domingo, 14 de julio de 2019

ESMA: EL CUERPO DE LAS MUJERES FUE BOTÍN DE GUERRA

Título original: Ser mujeres en la ESMA.

La muestra Ser mujeres en la Esma (testimonios para volver a mirar) es un cruce generacional que permite registrar, con los sentidos de los feminismos actuales, las diversas dimensiones de la violencia sexual ejercidas particularmente sobre ellas en los centros clandestinos de detención y las estrategias de supervivencia a las que apelaron las mujeres mientras estuvieron cautivas y también frente a los procesos de Justicia. La memoria que no cesa sigue produciendo sentidos nuevos.




“Otra cosa que hacían era sacarnos a cenar. De pronto llegaba un guardia y decía ‘acomódense para salir a cenar’. No había mucho para acomodarse (…) pero quien tenía una pinturita se la prestaba a la otra y así. Eso formaba parte del Proceso de Recuperación para convertirnos en ‘señoras’” contó una sobreviviente en uno de los juicios de la causa Esma. “El hecho de ser desnudadas nos ocurría a todas”, afirmó otra. “Las mujeres éramos su botín de guerra. Nuestros cuerpos fueron considerados como botín de guerra”, enfatizó otra militante, secuestrada entre 1976 y 1978. “Por supuesto no intervenía ningún tipo de decisión ni voluntad. Ellos eran dueños de nuestra palabra, de nuestra voluntad y ni digo nuestra alma, porque al alma no nos la robaron, pero muchas veces, de nuestros pensamientos también”, contó una sobreviviente más, en 2014.

“Creo que lo más perverso que ocurrió  –y recién ahora después de muchos años hay mujeres que están reflexionando y lo están denunciando– es que todas y cada una de las que pasamos por la Escuela de Mecánica de la Armada fuimos víctimas de acoso sexual, y muchas fueron abusadas sexualmente y violadas”, le dijo al tribunal otra de las cientos de mujeres que dieron testimonio a lo largo de las distintas instancias que conforman la megacausa Esma.

Estas palabras, reproducidas en paneles, forman parte de la muestra temporaria Ser mujeres en la Esma (testimonios para volver a mirar), que se puede ver hasta el 18 de agosto en el Museo Sitio de la Memoria Esma. Sobre la base de testimonios de las sobrevivientes en cada etapa de los juicios por crímenes de lesa humanidad, esta muestra narra y denuncia abusos, violaciones y las múltiples y complejas formas de violencia ejercidas sobre ellas en tanto mujeres por el Grupo de Tareas 3.3.2. Lo singular, además, es que la muestra dialoga con nuevas sensibilidades que despiertan los movimientos de mujeres actuales: es la primera vez que el museo incluye esta mirada como marca institucional. Así, pasado y presente se resignifican, crean una trama porosa de saberes compartidos que abre nuevas posibilidades de diálogo, encuentro y reparación.

“Con el intento de generar un cruce generacional, la muestra retoma ejes de las consignas del movimiento de mujeres como ‘Lo personal es político’, ‘Vivas nos queremos’ y el concepto de sororidad, para revisar las diversas dimensiones de la violencia, las estrategias de supervivencia a las que apelaron las mujeres de acuerdo a las épocas y las dificultades del proceso de justicia para reconocerlas y juzgarlas”, cuenta Alejandra Dandan, curadora de esta muestra que comenzó a ser pensada hace un año y medio atrás y que contó con un trabajo en equipo de todxs lxs integrantes del museo junto a historiadorxs, sociólogxs, trabajadorxs del ámbito judicial, artistas y sorbrevivientes.

“Por otro lado, como  señaló Pilar Calveiro en algunas conversaciones que tuvimos, varones y mujeres entraban por la misma puerta. Es decir, no había secuestros por un tema de género sino por una decisión de reprimir y asesinar militantes del campo popular. Pero aunque todxs entraban por el mismo lugar, sí es cierto que una vez secuestradxs, ciertos tormentos tenían características diferenciadas”, aclara la curadora.

La muestra incluye intervenciones en los paneles de la exhibición permanente en distintos puntos del museo. Quien haya visitado este lugar, sabrá que en esos paneles hay información escrita sobre lo ocurrido en la Esma contada con el genérico masculino. La intervención consiste en visibilizar a las mujeres a través de marcas sintácticas específicas. Así, ya no se trata de lo que les ocurría a ellos sino también, a ellas. Todo esto se pone en diálogo con fotos y videos que documentan las marchas que nos han devuelto a las calles en los últimos años.




“Desde que el museo se inauguró en 2015, empezamos a recibir visitas de grupos de mujeres que ya señalaban la necesidad de incorporar una mirada de género en el guión curatorial permanente porque, obviamente, no sólo se trata de una marca en el lenguaje sino de una concepción profunda. Así que mientras en la calle subía la efervescencia feminista, adentro de la institución también advertíamos la necesidad de revisarnos”, cuenta Alejandra Naftal, directora del Museo. Por estos días, la funcionaria participa de un encuentro de museos de memoria en Madrid, donde, según relata, los aportes feministas empiezan a ser centrales para la actualización de estos debates. “Se trata de encontrar aquellos dilemas del presente que interpelen el pasado y generar un puente generacional entre militantes de los setenta y de ahora”, agrega.

Durante la inauguración de la muestra, en marzo pasado, cientos de mujeres de todas las edades con pañuelos verdes acompañaron los recorridos y los conversatorios (es decir, espacios de encuentro y debate) de los que participaron, entre otras, las investigadoras Elizabeth Jelin del Conicet, la semiótica Patrizia Violi de la Universidad de Bologna, la académica estadounidense Barbara Sutton y Carolina Varsky, coordinadora de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad del Ministerio Público Fiscal.

Hace pocos días, se realizó un nuevo recorrido ya que la muestra fue declarada de interés por la Legislatura porteña gracias a una iniciativa de la diputada Victoria Montenegro. De este reencuentro participaron, entre otras, Edurne Cárdenas y Sol Hourcade, abogadas del Centro de Estudios Legales y Sociales (el CELS ha tenido un gran protagonismo en torno a las querellas de los juicios) y Ana Bellati, presidenta del Centro de Estudiantes del colegio Carlos Pellegrini.

Esta enumeración da cuenta de las interseccionalidades de generaciones y miradas políticas que se habilitan a partir de Ser mujeres en la Esma, cuyo otro antecedente tiene que ver con un homenaje que se le realizó a las mujeres trabajadoras en marzo de 2018 a través de Matilde Itzigsohn. Ella se desempeñaba como programadora de IBM en Astilleros Río Santiago; fue secuestrada en 1977 por el grupo de tareas de la Esma y desaparecida desde entonces. Para recordarla estuvieron sus hijas, Lucía y Maine. También, la doctora en historia e investigadora Victoria Basualdo, que viene indagando en profundidad el vínculo entre trabajadorxs y dictadura como coordinadora del programa “Estudios del trabajo, movimiento sindical y organización industrial”, de Flacso.

“Ese homenaje representó un punto de encuentro que conjugó dos fechas: el 8 de marzo y el 24 de marzo. Fue una posibilidad, además, de visibilizar los cruces entre clase y género ya que Matilde Itzigsohn fue una gran defensora de quienes ejercían tareas dentro y fuera del hogar en sectores populares”, explica Basualdo, quien además fue testigo de contexto en la causa Ford por delitos de lesa humanidad contra trabajadorxs de esa empresa en su planta de General Pacheco.
“En la causa Ford, hablaron las familias de las 24 víctimas de la causa; es decir, esposas e hijxs. Fueron testimonios conmovedores porque sirvieron para ver el impacto de la represión no solo en el espacio laboral y en las instancias de organización sino también, su extensión en la vida comunitaria y doméstica”, cuenta la académica. Fueron las mujeres de los operarios quienes iniciaron la búsqueda de sus familiares y maridos, quienes fueron objetos de requisas y vejaciones en comisarías y quienes debieron sostener sus hogares mientras tanto. De todo esto hablaron durante un encuentro que se realizó en mayo en el Centro Cultural Haroldo Conti, que también funciona en el predio de la ex Esma.

