domingo, 22 de julio de 2012

COLOMBIA: EL 84% DE VÍCTIMAS DE VIG* SON NIÑ@S Y ADOLESCENTES


*VIG . VIOLENCIA INTRA FAMILIAR

La cronología de la violencia contra la niñez es una secuencia sin fin. En el año 2011, el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses registró 1.177 homicidios de menores de edad en el territorio colombiano. En 2012, solamente el reporte de los primeros cuatro meses dejó un saldo de 342 víctimas fatales, cifra que representa un promedio de tres asesinatos al día.
“La sociedad colombiana se ha acostumbrado a situaciones de violencia que son recurrentes entre los adultos y que también están convirtiendo a los niños, las niñas y los adolescentes en víctimas”, analiza Ángela Rosales, directora de  la organización Aldeas Infantiles SOS. “Somos una sociedad que por sus fenómenos propios registra muchos casos de violencia y que ve con indiferencia que las consecuencias también pasen a nuestros niños y niñas”. 

De todos los homicidios cometidos contra niños, niñas y adolescentes entre enero y abril de 2012, el 60% se registró en las capitales del país. De 203 casos ocurridos en estas ciudades, el 35% se ubicó en Cali, el 19% en Bogotá y el 17% en Medellín. Los demás están distribuidos en otras 19 capitales, con relativa preponderancia en ciudades como Cartagena, Barranquilla y Cúcuta.

Con los verdugos en casa

Tal como lo muestran los reportes oficiales de los últimos años, es una constante que los niños y  las niñas encuentren a sus verdugos en sus padres y parientes más cercanos. Para los primeros cuatro meses de 2012, en el 84% de los casos de violencia intrafamiliar valorados por Medicina Legal la víctima fue un niño, una niña o un adolescente.  

“Es muy grave que la familia, que debería ser por excelencia el ámbito de protección de los niños y niñas, sea en  la mayoría de los casos  el escenario de la vulneración de sus derechos”,  plantea Ángela Rosales.  “Muchos de los niños con los que trabajamos en Aldeas Infantiles temen situaciones de maltrato, sobre todo físico, por parte de sus padres. Por  eso uno de los grandes temas para trabajar con ellos  es precisamente cómo generar  entornos de convivencia familiar y pautas de crianza desde el enfoque de derechos”. 

Esta concentración de las cifras, según Rosales, puede ser consecuencia de varios factores como las presiones propias de la vida en las urbes, pero también puede responder a  la facilidad y la cercanía  de los mecanismos de denuncia. “Muchos de los casos de las zonas rurales no se denuncian”, explica. “Allí también hay constantes vulneraciones de derechos, pero en la mayoría de las ciudades la gente tiene más posibilidades de denuncia y hay más presencia del Estado”.

¿Qué está pasando?

Para la directora de Aldeas Infantiles SOS, la persistencia de las agresiones contra la niñez no solo muestra que las conductas de violencia que hay en la sociedad se han ido reproduciendo en el ámbito familiar, sino también que el rol de la familia en la crianza de los niños se está desdibujando.

“Las familias han dejado en manos de otras personas e instituciones algunas de las  obligaciones que tienen y que no son delegables”, explica Rosales.  “Muchas de ellas han entregado sus responsabilidades al sistema escolar o se quejan de que es el Estado el que no está ejerciendo su rol; y si bien es cierto que aún faltan políticas para brindarles el apoyo que deben recibir, creo que las mamás, y especialmente los papás, se están desentendiendo de la crianza de sus propios hijos”.

A esta omisión de responsabilidades se suman otros factores que estarían aumentando la vulnerabilidad de los niños frente a la violencia en sus hogares. Entre los más notorios, Rosales cita los conflictos generados por las dificultades económicas, el consumo de drogas y licor por parte de los padres, y  la incoherencia entre las normas que imparten a sus hijos y las que ellos mismos aplican. Se destacan también las situaciones laborales que han obligado a muchos niños y niñas a permanecer solos o bajo el cuidado de terceros que no siempre están capacitados para ejercer un verdadero rol de crianza.

“En muchos hogares no se vive un entorno red de familia sino de vivienda común que no es lo que los niños necesitan”, afirma Rosales.  “Ellos necesitan una familia que no se hace simplemente teniendo un hijo y que solo se logra construyendo lazos a partir de la crianza y de los espacios de convivencia entre padres e hijos, elementos que debemos reforzar”.

Fuera de casa

La líder de Aldeas Infantiles SOS, organización que protege a niños, niñas, adolescentes y jóvenes en condiciones de riesgo social,  procurando romper los círculos de maltrato  que hay en sus familias, coincide en que  los homicidios y las lesiones en contextos de violencia intrafamiliar no son las únicas evidencias de las conductas de violencia contra la  niñez  que deben alertar a la población y generar soluciones.

Legitimando el maltrato 

Para Ángela Rosales, otro de los factores generadores de violencia contra la niñez tiene que ver con viejos patrones culturales que  siguen considerando como válidos  los castigos físicos  o degradantes, entre otras formas de maltrato. En los primeros seis meses de este año, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar inició procesos de restablecimiento de derechos para 64.449 niños, niñas y adolescentes. En el 23.5% de los casos el motivo de ingreso fue el maltrato.  

“Muchos papás saben que no está bien usar la violencia como castigo para sus hijos,  pero desconocen las pautas de crianza adecuadas y no saben cómo hacerles un llamado de tención”,
dice Rosales. “Creo que ese es otro de los grandes retos que tenemos como país: hacer que todos los papás y las mamás encuentren formas adecuadas de criar a los niños y rompan esos esquemas tradicionales que admiten la violencia”.  

Educación sexual

Finalmente, la directora de Aldeas Infantiles hace un especial énfasis en la necesidad de buscar mecanismos que refuercen la educación para una salud sexual y reproductiva adecuada, especialmente entre los adolescentes y jóvenes, con el objetivo de que la maternidad y la paternidad sean decisiones más responsables e informadas. Este, según su análisis, sería un camino para evitar que el país siga registrando un alto porcentaje de embarazos no planeados, cifra que oficialmente alcanza el 52% de los nacimientos.

“Es claro que un hijo no planeado le genera a la familia cargas adicionales que no quería tener y que posiblemente no sabe cómo manejar”, reflexiona Rosales. “Eso puede llevar a los padres a repetir situaciones de maltrato, y por eso es necesario darle a esas familias un apoyo adecuado para que ese niño que no planearon tener pero que ya viene en camino no crezca en un entorno de violencia”.


FUENTE.: EL MUNDO.COM

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