María del Mar Ramón es una antropóloga feminista y es la vicepresidenta de la “Red de Mujeres”. En diálogo con El Grito del Sur, habló del problema de erotizar el silencio, el derecho al goce de mujeres y disidencias y la apropiación del espacio público nocturno. “Con un gobierno que no puede dirigirse a los hombres, terminamos esperando más de Avón”, declara.
¿Qué es Red de Mujeres?
Red de Mujeres es una asociación civil fundada en el 2015, pero que empezó a trabajar activamente en el 2016 con la intención de llevar la perspectiva feminista a todos los ámbitos y ampliar y defender los derechos de las mujeres en Argentina y América Latina.
¿Cuáles son sus trabajos específicos?
Nosotras tenemos tres ejes de intervención: el eje de capacitación, el eje territorial y el eje de comunicación. Empezamos el 2016 haciendo talleres de formación con las mujeres de territorios vulnerados de la provincia de Buenos Aires, especialmente Derqui y Moreno, con el objetivo de facilitarles herramientas legales para poder prevenir y derivar los casos de violencia machista y, de esta manera, también articular a las mujeres y contactarlas brindando estrategias de organización popular.
¿De qué trata la campaña “Fanática de los boliches”?
La campaña “Fanática de los boliches” empezó en el año 2017 para desnaturalizar muchas situaciones de violencia que las mujeres sufrían en el ambiente nocturno y también al ver que había un demanda de las mujeres en relación a que sus espacios de entretenimiento tuvieran herramientas correctas de derivación y contención en situaciones de violencia machista. A partir de esto comenzamos a trabajar en protocolos que funcionan como herramientas que dan opciones para reaccionar ante situaciones de violencia machista y no como pequeños códigos penales. También dimos capacitación con perspectiva de género a trabajadores de centros culturales, bares y boliches, trabajando especialmente en la prevención.
¿Por qué creés que es fundamental apropiarse del espacio público en clave feminista?
Nosotras veíamos que los lugares de ocio seguían un sentido común muy machista y ante cualquier situación de violencia las que terminaban yéndose del lugar eran las mujeres. Para nosotras era fundamental invertir esa lógica y que los lugares tomaran la decisión política y feminista de creerles a las mujeres y proteger su integridad. Empezamos a trabajar con los varones porque nos dimos cuenta que las interlocutoras eran siempre mujeres y que las mujeres sabemos muy bien cómo actuar en situaciones de violencia, pero que a los hombres no había nadie diciéndoles que las actitudes machistas no se iban a tolerar más en los espacios nocturnos. Para eso necesitábamos estar todos de acuerdo y tener la misma base conceptual, sobre qué es el consentimiento, qué es el acoso, qué pasa con el consentimiento cuando se consumieron sustancias alcohólicas.
¿Qué significa reivindicar el derecho al goce?
El proyecto “Fanática de los boliches” surge como respuesta al titular de la nota que escribió Chiche Gelblung luego del femicidio de Melina Romero, en el que a ella terminan culpándola socialmente de su femicidio por salir a bailar. Para nosotras es fundamental conquistar la noche como espacio público que les estaba negada a las mujeres porque entendemos que para habitar la noche hay un montón de violencias que están habilitadas y nos privan de esa libertad que tiene los varones de divertirse, bailar y emborracharse sin que haya un castigo por eso. Cuando empezamos la campaña veíamos que los bares actuaban un poco como reacción al escrache, pero ahora vemos un interés genuino de formarse desde el momento en que se crean los lugares.
¿Qué otra acción se podría generar para tener espacios nocturnos y recreativos seguros, ya sea desde los mismos espacios como por parte del Estado?