Graciela García Romero también participó activamente de los debates que se sintetizaron en la muestra. García estuvo secuestrada en la Esma entre octubre de 1976 y diciembre de 1978. En 2008 inició una causa por violación contra uno de los represores, que aún está a la espera de sentencia. “Las violaciones fueron parte de una estrategia de dominación y sabemos por buena fuente que en su momento, hubo una directiva de avanzar sexualmente sobre los presas como plan de exterminio. Fue un mensaje para nosotras, antes que nada. Me refiero a las mujeres guerrilleras, las primeras del siglo XX que cuestionamos el poder de manera organizada y en consecuencia, los arquetipos de femineidad imperantes”, enfatiza.


El horizonte más allá de los spots

Los delitos sexuales también fueron un mensaje para los varones presos, para los compañeros militantes que estaban afuera, para las familias que esperaban alguna noticia: “Cuando salimos de ahí, éramos como bombas de tiempo: nadie se nos acercaba. En ese momento, la sociedad en general y la militancia nos hicieron responsables a las víctimas de lo que había sucedido. Hicimos un camino muy duro para llegar al día de hoy, para sacarnos de encima ese estigma”. Subraya García Romero, además, la importancia de que las sobrevivientes de todos los campos de concentración denuncien los abusos y violaciones: “Esta época abrió un canal de diálogo entre aquellas guerrilleras que fuimos y las compañeras que luchan en estos días. Es necesario ampliar nuestra conciencia de género a través de ese diálogo. Entender que fuimos víctimas y que si bien doblegaron nuestros cuerpos, seguimos acá. Denunciar es un acto de valentía por las que seguimos vivas y también, por las que ya no están”.

Los abusos contra mujeres secuestradas constituyen un entramado complejo que involucra la palabra no escuchada, la vergüenza íntima, la indiferencia (la negación) social, e incluso, la culpabilidad que sintieron (sienten) muchas mujeres por la sencilla razón de haber sobrevivido. Para empezar a transitar este camino, fue esencial la reapertura de los juicios de lesa humanidad en 2006. Y en ese contexto, el papel que desplegaron abogadxs querellantes de lesa humanidad y fiscales que transformaron su escucha para que aquello que se diluía en el relato de otros horrores pueda ser puesto en foco. No es un dato menor que estos equipos jurídicos estén formados por varias personas nacidas en los setenta, hijxs biológicxs y/o políticxs de la generación desaparecida.

Las violaciones sexuales, los abusos, los tocamientos, la exposición a la desnudez y los abortos forzados fueron prácticas extendidas en todo el país durante el terrorismo de Estado. Sin embargo, durante el juicio a las Juntas de 1985, la Justicia consideró las violaciones como parte integral de los tormentos. Recién con la reapertura de los juicios, la dimensión de género comenzó a ingresar lentamente a las salas de audiencia. Según los registros de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad del Ministerio Público Fiscal, hasta el 30 de junio de este año, hay 226 sentencias pero solo 27 identifican los delitos sexuales de manera autónoma. Es decir, apenas el 12 por ciento. Además fueron condenadas 915 personas por crímenes de lesa humanidad. Sólo 94 de ellas fueron responsabilizadas por delitos sexuales.

En el contexto de la causa Esma, el juez Sergio Torres declaró a los sometimientos sexuales en ese centro clandestino como prácticas sistemáticas llevadas a cabo por el Estado dentro del plan clandestino de represión y exterminio. Pero no fue suficiente: pese a las numerosas denuncias y hechos vertidos en cada uno de los juicios, aún no hay condenados por delitos sexuales para los integrantes del grupo de tareas de la Esma.

“Ese es un gran asunto pendiente que tiene la justicia”, afirma Miriam Lewin, secuestrada desde marzo de 1978 a enero de 1979. “Muchas de las mujeres que se atrevieron a testimoniar no encontraron una escucha, no solo en los ochenta sino tampoco de manera más reciente. Algunos funcionarios judiciales debieron ser reconvenidos por sus superiores cuando hicieron alguna observación humorística o con doble sentido frente a las denuncias que las mujeres hacían con dolor, culpa, vergüenza. Y es que cuando son denunciadas, estas cuestiones tiene una doble estigmatización, como explica Ana Longoni en su libro Traiciones: los sobrevivientes varones eran sospechosos de haber delatado para salvar su vida y las mujeres, de esto y de haber tenido sexo con sus captores con consentimiento”, continúa. Y agrega: “Lo cierto es que nunca se puede hablar de consentimiento en un campo de concentración. Ni siquiera cuando una mujer es presuntamente liberada pero sigue bajo control de sus captores, como ocurrió en la Argentina dictatorial”.

Lewin considera que la muestra es un acto de reparación. “Yo creo que el feminismo entró en la Esma para no irse nunca más. Lo afirmo ante la visión de tantas chicas de pañuelo verde, de colegios secundarios, que pasaron por la muestra y participaron de diversos conversatorios. Ser mujeres en la Esma es un puntapié inicial para profundizar estas cuestiones y relacionarlas no sólo con lo que pasó en allí sino también con todos los lugares y los contextos pasados y presentes, donde los varones continúan tomando el cuerpo de las mujeres como campo de batalla”.

Fuente: Página 12 - por Ivana Ramos.

sábado, 13 de julio de 2019

RELATO DE UNA VÍCTIMA DE CRISTIAN ALDANA.Carolina Luján en Pura Vida, Cada Día

YA NO NOS CALLAMOS MÁS: CONDENA DE 22 AÑOS A CRISTIAN ALDANA

Título original: Condenan a Cristian Aldana a 22 años de prisión.

Uno de los casos más emblemáticos del #YaNoNosCallamosMás cierra una etapa: hoy se conoció el veredicto condenatorio a Cristian Aldana en el Tribunal Oral N°25 de CABA. Una causa que marca un antes y un después para las pibas que fueron obligadas a silenciar abusos por parte de músicos durante tantos años.
Un año y dos meses después del inicio, llegó esta tarde el veredicto del Tribunal que juzgó a Cristian Aldana, ex-líder de la banda El Otro Yo, por los delitos de abuso sexual con acceso carnal y corrupción de menores.
De acuerdo a los jueces -Goerner, Bustos Lambert y Dieta de Herrero-, la pena será de 22 años.



El condenado cumple desde fines del año 2016 prisión preventiva en el penal de Marcos Paz, luego de que el juez de instrucción lo ordenara. Las denunciantes son siete, y estuvieron acompañadas a lo largo de todo el proceso por organismos especializados como la UFEM (Unidad Fiscal Especializada de Violencia contra las Mujeres) y DOVIC (Dirección General de Acompañamiento, Orientación y Protección a las Víctimas): Las primeras denuncias que iniciaron esta causa se radicaron a principios de ese año, luego de que una oleada de denuncias públicas a varones músicos hiciera resurgir la discusión sobre las violencias en el ámbito del rock.
Sin embargo, la primera denuncia la había radicado Ariell Carolina muchos años antes, y había quedado archivada. Tenía 21 años. Fue a la Comisaría de la Mujer de Morón. La causa, después de muchas revictimizaciones por parte del sistema judicial, fue archivada y ella se fue del país. Con la potencia del encuentro con compañeras que habían pasado situaciones similares, la organización permitió que se juntara nuevamente el valor para relatar ante el sistema judicial las vivencias sobre las violencias que Cristian Aldana infligió durante tantos años en tantas niñas y adolescentes.
Al comenzar el juicio, en mayo de 2018, la abogada Gabriela Conder explicaba que la historia que ante el Tribunal se presentaba era “como si fuese realmente una masacre. Los números dan cuenta de la masividad del daño que produjo en las chicas. Se ven causas con muchas querellantes, como AMIA, Once, generalmente son masacres. Entonces ahí se demuestra cual es el daño que produjo en tantas menores.”.



