasaran la capital china, mataran más de trescientos mil civiles y violaran ochenta mil mujeres, el emperador Hirohito se escandalizó con sus altos mandos y ordenó que no se repitieran más “semejantes estigmas para la imagen del Imperio” (cito textualmente). Los altos mandos inventaron entonces las “estaciones de consuelo”, unos burdeles militares que debían cumplir tres funciones: dar satisfacción sexual a las tropas, evitar las violaciones de mujeres locales y reducir la transmisión de enfermedades venéreas, ya que las integrantes de estas “estaciones de consuelo” eran sometidas a revisaciones médicas semanales.

El reclutamiento de “voluntarias” comenzó en 1941, principalmente en Corea. Fueron pueblo por pueblo y aldea por aldea. Amparados en la Ley de Movilización General que regía en todo el imperio, se llevaban las hijas mujeres de todas las familias. Se les decía que viajarían a Japón a colaborar con el ejército imperial cocinando para las tropas, o remendando uniformes, o trabajando de enfermeras. Pero no se las enviaba a Japón sino al frente, donde eran sometidas a un régimen inhumano: vivían apiñadas en las “estaciones de consuelo” sin permiso para salir, mal alimentadas, sometidas a castigos constantes y obligadas a satisfacer las demandas de las tropas, que se incrementaban antes de cada batalla (podían llegar a ser hasta sesenta soldados por noche) porque los japoneses creían que tener sexo antes de combatir los fortificaba y protegía. 

El asunto quedó convenientemente silenciado después de la guerra porque los japoneses quemaron todos los registros y, además,porque la gran mayoría de las víctimas murieron (durante la guerra o inmediatamente después, por suicidio o por enfermedades consecuencia de su internación)o no se atrevieron a volver a sus pueblos natales, por falta de recursos o por vergüenza. Recién en 1991, cuatro años después de que se estableciera la democracia en la República de Corea del Sur algunas de las sobrevivientes se atrevieron a contar por primera vez su historia. Una de ellas llamada Kim Hak-sun aceptó relatar su experiencia para un diario coreano: dijo que el calvario no había terminado con el fin de la guerra, que callarlo era casi igual de malo que habérselo confesado a sus familiares porque la escarnecían cada vez que tomaban unas copas. La única solución que veía era unirse, contarlo públicamente. Logró que doscientos cincuenta de sus compañeras se sumaran y comenzaron a juntarse cada miércoles frente a la embajada japonesa en Seúl, al principio con casi nula repercusión.

El debate acerca de la esclavitud sexual en las “estaciones de consuelo” gira en torno al modo en que fueron reclutadas sus integrantes. El gobierno japonés sostuvo durante años que no había habido reclutamiento forzoso, que se trataba de “trabajadoras sexuales con licencia para ejercer y cobrar”, una forma de prostitución legal, como la que regía en su propio territorio. Las sobrevivientes no tenían ningún documento que sostuviera su acusación: sólo podían ofrecer el relato de su atroz experiencia. Pero reuniendo uno a uno esos testimonios se pudo establecer que las “mujeres de consuelo” fueron no menos de veinte mil (y se estima que pueden haber llegado hasta ochenta mil). Luego de que la legendaria jurista argentina Carmen Argibay presidiera el Tribunal Internacional de Mujeres para el Enjuiciamiento de la Esclavitud Sexual, que condenó en diciembre de 2000 al ejército nipón por los crímenes cometidos en las “estaciones de consuelo” durante la Segunda Guerra (Argibay publicó poco después un formidable trabajo sobre el tema en el Berkeley Journal of International Law) se creó en Japón el Fondo de Reparación de Mujeres Asiáticas.