Al Estado siempre le exigimos el cumplimiento de la ESI (Educación Sexual Integral) y trabajar e invertir en la prevención, incluso en espacios nocturnos. Con respecto a la capacitación es difícil, la única herramienta que nos ha dado el Estado durante todos estos años ha sido la línea 144 y la denuncia policial. En nuestro caso tenemos una perspectiva antipunitivista, lo que significa que todas las herramientas que se construyen tiene que respetar la voluntad de las mujeres. Esto implica entender la denuncia policial como una entre varias alternativas, a la que hay que reconocerle sus falencias y que no se puede pensar que es una solución genérica. Queremos una prevención que no sea para policiar los cuerpos de las mujeres, sino que le hable a los varones. En el gobierno macrista desde la campaña “Ni loca, ni perseguida, ni histérica, el acoso existe” nosotras no esperamos absolutamente nada de personas que no pueden dirigirse a los hombres, terminamos esperando más de Avón.
¿Cuál es el objetivo de la campaña “Preguntame qué me gusta”?
La campaña “Preguntame qué me gusta” fue lanzada hace unas semanas con una serie de ilustraciones eróticas que tienen como objetivo promover el consentimiento en las relaciones sexuales, heterosexuales principalmente. La idea fue no pensar en el consentimiento como algo que está dado por sentado ante la ausencia de un no. Que no haya un no, que es lo que implica el consentimiento desde una idea legalista, no implica que las mujeres estemos del todo cómodas en una situación. Hay una cantidad de factores que intervienen que a veces no dan el espacio de decir que no. La idea es dejar de pensar el consentimiento como algo que recae exclusivamente sobre la mujer y buscar la paridad y el placer compartido.
¿Cómo se erotiza el consentimiento en una sociedad que enseñó a las mujeres y disidencias a ocultar sus ganas?
Uno de los grandes problemas es que los varones dan por sentado el consentimiento y las mujeres dan por sentado que van a tener que acceder a tener una relación sexual. No están representadas ni erotizadas en las representaciones de situaciones sexuales las preguntas, como algo fundamental. Nuestra idea era romper la concepción heteronormada de que el silencio es hot y que las personas cuando se acaban de encontrar saben inmediatamente lo que al otro le gusta. Esta idea de valorar el silencio nos parece muy problemática, queremos pensar en la pregunta como algo estimulante. Las mujeres y las disidencias tenemos una socialización sobre nuestro deseo sexual que implica que siempre tenemos que estar dispuestas para el varón, ser sujetas del placer del otro sin explicitar nuestro deseo. Nos parece fundamental entender el placer de los otros para construir consentimiento.
En tu articulo “50 sombras de gris” describís situaciones entre varones y mujeres heterosexuales que no son explícitamente violentas pero pueden generar desde incomodidad hasta dolor. ¿Por qué creés que muchas veces los varones no son capaces de percibir estas situaciones?
Para mi era muy interesante retratar que el consentimiento es algo muchísimo mas complejo que el no y que el si. Ese artículo lo ideé como una posible herramienta para pensar sobre las denuncias publicas y los escraches. Yo como mujer tengo claro toda las veces que mi consentimiento fue avasallado, pero también tengo en claro que todas estas otras veces, que son similares a muchísimas de las denuncias o los escraches que se hacen, donde las actitudes y acciones son supremamente machistas y supremamente violentos pero que están fundamentados de esa manera por la sociedad patriarcal. El escrache es una herramienta pero a mi me parece que usarla para casos tan disimiles es una medida muy punitivista y que hace peligrar la legitimidad.
¿Entonces cómo se hace para marcar o subvertir estas actitudes?
Nos enseñaron que el consentimiento reposaba en la mujer: “El hombre propone y la mujer dispone”. Eso genera una gran iniquidad en la forma en que legitimamos y validamos nuestro deseo. Las nulas representaciones del sexo de las mujeres son muy nocivas y son las que terminan formando estas escenas violentas. Los hombres creen que la insistencia da buenos resultados, creen que lo más importante es el sexo penetrativo y que solo se vulnera el consentimiento si se dice explicitamente que no, eso se presta para todas estas situaciones borrosas que no entran en lo delictivo pero que tenemos que revisar como sociedad para tener relaciones sexuales placenteras.
Fuente: Voces del Sur
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