A lo largo de los meses consecuentes, sucedieron muchas cosas: declararon ochenta y tres testigxs, Cristian Aldana recusó al Tribunal en varias ocasiones, su defensor Rodolfo Patiño fue apartado por faltar dos veces al juicio sin avisar, un fan de “El Otro Yo” dejó mensajes satánicos escritos en una remera tirada en la Sala, Aldana nombró a un nuevo defensor que renunció para irse de vacaciones a Europa, recusó a su propia defensora oficial y luego volvió y, finalmente, llegaron los alegatos.

Sebastián Da Vita, de la Defensoría, pidió 35 años por dos de los casos. Gabriela Cónder 20, por uno de ellos. Y en última instancia el fiscal Guillermo La Fuente solicitó 35 años por seis de los casos, pidiendo absolución por uno de ellos. En la instancia de alegato de la defensa se pidió nulidad del juicio, se desestimaron los testimonios de las denunciantes y, finalmente, se solicitó que en caso de recaer en pena, no fuera mayor a 25 años dada la edad del acusado.
La audiencia del día 12 de julio comenzó cerca del mediodía. Cristian Aldana pronunció sus últimas palabras, en las que ratificó que él se considera inocente y leyó un versículo de la biblia en el que insistió con que la justicia es, en verdad, injusticia. Su última exposición duró menos de media hora y al concluir solicitó no estar presente en la lectura del veredicto.

La audiencia se reanudó cerca de las 16 hs.  Como Aldana pidió no estar, sólo estarán sus dos defensores Robbio y Durand para escuchar el veredicto. Los jueces a sala llena dieron lectura al veredicto condenatorio. De acuerdo a lo allí establecido la condena será de 22 años de prisión y los fundamentos se leerán el 6 de septiembre.

Fuente: El grito del sur.

viernes, 12 de julio de 2019

UNIVERSIDAD Y VIOLENCIA DE GÉNERO

Si hay algo novedoso en materia de vida universitaria es la aparición de los protocolos para atender las violencias ejercidas especialmente contra las mujeres. La primera de las universidades públicas que obtuvo ese instrumento fue la del Comahue. Se trató de una conducta precursora que luego tuvo emulaciones. Pero nuestras universidades no manifestaban una acción articulada con referencia sinergial. Las reacciones contra las reiteradas formas de violencia, desde el menosprecio a las consuetudinarias reglas del acoso –cuando no otras gravísimas inconductas–, no habían suscitado una labor mancomunada.



En 2014, a raíz de una actividad a la que nos había convocado la Feria del Libro y frente a diversas manifestaciones y testimonios, surgió la necesidad de crear una red que posibilitara intervenciones consecuentes. En septiembre de 2015, en la sede de la UNSAM, finalmente tuvo lugar el encuentro con representaciones de la mayoría de las casas universitarias públicas. Muchas colegas decidieron entonces que debía hacerse un camino común y así se originó la Red Universitaria contra la violencia que fue incrementándose en estos años.

Pero había que darle un marco de completa visibilidad y reconocimiento institucional. Era imprescindible que el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) admitiera que el flagelo de la violencia constituía el fenómeno más corriente y consuetudinario. Finalmente, el organismo decidió la creación de la Red Universitaria de Género (RUGE). Fue fundamental el papel jugado por las rectoras (un número absolutamente escaso), que se ha constituido en una firme argamasa para enfrentar el desquicio de la violencia.


Elogio de la dificultad

A raíz de la III Conferencia Regional de Educación Superior, coincidiendo con el Centenario de la Reforma el año pasado, la coordinación de RUGE declaró: “Invitamos a las autoridades allí reunidas a actualizar, desde una perspectiva feminista, el legado de aquel Manifiesto liminar con que la juventud universitaria inauguró un tiempo nuevo. Entendemos que recuperar el proceso de democratización de cara a los próximos años debe tener por uno de sus pilares la profundización de una visión más igualitaria de las relaciones entre géneros dentro de las universidades. Imaginar una universidad más libre y democrática tiene por objetivo insoslayable sostener la igualdad de género como principio rector de los vínculos que se dan en el seno de su comunidad”.

Algo nuevo está ocurriendo en el sistema universitario, más allá de la grave coyuntura que limita los recursos y que compromete la función de nuestras casas de altos estudios.

Dora Barrancos: Socióloga, historiadora y feminista. Directora de la Maestría en Ciencias Sociales y Humanidades y de la Cátedra Abierta de Género y Sexualidades de la UNQ.

Fuente: Página 12

MÉXICO: FEMINIZACIÓN DE LAS DESAPARICIONES EN LA NIÑEZ Y ADOLESCENCIA

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas inglés) expresó su preocupación por la feminización de las desapariciones en la niñez y adolescencia en México, prácticamente la mitad de los 5 mil 790 casos registrados son mujeres entre los 12 a 17 años de edad.

Este 11 de julio en la presentación del informe sobre el “Panorama estadístico de la violencia contra niñas, niños y adolescentes” el representante de Unicef en México, Christian Skoog, calificó como alarmante la desaparición de niñas y adolescentes en el país, ellas representan 6 de cada 10 casos que siguen sin ser resueltos.



A partir de información extraída del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPED) el Fondo para la Infancia indica que hasta finales de 2017 se encontraban en calidad de desaparecidas 5 mil 790 niñas, niños y adolescentes entre los 0 a 17 años de edad. Algunas de estas desapariciones están registradas desde 2010, es decir, hay niñez que lleva desaparecida casi 9 años.

Del total de desapariciones un 60 por ciento corresponde a mujeres y 40 por ciento a hombres; destaca que 47.3 por ciento del total de casos son niñas entre los 12 a 17 años de edad.

Christian Skoog indicó que la concentración geográfica de estos casos sobresale la región comprendida entre los estados de Tamaulipas y Nuevo León. La segunda aglomeración se extiende alrededor del Estado de México, Ciudad de México, Morelos y los municipios del norte de Guerrero.

El informe de Unicef tiene el propósito de brindar un panorama de la violencia que afecta a la población infantil y adolescente, sin embargo, concluye que no existe en México un registro estadístico efectivo que ofrezca una imagen clara e integral de este fenómeno.

Unicef logró reunir 16 fuentes de datos sobre distintos tipos de violencia que viven las niñas, niños y adolescentes, no obstante, la mayoría son escasos, están incompletos o se encuentran fragmentados entre diversas instituciones sin que sea posible dar seguimiento o contrastar los datos.

Al respecto México ha recibido recomendaciones del Comité de los Derechos del Niño para adoptar medidas y mecanismos de supervisión y recopilación de datos acerca de distintas formas de violencia cometidas contra la niñez.

Específicamente ante el contexto de violencia el Comité ha destacado la urgencia de contar con datos desagregados sobre homicidios, casos de feminicidio, desapariciones, violencia sexual, explotación y abuso infantil, utilización en la pornografía, violencia en internet, niños y niñas que pudieron ser reclutados por el crimen organizado. Asimismo, de la niñez migrante, refugiados y desplazados.

