A sus 22 años y tras una adolescencia marcada por los abusos sexuales que denuncia, Cheryl Zondi podía haber optado por el anonimato. Habría declarado como testigo sin la presencia de cámaras, y el juez habría prohibido la difusión de un nombre que ha abierto muchos días este mes los informativos de todas las televisiones sudafricanas.
Otra de las opciones de Cheryl Zondi era declarar con cámaras, como finalmente hizo, pero presentándose ante la opinión pública como una chica recatada y modesta. Le bastaba con vestir ropas holgadas y renunciar al maquillaje. Usar un pelo artificial más corto o cubrirse la cabeza con un pañuelo. Así se habría ahorrado algunas de las sospechas más habituales que acompañan a las mujeres que denuncian abusos. Y habría encajado más fácilmente en el papel de inocente desvalida que muchos exigen a las víctimas.
Cuando se sentó la semana pasada en el banco de los testigos, Cheryl Zondi dejó claro que había renunciado a todo eso. Quien hablaba en el tribunal era una joven segura, firme y decidida, que no se ocultaba y no tenía miedo de mirar a su presunto abusador a los ojos.
“No soy el objeto inútil que él quería que fuera”, dijo la sudafricana en uno de los pasajes de un testimonio conmovedor que le ha valido la admiración de millones de personas, pero también amenazas de muerte. El hombre al que se refería se sentaba en el banquillo de los acusados a pocos metros de ella. Se llama Tim Omotoso y es uno de los cientos de pastores evangélicos nigerianos y de países del resto de África que fundaron sus propias iglesias para hacer fortuna.
Según la declaración de la primera de sus supuestas víctimas, este hombre nacido en Nigeria hace 60 años comenzó a abusar de ella cuando Zondi tenía 14 años. “Nos llamaba a horas diferentes. Mandaba a una de sus captadoras para que nos llevara a su habitación, donde estábamos a su merced”. Los presuntos abusos se producían en la lujosa casa del pastor en la ciudad de Durban, en la costa este sudafricana.
A través de las dos mujeres de su iglesia que comparten el banquillo de los acusados con el pastor por trabajar en la captación de sus esposas, como se refería a las mujeres que le visitaban, Omotoso llevaba a la propiedad a cualquier joven seguidora que considerara atractiva. Según relató Zondi, que recuerda haber compartido la vivienda con una treintena de chicas, Omotoso la llevaba a su casa todos los fines de semana, y también durante los períodos de vacaciones escolares. “El único momento en que tenía descanso era cuando tenía la menstruación, sobre la que tenía que informarle por SMS”.
Además de un canal de televisión propio que emite las veinticuatro horas para todo el mundo, la iglesia de Omotoso tiene sedes en varias ciudades de Sudáfrica, y en países como el Reino Unido y Francia. Cheryl Zondi se unió a la iglesia tras asistir a un servicio religioso en la ciudad sudafricana de Secunda, donde vivía con su madre. Cuenta que le impresionó la música de la misa, y poco tiempo después participó en en una convención nacional de su iglesia celebrada en Durban. Fue entonces cuando conoció a Omotoso, que se encaprichó con ella y comenzó a pedirle que fuera a verle: le gustaba su voz y quería convertirla en una de las estrellas de la música gospel que promueve la iglesia.
Más de 500 kilómetros separan Secunda de Durban, pero el pastor pagaba los gastos de viaje de Zondi, que acudía devotamente a la llamada del pastor pese a la oposición de su madre. Como el resto de las jóvenes feligresas, veía a su líder como “el mejor amigo de Dios, o quizá un medio Dios”. Según su declaración, Zondi se apartó de la iglesia en 2013, después de entregarse sexualmente al pastor durante dos años y medio. Tras serle diagnosticada una depresión e intentar suicidarse, la joven, que entonces tenía 19 años, volvió a los brazos de Omotoso, que la secuestró en su casa hasta que consiguió huir después de cuatro meses.
Al tiempo que era una de las favoritas de este extravagante pastor nigeriano, Cheryl Zondi triunfaba en la música como una de las tres integrantes del grupo de góspel Grace Galaxy. Ex músico profesional y virtuoso de varios instrumentos, Omotoso es también productor musical, y desde el seno de su iglesia ha lanzado a la fama a grupos de góspel como Hosanna Voices, Mercy Voices o Simply Chrysolite, además de Grace Galaxy. Estas bandas están integradas por jóvenes y adolescentes negras a las que el pastor forma como cantantes, y han ganado varios premios nacionales e internacionales de la industria de la música.
