domingo, 4 de octubre de 2015

LA VIOLENCIA DE GÉNERO Y EL AMOR ROMÁNTICO

El amor romántico es la herramienta más potente para controlar y someter a las mujeres, especialmente en los países en donde son ciudadanas de pleno derecho y donde no son, legalmente, propiedad de nadie. Son muchos los que saben que combinar el cariño con el maltrato hacia una mujer sirve para destrozar su autoestima y provocar su dependencia, por lo tanto utilizan el binomio maltrato-buen trato para enamorarlas perdidamente y así poder domarlas.





Un ejemplo de ello es Kalimán, padrote mexicano que explica cómo logra prostituir a sus mujeres: elige a las más pobres y necesitadas, preferentemente a aquellas que están deseando salir del infierno hogareño en el que viven, o aquellas que necesitan urgentemente cariño porque se encuentran aisladas socialmente. Los padrotes siguen su guión a la perfección: primero las colma de amor, atenciones y regalos durante dos meses, haciéndoles creer que es la mujer de su vida y que siempre tendrá dinero disponible para sus necesidades y caprichos. Después la mete unos días en un prostíbulo para que “le hagan terapia” las muchachas; si ella se resiste, patalea, se enfada, lo mejor es dejar que se le pase sola. Jamás pedirle perdón. Es necesario que sufra hasta que su orgullo se desmorone y se ponga de rodillas, aceptando la derrota. El macho debe mantenerse firme, mostrar su desprecio, marcharse en los momentos de rabia máxima, y nunca apiadarse de las lágrimas de su esposa. Esta técnica les asegura que ellas accedan a sus deseos y trabajen para él en la calle o en puticlubs; la mayoría de ellas no tienen a dónde ir, y según ellos, una vez que prueban el lujo ya no quieren volver a su pobreza.

Este relato de horror es muy común en el mundo entero. No solo proxenetas y chulos, sino también numerosos novios y maridos tratan a las mujeres como yeguas salvajes que hay que domesticar para que sean fieles, sumisas y obedientes. Muchos siguen creyendo que las mujeres nacieron para servir o para amar a los hombres. Y muchas mujeres lo seguimos creyendo también.

“Por amor” las mujeres nos aferramos a situaciones de maltrato, abuso y explotación. “Por amor” nos juntamos con tipos horrendos que al principio parecen príncipes azules, pero que luego nos estafan, se aprovechan de nosotras, o viven a costa nuestra. “Por amor” aguantamos insultos, violencia, desprecio. Somos capaces de humillarnos “por amor”, y a la vez de presumir de nuestra intensa capacidad de amar. “Por amor” nos sacrificamos, nos dejamos anular, perdemos nuestra libertad, perdemos nuestras redes sociales y afectivas. “Por amor” abandonamos nuestros sueños y metas, “por amor” competimos con otras mujeres y nos enemistamos para siempre, “por amor” lo dejamos todo…

Este “amor”, cuando nos llega, nos hace mujeres de verdad, nos dignifica, nos hace sentir puras, da sentido a nuestras vidas, nos da un status, nos eleva por encima del resto de los mortales. Este “amor” no es solo amor: también es la salvación. Las princesas de los cuentos no trabajan: son mantenidas por el príncipe. En nuestra sociedad, que te amen es sinónimo de éxito social, que un hombre te elija te da valor, te hace especial, te hace madre, te hace señora.


Este “amor” nos atrapa en contradicciones absurdas “debería dejarle, pero no puedo porque le amo/porque con el tiempo cambiará/porque me quiere/porque es lo que hay”. Es un “amor” basado en la conquista y la seducción, y en una serie de mitos que nos esclavizan, como el de “el amor todo lo puede”, o “una vez que encuentras a tu media naranja, es para siempre”. Este “amor” nos promete mucho pero nos llena de frustración, nos encadena a seres a los que damos todo el poder sobre nosotras, nos somete a los roles tradicionales, y nos sanciona cuando no nos ajustamos a los cánones establecidos para nosotras.

Este “amor” nos convierte  también en seres dependientes y egoístas, porque utilizamos estrategias para conseguir lo que anhelamos, porque nos enseñan que una da para recibir, y porque esperamos que el otro “abandone el mundo” del mismo modo que nosotras lo hacemos. Es tanto el “amor” que sentimos que nos convertimos en seres amargados que vomitan diariamente reproches y  reclamos.  Si alguien no nos ama como amamos nosotras, este “amor” nos hace victimistas y chantajistas (“yo que lo doy todo por ti”). Este “amor” nos lleva a los infiernos cuando no somos correspondidas, o cuando nos son infieles, o cuando nos abandonan: porque cuando nos hemos dado cuenta, estamos solas en el mundo, alejadas de amigas y amigos, familiares o vecinos, pendientes de un tipo que se cree con derecho a decidir por nosotras.

Por eso este “amor” no es amor. Es dependencia, es necesidad, es miedo a la soledad, es masoquismo, es una utopía colectiva, pero no es amor.

Amamos patriarcalmente: el romanticismo patriarcal es un mecanismo cultural para perpetuar el patriarcado, mucho más potente que las leyes: la desigualdad anida en nuestros corazones. Amamos desde el concepto de propiedad privada y desde la base de la desigualdad entre hombres y mujeres. Nuestra cultura idealiza el amor femenino como un amor incondicional, abnegado, entregado, sometido y subyugado. A las mujeres se nos enseña a esperar y a amar a un hombre con la misma devoción que amamos a Dios o esperamos a Jesucristo.

A las mujeres nos han enseñado a amar la libertad del hombre, no la nuestra propia. Las grandes figuras de la política, la economía, la ciencia o el arte han sido siempre hombres. Admiramos a los hombres y les amamos en la medida en que son poderosos; las mujeres privadas de recursos económicos y propiedades necesitan hombres para poder sobrevivir.

La desigualdad económica por razones de género nos lleva a la dependencia económica y sentimental de las mujeres. Los hombres ricos nos resultan atractivos porque tienen dinero y oportunidades, y porque nos han enseñado desde pequeñas que la salvación está en encontrar un marido. No nos han enseñado a luchar por la igualdad para que tengamos los mismos derechos, sino a estar guapas y  conseguir a alguien que te mantenga, te quiera y te proteja, aunque para ello tengas que quedarte sin amigas, aunque tengas que juntarte a un hombre violento, desagradable, egoísta o sanguinario. El ejemplo más claro lo tenemos en los capos de los narcos: tienen todas las mujeres que quieren, tienen todos los coches, droga, tecnología que desean, tienen todo el poder para atraer a muchachas solas y sin recursos ni oportunidades.

Esta desigualdad estructural  que existe entre mujeres y hombres se perpetúa a través de la cultura y la economía. Si gozásemos de los mismos recursos económicos y pudiésemos criar a nuestros bebés en comunidad, compartiendo recursos, no tendríamos relaciones basadas en la necesidad; creo que nos amaríamos con mucha más libertad, sin intereses económicos de por medio. Y disminuiría drásticamente el número de adolescentes pobres que creen que embarazándose van a asegurarse el amor del macho, o al menos una pensión alimenticia durante veinte años de su vida.

A los hombres también los enseñan a amar desde la desigualdad. Lo primero que aprenden es que cuando una mujer se casa contigo es “tu mujer”, algo parecido a “mi marido” pero peor. Los varones tienen dos opciones: o se dejan querer desde arriba (machos alfa), o se arrodillan ante la amada en señal de rendición (calzonazos). Los hombres parecen mantenerse tranquilos mientras son amados, ya que la tradición les enseña que ellos no deben darle demasiada importancia al amor en sus vidas, ni dejar que las mujeres le invadan todos los espacios, ni expresar en público sus afectos.

