SI MATA, NO ES AMOR
Diana Maffía

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MESA DEBATE " ASESINADAS EN NOMBRE DEL AMOR" (FERIA DEL LIBRO, BUENOS AIRES)
FEMICIDIOEn la Cámara de Diputados de la Nación se acaba de dar media sanción
al proyecto de incorporar al código penal la figura de “femicidio”,
como efecto de la visibilidad de los crímenes de mujeres que forma
parte de la estrategia de incidencia política del feminismo. Para que
fuera posible mirar los asesinatos de mujeres de esta manera, hizo
falta dejar de naturalizar la violencia en las relaciones
interpersonales como exceso pasional, y a la vez dejar de ver estos
casos como crímenes individuales y percibir el patrón colectivo que
los posibilita.Cuando el psicoanálisis tradicional aplica a las mujeres que sufrenviolencia la caracterización de “masoquistas”, las hacencorresponsables como víctimas, poniendo énfasis en el vínculo como sifuera patológico e involucrara a una pareja que se vuelve así“anormal”. Pero la crítica feminista precisamente va a poner el foco
en las estructuras de dominio y de poder que hacen de toda mujer, por
su mera condición de mujer, un sujeto vulnerable a la violencia como
reaseguro de la posesión y el sometimiento.Las acciones de violencia sobre una mujer pueden llevar a esa mujer a
la muerte; pero las palabras para describir esa violencia nos ponen enpeligro a todas. El propio hecho de comunicar los episodios deviolencia extrema y los femicidios en los medios masivos decomunicación tienen efectos paradojales. Ante las noticias difundidas,muchas mujeres relatan que sufren amenazas de que les va a pasar lomismo si no son dóciles, o se minimizan sus quejas porque la violenciaque sufren no es comparable a la que toma estado publico, o losvictimarios imitan como por contagio los mecanismos violentos. Este esel caso, a partir del resonante episodio del baterista de“Callejeros”, con la difusión de varones que prenden fuego a lasmujeres, episodios que se agudizan multiplicándose cuando sondifundidos. Imaginemos el efecto si además estos crímenes permanecenimpunes. Su difusión, lejos de darle recursos de advertencia a lasposibles víctimas, refuerzan la posición del victimario.Sin embargo, el avance en las políticas públicas contra la violencia,la aceptación del Estado del papel que le cabe en garantizar laintegridad de las mujeres como condición de su ciudadanía, comenzóprecisamente con un femicidio de gran repercusión: el asesinato deAlicia Muñiz por parte de Carlos Monzón. El reconocimiento público delas figuras involucradas le dio una trascendencia al hecho que prontopasó a ser debate sobre la violencia doméstica.Recién a partir de este caso comenzaron a crearse áreas de atención, ya apoyarse a las organizaciones de mujeres que venían luchando contraeste flagelo a través de grupos de autoayuda pero sin recursosestatales como dispositivos de salud y de refugio. Mar del Plata, ellugar donde había ocurrido este hecho, fue escenario también de otroescalofriante episodio femicida: el asesinato de prostitutas que seatribuyó a un inexistente “loco de la ruta”, pero que luego de unacuidadosa investigación llevada adelante por un juez local, reveló latrama de corrupción policial, judicial y política en la explotación dela prostitución.¿Podríamos llamar a estos episodios “femicidio”? Curiosamente, entre
los agravantes que acaban de votar los diputados y diputadas, figura
el odio racial o la homofobia, pero la condición de prostitución ytrata de personas no figura. Evidentemente es costoso pensar laprostitución como una forma de violencia, por eso el aliento oficial aquienes hablan de “trabajo sexual”, ya que de esta forma elprostituyente, por efecto de un eufemismo, se transforma en “cliente”,y el dinero de la transacción elimina el gesto violento de transformarun cuerpo en mercancía.
