viernes, 27 de julio de 2012

LAL BIBI, LA AFGANA QUE JUNTO A SU CLAN DESAFÍA LAS TRADICIONES TRIBALES


Una afgana violada y su clan exigen justicia y rechazan el código talibán, que ordena su asesinato o suicidio
a historia de Lal Bibi es insólita. No porque fuera violada en venganza por un supuesto desaire de un pariente lejano al responsable de su agresión. Eso sucede demasiado a menudo en Afganistán. EEUU y sus aliados echaron a los talibanes del poder, pero no han sido capaces de arrancar la mentalidad talibana de la que aún está imbuida buena parte de la población. Lo sorprendente en el caso de esta joven afgana de 18 años es que su familia se ha puesto de su parte y está pidiendo justicia para no verse obligada a asesinarla como exigen las costumbres tribales que rigen la vida de los afganos más humildes.

Directora del Afghan Women's Network
“Lal Bibi, su madre y otros miembros de su comunidad se encuentran en Kabul pidiendo justicia”, confirma Samira Hamidi, la directora nacional del Afghan Women’s Network (AWN), en un correo electrónico. En un paso sin precedentes en Afganistán, los notables de su clan e incluso el clérigo de la mezquita local han recurrido a una organización de mujeres en busca de ayuda. AWN ha facilitado refugio a la joven y su madre. “Ahora necesita ayuda médica, así como un buen abogado que defienda su caso”, añade Hamidi.

El calvario de Lal Bibi empezó el pasado 17 mayo cuando un grupo de policías se acercó a la jaima en la que vivía con sus padres a las afueras de Kunduz y, sin mediar palabra, se la llevaron secuestrada. El jefe la entregó a un hombre, luego identificado como Khudai Dad, que la encadenó a la pared y la violó y golpeó durante cinco días, según ha dejado constancia un informe médico. Al parecer, el maltratador estaba vengando una afrenta al honor que le hizo un primo lejano de la joven, que no está claro si pidió a una de sus hijas en matrimonio y no tuvo dinero para la dote, o trató de escaparse con ella.

Este suceso apoya a quienes defienden que es la ausencia de un sistema judicial justo, barato y accesible lo que lleva a la mayoría a recurrir a la mediación tribal o los jueces talibanes

Ya soy una persona muerta”, reconoció la joven en una entrevista con The New York Times el pasado junio. Sin embargo, cuando volvió a casa tras ser liberada por el violador, sus familiares la llevaron al hospital de Kunduz y presentaron una denuncia en la oficina del gobernador. Luego, ante la lentitud del proceso, decidieron trasladarse a la capital en busca de ayuda para que se castigue a los culpables, sin lo cual no ven otra salida que la muerte de la muchacha.

Hemos entrado en contacto con el ministro del Interior, el viceministro de Seguridad y la oficina del Presidente para tratar de que reciban a la familia y al representante de la tribu de Lal Bibi”, explica la directora de AWN. “Resulta emocionante ver una cuarentena de notables apoyándola y pidiendo justicia, además de su confianza en las activistas y organizaciones de mujeres”, subraya.

La valentía de esta familia pone a prueba el compromiso del Gobierno con la igualdad de la mujer y los derechos humanos


La familia de Lal Bibi no solo está rompiendo con la tradición sino que su valentía pone a prueba el compromiso del Gobierno con la igualdad de la mujer y los derechos humanos. Su respuesta va a revelar hasta qué punto está dispuesto a cuestionar la impunidad de los numerosos grupos armados que operan en el país, en especial esa policía local, creada por EEUU para dar seguridad a las zonas rurales ante su salida de Afganistán en 2014 y que parece estar campando por sus respetos.

La violación de Lal Bibi y otras tropelías contra mujeres afganas conocidas en las últimas semanas han llevado a Michelle Bachelet, la directora ejecutiva de ONU Mujeres, a pedir que se ponga fin a esos abusos. “Esta brutalidad es intolerable y ONU Mujeres insta al Gobierno afgano a tomar medidas urgentes para responder a estos crímenes, llevando a los culpables ante la justicia; y a poner fin a una cultura de impunidad y crear una cultura de tolerancia cero para la violencia y la discriminación contra las mujeres y las niñas”, declara en un comunicado.

FUENTE: EL PAÍS

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