La mayoría de las personas tienden a creer que el mobbing o acoso laboral se produce en las grandes empresas. Pero la realidad nos muestra que el acoso no depende del tamaño de la empresa, sino del hostigamiento que se puede llegar a sufrir.
Cierto es, que en las pequeñas empresas de 4 o 5 trabajadores, se utiliza de manera reiterada la confianza como medio para ejercer el acoso laboral. En este sentido, podemos definir confianza como, “Familiaridad, naturalidad y sencillez en el trato, propias de la amistad o el parentesco”.
Con esta definición, cualquier persona puede pensar… “pero si tiene confianza, ¿cómo es posible que le acosen?”.
Ante esta pregunta, nosotras siempre solemos contestar, “Recuerda a KA, la serpiente de la célebre película El libro de la Selva, que cantaba de manera reiterada la siguiente letra: ‘confía en mí y solo en mi’, con el único fin de embelesar a la víctima y zampársela”.
La confianza llega a ser un arma de doble filo, pues la víctima percibe por parte del acosador una actitud de familiaridad que hace que sea un libro abierto a su merced. De este modo, el hostigador penetra en la personalidad de la víctima, sabiendo reconocer sus carencias, sus debilidades y sus fortalezas.
“La confianza llega a ser un arma de doble filo, pues la víctima percibe por parte del acosador una actitud de familiaridad que hace que sea un libro abierto a su merced”
Una vez la víctima es engatusada por la serpiente KA, se encontrará a merced de la misma, consiguiendo todo lo que se proponga el acosador. Entre las situaciones más cotidianas en este tipo de empresas se encuentra el uso de situaciones personales de la víctima, para menospreciarla, humillarla, mantenerla bajo control, ridiculizarla o incluso explotarla.
El clima de familiaridad, es usado por la persona hostigadora de manera recurrente, aludiendo a que todos los menosprecios, son “por su bien”. Por este tipo de justificaciones la víctima, va mermando todo pensamiento racional acerca de la maldad de esos comentarios, llegando a justificar los mismo y manteniendo pensamientos como “que buena persona es, se preocupa por mí”.
Sin percatarse, la víctima entra en una telaraña de la que difícilmente puede salir, pues el vínculo que cree que ha formado es muy fuerte, considerando a la persona acosadora como parte de su familia.
La manipulación llega a ser tal, que la persona hostigadora puede hacer creer a la víctima que le ofrece un beneficio, por esa fabulosa relación que mantienen, cuando en realidad, es algo de obligado cumplimiento para un empresario.
Con todo esto, hablaríamos de transgresión de la buena fe, así como de abuso de la confianza, utilizando dicha confianza para conseguir el fin último del empresario, mantener bajo su dominio a los trabajadores para su propio beneficio.
Fuente: Juspin - Psicóloga Velásquez
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