TRATA DE PERSONASLa ley de Trata, poco después de sancionada, debió ser modificada por
las duras críticas que recibió la pretensión de que si la víctima
tenía más de 18 años recayera sobre ella la exigencia de probar que
había sido engañada. Es decir, la ley presuponía que una persona da
consentimiento a su propia esclavitud sexual, si no demuestra lo
contrario. Además, las penas por engañar a una mujer para obligarla a
ejercer la prostitución tenían la mitad de la pena que merecía el
delito de abigeato, el robo de ganado. Es decir, para la ley, robar
una vaca equivalía a prostituir a dos mujeres. ¿Cuánto de la mala
voluntad para legislar en los casos de trata, para llamar por su
nombre a los prostíbulos en lugar de encubrirlos como wiskerías o
cabarets, y para sancionar la explotación de la prostitución, tiene su
raíz en la impunidad construída para los prostituyentes y en la
naturalización del consumo de prostitución por los varones?
AVENIMIENTOA fines del año pasado, otro hecho conmovió a la opinión pública porsu gravedad. Una adolescente de 19 años que se había separado de sucompañero con quien tenía un hijo pequeño, fue violada por él a lasalida de su trabajo. El hombre fue preso, y durante su cautiverioretomó el vínculo con su ex mujer a la que prometió casarse parainiciar una convivencia como familia. El fiscal consideró que era unaestrategia para salir de la cárcel, pero ella solicitó el recurso de“avenimiento” para que lo liberaran. Quisiera detenerme unos minutossobre este recurso, una rémora conservadora y patriarcal en elcontexto de un cambio legal muy relevante.La violación era referida en el código penal como un “delito contra lahonestidad”. Claramente, el honor protegido era el de la familia, loque es decir el honor de quien posee a esa mujer (paradigmáticamente,el padre). Ese honor se subsanaba si el violador consentía casarse conla víctima, y entonces cesaba la causa penal contra él. Es más, tanfuerte era la idea de “honestidad” como posesión, que una prostituta,por ejemplo, no podía denunciar una violación; y cualquier mujer debíaprobar que era “honesta” para que se iniciara la causa penal. Todavíaahora, ante una denuncia y con el paradigma patriarcal bastantevigente a pesar de los cambios, la mujer será indagada sobre suvestimenta, sus hábitos, los horarios y el lugar por donde transitabay si había trabado algún vínculo con el agresor sexual.En 1999 la figura se modificó. Los “delitos contra la honestidad”pasaron a ser “delitos contra la integridad sexual”. El bien protegidoya no era externo a la víctima, sino que se produjo una revoluciónsemiótica, poniendo a las mujeres, su integridad y autonomía como bientutelado por la ley. Sin embargo, este giro no fue fácil, y loslegisladores más conservadores, a propuesta del entonces diputado JoséCafferata Nores, exigieron mantener la figura del “avenimiento” oreconciliación como condición para aprobar el cambio, si bienagregando aclaraciones sobre que éste se hacía sin forzar la voluntadde la víctima, que libremente tomaba su decisión.Así el Código Penal estableció que en casos de violación y cuando hayarelaciones afectivas preexistentes entre víctima y victimario, eltribunal puede excepcionalmente aceptar la propuesta de ella si fueformulada libremente y en condiciones de igualdad y si considera que“es un modo más equitativo de armonizar el conflicto con mejorresguardo del interés de la víctima”. Y entonces se extingue la acciónpenal¿Es concebible, en una trama de relaciones sociales donde todavía las
mujeres se encuentran en muchas formas de sujeción, de dependencia y
de sometimiento; después de un delito tan estigmatizante como la
