martes, 6 de septiembre de 2011

LA VIOLENCIA INTRAFAMILIAR Y SUS SECUELAS ( Entre Ríos)


La violencia doméstica muchas veces queda silenciada en el propio hogar. Sin embargo, se trata de una violencia que en pleno siglo XXI no debe tolerarse bajo ningún aspecto.
De manera diaria, muchas mujeres en la Argentina y en Entre Ríos –también en Gualeguaychú- padecen diversas agresiones propinadas por esposos, parientes, novios, ex parejas u hombres que fueron rechazados por ellas.
Las denuncias por violencia contra la mujer aumentaron todos los años y la cifra lejos de descender, refleja un incremento de una agresividad que muchas veces no trasciende el portal de un hogar. Pero existe y genera daños, cuyas secuelas dejan marcas para toda la vida, tanto en mujeres como en los hijos.
Los casos de feminicidios en Entre Ríos también son alarmantes. ¿Cómo es posible que el hogar familiar no sea garantía de paz y amor? La pregunta no es inocente, porque interpela la construcción de comunidad que se está haciendo.
La mayoría de las mujeres que acusan agresiones, tienen realizadas varias denuncias y/o exposiciones en sede policial. Sin embargo, es más probable que las agresiones se repitan a que se superen. Pareciera que no hubiera protección, por la sencilla razón de que en gran parte de los organismos públicos que deben velar por la prevención, prevalece una mirada machista que impide reconocer elementales derechos.
Muchas veces la Justicia morigera una responsabilidad al encuadrar la violencia en una actitud “pasional”, olvidándose del daño propinado a la víctima. Esa es otra mirada machista que impide un verdadero servicio de Justicia a quien fue agredido. Eso no es todo, “actuar bajo los efectos de la pasión o del alcohol”, lejos de presentarse como un agravante, es un atenuante, que disminuye la responsabilidad.
Prevenir e investigar, son pasos esenciales para erradicar la violencia contra las mujeres en cualquier sociedad.
Hay que comprender que es la percepción machista la que caracteriza a la pasión como un atenuante, porque en el fondo discrimina a la mujer cuando la percibe como una posesión personal o un mero objeto del hombre.
Es cierto que una nueva serie de leyes están tratando de actuar en este terreno y buscan construir otro paradigma. Incluso en Argentina se avanzó con leyes que condenan de manera directa incluso la “violencia mediática”, estableciendo sanciones para aquellos medios de comunicación masiva (especialmente la televisión) que difundan mensajes o imágenes que tiendan a perpetuar patrones sexistas de dominación masculina, estimulen la explotación sexual de las mujeres o contengan prácticas discriminatorias.
Pero son insuficiente, porque el problema es muy agudo, dado que también es cultural y económico, dada la dependencia económica que impide a las mujeres dejar muchas veces su pareja a pesar de que es claramente violenta, por la sencilla razón de que no tienen adónde ir ni cómo sobrevivir.
Proteger a las víctimas de este drama incalificable es un imperativo del conjunto de la sociedad y del Estado. Se necesitan programas integrales, que ayuden a no ser dependiente de lo económico, que les otorgue rápidamente un espacio independiente y seguro y una contención clara y efectiva. Y claro está, que aleje al agresor de su víctima. Ese sería un buen camino para comenzar a erradicar la violencia doméstica. Hay que transitarlo y el primer paso lo tiene que dar el Estado.

FUENTE : EL ARGNETINO.COM

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