jueves, 23 de julio de 2020

LA PROSTITUCIÓN ES UNA FORMA NATURALIZADA DE VIOLENCIA SIMBÓLICA, SEXUAL Y SOCIAL

título original: “Romantizar la prostitución es un privilegio de clase”



Dialogamos con Moira Goldenhörn*, abogada feminista investigadora en Sociología Jurídica, maestranda en Cs. Sociales y Humanidades en la UNQ, quien presentará un trabajo de investigación sobre derechos sindicales de mujeres y feminidades trans/travestis en situación de prostitución, desde perspectiva abolicionista, en las II Jornadas Democracia y Desigualdades que tendrán lugar en la Universidad Nacional de José C. Paz (UNPAZ) en Octubre de este año.
Desde hace años la abogada especializada en Ciencias Sociales, viene dedicándose al estudio en perspectiva crítica del Derecho, la Ciencia Jurídica y las decisiones judiciales “lo que en un primer momento quería abarcar con la expresión ‘perspectiva crítica’, hoy lo entiendo como una ‘perspectiva feminista crítica, decolonial e interseccional’. No es lo mismo tener una mirada crítica de ciertos fenómenos que una mirada feminista, clasista, que considera opresiones por raza, etnia, religión, edad, origen nacional o migrante, entre otros factores que intersectan la realidad”.

“Mi interés en la investigación social viene dado por los años de experiencia en la militancia de base, en los barrios, y desde la gestión por los intercambios con pequeñas comunidades rurales. Con el tiempo me fui aproximando no desde una mirada intervencionista de un Estado autoritario sino de escucha y observación. Lo poco que pude cursar de la carrera de Sociología de grado me dio herramientas del enfoque etnográfico para la investigación de campo que nutriera las lecturas; porque si no, la ciencia social es estéril. Hoy tenemos una academia muy lejana de lo que ocurre en el llano, en el cotidiano, en la realidad habitual que afecta a la enorme mayoría de la población”.

Su trabajo, entonces, lo encontramos atravesado por vivencias que, contrastadas con el discurso jurídico, parecieran estar saldadas. “Todas estas inequidades sociales las fui considerando no desde la carrera sino desde la militancia y desde el estudio de las ciencias sociales, en tercer año cursamos Introducción a la Sociología y para mí fue un click enorme, se hizo muy cuesta arriba terminar Derecho porque me di cuenta que es un discurso de sostenimiento del status quo clasista, eurocéntrico, patriarcal; donde no se brindan herramientas para el análisis ni mucho menos la transformación de la realidad sino herramientas técnicas que, en definitiva, por la falta de perspectiva crítica, reproducen el sistema de desigualdad. En muchas universidades se forman abogades no para la transformación social a través de la defensa de derechos, sino para el sostenimiento de privilegios: se reproduce la “familia judicial” y “la familia notarial” junto a la “familia académica”, es un medio muy endogámico, un círculo selecto de conocides y familiares que estan en todos los sectores del campo de acción del Derecho y así tenemos las normas y el sentido común que tenemos. Busco mostrar dónde el discurso jurídico se refuerza a sí mismo incluso con un viso de progresismo, de feminismo o de peronismo. Por eso celebro iniciativas como ésta de UNPAZ que buscan generar reflexiones y contenidos académicos desde el pueblo. Hay muchos cerebros académicos surgidos del pueblo. Los pobres llegan a la Universidad y también pueden llegar a la Academia”.

Así, en esa búsqueda, nos llega este trabajo sobre las personas en situación de prostitución. -¿Por qué hablás de situación de prostitución y no de “trabajo sexual”?