Era una iniciativa privada, orquestada por Yoshiko Yamaguchi, ex actriz chino-japonesa devenida diputada en el Parlamento nipón (hablé de ella en otra contratapa: “La Orquídea de Manchuria”). El resarcimiento sólo fue aceptado por 285 de las víctimas en Corea, China, Filipinas y Taiwan: se le entregó a cada una la suma de dos millones de yens (diecisiete mil dólares). Mientras tanto siguieron las marchas de los miércoles frente a la embajada japonesa en Seúl y de a poco empezaron a repetirse en otras ciudades del sudeste asiático, hasta que en el año 2015 el gobierno japonés aceptó presentar disculpas públicas a las ya ancianas víctimas sobrevivientes, en forma de un nuevo Fondo de Reparación. Lo hicieron a la manera japonesa: con reticencia, afirmando que no habían logrado hallar en los archivos oficiales ninguna prueba concreta de esclavitud sexual en las “estaciones de consuelo”. El Comité por la Eliminación de la Discriminación Racial de las Naciones Unidas decretó este año que la respuesta de Japón no es suficiente. 

Según encuestas recientes, el 70 por ciento de la población coreana cree que el asunto de las “estaciones de consuelo” sigue sin resolución, mientras que el 50 por ciento de la población japonesa considera que quedó finiquitado en 2015. Lo que hace falta, sostienen mientras tanto las últimas sobrevivientes, es un museo y un centro de investigaciones que nuclee todos los testimonios y documentos posibles antes de que ellas mueran: para que sea el mundo y no sólo ellas quienes pidan explicaciones al Japón. Así las cosas, en los últimos meses sucedió un hecho minúsculo que quizá tenga enormes consecuencias en esa dirección: la coreana-canadiense Emily Jungmin Yoon publicó un extraordinario libro de poemas en inglés, titulado A Cruelty Special to Our Species (“Una crueldad especial para nuestra especie”), en el que utiliza las voces de las sobrevivientes, sus testimonios, para dar a conocer al mundo los detalles y los alcances de aquella aberración. 

Ya en el primer poema, titulado “Una desgracia habitual”, Yoon dice: “Han pasado setenta años ya y nadie sabe / nadie dice que éramos niñas / y esclavas / y cuán habitual era esa desgracia”. Cuenta Yoon que, cuando llegó a América, descubrió que nadie conocía la historia de las “estaciones de consuelo” y que muchas veces, hablando con canadienses y norteamericanos, le preguntaban qué pasaba entre Japón y Corea, ¿tan diferentes eran? Ella contesta así en su libro:”Hace muchos muchos años que en Japón / usan la frase jûgoen gojissen para decir coreanos / Una crueldad especial con nuestra especie / porque jûgo suena a morir en coreano / y goji suena a mentir en coreano”. Yoon dice que se decidió a terminar y publicar su libro cuando leyó que, de aquellas cuarenta mil o doscientas mil esclavas sexuales, sólo quedaban treinta y cinco sobrevivientes. Sus poemas, como esas estatuas que hay frente a las embajadas japonesas en Seúl, Hong Kong, Taipei, Yakarta y Tainan, seguirán hablándole al mundo cuando ya no quede ni una sola de esas ancianas para asistir a la ceremonia de los miércoles.

Fuente: Página 12 . Por  Juan Forn.

VÍCTIMA DEL PEDÓFILO CURA PARMA NARRA SU CALVARIO

Título original : Víctima del cura Parma habló sobre los abusos en puerto santa cruz 


Llegó en 2009 para hacer el postulado en Puerto Santa Cruz y vivió junto al cura cuatro años. Hoy, con la detención del sacerdote, el joven que declaró en su contra en la causa por los abusos a menores, relató cómo fue su experiencia a Tiempo Sur .



Jonathan es uno de los chicos que en agosto de este año se presentó en la provincia para declarar en la causa contra Nicolás Parma, el sacerdote acusado de abuso sexual agravado y corrupción de menores, que pasa sus días detenido en una comisaría de Puerto Santa Cruz, por los hechos que acontecieron entre los años 2009 y 2012.

Es de una familia humilde, tiene varios hermanos y sus padres ayudaban con la capilla de su pueblo, en el conurbano bonaerense. En el año 2009, después de un periodo de experiencia vocacional, Jonathan fue enviado a la casa de formación para postulantes que la congregación Discípulos de Jesús San Juan Bautista tiene en Puerto Santa Cruz.