Toda esta contención se rompe cuando la esposa decide separarse e iniciar sola su propio camino. Como en nuestra cultura vivimos el divorcio como un trauma total, las herramientas de las que disponen los varones son pocas: pueden resignarse, deprimirse, autodestruirse (algunos se suicidan, otros se enzarzan en alguna pelea a muerte, otros conducen a toda velocidad en sentido contrario), o reaccionar con violencia contra la mujer que dicen amar.  Ahí es cuando entra en juego la maldita cuestión del “honor”, el máximo exponente de la doble moral: los hombres de manera natural persiguen hembras, las hembras deben morir asesinadas si acceden a sus deseos. Para los hombres tradicionales, la virilidad y el orgullo están por encima de cualquier meta: se puede vivir sin amor, pero no sin honor.

Millones de mujeres mueren a diario por “crímenes de honor” a manos de sus maridos, padres, hermanos, amantes, o por suicidio (obligadas por sus propias familias). Los motivos: hablar con un hombre que no sea tu marido, ser violada, o querer divorciarse. Un solo rumor puede matar a cualquier mujer. Y estas mujeres no pueden emprender una vida propia fuera de la comunidad: no tienen dinero, no tienen derechos, no son libres, no pueden trabajar fuera de casa. No hay forma fáciles de escapar.


Las mujeres que sí gozan de derechos, sin embargo, también se ven atrapadas en sus relaciones matrimoniales o sentimentales. Mujeres pobres y analfabetas, mujeres ricas y cultivadas: la dependencia emocional femenina no distingue entre clases sociales, etnias, religiones, edad u orientación sexual. Son muchas en todo el planeta las mujeres que se someten a la tiranía del “aguante por amor”.

El amor romántico es, en este sentido, una herramienta de control social, y también un anestesiante. Nos lo venden como una utopía alcanzable, pero mientras vamos caminando hacia ella, buscando la relación perfecta que nos haga felices, nos encontramos con que el mejor modo de relacionarse es perder la libertad propia, y renunciar a todo con tal de asegurar la armonía conyugal.

En esta supuesta “armonía”, los hombres tradicionales desean esposas tranquilas que les amen sin pedir nada (o muy poco) a cambio. Cuanto más deteriorada sienten las mujeres su autoestima, más se victimizan, y más dependientes son. Por lo tanto, más les cuesta entender que el amor de verdad no tiene nada que ver con la sumisión, ni con el sacrificio, ni con el aguante.

Hacienda, la Iglesia, los Bancos, la televisión, etc penalizan la soltería y promueven el matrimonio heterosexual, así que parece que estamos obligadas a ser felices o a ir contracorriente. Cuando el amor acaba o se rompe lo vivimos como un fracaso y como un trauma: nos entra miedo, sensación de desamparo, de soledad, nos atacan las angustias al vernos solos y solas en un mundo tan individualista. Cuando nos dejan o dejamos a nuestra pareja, muchos nos desesperamos completamente: gritamos, pataleamos, chantajeamos, victimizamos, culpabilizamos, amenazamos.

No tenemos herramientas para asumir las pérdidas. No sabemos separar nuestros caminos, no sabemos tratar con cariño al que se quiere alejar de nosotros o al que ha encontrado nueva pareja. No sabemos cómo gestionar las emociones: por eso es tan frecuente el cruce de amenazas, insultos, reproches, venganzas,  y putadas entre los cónyuges.

Y por eso, también, tantas mujeres son castigadas, maltratadas y asesinadas cuando deciden separarse y reiniciar su vida. La cantidad de hombres que no poseen herramientas para enfrentarse a una separación es mucho mayor: desde niños aprenden que deben ser los reyes, y que los conflictos se solucionan con violencia. Si no lo aprenden en casa, lo aprenden en televisión: sus héroes hacen justicia mediante la violencia, imponiendo su autoridad. Sus héroes no lloran, a no ser que consigan su objetivo (como ganar una copa de fútbol).

Lo que nos enseñan en las películas, cuentos, novelas, series de televisión es que las chicas de los héroes esperan con paciencia, los adoran y los cuidan, y están disponibles para entregarse al amor cuando ellos tengan tiempo. Las chicas de la publicidad ofrecen su cuerpo como mercancía, las chicas buenas de las pelis ofrecen su amor como premio a la valentía masculina. Las chicas buenas no abandonan a sus esposos. Las "chicas malas" que se creen dueñas de su cuerpo y su sexualidad, que se creen dueñas de su propia vida, o que se rebelan, siempre se llevan su castigo merecido (la cárcel, enfermedad, ostracismo social o muerte).

A las "chicas malas" no solo las odian los hombres, sino también las mujeres buenas, porque desestabilizan todo el orden “armonioso” de las cosas cuando toman decisiones y rompen con ataduras. Los medios de comunicación a menudo nos presentan los casos de violencia contra las mujeres como crímenes pasionales, y justifican los asesinatos o la tortura con expresiones como esta: “ella no era una persona muy normal”, “el había bebido”, “ella ya estaba con otra persona”, “él cuando se enteró enloqueció”. Y si la mató, fue porque “algo habrá hecho”. La culpa entonces recae sobre ella, y la víctima es él. Ella metió la pata y merece un castigo, él merece vengarse para calmar su dolor y reconstruir su orgullo.

La violencia es un componente estructural de nuestras sociedades desiguales, por eso es necesario que el amor no se confunda con posesión, del mismo modo que no debemos confundir la guerra con “ayuda humanitaria”. En un mundo donde utilizamos la fuerza para imponer mandatos y controlar a la gente, donde ensalzamos la venganza como mecanismo para gestionar el dolor, donde utilizamos el castigo para corregir desviaciones y la pena de muerte para reconfortar a los agraviados, se hace necesario más que nunca que aprendamos a querernos bien.

Es vital que entendamos que el amor ha de estar basado en el buen trato y en la igualdad. Pero no solo hacia el cónyuge, sino hacia la sociedad entera. Es fundamental establecer relaciones igualitarias en las que las diferencias sirvan para enriquecernos mutuamente, no para someternos unos a otros. Es también esencial empoderar a las mujeres para que no vivamos sujetas al amor, y también enseñar a los hombres a gestionar sus emociones para que puedan controlar su ira, su impotencia, su rabia, y su miedo, y para que entiendan que las mujeres no somos objetos personales, sino compañeras de vida. Además, debemos proteger a los niños y las niñas que sufren en casa la violencia machista, porque han de soportar la humillación y las lágrimas de su heroína, mamá, porque han de aguantar los gritos, los golpes y el miedo, porque han de vivir aterrorizados, porque se quedan huérfanos, porque su mundo es un infierno.

Es urgente acabar con el terrorismo machista: en España ha matado a más personas que el terrorismo de ETA. Sin embargo,  la gente se indigna más ante el segundo, sale a la calle a protestar contra la violencia, cuida a sus víctimas. El terrorismo machista se considera una cuestión personal que afecta a determinadas mujeres, por eso mucha gente que oye gritos de auxilio no reacciona, no denuncia, no interviene. Echando un vistazo a las cifras podremos darnos cuenta de que lo personal es político, y también económico: la crisis acentúa el terror,pues muchas no pueden plantearse separarse, y el divorcio queda para las parejas que puedan permitírselo económicamente. Una prueba de ello es que ahora se denuncian menos casos y en ocasiones las mujeres se echan para atrás; con las tasas judiciales aprobadas en España, las mujeres más humildes ni se van a plantear ir a denunciar: apelar a la justicia es cosa de ricas.

Es urgente  trabajar con hombres (prevención y tratamiento) y proteger a las mujeres y a sus hijos/as.Debemos empoderar a las mujeres, pero debemos trabajar también con los hombres, si no toda lucha será en vano. Es necesario promover las políticas públicas para que tengan un enfoque de género integral, y es necesario que los medios ayuden a generar un rechazo generalizado hacia esta forma de terror instalado en tantos hogares del mundo.

Es necesario un cambio social y cultural , económico y sentimental. El amor no puede estar basado en la propiedad privada,  y la violencia no puede ser una herramienta para solucionar problemas. Las leyes contra la violencia de género son muy importantes, pero han de ir acompañadas de un cambio en nuestras estructuras emocionales y sentimentales. Para que ello sea posible, tenemos que cambiar nuestra cultura y promover otros modelos amorosos que no estén basados en luchas de poder para dominarnos o someternos. Otros modelos femeninos y masculinos que no estén basados en la fragilidad de unas y la brutalidad de otros.