Como muchos otros pastores carismáticos en el continente, Omotoso conquista a la mayoría de sus fieles entre las comunidades negras pobres y poco educadas. Los milagros que dice obrar dan esperanza a los desesperados. Sus vibrantes servicios religiosos animan sus domingos y días de fiesta. La iglesia les da un sentido desconocido de pertenencia y comunidad, y les da la oportunidad de disfrutar de formas de ocio que no podrían permitirse de otra forma, como viajar y asistir a conciertos. Para las jóvenes con ambiciones artísticas Omotoso ofrece un atractivo más, al abrirles las puertas a una carrera musical de éxito.
Para Grace Galaxy cantaron también Anele y Neliswa Mxakaza, dos gemelas de Durban que se hicieron famosas por su participación en Idols SA (la versión sudafricana del concurso). La madre de ambas pertenecía a la iglesia de Omotoso, y fue así como el pastor se aproximó a las dos estrellas precoces, que pasaron a cantar en uno de sus grupos. Las dos hermanas tienen ahora 22 años, y estuvieron cuatro años en la iglesia del líder evangélico nigeriano, uno de ellos viviendo con él en su casa de Durban.
Las jóvenes han contado a los medios cómo Omotoso hacía valer su influencia espiritual para mantener relaciones sexuales con ellas. “Se nos decía que Dios nos castigaría si alguna vez decíamos algo contra él”, recordaron en un comunicado emitido a principios de este año. En el texto, las dos gemelas pedían disculpas por haber defendido a Omotoso incluso después de su espectacular detención durante la Pascua de 2017. “Queremos pedir perdón a todas las víctimas [de Omotoso]. Las conocemos a todas y las consideramos nuestras hermanas de sangre, pero cuando ellas hablaron nosotras les dimos la espalda y le apoyamos [al supuesto abusador]”. Anele y Neliswa Mxakaza explicaron también la ascendencia que tenía Omotoso en sus vidas en el momento en que ocurrieron los hechos. “Nos hicieron creer que era la persona más cercana a Dios, y que solo a través de él podríamos tener una relación con Dios”.
El pastor Omotoso fue arrestado el 20 de abril de 2017 en el aeropuerto de la ciudad sudafricana de Port Elizabeth. Un vídeo de la detención difundido en las redes sociales muestra a agentes armados de la unidad de delitos prioritarios de la policía sudafricana llevarse esposado al líder evangélico nigeriano, que viste una de sus coloridas americanas de diseñador y lleva puestas sus características gafas de sol. Antes, un programa de la televisión pública sudafricana había emitido entrevistas con varias supuestas víctimas del pastor. Sin revelar su identidad, las jóvenes acusaban al pastor de atraerlas con la promesa de una carrera en el mundo de la música o los negocios, para después ordenarles que se acostaran con él o le hicieran sexo oral para conectar plenamente con Dios. Según una de las chicas, Omotoso solo elegía a jóvenes “guapas” para sus proyectos musicales. Las chicas que vivían con el pastor tenían también en común la ausencia del padre en sus vidas.
Omotoso y las dos mujeres acusadas de captar a adolescentes para entregárselas como esposas se enfrentan a 63 cargos de violación, abuso sexual y tráfico de personas. Además de a Cheryl Zondi, la defensa llamará a otros 48 testigos, entre los que se espera que estén muchas de las supuestas víctimas del pastor nigeriano. El caso representa el mayor escándalo sexual conocido en el seno de las iglesias evangélicas africanas. Los pastores que las dirigen suelen vivir como estrellas de cine. Viajan con automóviles de alta gama o aviones propios, tienen seguridad privada. Viven en mansiones y visten ropa carísima. Sus seguidores se extienden por países de todo el continente y también fuera de África. Su ascendencia sobre la grey les da sobre sus seguidores un poder casi ilimitado, que Omotoso habría utilizado para abusar de decenas de mujeres y casi todos los pastores usan para conseguir generosas donaciones. O, como ocurrió en algunos casos en Sudáfrica, para hacer comer serpientes o hierba a sus seguidores y convencerles para que bebieran gasolina. Siempre apelando a la voluntad de Dios.
Fuente: CTXT.es - Por Marcel Gascón Barberá
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