–Bueno, porque ni para mí ni para nadie que provenga del campo popular la prostitución es un trabajo. Quienes escuchamos a las sobrevivientes (porque en su relato son sobrevivientes, no “ex-empleadas sexuales”) sabemos que terminan en la prostitución por carecer de oportunidades de educación, de trabajo pero también de familia, de contención, de afecto, de ternura. Todas las mujeres que yo he conocido que se encuentran o se encontraron en situación de prostitución provienen de hogares sin afecto, donde el único contacto físico era el golpe o la violación; y ni siquiera eso es responsabilidad de las madres, es una naturalización de determinadas formas sociales donde no hay otro lenguaje disponible. Realmente impera el patriarcado duro y puro, el patriarca tiene derecho sobre el cuerpo de la mujer y sus hijes para lo que le dé la gana, incluso materles o expulsarles de su techo. En ese ámbito una violación no es lo peor que te puede pasar. Algo similar ocurre con las travestis y trans, quienes además pagan el precio de ‘deshonrar el mandato de masculinidad’ por su feminidad”. Entonces, en esas historias aparece la prostitución como una salida de un hogar violento y de abandono emocional, la fiola o el fiolo ofrecen no sólo la promesa de autonomía económica sino también la realidad del afecto, la escucha y el cariño aunque no sea más que para captarlas. La prostitución se convierte en marco de referencia simbólica, de pertenencia, y la fiola o el fiolo en una persona protectora, algo que no conocieron en su propia familia. Hay una dependencia emocional muy grande, y también en muchos casos de dependencia de sustancias.

-¿Por eso decís que romantizar la prostitución es privilegio de clase?

-Absolutamente. Romantizar la prostitución es privilegio de clase, he hecho un hashtag con eso. Desde la película “mujer bonita” hasta acá que las chicas y mujeres sueñan con una vida de lujos y amor a través de la prostitución, pero nada de eso existe. También en las prostitutas vip, escorts o sugar babies lo que falta es afecto, hay consumo problemático, codependencia emocional y alto índice de intentos de suicidios y suicidios. Digo que sólo quien tiene acceso a determinado mundo puede creer que la prostitución es elegir el cliente, o salir a cenar con un señor mayor a cambio de dinero. ¿Sabés cuántas putas se enferman de tuberculosis, de neumonía, paradas en las esquinas en pleno invierno?

-Sin embargo, se dice que la regulación de la actividad previene esos abusos y también de los proxenetas.

-Son verdades de perogrullo, en ningún lugar la regulación logró eso sino todo lo contrario. Hoy las mujeres y travas pueden acceder al monotributo social, obra social y jubilación como cualquier autónomo. Pero los “sindicatos” que quieren regular la actividad no las registran como monotributistas, no se entiende por qué. Lo que busca la regulación es legalizar lo que llaman “carrera del sexo comercial”, donde se empieza por puta y se retiran como fiolas y dueñas de departamentos con derecho a retener el 50% de lo que recaudan las putas poniendo el cuerpo.Quieren legalizar el proxenetismo, no la prostitución. Que quede claro eso, no se ofrece  ningún derecho ni mejora laboral que ya no exista disponible.

-Si no es un trabajo ¿Qué opinás de la inclusión como actividad de la economía social?

-Lo único que tiene de “social” la prostitución es su referencia en el orden de las actividades de cuidados, eso de ‘atiende al marido’ con connotación sexual, el imaginario de ‘la buena puta’ que escucha al ‘cliente’ y sus problemas personales, matrimoniales, laborales además de ‘prestar el servicio sexual’; por ello es una actividad altamente feminizada y, consecuentemente, tan miserablemente paga. El resto es lo mismo, es una actividad que trae un rédito económico pero que no alcanza para salir de la pobreza. ¿Qué se pretendía con eso? ¿Hacer un prostíbulo comunitario como hay panaderías, talleres de costura y otros emprendimientos? Es algo ridículo y de un cinismo enorme. La prostitución es vulnerabilidad y un Estado que la avale es un Estado que vulnerabiliza aún más porque se sabe perfectamente que va de la mano de actividades como el tráfico o menudeo de sustancias por las que las putas terminan presas, no sólo por los códigos contravencionales.

–¿Ves una vinculación entre prostitución e inseguridad?

