La ESMA funcionó como centro clandestino de detención, tortura y exterminio entre 1976 y 1983, en la última dictadura cívico militar que sufrió la Argentina. El terrorismo de Estado dejó un saldo, según sabemos hoy, de 30.000 desaparecidos y miles de exiliados y presos políticos; 600 lugares de detención ilegal y la práctica sistemática de apropiación de niños y niñas, entre otras importantes consecuencias políticas, sociales, culturales y económicas.
En la ESMA estuvieron detenidos cerca de CINCO MIL hombres y mujeres: militantes políticos y sociales, de organizaciones revolucionarias armadas y no armadas, trabajadores, profesionales, artistas; familias enteras y religiosos. La mayoría de ellos está desaparecida. Fueron arrojados vivos al mar en los llamados vuelos de la muerte. En la ESMA, la Armada planificó los secuestros y llevó a cabo asesinatos de manera sistemática. En este lugar estuvieron los y las prisioneros/as engrillados/as y encapuchados/as. Aquí se los torturó. Aquí se los desapareció de la faz de la tierra. También sabemos que aquí nacieron niños de madres en cautiverio. Hoy hombres y mujeres son los desaparecidos vivos que seguimos buscando. Por todo esto hoy podemos decir que en este lugar se cometió un crimen contra la humanidad
Desde el comienzo mismo de la dictadura militar, los organismos de derechos humanos mantuvieron vivo un reclamo de lucha permanente de Memoria, Verdad y Justicia. Con el retorno de la democracia de 1983, esos organismos formados por Madres de Plaza de Mayo, Abuelas, organizaciones asociadas a familiares directos como esposas y esposos, hijos y hermanos, iniciaron el reclamo de Justicia contra los crímenes de lesa humanidad que aún continúa.
Los llamados crímenes contra la integridad sexual fueron parte del terrorismo de Estado. Esto sucedió tanto en los Centros Clandestinos de detención como en las cárceles, donde hubo violaciones, abusos y distintos modos de violencia sexual. Las víctimas fueron sobre todo las mujeres, pero también los varones.
En distintas instancias los sobrevivientes de la última dictadura denunciaron estos hechos como delitos específicos. Los primeros testimonios datan de las presentaciones realizadas ante los organismos internacionales aún durante la dictadura. Más tarde se presentaron numerosos testimonios ante la CONADEP y en el Juicio a los ex Comandantes (1985). Para entonces, los delitos contra la libertad sexual ya estaban tipificados en el código penal argentino. Aun así, durante el juicio y en las sentencias correspondientes, no fueron considerados como delitos específicos sino que quedaron subsumidos en la categoría más general de las torturas. La consecuencia de esto fue la invisibilización de esos delitos.
Durante las décadas siguientes las causas judiciales por los crímenes de lesa humanidad se vieron frenadas por la vigencia de las Leyes de Punto Final (1986) y de Obediencia Debida (1987). Aunque los delitos contra la integridad sexual no estaban alcanzados por estas leyes, no hubo denuncias ni presentaciones que intentaran abrir causas por ese camino. Solo con la reapertura de las causas por crímenes de lesa humanidad, a partir de 2004, estas denuncias comenzaron a hacerse audibles para la Justicia como crímenes específicos.
En la ESMA la violencia específica hacia la mujer asumió distintas formas: incluyó desde el sometimiento de mujeres embarazadas a meses de prisión para luego hacerlas dar a luz en cautiverio, hasta el hecho de obligar a otras a levantarse en medio de la noche para hacer de damas de compañía de los marinos, como si fueran presas “recuperadas” ideológicamente.
Durante el desarrollo del segundo Juicio Oral por los crímenes de la ESMA (2009-2011), un grupo de mujeres sobrevivientes comenzó a poner en palabras distintos aspectos de sus padecimientos dentro del centro clandestino. Entre otras cosas, describieron las condiciones de sometimiento producidas por su condición de mujeres. En los testimonios narraron situaciones de abusos sexuales, de violaciones y de violencia de género. Sobre un total de testimonios 63 sobrevivientes que declararon en el Juicio, 16 mujeres dijeron haber sufrido algún tipo de abuso y cuatro 4 de ellas indicaron que fueron violadas por un guardia o un oficial. Al terminar el juicio los jueces ordenaron separar los testimonios para que las denuncias fuesen investigadas específicamente como delitos sexuales. Y agregaron: “Ha quedado debidamente acreditado que en general los abusos de mujeres y, en particular, las violaciones eran prácticas que formaban parte de las condiciones de vida en la que permanecían alojadas las detenidas mujeres dentro de la ESMA”.
Cuando hablamos de Memoria y Dictadura, es imprescindible abordar el lugar que tiene la mujer, tanto desde la perspectiva de víctima como desde la de emprendedora de la búsqueda de Justicia.
El movimiento de DDHH de Argentina, liderado por estas mujeres, madres y abuelas, hoy se puede percibir como un faro en el movimiento actual de las mujeres argentinas en múltiples acciones y lucha, como por ejemplo el movimiento Ni una menos.
Fuente: CTXT. Por Alejandra Naftal
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