En la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (LGDNNA) se prevé como principal proveedor de información al Sistema de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (Sipinna), así como al Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (SNDIF).

Sin embargo, existe por lo menos 16 instancias gubernamentales que generan datos al respecto, por lo que titular de Unicef observó que esto genera obstáculos para la obtención de información confiable, especialmente en lo que concierne a la coherencia entre las estadísticas.

En su informe Unicef también destaca que la información con la que se cuenta sobre la violencia contra la niñez y adolescencia es insuficiente para dar seguimiento a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), especialmente los relacionados con promover la igualdad de género.

También faltan de datos sobre la situación de violencia que atraviesa el grupo etario de menos de 12 años de edad, ya que la mayoría de las estadísticas que realiza el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) recoge información a partir de la adolescencia.

Al respecto en la presentación del informe que se hizo en la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México (CDHDF), Óscar Jaimes Bello, director de Desarrollo de Información Gubernamental del Inegi, se comprometió a trabajar en la generación de datos desagregados, más dijo, las estadísticas sobre la violencia en la niñez son unas de las que más recursos económicos requieren, además de personal especializado.

NIÑAS LAS MÁS VULNERABLES

A lo largo de la información que logró rescatar Unicef se observa la vulnerabilidad en la que se encuentran las niñas y mujeres adolescentes en el país.

Son las que afrontan más agresiones psicológicas y violencia sexual en diversos entornos, el hogar, escuela, comunidades, instituciones medias de comunicación e incluso con las más vulnerables a ser víctimas de ciberacoso.

Mientras los varones son más propensos a ser víctimas de homicidio y suelen ser disciplinados con castigos físicos u otras formas de disciplinas severas.

Fuente: CIMAX  noticias.

" SOMOS LOS VARONES LOS QUE DEBERÍAMOS OCUPARNOS DE NUESTRAS PRÁCTICAS VIOLENTAS"

“Somos los varones los que deberíamos ocuparnos de nuestras prácticas violentas”
por enriquestola
Entrevista con Enrique Stola, médico psiquiatra



Enrique Stola, es médico argentino, especialista en psicología clínica y psiquiatría. Hace años está dedicado al activismo en derechos humanos y derechos de las mujeres, algo que no teme en llamar, su activismo feminista. Stola acompañó como médico psiquiatra a Gabriel*, uno de los jóvenes víctima de abuso sexual por parte del Padre Grassi, sacerdote condenado a prisión por abuso sexual en Argentina. Estuvo en Ecuador para compartir una charla en el Seminario Internacional “Criminología y Mujeres” , un espacio que reunió a cientos de abogados y abogadas del país. Stola, habla de temas que pocos médicos quieren hablar: la violencia de género como un hecho cultural e histórico, el aborto como una decisión de libertad, el papel de la Iglesia en la dominación masculina, entre otros temas, que los explica en detalle con un apasionamiento joven que contrasta con su cabello totalmente blanco.



¿Tú te defines como feminista?

Sí, claro.

¿Puede ser un hombre feminista?

Sonríe ante la pregunta

— A ver, Diana Maffía , filosofa argentina feminista, dice que podemos describir la situación de las mujeres en todo el mundo y darnos cuenta de que están peor que los varones en todos los ítems. Eso se puede comprobar a través del método estadístico, algo que está comprobado­. Entonces se plantea un problema ético que eso no está bien y algo hay que hacer. El hacer es una respuesta política y eso es una visión de las mujeres, por lo tanto el feminismo es una respuesta política. No es que se tenga que ser mujer para ser feminista, si no que cualquier persona, mujer, miembro del movimiento LGBTQ puede ser feminista. Pero claro esto implica un trabajo muy fuerte en la propia autopercepción personal y estar las veinte y cuatro horas del día haciendo política feminista.

Quiero hacerle una comentario pero se adelanta. Es evidente que sabe lo que iba a decir.

— Yo entiendo perfectamente que muchísimas compañeras digan que los hombres no podemos ser feministas, yo eso no lo discuto. Digo, no lo discuto, porque entiendo que la dirección política de la liberación de las mujeres y de todo el movimiento LGTBIQ no lo podemos hacer los hombres. Nosotros podemos acompañar. Yo cuando doy talleres, en general, lo hago donde compañeras feministas no han estado o donde no hay grupos feministas, para que sea un aporte.

Yo entiendo perfectamente los cuestionamientos de las compañeras feministas, entiendo la rabia y el malestar que pueden tener con los varones, sobre todo porque también están apareciendo los varones con formación universitaria, con buen discurso y que adoptan tranquilamente este discurso feminista y que en realidad no lo son. Pero las compañeras saben diferenciar perfectamente un machirulo que se hace feminista y alguien que lo es.



Muchas veces, de forma errada, dicen que el feminismo es algo de “mujeres contra hombres”. ¿Qué piensas de esta afirmación?

Los feminismos no plantean la lucha contra el hombre, por lo general son los machirulos y las mujeres atravesadas por el machismo quienes dicen: “ah bueno, pero se oponen a los hombres, ellos son el enemigo”. También es cierto que hay muchísimos hombres que son activos machistas y activos representantes de la dominación masculina, esos hombres sí son parte del problema.

Justificar las actitudes de los hombres, o decir que la lucha feminista está contra los hombres, proviene por un lado de la mala fe de los hombres y por otro lado de la ignorancia. Hay varones que saben que esto no es así pero lo afirman, y hay otros que son ignorantes. ¿Qué quiero decir con esto?, los niveles de violencia hacia las mujeres y la cantidad de violencia que hay hacia las mujeres son múltiples: violencia obstétrica, simbólica, física, sexual, psicológica. Hay un nivel de violencia de género que es extrema, es aquella que mata. Y ¿qué dicen los tipos en general, los machos en general?: “ah no, nosotros no estamos de acuerdo, es que los violentos son enfermos, son alcohólicos, son de clase baja, son pobres”. En realidad, los violentos están en todas las clases sociales, los que ejercen violencia de género extrema están en todas las clases sociales y la mayoría de ellos no son enfermos, si no que se creen propietarios y quieren decidir qué hay que hacer con el cuerpo de la mujer y cómo manejar los tiempos de la mujer.

Entonces solo una pequeña cantidad de varones golpeadores son sociópatas o psicópatas, y los psicópatas aún no son enfermos, puede haber psicóticos que con medicamento se resuelve y pueden tener una vida normal. Por eso, hay que luchar contra ese tipo de mandato, porque lo que están diciendo estos machos es: “no las queremos lesionadas, no las queremos asesinadas, pero queremos que sigan subordinadas, que nos sigan sirviendo en la casa, que nos sigan atendiendo, que cuando tengamos ganas de tirárnoslas, cogerlas, follarlas estén a nuestra disposición y que abran las piernas y cuando queremos prostituir a una mujer, agarrarle y hacerle lo que queremos, tenemos derecho hacerlo. Entonces no las quieren muertas, ni lesionadas, sino subordinadas. Eso es la matriz patriarcal, y contra eso lucha lucha el feminismo.



¿En qué consiste esa matriz patriarcal?

La cuestión es que hay una estructura patriarcal, una matriz de dominación patriarcal que se viene deformando desde hace muchísimos siglos, en todo lo que es el área dominada por Occidente. En el 2.500 antes de Cristo, se detectaron tumbas donde los hombres ya aparecen con determinadas vestimentas que muestran las jefaturas y muestran las jerarquías que tenían.

El patriarcado es una matriz de dominación, matriz de todas las dominaciones existentes, que ha ido jerarquizando la diferencia. Luego ha generado dispositivos que no son conscientes. Uno de esos dispositivos es la dominación masculina que a través de todas las estructuras: leyes, economía, arquitectura etc, lo que hace es jerarquizar la diferencia entre varones y mujeres, para seguir reproduciéndola.

