jueves, 13 de agosto de 2015

¿ CUÁNTAS DENUNCIAS MÁS?? 32 Y SIGUE LIBRE

Tiene 38 años y cinco hijos. Ahora está alojada con los tres más chicos en una casa que hace de refugio. Además, al agresor le han dictado cuatro prohibiciones de acercamiento. Laura Videla contó a Diario UNO su terrible historia.




“Él me manipuló siempre. Ya estábamos separados cuando me llamó y me dijo que iba a darme el salario de los chicos, y yo fui. Pero me esperó con un cuchillo y trató de matarme. Me dio una piña que me tumbó al piso y ahí me golpeó la cabeza contra el asfalto. En ese momento, perdí la consciencia y después terminé convulsionando en la comisaría”. Este desgarrador relato pertenece a Laura Videla, una mendocina que aparenta muchos más de los 38 años que tiene. En alguna de las palizas sufridas perdió varias piezas dentales. 

Por estos días, Laura y sus tres hijos menores de edad pasan las noches en una casa que hace de refugio para salvarla del asedio del ex esposo a quien ya denunció 32 veces. El hombre, que ya violó la prohibición de acercamiento en 4 ocasiones, ahora envía a amigos para amenazarla. 

Laura conoce como nadie los vericuetos de la Comisaría 11 de Luján:  hasta allí ha llegado decenas de veces para denunciar a su ex marido, con quien tuvo 5 hijos. A él lo conoció cuando tenía sólo 16 años, y aquel joven que parecía amable y educado se convirtió, en cuestión de meses, en un agresivo marido que le impuso usar ropa suelta y en la primera discusión la tomó del cabello y la arrastró una cuadra. 

Las palizas no cesaron, pero las denuncias de la mujer comenzaron en 2002, “cuando lo sorprendí tocando a una de mis hijas y masturbándose”.

Según cuenta la mujer, en aquel momento, el hombre terminó detenido y se le realizó un peritaje psicológico, pero ese estudio no reveló nada anormal y fue liberado horas más tarde. 

“Tiempo atrás a Laura la vi rara,  antes le había notado un machucón en la cara, pero me había dicho que  se había golpeado contra una puerta. Por eso volví a insistir para ver qué le pasaba. Ahí me contó que él la había citado a comer una pizza para hablar de los niños y resulta que la esperaba en una tráfic con dos amigos más. Ahí la hizo subir y la violaron los tres. Eso me lo contó llorando y pidiéndome que no dijera nada porque le daba vergüenza”, relata un familiar cercano de Laura, que pide expresamente no ser nombrado por miedo a represalias de los amigos del denunciado, que ya le apedrearon la casa en otra oportunidad. 

La defensa

Desesperada tras haber denunciado insistentemente al ex marido, en enero Laura acudió a la Dirección de la Mujer del Poder Judicial, Dra. Carmen María Argibay, pidiendo ayuda. “El suyo era un caso muy grave, porque el agresor, pese a tener prohibición de acercamiento, continuaba agrediéndola a través de terceras personas y ya habían llegado a atacarla en su casa, donde vivía con sus hijos. Por eso, se decidió brindarle una protección distinta hasta que se definan los procesos judiciales. A ella se la ubicó en una casa, porque no existe un refugio estatal para estos casos”, aseguró Stella Spezia, titular de esa dirección.

Del caso de Laura también se hizo cargo la abogada Carolina Jacky –especialista en casos de violencia de género–, quien se constituyó como querellante particular en la causa judicial, pidió que se acumulen todas las causas judiciales que el agresor tiene en contra y presentará una denuncia penal contra los amigos del ex esposo de la mujer por las agresiones que concretaron en los últimos meses. Para ellos, pedirá también una prohibición de acercamiento. 

“En este caso había que actuar en el acto. Es impensable que esta mujer haya denunciado más de 30 veces a su ex marido y esa persona continúe libre. Lo que hicimos fue darle la protección que debería haber recibido años atrás”, aseguró la abogada que se hizo cargo de la representación de Laura.

Urge un refugio estatal

“Cuando los casos de violencia de género son tan graves como este, en el momento en que la víctima hace una denuncia y pone fin así a la vida que tenía con el agresor, suele ocurrir que eso sea un disparador para que él ejerza toda su violencia contra ella. Es por eso que urge que el Estado tenga un refugio para estas mujeres, porque lo principal es alejarlas de ese círculo de violencia”, confió Spezia.

Actualmente, cuando a la Dirección de la Mujer del Poder Judicial llega un caso similar, comienza un derrotero de consultas con fundaciones, la Dirección de Género y Diversidad del Ministerio de Desarrollo Social y algunas entidades comunales para poder conseguir un refugio para esa víctima de violencia.

“Ocurre que es imprescindible que ese refugio se vuelva un verdadero lugar de contención para estas mujeres, porque no se trata sólo de un techo, sino de contención emocional, donde cuenten con el acompañamiento de psicólogos que las ayuden a atravesar el duro momento”, concluyó la funcionaria judicial.

Fuente: Diario Uno

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