Tenemos que aprender a romper con los mitos, a deshacernos de las imposiciones de género, a dialogar, a disfrutar de la gente que nos acompaña en el camino, a unirnos y separarnos en libertad, a tratarnos con respeto y ternura, a asimilar las pérdidas, a construir relaciones bonitas. Tenemos que romper con los círculos de dolor que heredamos y reproducimos inconscientemente, y tenemos que liberar a mujeres, a los hombres y a los que no son ni una cosa ni otra, del peso de las jerarquías, de la tiranía de los roles, y de la violencia.

Tenemos que trabajar mucho para que el amor se expanda y la igualdad sea una realidad, más allá de los discursos. Por eso este texto está dedicado a todas las mujeres y hombres que luchan contra la violencia de género en todos los puntos del planeta: grupos de mujeres contra la violencia, grupos de autorreflexión masculina, autores/as que investigan y escriben sobre este fenómeno, artistas que trabajan por visibilizar esta lacra social, políticos/as que trabajan para promover la igualdad, activistas que salen a la calle a condenar la violencia, maestros y profesoras que hacen su labor de sensibilización en las aulas, ciberfeministas que juntan firmas para visibilizar los asesinatos e impulsar leyes, líderes y lideresas que trabajan en las comunidades para erradicar el maltrato y la discriminación de las mujeres. La mejor forma de luchar contra la violencia es acabar con la desigualdad y el machismo: analizando, visibilizando, deconstruyendo, y construyendo en y con el consenso, nuevos pactos culturales.(sic).*

Fuente: la Red 21 - Por Coral Herrera Gómez, Doctora en Humanidades y Comunicación Audiovisual.
* aporte de la Prof. Bersanelli

DERRIBANDO MITOS SOBRE LOS ABUSADORES SEXUALES

Entrevista a Virginia Creimer.

No todos fueron víctimas de abusos en la infancia. La castración química no suele calmarlos. No son enfermos mentales. Luego de la condena a 35 años de un violador serial en Mar del Plata, le pedimos a la médica forense Virginia Creimer que nos explique como se perfila a los abusadores sexuales, que características tienen y cómo se interviene desde el cuerpo médico forense.




Las víctimas no eligen serlo, no seducen a sus abusadores, no disfrutan con el abuso y no tienen elección ni consentimiento en el ataque, porque ya sea por la inmadurez sexual, por el terror, la incapacidad física o psicológica, la dependencia del abusador y o la vulnerabilidad y naturalización de la violencia, la inconmesurable asimetría que marca, decide y maneja el abusador les impide cualquier conducta de defensa. Las víctimas no se convierten indefectiblemente en abusadores. Serán el entorno y el Estado los responsables de que ello no ocurra.
Los victimarios no son indefectiblemente víctimas de abusos en la infancia, no se circunscriben a una única clase social, franja cultura, económica y o religiosa. Salvo aquellos que poseen una debilidad mental comprobada por un psiquiatra forense  -lo que transforma en un demente en sentido jurídico-  los abusadores sexuales comprenden y dirigen sus actos al momento de abusar de sus víctimas. Es decir, son penalmente responsables de sus actos y deben responder por ellos.




Existen numerosas clasificaciones de abusadores sexuales. Sin embargo, más que indicar sus diferencias, resulta más esclarecedor marcar sus puntos de coincidencia. El abusador sexual no está enfermo. Elige el método, el momento y la forma de seleccionar y atacar a sus víctimas. Como no está enfermo, tampoco podemos hablar de curación.



Los distintos sistemas nacionales e internacionales de rehabilitación de los abusadores son frágiles y sin resultados concretos. La castración física no evita que se reitere el delito: por el contrario, sólo produce que la violencia se incremente. La castración química, además, no tiene estudios prospectivos que corroboren su utilidad y quedan sujetos a la adhesión al tratamiento.

¿Por qué un delito contra la integridad sexual no se controla con esos métodos?

La respuesta es que el violador no pone su punto de goce en la esfera sexual propiamente dicha, sino en la destrucción y cosificación del otro.
Esta violencia posee un variado espectro de vejación, la anulación de la infancia, la inoculación de un terror insuperable, la delegación de la responsabilidad del secreto en la víctima, de un silencio abominable que implica una destrucción interna que supera de manera exponencial a la destrucción física que la invasión del cuerpo produce. Las lesiones físicas pueden sanar en mayor o menor tiempo, “lo traumático” queda inscripto en la psiquis de la víctima de forma indeleble. Sin duda, los niños y niñas víctimas son seleccionadas por su extrema vulnerabilidad y por la relación asimétrica que se plantea entre el ofensor y la víctima.
Hemos elaborado y reelaborado cientos de miles de páginas y protocolos para la evaluación e investigación científica en estos casos. Sabemos, en relación al abuso sexual infantil, que existe una transferencia unidireccional de consignas por parte del adulto abusador que no posibilita un aprendizaje interactivo y, que necesariamente deriva en la programación psíquica a través de la que se transmiten los comportamientos que aparecen como pertenecientes al menor víctima (R. Perrone, 2006).La misma es responsable de las retracciones, del silencio, de la aparente complicidad, de la excitación sensorial del menor, de las paradojas y contradicciones pasibles de manifestarse.
Los pedófilos marcan con claridad sus preferencias por sexo y edad de las víctimas, y loa rasgos distintivos de las mismas, como componentes raciales y/o fisonómicos particulares. Ha llamado particularmente nuestra atención la temprana edad seleccionada por algunos pedófilos, donde las víctimas poseen de tres a seis meses de vida.
Las parafilias suelen sumarse en este tipo de delincuentes, y ejecutarse sobre sus víctimas indefensas, mostrando videos y fotografías de alto contenido sádico, sometimiento y violencia extrema, uso de instrumentos lesivos (ataduras, palos, ganchos) y zoofilia.
En el caso de víctimas adultas, la selección se suele producir dentro de un área de confort, donde el abusador conoce las características típicas del lugar, la forma de comportarse del entorno, las vías de ingreso y de salida. La selección es variada, premeditada u ocasional. Lo que no varía es el incremento de la violencia como forma de satisfacción sexual.

Cárceles limpias y sanas para rehabilitar

En el marco de los distintos estudios realizados, comenzamos un trabajo de acceso terapéutico en una cárcel para abusadores sexuales. De esta manera se solicitó al Jefe de la Unidad la posibilidad de otorgar un dispositivo terapéutico para aquellas personas que se encontraran detenidas por delitos contra la integridad sexual.
Las condiciones para ingresar al programa eran la asistencia regular, la comprensión de que dicho espacio no iba a repercutir de ninguna forma, ni positiva ni negativa en sus sentencias, ya que nada de lo volcado en las sesiones sería informado ni a los jefes del penal ni a los jueces intervinientes. De dichas entrevistas surgieron multiplicidad de casos que corroboran las constantes previamente descriptas y que por razones de secreto profesional no serán volcadas en esta nota.
Sin perjuicio de ello es necesario remarcar algunas circunstancias fundamentales.
Dentro del sistema que debe otorgar las posibilidades al interno de rehabilitarse, aquellos que poseían sentencias por abusos sexuales poseían el mejor comportamiento dentro del penal. En forma casi inmediata a su ingreso, se transformaban en líderes de pabellón y obtenían rápidos beneficios por parte de los profesionales de la salud, asistiendo en dichas dependencias como administrativos, gestionando la distribución de la medicación del resto de los internos o cumpliendo roles de ayudantes de enfermería. No poseían conflictos con la autoridad ni con los otros internos porque rápidamente acomodaban su fachada para mostrar lo que quería ser visto. Muchos de ellos se convirtieron en pastores.
Finalmente llamó nuestra atención que el servicio penitenciario permitiera la compra y venta de películas pornográficas. Como signo clave del mensaje patriarcal institucional, en la primer búsqueda de un espacio físico para generar el dispositivo de asistencia psicológica para internos sentenciados por abuso sexual, el jefe del penal ofreció como lugar de reunión la sala de visitas íntimas. La profesional era una mujer.