Llegó en marzo de ese año para hacer el noveno grado en el Colegio María Auxiliadora. En la casa no había entonces otros chicos, sólo el presbítero Nicolás Parma, a quien la comunidad conocía como el “Padre Felipe” y Juan Deguer, un hermano profeso.

“Cuando llegué a Santa Cruz tenía 15 años y mi mamá había firmado un permiso para que yo pudiera ir. Les entregó toda mi documentación a ellos y yo nunca más tuve acceso, la guardaban bajo llave” cuenta.

Dice que Parma no era un hombre de buenos tratos. Que hacia afuera podía ser muy carismático pero que hacia adentro tenía arranques de ira, era malhumorado y podía responder a un ¿cómo le va? con un ¿y a vos qué mierda te importa?

“La primera vez que me tocó fue en 2009. Me empezó a llamar a la pieza a jugar. Yo estuve un tiempo sólo porque no había más chicos y el otro hermano que estaba tenía 26 años y se peleaba mucho con Parma, al punto de insultarse y tirarse cosas”, recuerda.

Como la relación era demasiado violenta con el profesor, Parma pide que lo saquen de la casa y es así que durante un tiempo Jonathan se las tuvo que ver con el sacerdote a solas.

“Yo en ese momento no me di cuenta porque él hacía todo como si fuese un juego. Recién cuando me escapé pude saber que Parma ya tenía antecedentes en la congregación, que desde el noviciado venía tocando a otras personas o mordiéndolas. Las primeras acusaciones que tuvo son de ocho años antes de atacarme a mí. Yo averigüé esto porque necesitaba comprender por qué me hizo las cosas que me hizo”, aclara.



¿Pudiste contarle a tu mamá lo que pasaba en la casa?

_No, nosotros no nos podíamos comunicar con nuestra familia. Era un domingo al mes que te podían llamar. Si tu mamá te quería hablar antes, a veces no te pasaba la llamada, les decían que estabas ocupado y te retaban. Entonces tu familia terminaba llamando una o dos veces al mes, cinco o seis minutos, porque cuando hablabas pasaba él y te señalaban el tiempo.



Relato coincidente- Sin embargo ese no era el principal problema, sino el hecho de que a esa edad, ni Jonathan ni el resto de los chicos lograban comprender del todo que eran víctimas de abuso sexual.

Su relato coincide con el de Yair Gyurkovits, un adolescente que llegaría un tiempo después a la casa, pero que fue el primero en romper el silencio y llevar el caso a la Justicia. A comienzos de este año Yair le dijo a Tiempo Sur que al principio, los abusos se daban en medio de juegos que Parma proponía, incluso en los ratos en los que les prestaba su teléfono para distraerlos.

La escalada de violencia subía y recién luego de aquellos episodios vendrían otros más explícitos, bajo amenaza y zamarreos.

Cuando llegaron los demás chicos - cuatro en total- los abusos a Jonathan mermaron durante un tiempo.

“Ya no me buscaba a mí para hacer su ‘juego’, ya no era yo quien entraba a la pieza. Empezó a estar más solo con el resto de los jóvenes” dice, sobre los chicos con los que compartía la obligación de todas las tareas de limpieza y lustre de la casa, pero además, de tener que dejar todo listo para las ceremonias del día siguiente en la Iglesia Exaltación de la Cruz, misión que a veces le demandaba estar despierto hasta las 3 de la madrugada y después levantarse temprano para ir al colegio.

Parma en cambio no hacía estas cosas. En los testimonios, los chicos dicen que el cura solía levantarse al mediodía y que muchas veces cuando algún vecino o vecina lo necesitaban, los mandaba a decir que estaba ocupado, cuando en realidad no se quería levantar.



¿En ese tiempo había rumores en el pueblo?

Es que nosotros no teníamos permitido hablar con nadie, ni siquiera podíamos decir que comíamos mal o que no teníamos calzoncillos, nada. La gente nos preguntaba cómo estábamos y nosotros teníamos que decir que estábamos re bien porque si no él te retaba, te humillaba en frente de todos.