Es cierto que los hombres tenemos, como dice Rita Segato, el “Mandato de Masculinidad”, que nos dice que tenemos que ser “valientes, heterosexuales, machos, reprimir la afectividad”, y a la vez hay el mandato a las mujeres de ser “suaves, amables, comprender a los varones, sostener a los varones, atender el hogar”, todas esas idioteces que tanto sufrimiento le causa a las mujeres. Todo esto se fue complejizando con la institucionalización de las religiones. En nuestro caso la Iglesia Católica, a partir del Concilio del 325 después de Cristo, empieza a participar y toma el poder político. Desde ese momento la Iglesia Católica se constituyó como el referente patriarcal y de dominación masculina.

Los cuerpos de las mujeres están atravesadas por múltiples dominaciones, el de los hombres también, pero la dominación de género atraviesa el cuerpo de las mujeres, y todos los cuerpos feminizados, que es el movimiento LGTBQ.Yo estoy de acuerdo con Rita Segato en que no se debe confiar y la mujer no debe poner tanta esperanza en el Estado, por que los Estados son patriarcales también.



Tú dices que la violencia de género es un práctica cultural ¿Qué implica esto?

La matriz patriarcal y la dominación masculina ha hecho creer que la violencia de género es un problema de las mujeres y en realidad es un problema de los varones. Somos los varones los que deberíamos ocuparnos de nuestras prácticas violentas . Tenemos prácticas muy violentas, por ejemplo, definimos la política del mundo, manejamos la gestión de poder de las cosas principales en el mundo: comercio de armas, trata de personas, trata de personas con fines de explotación laboral y sexual, violaciones en masa, violaciones individuales, guerra.

La violencia es un problema de los varones, no de las mujeres. Los mensajes deberían ser dirigidos a los varones, pero ¿quién tiene el poder político, el poder religioso?: los machos. La Iglesia Católica es un grupo de machos dirigiendo con mentalidad de machos. Si ves cualquier institución religiosa o política, son machos dirigiendo. ¿Quiénes hoy emiten los mensajes? son los varones también.

Entonces la violencia no es problema de las mujeres, es un problema de los hombres. Las mujeres son víctimas, los niños son víctimas, el movimiento LGTBQ son víctimas, pero en este caso hay que diferenciar, ya que hay una cuestión de clase, porque hay sectores del movimiento gay que pertenece al gay capitalista y que son absolutamente explotadores del cuerpo de la mujer, por ejemplo, en el cuerpo de las mujeres pobres para tener hijos, con la llamada maternidad subrogada.

Por un lado, la violencia de género es una violencia instrumental, que obliga a mantener la dominación masculina y a mantener la jerarquía masculina, esto significa disciplinar los cuerpos de las mujeres y; por otro lado, como también dice Rita Segato, la violencia de género es también una violencia expresiva, que se expresa y nos muestra como machos y eso tiene que ver con el cumplimiento del mandato patriarcal.

Entonces si pensamos solamente que la violencia de género es solo la extrema –el feminicidio– entonces ya no hablamos de la dominación masculina, solo vemos el problema como el grupo de “loquitos que si reciben un poco de educación resuelven el tema”.

Hay respuestas fáciles a este problema, pero lo cierto es que la dominación masculina tiene siglos de experiencia y de expresión. En la época del feudalismo la dominación era masculina, cuando comienza el capitalismo la dominación es masculina, con el desarrollo del Estado, con los países socialistas, con el neoliberalismo la dominación es masculina, ósea hay una constante que se mantiene.

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Enrique Stola durante la entrevista en su visita a Ecuador. Foto: Ana Acosta

La visita de Enrique Stola se da un mes y medio después de dos hechos que colocaron en la discusión pública de Ecuador la brutalidad de la violencia de género. El primero fue la violación grupal a Marta, por parte de su amigos; a semana seguida, el feminicidio de Diana Carolina, ocurrido frente a la Policía y varias personas que miraron y filmaron cómo su ex pareja la acuchillaba hasta matarla. La respuesta de la sociedad se expresó en marchas en varias ciudades del país, y en los medios de comunicación con la realización de programas y debates tratando de encontrar explicaciones a lo sucedido, muchos de estos desviaron el problema hacia un tema de “presencia de extranjeros venezolanos” –ya que el asesino de Diana es venezolano–, otros hablaron de la violencia de la sociedad, evitando profundizar en la violencia de género hacia las mujeres, como algo que tiene origen en el machismo.

Un panelista en un debate sobre violencia de género motivado por un periodista reconocido de Ecuador dijo que hay más hombres asesinados que feminicidios. Con este argumento decía que la violencia de género hacia las mujeres era exagerada y que se debía hablar de toda la violencia en general en la sociedad. Con este mismo argumento varios grupos expresaron que no se debe decir “ni una menos”, sino “nadie menos”. ¿Qué opinas de esto?

– Lo primero que me surge cuando escucho a estos tipos decir eso, es que son ignorantes y no los soporto. Lo que hacen estos machos es decir “estamos en contra de toda violencia, somos buenos, no queremos ninguna violencia”.

En realidad si uno quiere resolver una situación de violencia y tener una buena estrategia, tiene que hacer un buen diagnóstico, una buena caracterización de esa violencia. Uno no puede resolver una violencia armada política diciendo: “estamos en contra de toda la violencia”, hay que tener una estrategia política. Uno no puede resolver una violencia obstétrica diciendo estamos en contra de toda violencia, debemos ver los mecanismos de dominación en los lugares donde las mujeres van a parir. Si vemos la violencia en las escuelas, no podemos decir estamos en contra de la violencia, hay que hacer un análisis de la institución escolar para ver cómo se expresa la violencia social en la escuela. De la misma forma si hay violencia contra las mujeres tenemos que hacer un análisis de contexto para ver cómo se produce ese tipo de violencia.

Entonces la violencia de género, es violencia machista y está dirigida hacia las mujeres, porque hay una estructura social, económica y cultural que es gestionada por los varones y avala esta violencia contra las mujeres. Las mujeres no tienen en ningún lugar del mundo una estructura social, económica, política y cultural que avale su violencia contra los hombres. No existe esa matriz y nunca ha existido.

Los hombres son asesinados por otros hombres. Los hombres son los que deciden las guerras. Los hombres son violados por otros hombres, son castigados y torturados por otros hombres. La violación es una práctica sexual masculina avalada por la cultura . Se viola en manada, individualmente y se comparte con otro para que se de cuenta qué pasó con la mujer que fue violada. Es violada esa ama de casa que está encerrada en su casa, atendiendo a sus hijos, que es católica y está con su esposo súper católico que nunca se va a fijar si ella tiene deseos o no de tener relaciones, y cuando hay sexo sin deseo –aunque haya consentimiento– es violación. Repito cuando hay sexo sin deseo es violación.

Entonces la violación es una práctica sexual masculina, que no todos los hombres la practicamos pero que nuestra cultura la sostiene.



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Enrique Stola, es uno de los médicos que participó activamente en el debate por el Aborto Legal en la Argentina, sus interés ha sido desmentir muchos de los argumentos de los grupos religiosos. Uno de ellos: el síndrome post aborto.



Quienes se oponen a la despenalización del aborto hablan de un “síndrome post aborto” que viven todas las mujeres que abortan. ¿Tú como médico puedes confirmar que este síndrome existe?

– Eso es mentira. Cuando hay sintomatología las producen ellos, hacen una presión ideológica tan fuerte, tan culpabilizante sobre las mujeres, que son ellos los que producen esto.