El ser, el querer y el poder

Si bien la función del Poder Judicial no es la prevención, el conocimiento que surge de la tarea diaria exige comprometerse con la realidad a través de actos académicos, jornadas, congresos e investigaciones científicas permitiendo a otros operadores y otros poderes evitar nuevas víctimas. De lo contrario, los delincuentes siempre nos llevarán la delantera.
El objetivo de la intervención desde los distintos ámbitos debe ser claro; así como los delitos comunes mutan mediante el uso de altas tecnologías -que tanto los técnicos como los abogados debemos conocer-, los delitos contra  la integridad sexual y particularmente contra los niños, no hacen la excepción.
Durante años hemos dedicado nuestro esfuerzo a analizar, comprender y contener a las víctimas. Las estudiamos de un lado y del otro, las pusimos en un portaobjetos y las aplastamos con nuestros microscopios técnico-jurídicos.
Buscamos y encontramos técnicas, tests nuevos y viejos o mixtos, escribimos tratados y los expusimos vencedores. Fuimos derrotados por el burn out, el backlash, la indiferencia. Dejamos pedazos de las víctimas ya destrozadas en los pasillos de tribunales, nos llevamos la impronta de la impotencia. Sin perjuicio de las buenas intenciones, dejamos, llevamos, traemos un sabor amargo en la boca.

Por eso cambiamos.

Decidimos considerar la necesidad de un giro Copernicano. Romper el viejo paradigma y reemplazarlo por uno nuevo. Es imprescindible mirar hacia el otro lado de la ecuación. De eso se trata la investigación presente y  venidera: estudiar, conocer y desgranar la mente criminal para entender en qué punto un individuo es capaz de pasar al acto y cosificar al otro, dejarlo en estado de indefensión y poner su punto de goce en el sufrimiento de aquel que ha elegido como presa.
Hay avances y retrocesos en la perfilación criminal pero es el conocimiento del atacante el que nos permitirá evitar el próximo ataque. Claramente resulta fundante la existencia de una Política Criminal Institucional que permita que sus técnicos avancen en estas disciplinas, sin su aval, ninguna de las nuevas metodologías de investigación que se proponen podrá ser jurídicamente válida.
Téngase presente el siguiente concepto, de fondo y no de forma, los caminos reales hacia la transformación de las investigaciones penales no implican un cambio cosmético de las estructuras, la incorporación de algún profesional solitario para mostrar progresismo, ni organismos de nombres ostentosos vacíos de contenido.

El cambio de paradigma implica aprender a descansar en el saber del otro y ser permeable y generoso para difundir el propio.

Desde el punto de vista técnico, el análisis científico pericial de los depredadores sexuales es complejo. Se requieren años de práctica y capacitación para poder discernir e interpretar al sujeto que se presenta a la entrevista, sea víctima o victimario.
Desde el punto de vista interdisciplinario psicológico y médico forense aplicamos normas nacionales e internacionales para la evaluación de ambos y para revelar la incidencia emocional del delito y su ponderación en el comportamiento. Se registra la signo-sintomatología específica, evidencia biológica (cuando existe) y se escruta su repercusión en los planos psicológicos y psicosexuales.
Hay un conjunto de componentes básicos en el perfil de los profesionales dedicados a estas temáticas: la convicción, el compromiso y la ética.





El trabajo es multi e interdisciplinario, o no es.






Fuente: Infojus

viernes, 18 de septiembre de 2015

" ENREDADAS" PARA LUCHAR CONTRA LA VIOLENCIA MACHISTA

III Encuentro de la Red de Mujeres Latinoamericanas y del Caribe en España

Los próximos días 18 y 19 de septiembre la Red de Mujeres Latinoamericanas y del Caribe en España organiza un encuentro bajo el lema “Por nuestro derecho a vivir una vida libre de violencias”. Es el tercero desde 2011 y en él la Red sintetiza la experiencia de los últimos años de trabajo a favor de los derechos humanos de las mujeres, que ha concretado también en un Plan de trabajo a tres años. Mercedes Rodríguez Ávila, integrante de la Red y “activista de la vida, el Feminismo y los derechos humanos de las mujeres” 







La Red de Mujeres Latinoamericanas y del Caribe en España surgió en 2010 con el objetivo de convertirse en un “espacio de encuentro de saberes y diversidad” e intentar construir “pensamiento colectivo”, una “mirada común”, atravesada por la defensa de los derechos humanos de las mujeres, la perspectiva feminista y el derecho a manifestarse como ciudadanía activa, independientemente de la situación administrativa en la que cada cual se encuentre.

Las acciones que se llevan a cabo desde la Red –donde destacan los encuentros, con una amplia participación- tratan de contribuir al “proceso de empoderamiento, necesario para conocer y ejercer nuestros derechos” y buscan también lograr una “incidencia política”.

Entre los derechos que defienden destacan el derecho a migrar, “que no debe retroceder por las políticas neoliberales, peligro que se está haciendo evidente con la crisis de los refugiados en Europa”, el derecho a los cuidados, “desde una perspectiva feminista, destacando los derechos de las trabajadoras del hogar”, el derecho a participar, “no solo al sufragio, sino a estar activas”. Y desde luego, el derecho a una vida libre de violencias es prioritario, porque, como argumenta Mercedes, “en tanto la lógica patriarcal y el liberalismo económico siga imponiendo su verdad, es difícil cambiar el modo de relacionarnos y, por tanto, construir un mundo donde se respeten los derechos humanos de las mujeres”.

Especial vulnerabilidad

Las mujeres migrantes por su situación de subordinación como migrantes y como mujeres, están expuestas a la explotación y los malos tratos. “Son las condiciones y los contextos los que nos hacen más vulnerables”. Desde leyes o normativas, como la Ley de Extranjería, o el Decreto que niega la atención sanitaria a las personas “sin papeles”, a cuestiones de índole social y cultural.

“Las mujeres migrantes ocupan un eslabón inferior en la cadena de discriminaciones de género en la sociedad que se interseccionan con categorías como la etnia, clase, edad, discapacidad, idioma, religión, situación administrativa y laboral, el racismo institucional y social, que pueden incrementar las condiciones de vulnerabilidad, que provocan riesgos a una mayor invisibilidad, menor acceso a la información y dispositivos de protección para las víctimas de violencia de género”, asegura Mercedes.

De total de mujeres asesinadas en España en el periodo del 2003/2013 (766 mujeres), corresponde un 15,8% mujeres inmigrantes con documentación en regla y un 2,6% inmigrantes sin regularizar. Según la macroencuesta sobre violencia contra la mujer 2015 realizada por la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género, las mujeres que han nacido fuera de España afirman haber sufrido violencia física, sexual o miedo de sus parejas o exparejas en mayor medida (27,7%) que las nacidas en España (14%), diferencias significativas.

Propuestas

Desde la Red se promueven iniciativas para ayudar a estas mujeres aquí, y además se hacen eco de reivindicaciones y campañas que se llevan a cabo por organizaciones en los países de origen, como el caso de la denuncia de las esterilizaciones forzosas en Perú o el apoyo a las 17 mujeres presas acusadas de haber abortado en El Salvador.

En el próximo encuentro habrá espacio para el diagnóstico, el análisis y la denuncia. Pero también para las propuestas y el intercambio de experiencias desarrolladas por las organizaciones integrantes de la Red. La acción formativa “Promotoras para la prevención de la violencia de género” es un ejemplo. O el trabajo con mujeres jóvenes y mayores que lleva a cabo Rumiñahui. O Deporte y Mujer Valencia. “Son muchas las experiencias positivas que se van a compartir”, asegura Mercedes, que defiende la “diversidad” como un valor fundamental.

“Queremos salir del Tercer Encuentro de la Red con la imagen de participación en la Marcha del 7 de noviembre. Es necesario trabajar para estar cada día más enredadas con otras para incidir en que la lucha contra la violencia de género se convierta en política de Estado, más allá de quien ocupe el Gobierno y para que se priorice la educación y la sensibilización, todos tenemos que ponernos las gafas de género”, concluye Mercedes.