Llegó un momento en la casa que eran tantos los chicos haciendo el postulado que el Instituto Discípulos de Jesús San Juan Bautista les dijo que no podía costear ni la cuota del colegio ni sus ropas, ni nada. Por eso, a los eclesiásticos se les ocurrió pedirles que salieran a buscar “padrinos”.

Algunos de ellos fueron: Alejandra S, Andrea C, María F, Martín S, Graciela B, Liliana I, Oscar R, Edgardo M y Beatriz S.

No sólo eso. En cierta ocasión, Parma dijo que se había roto el vehículo de la Iglesia, y entonces –según los chicos- la operadora Pérez Companc le propuso pagarle uno. Así, en octubre de 2010, Parma se vino hasta la concesionaria de calle Urquiza de Río Gallegos y compro una Hilux 4x4 blanca.



Nadie supo nada- En los cuatro años que Jonathan estuvo en Puerto Santa Cruz, hizo lazos de amistad con algunas familias. Por eso, cuando en agosto volvió para declarar ante la jueza Noelia Ursino, aprovechó a visitarlos y contarles su verdad.

“Era un pueblo muy hermético y lamentablemente nadie supo nada. Cuando fui a declarar visité algunos hogares que eran como mi familia y les conté lo que había pasado. Lloraban de bronca. Pero si a nosotros, los que salimos de esa congregación, nos preguntamos cómo no nos dimos cuenta de la manipulación, de los abusos, a ellos les pasa lo mismo”, explicó.

Por estos días, la comunidad de Puerto Santa Cruz difícilmente pueda obviar el tema en las conversaciones y todavía hay quienes no creen en la palabra de los chicos.

Tiempo Sur contó el martes pasado que un grupo de feligreses le contrató a Parma los servicios del abogado penalista Carlos Muriete y que incluso el actual párroco de la localidad sería uno de los que le lleva comida al lugar de detención.

“A nosotros nos conoce toda la gente de ahí, es un pueblo chiquito. Vivimos nuestra infancia, nuestra adolescencia junto con ellos. Es un dolor enorme que algunos no nos crean y que haya gente que lo está ayudando. ¿Por qué le creen a un pedófilo?” se preguntó Jonathan.

En su declaración, y al igual que Yair en la suya, quedó claro que hay más víctimas del presbítero, entre otras cosas, porque también el sacerdote los obligó a participar de tríos y de vez en cuando cambiaba a sus preferidos para que durmieran con él.

“La mayoría en cierta medida fueron abusados por él. Creo que somos más las víctimas de Parma pero también creo que cada uno tiene su tiempo para hablar de lo que sucedió” asegura.

Como el de Yair, el camino de Jonathan no fue sencillo. Primero acudió a la Iglesia Católica y presentó una denuncia canónica en Buenos Aires. Lo llamaron para la Doctrina de la Fe porque la causa ya estaba iniciada por la denuncia de Yair, pero lo único que sucedió fue que lo re-victimizaron haciéndolo declarar lo mismo en cuatro oportunidades.

“Me pedían que buscara gente que hablase bien de mí. Me pareció una ridiculez total” dice y se lamenta de que los Discípulos de Jesús San Juan Batista sigan funcionando como congregación.



“Nos humilló”- En diciembre de 2016 Jonathan hizo la denuncia penal, en Salta. Como el Juzgado se declaró incompetente la causa giró a Santa Cruz, aunque se tomaron su tiempo: Un año y medio para que llegue a manos de Ursino.



¿Qué le dirías a los vecinos de Puerto Santa Cruz?

Que lo único que deseo es que vean a qué persona apoyan. Muchos de ellos nos brindaron todo a nosotros siendo niños. Sepan que el ‘Padre Felipe’ que ellos adoraban no es el mismo que estaba con nosotros. Nos humilló, nos insultó, abusó sexualmente de nosotros y es muy doloroso porque realmente pensamos que era nuestra familia. Igual creo que la verdad sale siempre a la luz. Ninguno de nosotros tiene abogados, él sí, porque lo necesita.

Fuente: Tiempo Sur - Por Sara Delgadp