jueves, 28 de febrero de 2019

LA INTELIGENCIA EMOCIONAL DESDE LA PERSPECTIVA DE GÉNERO






Una emoción es un estado afectivo que experimentamos, una reacción subjetiva al ambiente que viene acompañada de cambios orgánicos (fisiológicos y endocrinos) de origen innato, influidos por la experiencia y tienen una función adaptativa de nuestro organismo a lo que nos rodea.

La experiencia de una emoción generalmente involucra un conjunto de cogniciones, actitudes y creencias sobre el mundo, que utilizamos para valorar una situación concreta y, por tanto, influyen en el modo en el que se percibe dicha situación.



¿Qué es la inteligencia emocional?

Durante mucho tiempo las emociones han estado consideradas poco importantes y siempre se le ha dado más relevancia a la parte más racional del ser humano. Las emociones nos hablan de quienes somos, de cómo sentimos, de cómo nos enfrentamos a nuestro día a día, a todas aquellas situaciones que nos suceden. Nos indican estados internos personales, motivaciones, deseos, necesidades e incluso objetivos.

Como tal, las emociones son neutras: no existen emociones positivas o negativas, simplemente, cambia la forma en la que las percibimos dependiendo también de nuestro autocontrol emocional. Cada persona experimenta una emoción de forma individual, dependiendo de sus experiencias anteriores, aprendizaje, carácter y de la situación concreta. De ahí que la regulación emocional también varíe enormemente en función de las circunstancias que nos rodean.

La inteligencia emocional es un constructo que nos ayuda a entender de qué manera podemos influir de un modo adaptativo e inteligente sobre dichas emociones, para así poder adaptarnos mejor al medio en el que nos insertamos. Teniendo en cuenta que las emociones son parte indisociable de nuestra vida diaria, trabajar la inteligencia emocional nos ayudará en aspectos tan diversos como el autoconocimiento, las habilidades sociales o la empatía.

El concepto de inteligencia emocional es relativamente reciente dentro del ámbito de la psicología. Surge cuando los especialistas se dan cuenta de que hay que adoptar una concepción amplia de lo que son las habilidades cognitivas básicas o, dicho de otro modo, que estas no se pueden reducir únicamente al cociente intelectual y que hay, por tanto, que distinguir distintos tipos de inteligencia. Dos de los precursores básicos de estas ideas fueron Daniel Goleman, quien popularizó el concepto de “inteligencia emocional”, y Howard Gardner, creador de la denominada “Teoría de las inteligencias múltiples”.





Inteligencia emocional y género
Emociones y género son dos conceptos que guardan mucha relación: mujeres y hombres no percibimos, reaccionamos ni gestionamos igual nuestras emociones, a pesar de que, en realidad las emociones son las mismas. Es necesario pues entender las emociones con perspectiva de género.

De esta forma, podemos afirmar que la forma que tenemos las personas de percibir las emociones está muy influenciada por el género. Mujeres y hombres no nos damos el mismo permiso para experimentar según qué emociones, o no vivimos con la misma intensidad cada una de las emociones que sentimos. Varía, incluso, la forma en la que nos enfrentamos a ellas, lo que da como resultado una vida emocional notablemente distinta.

Cuando hablamos de las emociones y el género, tenemos que tener en cuenta un factor fundamental: los estereotipos y le educación recibida desde nuestra infancia y nos dicta cómo debemos ser y comportarnos en función de nuestro sexo, qué patrones debemos seguir y a qué debemos dar prioridad. Se da una auténtica educación emocional que la mayoría de las personas interiorizamos de forma inconsciente a lo largo de nuestra infancia y adolescencia. Todo ello influye en todos los aspectos de nuestras vidas y también en como percibimos y manifestamos las emociones.

Mujeres y hombres nos damos más o menos permiso para conectar con determinadas emociones en función de nuestro género.

Cuando analizamos las emociones y el género vemos que realmente esta socialización, esta educación de género, esta manera de aprender a vivir como mujeres o a vivir como hombres, guarda una profunda relación en cómo percibimos y nos enfrentamos a todo aquello que sentimos y la forma en como lo manifestamos.



Coeducación emocional significa, precisamente, educar en común y en igualdad, al margen del sexo de las personas. Significa detectar todos los estereotipos asociados a lo masculino y lo femenino, ser conscientes de ellos, reflexionarlos y poner en marcha las medidas necesarias para eliminarlos de nuestro lenguaje y de nuestro comportamiento, potenciando aquellos aspectos que quedan anulados por el hecho de asumir los roles de género: la afectividad en los hombres o el desarrollo profesional en las mujeres.


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