En coincidencia con el informe del psiquiatra del superior Tribunal de Justicia, el perito de la misma especialidad, Héctor Putallaz, que cumple funciones en la Unidad Penal de Federal, y se entrevistó en ocho oportunidades con Javier Álvarez, declaró hoy que el imputado por el doble infanticidio tiene una personalidad “psicópata con rasgos perversos”
y que “es como un vaso que se va llenando con distintos estímulos que le producen frustración, y en determinado momento algún hecho por pequeño que sea es la gota que derrama el vaso y entonces pierde los frenos inhibitorios y actúa sin evaluar consecuencias, es estímulo-reacción” y no es conciente de la gravedad de los actos hasta después que los comete.
Según pudo observar DIARIOJUNIO en el juicio, Putallaz se aventuró a evaluar la personalidad de Andrea Zapata, aunque se valió para ello de una sola entrevista de una hora, tras lo que sostuvo, en clara oposición al informe del psiquiatra Enrique Stola, que el "instinto materno" sí existe en la especie humana y que "las víctimas en esta relación patológica son los niños" responsabilizando así a Zapata de la situación de violencia. La antinomia de este testimonio con el de su Colega Enrique Stola, está marcada no solo por una clara falta de información de Putallaz sobre la imputada sino además por las distintas escuelas de esa ciencia, siendo ambas opuestas pero ninguna de ellas descartada. La Fiscalía hace lo posible por probar la culpabilidad de Zapata, pero hay tres testigos que declaran que la mujer denunció la violencia familiar, y el Estado no le dio respuestas.
Esta mañana prestó declaración en el juicio por la muerte de Hugo (5 años) y Rodrigo Zapata (7), el psiquiatra de la unidad penal de Federal donde estaba alojado el imputado Víctor Javier Álvarez, en coincidencia con el informe elevado por el psiquiatra del Superior Tribunal de Justicia, Putallaz declaró que había realizado unas ocho entrevistas con Álvarez y que en las mismas el acusado había evitado hablar de la autoría del caso. Definió a Álvarez como un “psicópata con rasgos perversos” y señaló que era “como un vaso que se va llenando con distintos estímulos que le producen frustración, y en determinado momento algún hecho por pequeño que sea es la gota de derrama el vaso y entonces pierde los frenos inhibitorios y actúa sin evaluar consecuencias, es estimulo-reacción”. En esta línea el profesional señaló que el estímulo detonante del brote puede ser una cuestión ínfima, “cualquier cosa”, y que en el momento que se produce es incapaz de evaluar consecuencias, aunque después de realizados los actos es capaz de recordarlos y comprenderlos.
Además, el psiquiatra aclaró que Álvarez “tiene una actitud manipuladora” que comprende los hechos por los que se le acusa, y que “nunca asumió la responsabilidad en el hecho” y cuando se lo llevaba al tema desviaba la conversación.
El profesional, señaló también que Álvarez “no niega tener conciencia de lo que pasó”
En cuanto a Zapata, el psiquiatra se aventuró a evaluar la personalidad de la imputada casi sin elementos. Teniendo como base una sola entrevista de una hora con la mujer, Putallaz se lanzó a la libre interpretación de la situación de la pareja y en esa desinteligencia señaló que la relación de Álvarez y Zapata era una relación patológica, done existía una consentimiento implícito por parte de Zapata para que Álvarez ejerciera violencia sobre ella, y que en ese esquema las únicas víctimas eran los menores, ya que –siempre según los dichos de Putallaz- el hecho que Zapata no haya cortado la relación señala que existía un consentimiento.
Ante semejante declaración, el defensor de Zapata Ives Bastián exhibió al psiquiatra los informes médicos y psiquiátricos hechos a Zapata, y luego volvió a consultar si conociendo esta información seguía sosteniendo que la violencia fuera consentida. El testigo insistió en su discurso pero con la salvedad de aclarar que se trataba de una opinión personal y que “hay otros factores que pueden influir como el temor, etc. pero cuando la víctima ve vulnerada su dignidad se produce un quiebre, y si ese quiebre no se produce entonces hay un consentimiento”.
Solo un par de detalles que no tuvo en cuenta el psiquiatra son la situación de indefensión casi total que la mujer tenía, la certeza de que habiendo sido denunciado por su ex mujer por violencia familiar Álvarez no fue preso y el dato no menor de que Zapata si intentó pedir ayuda en tres ocasiones ante distintos resortes del Estado, conforme lo han confirmado los testigos en el juicio.
Por último, al ser consultado por el fiscal Suñer respecto de si existía el “instinto materno” en la especie humana, el psiquiatra respondió que sí, que existía en todas las especies.
Vale señalar que en lo que respecta a la valoración de la personalidad de Zapata, este testimonio, claramente posicionado en las antípodas del prestado por Enrique Stola, es por un lado carente de bases de análisis confiable, por la poca información que Putallaz tenía sobre Zapata, y por otro lado, en lo que respecta a la valoración acerca del instinto materno, la visión del testigo pertenece a una escuela de la psiquiatría que está en las antípodas de las concepción planteada por Stola.
En este punto, difícilmente podrá el Tribunal dirimir la cuestión, que es más filosófica que jurídica, pero que resulta necesaria para la Fiscalía a los fines de probar la condición de “Garante natural de los derechos de los menores” a la madre de las víctimas, pese a su analfabetismo y sometimiento.
La próxima audiencia se reanudará el martes 11 de junio, cuando se espera que comparezca la médica de apellido Piana a quien Zapata le manifestó los hechos de violencia que padecía en su casa, cuando dio a luz en el Hospital.
FUENTE: DIARIO JUNIO digital
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