violación, hablar de decisión libre por la cual la víctima decideretirar la denuncia porque va a casarse con el violador? Sin embargo,la figura se mantuvo.En el caso que relatamos, Carla, la adolescente violada por su expareja, solicita el avenimiento; y aunque un primer fallo judicialrechazó el recurso ambos insistieron y el acuerdo fue avalado por elTribunal de Impugnación Penal de la provincia de La Pampa, que loconcedió en un fallo dividido. Al segundo día de convivencia, elhombre la mató violentamente. Los medios de comunicación se hicieronun festín con esta historia, ya que de pequeña la muchacha habíapresenciado el asesinato de su madre en manos de su padre. Pero loverdaderamente grave del asunto es que profesionales que deberíanasegurar la atención adecuada de estos casos, argumentaran que lapropia mujer había sido responsable y se había buscado su propiamuerte.Un psicoanalista del Hospital Álvarez, Sergio Sabalza, se pregunta enuna nota en La Nación “¿ Qué lleva a una persona a contraer uncompromiso legal y afectivo con quien atropellara su honor eintimidad?” pregunta que pone la agencia en la mujer. No se preguntaqué lleva a un hombre a violar y luego matar a una mujer con la que haconvivido y con la que tiene un hijo, sino qué la lleva a ella aamarlo. Y como respuesta escribe (y permítanme una cita algo extensa):Un peritaje psicológico advertía el estado de shock en que se
encontraba la víctima a causa de la agresión sufrida a manos del
violador. Pero tal diagnóstico no es suficiente para explicar la
insensatez que demuestra quien no está en condiciones de preservar suseguridad física y psíquica .El colapso psicológico puede arrojar un sujeto a la cama durantesemanas, precipitarlo en la depresión o en la perplejidad. Pero noexplica cuál es el resorte subjetivo que induce a una persona a volvera padecer el mismo horror.La observación apunta al corazón del descubrimiento freudiano delinconciente, el masoquismo , por el cual un sujeto goza más allá de loque sus barreras éticas y estéticas están dispuestas a tolerar. Estacondición erótica, a veces en franca oposición con la moral de lapersona, se cuece en el hervor de los primeros cuidados y se terminapor sellar en la adolescencia. Aquí el historial nos exime de mayorescomentarios: cuando Carla tenía pocos meses de vida, su padre habíaasesinado a su esposa y madre de Carla.Por eso, a veces las personas no sólo somos víctimas de un agresoractualizado allí en carne y hueso (el cual deber ir a la cárcel, porsupuesto), sino también de nuestra propia condición erótica. Laviolencia que se agita entre los miembros de las parejas y en el senode las familias hace más que recomendable que este rasgo tan singularde la condición humana sea tenida en cuenta por la justicia . El serhumano es la única criatura del planeta que vuelve a poner los dedosen el enchufe.Entendamos bien: el psicoanalista invita a que cuando la justiciajuzgue al asesino, tome en cuenta que la víctima tenía una inclinaciónpropia a repetir una escena, que como masoquista buscaba. No me cansode pensar qué llevó a este profesional de la salud mental a escribiresto en un medio de comunicación masivo, qué estaba defendiendo,contra qué malentendido estaba levantando el poder de su discursoautorizado.Tan horroroso fue el efecto de este asesinato, tan burda la disculpa
de los jueces, que en veloz trámite parlamentario hace unas semanas elAvenimiento fue derogado. Aquello que no era negociable se negoció,aunque el precio fue una vida. La diputada feminista Marcela Rodríguezvenía presentando desde 2008 proyectos para derogar la vergonzosafigura del Avenimiento, pero nunca fueron tratados y perdían estadoparlamentario, debiendo volver a ser presentados.
LGTB Y VIOLENCIANatalia Gaitán, “la Pepa”, era una joven lesbiana que fue asesinadapor el padrastro de su novia, asesinada por no esconder una forma deamor no legitimada por las formas silenciosas y opresivas de lasexualidad hegemónica. El debate social sobre este crimen permitióexplicitar las formas violentas de conductas homofóbicas, lesbofóbicasy transfóbicas que han terminado en crímenes de odio. Como sociedadhemos avanzado con la ampliación de la ley de matrimonio, y hoyestamos discutiendo en el Senado Nacional la ley de Identidad querecibió media sanción en Diputados en noviembre del año pasado, y queimpulsa formas de respeto y autonomía inéditas. Pero como reacción aestos avances, recrudecen estas expresiones amenazantes que exigen alos cuerpos y sexualidades disidentes que no se muestren y que no nosinterpelen.Y como el nombre de esta mesa, “asesinadas en nombre del amor”, mepermitió ir mucho más allá del asesinato de una mujer en manos dealguien a quien amó o que dice amarlas, quiero concluir hablando de
otras muertes que constituyen un femicidio silencioso: las muertes por
abortos inseguros.