-Es una pregunta delicada a la que se tiende a responder desde un criterio represivo. Lo que yo digo es que las mujeres y travas en situación de prostitución están en una situación de vulnerabilidad tan grande que ser captadas por organizaciones delictivas para el tráfico de sustancias ocurre, y por ende son vulnerables al sistema penal. Las planteo como vulnerables, no como delincuentes, vulnerables también a los ajustes de cuentas y a los femi y travesticidios. Por ello debería estar la prostitución incluida en el Plan Nacional contra las Violencias que se acaba de lanzar. Me sorprende la omisión.

–¿Por qué? ¿Dónde la incluirías?

-Mirá, en función de años de observación veo que la prostitución es una forma naturalizada de violencia simbólica, de violencia sexual y de violencia social que nos ha acostumbrado socialmente a que la vida de la puta no vale nada y su familia tampoco. Está tan naturalizado que no somos conscientes de que nuestro insulto favoritos es “¡qué hijo de puta!”, el “hijo de una puta” es escoria social porque la puta es la cloaca sexual de la comunidad válida para todo tipo de acto erótico, incluídas violaciones, lesiones y muertes. Por ende, son mujeres y feminidades en peligro absoluto: la prostitución (tal vez peor que otras situaciones de calle) es un indicador de vulnerabilidad enorme. Por ello, hace 9 años presenté a la gestión de entonces del Ministerio de Justicia, Seguridad y DDHH un proyecto de abordaje de las violencias basadas en el género como una problemática de seguridad ciudadana porque nos matan, nos violan, nos lesionan (y también nos atacan nuestra propiedad privada) todos los días y para la gestión de las políticas de seguridad valemos menos que una billetera o una cerradura forzada. Preveía un eje de prevención basado en el díalogo para la sensibilización y formación comunitaria y uno de alerta temprana comunitaria con intervención de las fuerzas de seguridad en casos de peligro inminente y actual. En ese momento cambió la gestión y no se pudo llevar a cabo pero más recientemente lo adapté al ámbito municipal para sociedades más conservadoras, planteando con cautela la perspectiva de clase y de género, y lo llevé al Ministerio de las Mujeres. Lamento que sólo tomaran el criterio de alerta temprana comunitaria sin incluir la prostitución como indicador de vulnerabilidad. Más allá que es feo que no se reconozca tu trabajo, es horrible que se altere el espíritu porque son conceptos y conclusiones de años de trabajo ¿cómo va a haber alerta temprana comunitaria, cómo van a estar atentas las personas del barrio, si no consideran que la prostitución es un indicador alto de vulnerabilidad? Un recorte impresionante y veo un sesgo de clase ahí. Insisto, no es un trabajo, es una actividad sumamente vulnerabilizante.

–¿Qué pensás de los feminismos actualmente? ¿hay “una grieta” allí?

-La grieta es histórica en todo ámbito donde no se quieran reconocer las situaciones estructurales de desigualdad. La grieta es la separación clara de opresor y oprimido. Y los feminismos no son ajenos a ella. En este punto coincido con Juliana Marino cuando dice que todos los feminismos son parte de un recorrido histórico, que todos dejan testimonio de su lucha, también los liberales. Yo estoy, además por un feminismo pluralista, ampliado, que, cada cual en su espacio, incluya personas trans, travestis, diversidades sexuales y también hombres antipatriarcales. Para mí el feminismo tiene la potencia de ser un glorioso humanismo en cuanto propone cambios para todo el mundo, incluido el planeta. Quiero un feminismo del buen vivir, popular y situado en nuestramérica.

Sin embargo, aún queriendo incluir a todes, en lo personal me cuesta mucho, al menos en este momento, ver qué es lo ‘empoderante’ de los ¿feminismos? que proponen el borramiento de las mujeres como concepto histórico político y reemplazarlo por conceptos pseudo inclusivos como ‘personas gestantes’, ‘cuerpos menstruantes’, ‘personas con vulva’, ‘identidades útero portantes’; es una contradicción absoluta ir contra supuestos ‘criterios biologicistas’ afianzando conceptos nuevos basados en nombres anatómicos y de las funciones fisiológicas netamente femeninas. Yo sigo creyendo que debemos abolir el género, que una persona que nació con la sexualidad femenina pero que no se identifica con los estereotipos de género que la sociedad le adjudica al nacer, puede vivir y expresarse identitariamente cuando quiera sin obligarnos a las demás a renunciar a nuestra identidad sexual y política en pos de su inclusión.