Cuando un embarazo no deseado concluye en un aborto, por que no es deseado y la mujer ejerce su libertad, no va a tener efectos psicológicos. No es cierto que el aborto en sí produzca efectos psicológicos negativos. Lo que produce efecto psicológicos negativos en las mujeres que quieren abortar es la represión y la terrible presión, por parte de grupos, instituciones o familiares. Si esa presión no existe, los efectos no existen.

La situación de aborto no es ninguna situación agradable, nadie va a un cirujano contento, pero los mayores efectos se dan por la presión social hacia la mujer.



Pero estos grupos han afirmado que es este síndrome está comprobado científicamente.

– No hay sustentos científicos para esto. Es como los que sostienen que solo hay hombre y mujer, que solo existe el binarismo y que no hay otras realidades. Esta gente es muy mentirosa, lo hemos visto en los debates por la despenalización del aborto en Argentina, esta gente miente permanentemente, falsean datos, son muy mentirosos. Así que es difícil discutir, porque no discute de buena fe, siempre están mintiendo.



En Ecuador hay cifras muy altas de violación sobre todo a niñas menores de 14 años y adolescentes, por lo que la Asamblea está discutiendo aumentar la causal violación para un aborto no punible. ¿Cuáles son los efectos de un embarazo que no consentiste, no deseaste?¿Cuáles son los efectos en la salud mental de una mujer un embarazo que no desea?

–Cuando se la obliga a la mujer a tener ese hijo lo vive terriblemente mal porque es una situación traumática, porque tiene que parir, por que muchas veces no está en condiciones psicológicas, ni económicas de sostenerlo, porque empieza a funcionar toda esa maquinaria ideológica que dice que si has parido tienes que ser una “buena madre”. Esa mujer siente que una parte de ella no quiere a ese hijo, que lo rechaza. Yo recuerdo una vez en Perú fui allí por una misión humanitaria y observé a una mujer con un chiquito y me sorprendió la distancia afectiva que había con su hijo. Las encargadas del área de derechos humanos me informaron que esa mujer había sido violada por las fuerzas gubernamentales y le habían obligado a tener un hijo, pero además, por tener un hijo producto de violación, había sido rechazada por su comunidad, por su familia. Así que fíjense la cantidad de castigos que recibe una mujer por quedar embarazada.

La mayor parte de estos machos violadores, que violan a las mujeres, no se hacen cargo de esos pibes , muy pocos reciben algún tipo de castigo y luego andan por la vida haciendo su vida, mientras las mujeres son las que sufren las múltiples calamidades.



Además de la judialización que impide que las mujeres aborten ¿Cuáles son las razones para que exista tanta oposición al aborto, por qué la sociedad condena a las mujeres que deciden abortar?

– La sociedad mira mal a las mujeres. Las mujeres están en el campo de la sospecha desde que los monoteísmos –las tres religiones monoteístas– dominan gran parte de la humanidad, y esto es entrelazado con las concepciones machistas.

Las mujeres siempre están en el campo de la sospecha y lo vemos cuando van a denunciar un abuso sexual que se ha producido contra sus hijos o hijas, y la carga de sospecha en el poder judicial es sobre la mujer. Lo vemos en las lecturas bíblicas, la mujer siempre está en el lugar de la sospecha y todo lo que haga la mujer puede ser cuestionado.

A partir del Concilio de Nicea , del año 325, la Iglesia Católica fue cada vez, reforzando el control sobre las mujeres. Este es un dato histórico, irrebatible, ningún cura pude decir que no es así. En esto está el castigo a la mujer por el placer sexual, si es que tiene relaciones, el castigo por las decisiones que puede tomar.

La condena social a las mujeres que deciden es producto de la misoginia que tiene el mundo. Contra esto, los feminismos están luchando. Cuando digo los feminismos, hablo del producto de las diferentes estrategias de acuerdo al marco cultural que se da en las mujeres para liberarse.



Otro tema de la despenalización del aborto es el tema del efecto que puede tener la sanción judicial ¿cuál es el efecto que tiene la sanción penal en la mente de las mujeres para tomar sus decisiones?

– No es cualquier mujer la penalizada por el aborto. Son las mujeres pobres o de clase media baja las penalizadas. Las mujeres ricas, de la burguesía del Ecuador, muy católicas y que también van a la marcha en contra del aborto, salen del país o se hacen el aborto aquí con buenos médicos y en buenas condiciones. Lo mismo pasa con las mujeres de la burguesía latinoamericana, que cruzan a otro país, se hacen el aborto y se acabó.

Entonces la penalización es para las mujeres pobres. Lo mismo que la condena a muerte por parte del Estado, porque aquí y en otros países latinoamericanos salvo en Uruguay, hay condena de muerte para las mujeres pobres que abortan en condiciones no adecuadas. Es un nivel de crueldad muy grande.

Por otro lado lo que pasan estas mujeres es un nivel estrés post traumático, depresión, se sienten culpables, son culpabilizadas por el vecindario, la comunidad. Es terrible cómo le hacen pagar a las mujeres que abortan o incluso que han tenido abortos espontáneos. Muchas veces tienen abortos espontáneos, no tienen ellas ningún control voluntario sobre el proceso de gestación, se produce el aborto espontáneo y son cuestionadas, judicializadas. Esa es la crueldad de los cristianos de hoy.



¿Qué implica el poder tomar una decisión para cambiar la estructura? ¿Cuál es el papel del aborto en el cambio de estructura patriarcal? ¿Por qué este tema es importante dentro de la lucha general?

– Cuando hay una ley que permite el divorcio en el matrimonio, las iglesias pierden control de cuerpos. Cuando hay una ley como, en el caso de Argentina, la Ley de Identidad de Género, donde la persona que pertenece al movimiento LGTBIQ puede cambiar su identidad, si no se siente de acuerdo con el cuerpo que tiene y necesita ser reconocido socialmente de otra forma, se presenta al registro civil, sin necesidad de hacerse operaciones, sin necesidad de pasar por el psicólogo o el psiquiatra, es ese derecho que la persona tiene para auto percibirse y que eso se exprese en un documento oficial. Cuando sale una ley como esa, la Iglesia pierde cuerpos y deja de controlar cuerpos y vidas.

Cuando el aborto es legal las mujeres tienen libertad para decidir sobre sus cuerpos. Es decir, que no es el Estado el que decide por ellas, las iglesias y la dominación masculina pierde el control del cuerpo de las mujeres. Por eso es tan importante y por eso se oponen tanto al aborto, porque tiene que ver con el control del cuerpo de las mujeres como elemento de reproducción de esta diferencia, de jerarquización, por un lado, pero también la mujer como fuerza productiva no solo de trabajo, si no también de seres humanos.

Henri Lefebre, filósofo francés, decía que todo proyecto revolucionario tiene que tener dos objetivos a los que no se puede renunciar, uno de ellos es: hay que reapropiarse del propio cuerpo. El cuerpo de las mujeres todavía hoy lo detenta el Estado y las iglesias. Reapropiarse del propio cuerpo, del propio espacio y hacer de ese espacio un lugar de placer y creo que eso están aportando los feminismos. En la medida que las mujeres se liberen, el movimiento LGTBIQ, todes, todas y todos vamos a ser más libres.

Fuente: LINK ORIGINAL: Wambra Radio - Por: Ana Acosta @yakuana

lunes, 8 de julio de 2019

ARGENTINA: FEMICIDOS OCURRIDOS AL 30 DE JUNIO DEL 2019


VIOLENCIA DE GÉNERO EN LA FUERZA POLICIAL

Título original: Mujer policía habría sufrido acoso por parte de un superior.