Datos del encuentro

Viernes 18 de septiembre de 17 a 20:00 horas

Sábado 19 de septiembre de 10:00 a 16:00 horas

Lugar: Centro Cultural "La Corrala". Universidad Autónoma de Madrid. C/ Carlos Arniches, 3 y 5 Metro: L5 La Latina/ L1 Tirso de Molina

Más información: redmujeresamericalatina@gmail.com

Blog: http://redlatinas.blogspot.com.es/

Fuente y foto: Archivo AmecoPress, cedidas por la Red de Mujeres Latinoamericanas y del Caribe en España y Ela R que R.




LA ELECCIÓN DE REINAS Y MISSES VISIBILIZA LA VIOLENCIA SIMBÓLICA

Título original:  Reinas y misses: cuando la violencia simbólica se ejerce con el auspicio del Estado


Elección de la Reina del Langostino y el Camarón.

Son parte de festejos municipales, promociones de productos, iniciativas turísticas, cualquier excusa parece buena para presentar el cuerpo de la mujer como principal atracción, mujeres que encajan en un molde preciso, cada vez más jóvenes. Los concursos de belleza en sus múltiples formas, son una práctica extendida y naturalizada, y sin embargo, chocan con la letra de la Ley 26485, que define a la violencia simbólica como “la que a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, iconos o signos transmita y reproduzca dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de la mujer en la sociedad”. Apeladas por esta contradicción entre un Estado que legisla contra la violencia al tiempo que auspicia este tipo de eventos, asociaciones de mujeres, organización de la sociedad civil y entidades públicas han comenzado a problematizar estas prácticas, contribuyendo a visibilizar su carácter violento, instalando el debate social y, sirviéndose de la ley para ganar algunas batallas. Los casos del Bikini Open, en Puerto Madryn; la Reina del Camarón y el Langostino, en Bahia Blanca; la ciudad bonaerense de Chivilcoy, donde fue aprobada en 2014 una ordenanza que obliga al Estado a abstenerse de la organización de estos eventos; y Orán, Salta, donde también se inició el debate social por el tema.  


COMUNICAR IGUALDAD- Octubre del 2014, miles de mujeres se dirigen desde todos los rincones de la Argentina hacia la ciudad de Salta en ocasión del concurso XXIX  Encuentro Nacional de Mujeres. En las conversaciones y los ánimos de las participantes, un prólogo trágico: Evelia Murillo, maestra rural, había sido asesinada semanas atrás por intentar proteger a una de sus alumnas de un hombre que venía a abusar sexualmente de ella. Mientras, en la misma provincia, otras nenas se preparaban, muchas con el entusiasta apoyo de sus padres y madres, para participar en el corso infantil de los carnavales de Orán, desfile de niñas pequeñas vestidas a la moda “tinelliana” que muestran sus dotes seductoras antes de la pubertad, o, como lo describe gráficamente la activista de la asociación Takuapú de esa ciudad, Silvia Jenefe, “nenas bailando delante de todos reggaetones guarangos, que hacen perreo, imágenes que rayan la pedofilia con hombres adultos bailando entre ellas, y que se registran en videos que después son subidos a internet para mayor denigración de las menores”.  Desde la organización de Jenefe, señalan el rol que la objetivización continua de las mujeres tiene en el alto índice de femicidios en la provincia.

“Venimos haciendo un monitoreo de los eventos públicos y privados, sobretodo en Orán, casos auspiciados por el estado municipal y que se llevan a cabo por empresarios de la noche que son los que manejan la cultura acá, y generan una cadena donde lo principal es la objetivación sexual  de la mujer. Corsos de conjuntos tropicales donde desfilan menores de edad, las letras de las canciones están plagadas de temas grotescos que ridiculizan y humillan a las mujeres” relata esta docente. La contradicción no se limita a que el estado autorice dichas prácticas, sino a que también las financia, otorgando, según denuncia Jenefe, fondos a los mismos empresarios de la noche, de las bailantas y las radios, que a través de la música que emiten y de los comentarios de sus locutores “cosifican a la mujer las 24 horas del día”.


Con más o menos carne a la vista, con chicas siempre jóvenes y a veces jovencísimas,  lo cierto es que la exhibición del cuerpo de la mujer, seleccionado y trabajado para satisfacción de la mirada masculina,  forma parte de las atracciones de muchas fiestas a lo largo y ancho del país. No ha sido hasta los últimos años cuando se ha comenzado a cuestionar este tipo de prácticas, visibilizando la violencia que ejercen. 

 La existencia de la Ley 26485 de Protección Integral de las Mujeres contra la Violencia, que por primera vez tipifica la violencia simbólica, ha dado respaldo legal a estas iniciativas. La colaboración entre organizaciones sociales y entidades públicas, junto a la creciente concientización de la sociedad, completan la ecuación.

No es un debate abstracto. El año pasado en la ciudad de Chivilcoy, provincia de Buenos Aires, se publicó la primera ordenanza que obliga a los poderes públicos municipales a abstenerse de auspiciar estos eventos. “Chivilcoy no escapa de la realidad del país, desde los últimos diez, quince años, el Estado venía organizando concursos de belleza, anteriormente existían este tipo de concursos, pero eran promovidos por organizaciones privadas” contextualiza Claudia Marengo, de la Secretaría de Género de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), organización impulsora de la iniciativa. “El campo sociopolítico de la ciudad posibilita que pudiéramos presentar la ordenanza, trabajamos el tema tanto desde el área de género de la CTA, como desde la Asamblea por los Derechos de la Niñez. En la búsqueda de avales vimos un quiebre importante, nos dimos cuenta de que podíamos hacer algo muy grande.”

Los avales fueron en efecto muchos, comprendieron entidades públicas como la Comisión Coordinadora de Acciones para la Elaboración de Sanciones de la Violencia de Género (CONSAVIG), la Red PAR – Periodistas de Argentina en Red. Por una comunicación no sexista-, personalidades como Eva Giberti o la periodista Mariana Carbajal, o la Madre de la Plaza de Mayo de la Plata Adelina de Matti quien aportó apoyos desde esa ciudad. También militando en la calle descubrieron, en las adhesiones particulares, a una población joven concientizada sobre este tipo de eventos. Una propuesta con un gran respaldo que se tradujo en una rápida aprobación: a mediados de noviembre del año pasado “participamos en el plenario de concejales, fundamentando el proyecto y pudimos ver que había bastante aceptación”. Sólo un mes después, la ordenanza se trasladó al recinto y en la última reunión del año del Consejo Deliberante, con el voto favorable de 8 de los 13 concejales presentes se dio vía libre a la ordenanza. El resto se abstuvo, pero ninguno adujo desacuerdo con el contenido para hacerlo, nos narra Marengo. Ya antes de la votación, el Intendente de la Ciudad, Darío Speranza, había anunciado que durante su mandato no se auspiciarían este tipo de eventos.

Otro funcionario público, el director del Instituto Cultural de Bahía Blanca, Sergio Raimondi, tuvo que posicionarse cuando la asociación Acciones Feministas le invitó, el año pasado, a que “pusiera a consideración el cese de las elecciones de reina dentro de las actividades culturales vinculadas con el organismo que representa”. Lo hizo favorablemente, retirando el auspicio a este tipo de actividades durante su mandato.  En la nota, le recordaban que “estas elecciones son selecciones discriminatorias basadas en estereotipos opresivos de mujeres y niñas”, y “refuerzan concepciones patriarcales de los roles de las mujeres  en la sociedad, incluida la cosificación y degradación de las niñas, y generadoras de otras violencias”.  Silvia Bajo, integrante de Acciones Feministas y firmante de la nota, nos relata cómo su organización viene impulsando “la visibilización de esta práctica como una forma más de violencia”. En la investigación que la organización llevó a cabo previamente, pudieron constatar la proliferación de “festejos entorno a una actividad productiva que ineludiblemente traen aparejada una elección de la reina, central para la fiesta” observando que, de tan naturalizado que está este tipo de evento “no se había prácticamente cuestionado”.