Y digo ¿feminismos? Como pregunta porque en este tiempo de constructivismo lingüístico y autopercepciones sin correlato material objetivo, la palabra se está volviendo un significante vacío. Eso rescato de la ciencia social, sobre todo de las perspectivas de observación larga, el correlato con lo que se observa en la realidad, la validación de los postulados con un contraste lo más objetivo posible. 

-Y el Derecho entonces es un campo de batalla simbólica también…

-Sí, sin dudas, estamos disputando sentidos fuertemente. Máxime porque aquí tienen implicancias normativas, de deber ser, también hay un orden moral inmanente al ordenamiento jurídico. Vamos camino a cambiar un ordenamiento jurídico patriarcapitalista y eurocéntrico por otro orden de sometimiento donde las mujeres ni siquiera podemos ser mencionadas. Muy distópico todo.

–Para terminar, entonces ¿qué hacemos con el Derecho? ¿hay que abolirlo también?

-No, no sé, no creo. Hoy parece posible una construcción feminista también del Derecho, nos estamos encontrando muchas que hasta dejamos de ejercer la profesión cansadas de luchar solas contra un sistema, es muy desgastante, defiendo iniciativas de sostén comunitario para el ejercicio de la profesión como ABOFEM, debería haber también ‘medifem’, ‘docentefem’, ‘arquifem’, ‘polifem’, porque es increíble el sesgo machista, clasista y patriarcal con que nos forman ‘en nombre de la ciencia’.

Volviendo al punto, no creo que hoy como sociedad ‘podamos’ abolir ni la ley ni la cárcel, lo que tenemos que hacer es transformar su contenido ético y su finalidad hoy identificada como de control y castigo. Tenemos que abolir el patriarcado, la misoginia, el clasismo y el racismo presentes en el Derecho y que no deben existir en un “Estado de Derecho” basado en los DDHH. Recordemos que el Estado Argentino sigue viviendo la ficción golpista que ‘hace de cuenta’ que nunca hubo una Constitución Nacional votada por el pueblo en 1949 y por eso seguimos con instituciones del siglo XIX para un mundo que ya no existe, con parches de DDHH que no se cumplen en los hechos, porque están injertados en una Constitución liberal y no florece nada de allí, es sólo un barniz de progresismo en un Estado arcaico; por eso se nos está haciendo constumbre legislar y ver resoluciones judiciales para la élite, para grupos minoritarios privilegiados pero con ese barniz progre. Por esas cosas, yo veo que abolir el Derecho y algunas de sus instituciones sería abolir la discusión política que hay detrás, y eso me suena mucho a pensamiento único, a pax romana, a un orden hegemónico uniformador sostenido con violencias legitimadas. Si me preguntás de nuevo, te digo que no, que amo el Derecho, que amo la ley que busca justicia social. Porque creo fervientemente que el Derecho es una poderosa herramienta política para la transformación social.

fuente: Diario Digital Femenino - Por Lenny Cáceres.
 

*Moira Goldenhörn, además de madre de dos y Coordinadora de ABOFEM en el Centro de la Provincia de Buenos Aires, es abogada y escribana por UCALP, mediadora comunitaria por UNICEN, PG en Gestión Cultural en FLACSO, y actualmente cursa Maestría en Ciencias Sociales y Humanidades en UNQ, entre otras especializaciones sobre mujeres, géneros y niños, niñas y adolescentes. Fue docente de UCALP, UBA y CBC y actualmente acompaña como oyente la cátedra de Introducción a la Sociología para Derecho en UNICEN, ejerce la docencia en nivel superior y es capacitadora en las áreas de su injerencia. Sus enfoques como investigadora apuntan a desentrañar los diversos anclajes invisibles del sistema patriarcapitalista eurocéntrico en el sistema jurídico argentino.

 

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