Otro caso de acoso en las fuerzas policiales tiene por estas horas a la policía en el ojo de la tormenta. Nuevo Día conoció  un nuevo caso y en esta ocasión se trata de una comisario que estría siendo objeto de hostigamiento por parte de un jefe inmediato superior.


Un caso testigo demuestra el machismo enraizado en la estructura policial. Una oficial denunció a su superior por presunto acoso sexual y hostigamiento y terminó sumariada por "exceso de carpetas médicas"

Las mujeres de la fuerza se fueron animando a contar sus casos y así se conocieron distintos hechos, que incluso llegaron a una denuncia por abuso sexual que dos efectivos realizaron contra de una compañera de trabajo.

Esta nueva situación no es el primer asunto  de este tipo que se conoce en la Policía de la provincia, pero no por eso deja de ser menor.

Protagonistas

Este nuevo caso que  sale a  la luz tiene como protagonista a una comisario  que denunció acoso sexual, laboral y hostigamiento de parte de un oficial con alto rango (Superintendente), según relató la mujer, quien pidió a Nuevo Día reserva de identidad porque el funcionamiento de la fuerza es tan perverso que ataca a quienes ventilan las cuestiones internas.

El caso ocurre desde hace varios meses y la mujer ahora se encuentra con carpeta médica, debido al estrés  laboral que se halla padeciendo.

La mujer añadió a su relato que el Jefe de la Policía de la provincia, José Luis Cortes, se halla en conocimiento de lo acontecido pero hasta el momento no ha brindado respuestas.

Sumario

Lamentablemente, y pese a estar en conocimiento la superioridad de la fuerza de este caso indignante, a la  comisario se le inició  un sumario administrativo por "exceso de carpetas médicas", sin siquiera tener en cuenta que media una denuncia directa que realizó la efectivo en contra de un superior y el mismo ni siquiera fue conminado a realizar un descargo. 

Fuente: Diario el nuevo día.

martes, 2 de julio de 2019

OMS: RECONOCE EL BURNOUT COMO ENFERMEDAD PROFESIONAL

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha decidido introducir definitivamente en su Clasificación Internacional de Enfermedades el desgaste profesional, conocido popularmente como el ‘síndrome del trabajador quemado’ o ‘burnout‘ en inglés, que resulta del estrés crónico y agotamiento en el lugar de trabajo.

El trastorno se caracteriza por tres dimensiones:

1. Sensación de cansancio extremo o agotamiento físico y emocional
2. Sentimientos negativos o cinismo con respecto al trabajo

3. Reducción de la eficacia profesional.

En España ya hace años que se reconoció esta enfermedad profesional

En una sentencia de 2005, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) reconocía el «síndrome del trabajador quemado» o «burnout» a una maestra de Barcelona, a la que confirmó su incapacidad permanente absoluta.

El colegio en el que trabajaba no veía clara la relación causal de su situación con su enfermedad.
Sin embargo el TSJC aclaró entonces que «este tipo de dolencias se gestan de una forma lenta y acumulativa» y «se relacionan directamente con el trabajo».
El tribunal definió esta dolencia laboral como «agotamiento físico, emocional y mental», motivado por «un proceso en el que se acumula un estrés excesivo por una desproporción entre la responsabilidad y la capacidad de recuperación» del empleado.

Síntomas del síndrome del trabajador quemado o burnout.

¿Siente agotamiento crónico en el lugar del trabajo que no sabe manejar con éxito? ¿Tiene una falta de energía extrema, aumento de la distancia mental respecto al trabajo y ha visto disminuir su eficacia profesional?

Usted está quemado y la OMS acaba de reconocerle como enfermo laboral: sufre el síndrome de ‘burnout‘. En la última asamblea de la Organización Mundial de la Salud, celebrada el pasado 25 de mayo, los expertos han acordado incluir por primera vez en la guía de enfermedades asociadas al empleo reconocidas el síndrome del ‘burnout‘ o síndrome del trabajador quemado.

Esta guía da cabida a 55.000 tipos de enfermedades o causas de muerte. La medida supone que constatar la existencia de este síndrome como enfermedad de cara a ampliar la investigación sobre sus efectos y ayudar a diseñar programas para dar una respuesta a quienes sufren sus síntomas. También se pretende unificar la fórmula con la que los profesionales de la salud se refieren a esta dolencia, inscrita bajo el código QD85. «El síndrome de burnout«, puntualiza la OMS, «se circunscribe al entorno laboral y no debe de servir para describir situaciones de estrés en otras áreas de la vida».

Desgaste profesional no surge súbitamente

«El desgaste profesional no surge súbitamente, sino que, por lo general se gesta en un periodo que varía entre 5 y 8 años de desgate continuo y estrés crónico en el contexto laboral. Suele afectar más a las personas muy comprometidas con su trabajo» Explican los representantes de la OMS, tras su 72º Asamblea Mundial de la Salud.

La OMS detalla que el perfil responsable de los afectados complica el alivio del trastorno puesto que los síntomas «llegan a generar sentimientos de culpa que llevan a la persona a implicarse aún más en el trabajo, causando más agotamiento y perpetuando así un círculo vicioso».

Fuente: Mobbing Madrid.

ENFERMA LA DISTRIBUCIÓN DESIGUALDAD DEL TRABAJO DOMÉSTICO

Título original; Ser ama de casa enferma.

Cómo impacta en la salud psíquica de las mujeres la dedicación de manera exclusiva a las tareas domésticas.
Un estudio de la UCA y la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires mostró que las mujeres que solo se dedican a las tareas del hogar tienen mayor propensión a la infelicidad, a experimentar síntomas de depresión y ansiedad y a tener un déficit de proyectos personales.



Limpiar la casa, planchar, cocinar y cuidar a los hijes no solo es un trabajo no pago, invisible y no reconocido. También tiene consecuencias en la salud psíquica. Y produce desdicha.
 Un estudio del Observatorio de la Deuda Social de la UCA y la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires encontró que las mujeres del conurbano que lo realizan en forma exclusiva, es decir sin trabajar fuera del hogar, tienen mayor propensión a la infelicidad, a experimentar síntomas de depresión y ansiedad y a tener un déficit de proyectos personales; no pueden pensarse más allá del día a día.“Es un problema muy fuerte desde el punto de vista sanitario. No les tendrían que estar recomendando ansiolíticos; les tendrían que dar trabajo (pago)”, sintetizó Agustín Salvia, coordinador del informe y director de investigación del Programa Observatorio de la Deuda Social Argentina, al presentar los principales hallazgos del estudio “Empleo y trabajo no remunerado: Una mirada en profundidad sobe la distribución del trabajo no remunerado del Conurbano Bonaerense 2017-2018”, que entre otros ejes, refleja la “múltiples desigualdades” que enfrentan en particular las mujeres de los sectores más vulnerables: ellas tienen tasas de actividad y empleo menores que los varones, tasas más altas de desocupación, y mayor carga de trabajo doméstico y de cuidados. Pero si se suma el trabajo remunerado y el no remunerado, destacó Salvia, “las mujeres trabajan más que los varones. Y en el conurbano es mayor ese porcentaje que la media nacional”.Son “mujeres atrapadas en el espacio doméstico”, subraya Salvia.


El informe se basa en los resultados de una encuesta sobre una muestra de 1332 casos cada año. Como enfoque novedoso,revela la incidencia en el bienestar subjetivo de la población femenina, de la distribución desigual de las tareas del hogar. “Es un tipo de trabajo que no se ve y no se valora por el producto sino solo cuando está en ausencia, por lo tanto hace que esa trabajadora sienta que con ese trabajo no genera ningún tipo de valor ni de reconocimiento. La falta de valorización y de reconocimiento social y propio genera mucha infelicidad”, sintetizó Débora Tajer, doctora en Psicología, sanitarista, a cargo de la Cátedra de “Introducción a los Estudios de Género” de la Facultad de Psicología, consultada por PáginaI12.