Al cuestionarlo en Bahía Blanca, en particular frente a la elección en Semana Santa de la Reina del Camarón y el Langostino con su anual desfile en concurso3tanga, la nota dirigida a Raimondi se hizo pública, llegó a los medios, se generó el debate. Y aunque a veces se presentó en los medios como si se tratara de un enfrentamiento entre mujeres,  feministas contra postulantes a reinas, lamenta Bajo, el debate al menos quedó instalado. Además, la CONSAVIG respaldó la iniciativa, presentando una nota no sólo para el caso de Bahía Blanca, sino con destino también a otras municipalidades. Acciones Feministas se dio cuenta de que sus esfuerzos tenían una respuesta social “cuando nosotras decimos ‘¿Qué hace un intendente, diputado o diputada observando a una chica desfilar en tanga?’, este mensaje llega”. Frente a esta constatación, Bajo reconoce que persiste, en particular entre quienes promueven el evento, el argumento de la libertad de elección: “Si las chicas quieren hacerlo, cuál es el problema, se preguntan”. “Pero en este debate no se cuestiona a las chicas, lo que se cuestiona es el papel del Estado”, subraya Bajo.

En esta idea incidieron desde 2003, el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) y otras organizaciones locales ante la convocatoria del OPEN BIKINI en Puerto Madryn. Alejandra Tolosa, entonces al frente de la delegación del INADI y actualmente integrante del Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer (CLADEM) nos cuenta como “cada año presentamos notas dirigidas a la gestión municipal, a otros auspiciantes privados y al organizador, poniéndoles en conocimiento sobre la existencia de la ley, el significado de violencia simbólica, y lo que entendíamos que implicaba este concurso. En 2012 el organizador, privado, pensó que estaban prohibiéndole el concurso y no lo organizó, así se generó un debate que llegó a los medios”.

El OPEN BIKINI volvió a la ciudad por dos años más, hasta que en 2015 se desplazó a Playa Unión, Balneario de la Ciudad de Rawson, probablemente por falta de auspicios en Puerto Madryn, considera Tolosa.

Estrategias legales contra la violencia simbólica

Como concuerdan las personas con la que hablamos, la Ley 26845 es una herramienta fundamental para visibilizar y dar respaldo legal a las iniciativas que persiguen retirar al Estado de la organización de estos eventos, una herramienta que puede articularse con otras leyes. “Nuestro proyecto está fundamentado precisamente en la definición de violencia simbólica así como en las leyes de protección de la niñez. Sin el marco de esta ley tendríamos que haber armado un proyecto diferente; este proyecto, como está, no hubiese sido posible” relata Marengo sobre la experiencia de Chivilcoy. “La ley es muy buena en la letra pero falta voluntad política, recursos, refugios, capacitaciones, así que mucho menos le van a dar bolilla a formas de violencia más sutiles como éstas. La ley sirve para interpretarla y trabajar, y si es difícil aplicarla a lo público, más difícil es aplicarla en lo privado, ese es el siguiente paso” reflexiona Verónica Bajo desde Bahía Blanca.

Algunos actores apuestan por reglamentar en primera instancia: condicionar o prohibir la participación de personas menores de edad y excluir las prácticas más discriminatorias (aquellas que incluyen entre sus requisitos ser soltera, no estar embarazada…) son acciones que forman parte de esta opción. Marengo admite que “hemos debatido mucho esta temática. No estamos de acuerdo porque por más restricciones que pongas la violencia simbólica sigue estando, el objetivo de estos concursos es poner a las mujeres a competir con su imagen de acuerdo a la visión del varón, y ése es un objetivo violento”. Así, si bien celebra que al menos con la regulación se empezó a hablar, “regular en sí mismo no soluciona el problema, el Estado no puede promover este tipo de eventos”. Tolosa concuerda con esta idea: “La reglamentación sirve al menos para sacar a las menores mientras este proceso lento avanza, pero lo importante es que se visibilice la violencia simbólica que supone este tipo de concursos”.

FUENTE: Comunicar Iguadad - Por Sarah Babiker

263.000 MUJERES EXPLOTADAS

Tras 14 años de trabajo, Estrella padece varias enfermedades y dolencias asociadas al trabajo en la maquila: desde problemas en la columna, debido a movimientos repetitivos, hasta sinusitis crónica, provocada por la aspiración de las pelusas resultantes de cortar los tejidos.


Trabajadoras en una maquila de Nicaragua. Foto: Mathieu Etienne-Gagnon / Oxfam


La situación extrema de las trabajadoras textiles en varios países del sur de Asia, como China, Indonesia, Camboya, India, Bangladesh y Sri Lanka es hoy en día bien conocida. Sin embargo, la explotación laboral no se da sólo en este continente, en Centroamérica 263.000 trabajadoras textiles viven explotadas en las zonas francas o maquilas. Ellas representan un 58% del total de la fuerza laboral en el sector.

En el marco del segundo aniversario del derrumbamiento del edificio Rana Plaza en Bangladesh, en el que murieron más de mil trabajadoras de talleres textiles, Oxfam Intermón ha hecho público el informe Derechos que penden de un hilo para denunciar las lamentables condiciones en la que producen ropa miles de mujeres en zonas francas para la exportación en Centroamérica, específicamente en Nicaragua, Guatemala, El Salvador y Honduras.

Precariedad en las maquilas de Centroamérica 

Jornadas de 24 horas ininterrumpidas, sueldos míseros y falta de higiene en las fábricas. 27 millones de personas en todo el mundo trabajan en las denominadas "zonas francas o zonas económicas especiales", conocidas coloquialmente en América Latina y el Caribe como maquilas.

Se estima que a día de hoy existen unas 2.000 zonas económicas especiales en todo el mundo. Estas zonas francas se han extendido por numerosos países latinoamericanos como una forma de atraer inversión extranjera, a cambio de mano de obra barata y no sindicada, generosos incentivos fiscales y regulaciones laxas. La industria textil se ha convertido en uno de los mayores usuarios de estas zonas. Las zonas francas suministran productos a poderosas empresas del mundo de la moda, multinacionales con fábricas subsidiarias y cadenas de producción en todo el mundo. 

La producción y la permanencia en el puesto de trabajo dependen de los contextos internacionales, según la demanda del producto textil. Las empresas transnacionales cierran y despiden a las mujeres sin pagar las prestaciones sociales correspondientes de forma frecuente.

Perfil típico de una mujer trabajadora de una maquila de Centroamérica 

Las mujeres constituyen más del 50%, y en algunos casos el 90%, del empleo en este modelo de producción. En las maquilas de El Salvador, por ejemplo, 9 de cada 10 trabajadoras de producción son mujeres, según constata un informe del Centro de Investigaciones sobre Empresas Multinacionales (SOMO).

La diferencia salarial entre hombres y mujeres es mayor a medida que los salarios son mayores, y los hombres ocupan  los puestos de mayor responsabilidad, como funciones técnicas, de supervisión y administrativas.

Suelen ser mujeres jóvenes de entre 18 y 35 años. Existe una regla no escrita de no contratar a mujeres mayores de 35 años. Aunque se pueden identificar trabajadoras con cierto nivel de educación, la mayoría de ellas no cuenta con formación más allá de la primaria completa o incompleta. Muchas son madres, el 80% según varios estudios y llevan la jefatura de hogares monoparentales. Otra característica que confirma la vulnerabilidad de estas empleadas es que muchas de ellas provienen de zonas rurales.

Salarios que no cubren los mínimos vitales 

Los salarios en las zonas francas de Centroamérica no alcanzan para cubrir las necesidades mínimas del día a día. En Guatemala el salario mínimo de la maquila en 2012 cubría únicamente el 84% del costo de la "canasta básica" del país; en Honduras, el 67%; y en Nicaragua, el 49%. Sólo en el caso de El Salvador, el salario mínimo de la maquila era un 5% superior a la canasta básica alimenticia del país. Salarios por debajo de lo legalmente establecido para otros sectores de actividad (un 18,6% menos).