ABORTOS INSEGUROS = MUERTE
La presunción de un instintivo amor maternal, encubre el hecho de que
por muchas razones las mujeres pueden tener embarazos no deseados. Que
no todo embarazo dispara en las mujeres un desborde amoroso que se
expresa en abnegación. Y por lo tanto, que no toda mujer está
dispuesta a morir, o a sufrir, o a ignorar la violencia de una
violación, para continuar la gestación de un embrión que sin ella no
puede ser viable.Los casos recientes de niñas de 10 u 11 años, abusadas y embarazadascomo consecuencia de ese abuso, a quienes ministros de saludprovinciales (como el ministro de Entre Ríos o el de Corrientes)consideran perfectamente saludables para llevar adelante susembarazos, y por lo tanto niegan la interrupción solicitada por susmadres, ponen de relieve la diferencia profunda entre un cuerpo enprimera persona y en tercera persona. Un hombre nunca será portador deun embarazo, su cuerpo nunca gestará una criatura, por lo tanto ladeliberación sobre el aborto nunca será en carne propia. Sin embargo,desde sus lugares de poder obligarán a las mujeres y a las niñas aalgo inmoral: tener una conducta por encima de su propio deber y desus propios derechos, negarse para posibilitar otra vida, abnegarse.El reciente fallo de la Corte Suprema pone claridad sobre el alcance
del artículo 86 del Código Penal, que en su inciso 2 dice que no será
punible el aborto cuando el embarazo sea “producto de una violación ode un atentado al pudor contra una mujer idiota o demente”. Esteinciso habla de dos casos: cuando una mujer sea forzada sexualmente, ocuando esté imposibilitada de consentir la relación sexual por sucondición mental. En ninguno de los dos casos se la puede obligar a laposible consecuencia de un acto no consentido, en este caso unembarazo, y por eso se autoriza la interrupción en caso de que lamujer así lo decidiera.Que su decisión sea obstruída por el médico, el juez, el cura, ellegislador, la corporación de abogados católicos, el ministro y elgobernador, muestra la medida de la enajenación del cuerpo y lavoluntad de las mujeres. Que se clandestinicen abortos que son
legales, tornándolos inseguros y a veces mortales, es un crimen poromisión de parte del Estado. Que algunos gobernadores hayan salido adesconocer un fallo de la Corte Suprema que ampara el derecho a lasalud, sin que el Ministerio de Salud de la Nación salga de sumutismo, muestra que en la negociación del poder las mujeres somos lamoneda de cambio pero no los sujetos del pacto democrático.El empeño puesto por la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuitoal presentar un proyecto de ley, avalado por diputados y diputadas dedistintos bloques que incluyen al oficialismo, tropieza con la cerradae incomprensible negativa de la Presidenta de la Nación a habilitar eldebate parlamentario, justificada en una desventura personal que puedefundar una decisión individual pero de ninguna manera una barrerapolítica para todas las mujeres.Dentro del marco de los derechos humanos, Argentina ha adherido a losobjetivos del milenio de Naciones Unidas. Uno de esos objetivos esbajar la mortalidad materna para el 2015. Estamos muy lejos de eseobjetivo, y seguiremos incumpliéndolo porque la principal causa demuerte materna es el aborto inseguro.
RED PAR
En noviembre de 2006, durante el Primer Encuentro Nacional de
Periodistas con Visión de Género, se conformó la Red PAR , que lleva
su identidad y su objetivo en el nombre: Periodistas de Argentina enRed por una comunicación no sexista. Como oportuna intervención en la
comunicación muchas veces iatrogénica de la violencia, elaboraron un
decálogo para informar sobre los hechos que sugieren llamar “violencia
de género”, “violencia contra las mujeres” o “violencia machista”,
desterrando el equívoco y generalizado concepto de “crimen pasional”,y elaborando un manual que recuerda las múltiples formas de violenciaque soportan las mujeres por su mera condición de género, que cuandoresultan en muertes consideraremos femicidios. Así, además de lavisible violencia física destacan otras formas que debemos aprender apercibir y valorar en su criminalidad: aislamiento y abuso social,abuso ambiental, abuso económico, conductas de control y dominio,control por medio de amenazas, abuso verbal y psicológico, violenciasexual, abuso emocional, chantaje emocional, institucional, laboral.contra la libertad reproductiva, obstétrica y finalmente mediática.Intenté pues recorrer hasta aquí sólo unas pocas, muy resonantes, delas muchas maneras en que las mujeres morimos asesinadas. El desafíode cambiar este destino está en las relaciones humanas pero tambiénestá en el lenguaje. Si duele, si lastima, si humilla, si sojuzga, simata, no lo llamemos amor.
FUENTE: RIMA - DIANA MAFFIA
IIEGE - UBA
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