El peso de la limpieza

El estudio revela que las mujeres del conurbano de 18 años y más tienen mayor carga de tareas domésticas intensivas y de cuidado que el conjunto de mujeres a nivel del total del país. Ellas hacen tres veces más trabajo no remunerado que sus pares varones. Y en ese grupo, las que más carga tienen son las de 35 a 59 años. Pero en la franja que más se amplía la brecha de género es entre las que tienen más de 60 años: en este grupo ellas participan 3,5 veces más que ellos en las tareas domésticas y de cuidado. Todas aquellas que trabajan en el mercado laboral, también lo hacen en el hogar: tienen doble jornada. En cambio, menos del doble de los varones ocupados, realiza tareas de limpieza en la casa y se dedica a cuidar a los chiques.

Otro dato que revela el estudio es que los jóvenes no se están involucrando más en las tareas domésticas y de cuidados: “Los varones más jóvenes realizan menos tareas no remuneradas”, indicó Salvia. “Esperábamos encontrar un cambio generacional. No lo encontramos. Seguramente porque los más jóvenes tiene a sus mamás que se hacen cargo de esas tareas”, arriesgó Salvia.

La investigación encontró que:

Las mujeres del conurbano bonaerense que se dedican exclusivamente a las tareas domésticas y de cuidado en el hogar expresan indicadores de malestar subjetivo, que llegan a triplicar a los que muestran aquellas que solo se ocupan en el mercado remunerado.
También tienen casi tres veces más déficit en la capacidad de tener proyectos personales que quienes tiene un empleo.
Y 4,7 veces más sentimiento de infelicidad que quienes sólo se ocupan en el mercado de trabajo.

Salvia apuntó a la falta de “reconocimiento económico y social” de las tareas domésticas y de cuidados como uno de los factores que probablemente incidan en el malestar subjetivo de las amas de casa. “Pareciera que es un estado psicológico pero en realidad es una condición social y tiene que ver con la distribución desigual de tareas domésticas. Descubrimos el papel curativo que tiene el trabajo remunerado”, señaló Salvia. Y destacó la importancia fundamental que ese trabajo invisible tiene en la reproducción económica y social. Medir su impacto “es un giro en la mirada de las estadísticas”, indicó. “Las tareas domésticas cumplen una función, son trabajo, tienen valor, producen un valor, aunque no se las remunere. Lo hace mayoritariamente las mujeres y eso queda oculto en las estadísticas sociales. Es un subsidio a la reproducción social, cuando las acusan de planeras”, observó. Es lo que vienen señalando hace décadas economistas feministas: con amor o sin amor, es trabajo. “No solo no es remunerado, sino que genera una mayor propensión a la infelicidad, a la depresión, a la ansiedad”, describió. Y agregó un dato más que surge del estudio: “El hecho de que se haga doble jornada no agrava la situación” porque el trabajo fuera del hogar funciona como “una vía de escape”, frente a tener que dedicarse exclusivamente a limpiar, cocinar y encargarse del cuidado de los hijos e hijas, y a veces otras personas de la familia, enfermas o dependientes por alguna discapacidad.

El estudio fue realizado en base a los datos de la Encuesta de la Deuda Social Argentina (EDSA), fue coordinado por Salvia y sus autoras son las investigadoras María Rosa Cicciari, Cecilia Tinoboras y Camila Weinmann.

Más pobres más vulnerables

Para el coordinador del informe y director de investigación del Programa Observatorio de la Deuda Social Argentina, los indicadores de malestar subjetivo de las amas de casa reflejan un cuadro “muy fuerte desde el punto de vista sanitario. No les tendrían que estar recomendando ansiolíticos sino trabajo (pago)”. La problemática se agudiza entre la población de sectores más vulnerables del conurbano. “Las más pobres enfrentan el problema de que no consiguen trabajo y si consiguen alguno, no tienen opción que quedarse en su casa (para hacer las tareas domésticas y de cuidados porque no pueden pagarle a otra persona, como si sucede en sectores más acomodados). Están explotadas por el mercado y por la necesidad. No tienen servicios públicos (que asuman el trabajo no remunerado que ellas hacen) ni su compañero las comparten”, describió Salvia. Y enfatizó que la situación “se agrava cuando hay crisis como ahora”. “Todo esto es un vacío que se viene acumulando (hace años) junto con el agravamiento de la pobreza (en la actualidad). La gente tiene menos plata para pagar un recurso”. Y en ese sentido, consideró imperioso que se implementen políticas públicas de cuidados, como se viene reclamando desde el movimiento de mujeres, lesbianas, travestis y trans, con más fuerza desde el Primer Paro Internacional de Mujeres, en 2017: “Podrían capacitarse jóvenes, varones y mujeres, que están desempleados a través de los propios programas de empleo gubernamental, y que se les pague por hacerse cargo de las tareas de cuidados en los barrios más vulnerables”, concluyó.

Los resultados del estudio fueron presentados por Salvia, Tinoboras, y el defensor del Pueblo de la provincia, Guido Lorenzino.

Valoración

PáginaI12 consultó sobre el malestar del ama de casa a Débora Tajer, doctora en Psicología, psicoanalista, sanitaria, y profesora a cargo la cátedra de “Introducción a los Estudios de Género”, de la Facultad de Psicología de la UBA. Tajer recordó que esta línea de investigación se empezó a trabajar entre la década del ’70 y ‘80, en estudios sobre salud mental con perspectiva de género. “Los primeros estudios que se hicieron en salud mental y mujeres, fueron en relación al llamado “nido vacío”. Una psiquiatra norteamericana planteó que las mujeres que tenían como único proyecto en su vida criar hijos, cuando ellos se iban, se deprimían, porque era como jubilarse, no tenía qué hacer. Hasta ese momento se decía que era la depresión por la menopausia, porque coincidía con esa etapa vital de las mujeres. Pero ya se empezó a trabajar el encierro, en el privado sentimentalizado por decirlo de alguna manera, la falta de conexión con otras mujeres, el trabajo repetitivo, que genera ansiedad, depresión y falta de valoración”, señaló Tajer.

–¿Por qué las tareas de cuidado y domésticas cuando se desarrollan en forma exclusiva provocan propensión a experimentar esos cuadros? –le preguntó este diario.

–La falta de valoración de las propias mujeres tiene que ver con que si bien en nuestra sociedad se incentiva para que las mujeres hagan las tareas domésticas, de cuidados, al mismo tiempo no se las valora: es decir, te incentivan a hacer un trabajo pero nadie te va a valorar por eso. Y además, es un tipo de trabajo que solo se ve cuando no está: si una casa está ordenada, limpia y hay comida, todo el mundo lo toma como que es la naturaleza, como si la comida creciese en la heladera y todo se autolimpiase. Solo se nota que alguien se ocupa de esa tarea cuando no hay comida o la casa está sucia. Entonces es un tipo de trabajo que no se ve y no se valora por el producto sino solo cuando está en ausencia, por lo tanto hace que esa trabajadora sienta que con ese trabajo no genera ningún tipo de valor ni de reconocimiento. La falta de valorización y de reconocimiento social y propio genera mucha infelicidad. Eso se revierte cuando tienen alguna tarea social o trabajo extra doméstico, aunque les paguen poco. Es increíble eso. Les da autonomía. Las hace arreglar. Alguien las mira, les dice algo, arman amistades y ese es un diferencial muy importante de felicidad e infelicidad.

Fuente: Página12 - Por Mariana Carbajal