El precio de venta final de algunos de los productos que confeccionan, sin embargo, puede representar 300 veces que lo que gana la trabajadora por su elaboración. Es el caso por ejemplo de las camisetas de la NFL (Liga Nacional de Futbol Americano), vendidas a 25 dólares, mientras que la empleada que las fabrica sólo percibe 8 centavos por cada una.

Jornadas laborales interminables, producción inhumana y engañosa

Aunque la legislación laboral de los cuatro países de Centroamérica analizados en el informe Derechos que penden de un hilo presenta el derecho a una jornada de ocho horas diarias, no es raro encontrar casos de jornadas laborales de hasta un día entero de duración, para cumplir con los pedidos que de un día para otro se hacen a las fábricas. 

En maquilas de Honduras, las trabajadoras, ante la presión por cumplir las metas de producción, utilizan estrategias de "ahorro de tiempo" que en ocasiones violan los mínimos niveles de dignidad en el trabajo.

Estrategias de ahorro de tiempo de las trabajadoras/es en Honduras 

Un 79% (514 personas) no se levanta de su puesto de trabajo. 
Un 71% llega antes de la hora de inicio del turno para adelantar el trabajo. 
Un 58% no se comunica con ningún compañero o compañera. 
Un 46% reduce el tiempo dedicado al almuerzo.
Un 40% no toma agua para no ir al baño y así poder cumplir la meta.

Privilegios empresariales de una zona franca 

Las empresas suelen elegir zonas francas porque éstas les permiten producir con estructuras de muy bajo coste y sin demasiada fiscalización por parte de los gobiernos anfitriones. Cuentan con un paquete muy atractivo que incluye, por ejemplo, exención o aplazamiento de los derechos de aduana y de los impuestos sobre las ventas y sobre la renta, un tipo nominal de impuesto de sociedades menor que en el resto del país, y subvenciones para el empleo de recursos humanos locales. Dadas estas ventajas es muy común la presión del sector empresarial por promover este tipo de negocios en países pobres como los centroamericanos.

Coser en una cooperativa de comercio justo: una alternativa

Frente a este modelo de explotación laboral, en Oxfam Intermón reclamamos potenciar el comercio justo, por ser un sistema comercial basado en el diálogo, la transparencia y el respeto, que busca una mayor equidad en el comercio internacional prestando especial atención a criterios sociales y medioambientales.

En Oxfam Intermón trabajamos en comercio justo desde 1994. Actualmente, más de 76.000 mujeres se benefician de la relación comercial directa que sostiene Oxfam con organizaciones de comercio justo en todo el mundo. De ese total, más de 2.400 mujeres forman parte de organizaciones de productos textiles con las que colaboramos en el presente de forma directa.

Un salario digno, mejores condiciones laborales y equidad entre géneros son los mínimos para poner fin a las lamentables condiciones socioeconómicas de muchas mujeres.


Las maquilas y el comercio justo, dos modelos contrapuestos de producción en una misma industria: la fabricación de prendas de ropa. 

Fuente. Oxfam Internacional

lunes, 14 de septiembre de 2015

VIOLENCIA MACHISTA Y VIOLENCIA DE GÉNERO, ¿ IGUALES O DIFERENTES?




Violencia de género o violencia Machista son términos que suenan cada día en los informativos y deberían resonar cada minuto en nuestras conciencias.
Y conste que digo “por desgracia” porque la actualidad obliga a hablar de un tema que muchas veces se queda aparcado, y obliga más aún cuando se vislumbran las urnas en un horizonte cercano.
Y no son sólo esos términos.
Junto con los de “violencia machista” y “violencia de género”, leemos muchos otros, que se usan como sinónimos, o casi.
A una parte del espectro, violencia doméstica, familiar o intrafamiliar;  a otra parte, terrorismo machista, femicidios o feminicidios, y en centro el aparentemente aséptico violencia sobre la mujer o contra ella.
Pero ¿son realmente sinónimos? ¿Pueden usarse con la ligereza que muchas veces se hace?
La respuesta es más compleja y más trascendente de lo que a primera vista pudiera parecer.
Me vino precisamente a la cabeza cuando leía determinadas opiniones acerca de que el asesinato de una prostituta no se consideraba violencia machista, como se dijo también del asesinato de la amiga que acompañaba a la ex pareja también asesinada que todos tenemos presente, o de los hijos a los que se mata cuando no se mata a la madre.
Recordé un asunto acaecido hace algún tiempo en un pueblo de Valencia, en que un hombre acababa con la vida de la mujer que nunca atendió a sus continuos requerimientos a pesar del constante acecho a que la tenía sometida.
También entonces se suscitó el mismo debate.
Quizás convendría empezar haciendo una diferencia que no siempre se tiene en cuenta. Y es que una cosa son los conceptos legales y otra muy diferentes los jurídicos. Y la mezcla muchas veces siembra el germen de la confusión. Lo explicaré con un par de ejemplos.
En el Código Penal anterior al actual existía un delito llamado “infanticidio”, que consistía en dar muerte a un recién nacido por parte de su madre para ocultar su deshonra, concepto a todas luces diferente del gramatical, que se refiere a la muerte de un niño sin más.
Otro tanto ocurría con el “parricidio” que, aunque gramaticalmente no es sino la muerte del padre a manos de su hijo, extendía su concepto jurídico a muchos más parientes cercanos, incluído el propio cónyuge.
Y, sin necesidad de ir tan lejos, tenemos el propio concepto de “asesinato”, que en Derecho es un homicidio con unas circunstancias claramente tasadas que le dotan de un plus de reproche -alevosía, ensañamiento o precio- y que en lenguaje común abarca cualquier muerte intencional de otra persona.
Así las cosas, en materia de Violencia de Género la cuestión mucho más peliaguda.
El Derecho tan solo maneja expresamente los términos de Violencia de Género y de Violencia sobre la mujer.
El primero, definido en la ley integral, se refiere a la violencia ejercida por un hombre sobre quien sea o haya sido su esposa o pareja o relación análoga, y el segundo se usa exclusivamente para dar nombre a los juzgados y las secciones de fiscalía que conocen de estos delitos. Una dicotomía de difícil explicación cuando, además, en la práctica, se acaban conociendo estos juzgados como de Violencia de Género.
Término que, por cierto no aparece en un solo artículo del Código Penal. Otra cosa distinta es la Violencia Doméstica, que abarca toda aquella que se ejerce sobre personas dentro del círculo familiar, y que tampoco se usa expresamente en la ley, aunque sí que viene constituyendo una categoría bien definida -tal ocurre en el turno especializado de los abogados-, también conocida como violencia intrafamiliar.
Sin embargo, la Violencia Machista no tiene ningún reflejo legislativo expreso.
Y mucho menos el terrorismo machista.
Lo cual no quiere decir que no existan, ni tampoco que no se sancionen.
Y, desde luego, en esta categoría podrían incluirse perfectamente supuestos como los que se han descrito, el de la amiga también asesinada, el de los hijos, el de la mujer acechada por quien pretende tener relación con ella. E incluso se podrían incluir otros supuestos, como la trata, que hunde sus raíces en la situación desigualdad, y hasta algunos como la prostitución o la mutilación genital por la misma razón.
Un debate abierto pero que a día de hoy no tiene su reflejo en el Código Penal ni las leyes procesales.
Lo cual no quiere decir, insisto, en que no se castiguen ni merezcan el peor de los reproches, por descontado. Significa, ni más ni menos, que no serán competencia de un juzgado especializado. Y, lo que quizás es más trascendente, que sus víctimas no tendrán la consideración de víctimas de violencia de género a efectos asistenciales.
Aunque, teniendo en cuenta que la ley prevé ayudas para todas las víctimas de delitos sexuales y violentos, quizá la diferencia no sea tanta como a primera vista pudiera parecer.
Así que no nos armemos líos ni nos alarmemos innecesariamente. La violencia machista existe y podemos -y debemos- seguir llamándola así para referirnos a las acciones que estén dentro de ella.
Que la ley no las incluya dentro de su definición de violencia de género no pone ni quita nada, más allá de lo dicho. Y, como no hay que dejar de repetir, las soluciones no deberían venir de los juzgados sino de un momento anterior, de la educación en igualdad y de la inversión en prevención y concienciación social.
Los juzgados solo gestionan el fracaso de todo lo anterior, llaménse como se llamen. Y, créanme si les digo que la mejor noticia sería que estos juzgados dejaran de existir porque dejaran de ser necesarios.
Ojala lleguemos a ver ese día.

Fuente: Confilegal. - Por Susana Gisbert, fiscal.( España).-

ESPAÑA: LO QUE NO SE NOMBRA, NO EXISTE

Lo mejor, que tuviera el valor de comparecer para hablar de una temática que el miércoles pasado dejó casi vacíos los bancos del Senado. Ayer el ministro de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Alfonso Alonso, informó ante la Comisión de Igualdad del Congreso de los Diputados sobre la política del Gobierno en la lucha contra la violencia machista. Pero la intervención, sesgada y publicista, obvió cualquier recuerdo a las carencias, déficit y en definitiva, el fracaso que supone que cerca de 800 mujeres hayan sido asesinadas a manos de sus parejas o ex parejas en la última década. Lo que no se nombra, no existe. Al menos eso trata el Gobierno de producir.


Ministro, Alfonso Alonso, en la comparecencia ante la Comisión de Igualdad del Congreso de los Diputados




En la intervención del ministro no hubo referencias a la reducción de partidas para la lucha contra la desigualdad y la violencia de género en los Presupuestos Generales del Estado, recientemente aprobados y criticados desde las asociaciones de mujeres. No mencionó el recorte de competencias en violencia de género de los Ayuntamientos, a partir de la reforma de la Ley de Régimen Local, que ha provocado el cierre de algunos puntos de atención para las víctimas. Obvió los casos de mujeres que, aun habiendo denunciado, fueron asesinadas. Tampoco dejó espacio en su discurso a las carencias en formación de los sectores profesionales que intervienen en el proceso de atención y protección de las víctimas del maltrato –judicial, fuerzas de seguridad, ámbito médico…-. Y de los toques y recomendaciones recibidos desde organismos internacionales, ni asomo.

Alonso hizo un balance de la aplicación de la Ley Orgánica 1/2004 de protección integral, en el momento en el que se cumplen 10 años desde su entrada en vigor, basándose en cifras “exitosas” y exhibiendo cambios legislativos llevados a cabo por el Gobierno al que pertenece.

Así, tras alabar lo que denominó “madurez” de la política de Estado contra esta violencia y el compromiso unánime de la sociedad –el 98% de la población la rechaza-, el ministro mostró un balance en cifras: el teléfono 016, ha atendido hasta julio de este año más de 500.000 llamadas desde su puesta en marcha; más de 65.000 mujeres han recibido asistencia jurídica gratuita hasta diciembre de 2014; 215.000 mujeres se han beneficiado de la Renta Activa de Inserción desde 2006; de 2008 a 2014, 2.190 mujeres han sido beneficiarias del Fondo de Garantía del Pago de Alimentos; desde 2005 hasta 2014 unas 20.000 mujeres han sido perceptoras de ayudas para cambio de domicilio; entre 2007 y 2014 se han recibido 1.052.244 denuncias; hasta 2014 se han instalado 2.742 brazaletes; a 31 de mayo de 2015, se habían cumplimentado en el sistema VioGén 1.900.000 valoraciones de riesgo; el gasto público global en violencia de género ha sido de más de 3.150 millones de euros durante de los últimos 10 años por parte del Gobierno y de más de 982 millones de euros por parte de las comunidades.

Fallos en el sistema de protección

Datos y cifras en los que no se ha incluido la bajada en las órdenes de protección (según datos del Observatorio de Violencia Doméstica y de Género del Poder Judicial en 2009 un 60% de las denuncias terminaban en orden de protección, en 2014, el 46%) ni tampoco el aumento de casos en los que la víctima renuncia a continuar con el proceso judicial tras presentar una denuncia.

Y desde luego, el ministro no se detuvo en ninguno de los casos de mujeres que habiendo denunciado perdieron la vida a manos de sus parejas y ex parejas y cuyo análisis seguramente ponga de relieve fallas en el sistema que haya que abordar y solucionar.

No dijo nada de los “jalones de oreja” que el Estado español ha recibido últimamente por parte de los organismos internacionales. Por ejemplo, la condena que recibió España por parte del Comité de Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW), por el caso de Ángela González Carreño, cuyo marido asesinó a la hija de ambos en un régimen de visitas. Ni una disculpa ha recibido esta mujer por parte del Gobierno. Entre otras cosas, el dictamen recomienda al Gobierno garantizar una formación del poder judicial que aborde los estereotipos de género. El ministro se congratuló ayer por la formación que reciben jueces y juezas. Sin embargo, es conocido y ha sido denunciado por expertas y organizaciones que lo que existe es un curso de un mes de duración y que solo puede hacerse vía online. Y que es insuficiente.

Tampoco ha hecho referencia a las carencias en materia educativa que entre otras, denuncia la Plataforma Impacto de Género Ya! en su análisis de los presupuestos generales del Estado con perspectiva de género. Las organizaciones critican que no exista una partida específica para tal materia, a pesar de que la ley integral “obliga a incluir la igualdad en los programas y materiales del sistema educativo, dar formación al profesorado, asegurar una persona responsable de igualdad en los Consejos Escolares y que la Inspección informe del cumplimiento”. Al no haber presupuesto, se deja todo en manos de la buena voluntad del profesorado, que reclama también formación en la materia.

Begoña San José, integrante de la Plataforma, insiste en que esta situación “va en contra de las recomendaciones de la CEDAW y de lo establecido en el Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra la mujer, ratificado por España en 2014. Asimismo, la ONU recomendó a España recuperar la asignatura de Educación para la Ciudadanía. A pesar de estos indicadores, silenciados en la intervención del ministro, Alonso dice que “se configura la igualdad como un principio rector del sistema educativo".

Puntos de atención locales

El ministro se ha servido del silencio y la ocultación para sostener una imagen, unas cifras y apreciaciones que frente a otras, se resquebrajan. Quizás el caso más claro es la ausencia de referencias a las consecuencias que ha tenido la reforma la ley de Régimen Local que, como ya han denunciado expertas y organizaciones, ha provocado el cierre de puntos de atención municipales. Estos centros, que prestan servicios sociales de atención (psicológica, judicial y social), se encuentran sin recursos y con seria amenaza de ser cerrados al perder la financiación por parte de los ayuntamientos, ya que la nueva ley establece que las entidades locales solo podrán ejercer actividades en materia de violencia de género si se financian al 100% por las comunidades autónomas o el Estado. Muchas mujeres han buscado apoyo históricamente en estos puntos para recibir ayuda frente a las situaciones de maltratos. No se sabe a dónde podrán dirigirse ahora.

Si esto se pone de manifiesto, el ministro no puede sostener que “además de mantener y mejorar los mecanismos de respuesta existentes”….como dijo ayer. Si se sabe que sólo 426 víctimas (el 0,33% de las denunciantes) percibieron en 2014 el subsidio de desempleo de 426 € por 6 a 18 meses, y que solo se contabilizan 900 contratos de bonificación a aquellas empresas que contrataron a víctimas de violencia de género (0,7% de las denunciantes) en todo el Estado español, no se puede defender con dignidad que desde el Gobierno “se han centrado los esfuerzos en mejorar la contratación de las víctimas, que ha aumentado un 56%”.

Finalizado el balance, el ministro anunció que en las próximas semanas se lanzará una nueva plataforma online denominada “Por una sociedad libre de violencia de género” que recogerá información sobre recursos, servicios y acciones de prevención y concienciación social. También ha adelantado que se está “ultimando material didáctico” que estará a disposición de los centros educativos y que se va a “intensificar la formación a los agentes implicados”.

Fuente y archivo de fotos:  AmecoPress, cedida por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad