lunes, 5 de noviembre de 2018

MÁS QUE DISCUTIR LA ESI, HAY QUE APLICARLA


Para el psicólogo, el lema “con mis hijos no te metas” es un retroceso en los paradigmas de la niñez, porque alude a una idea de posesión.

“El eslogan ‘con mis hijos no te metas’, de quienes se oponen a la Ley de Educación Sexual Integral (ESI), implica un retroceso en relación con los paradigmas de la niñez, porque los padres no son los dueños de los chicos ni pueden hacer con ellos lo que quieran”, sentencia el psicólogo Jorge Garaventa, diplomado en prevención y asistencia a la violencia y especializado en abuso sexual en la infancia.

“Las estadísticas de Córdoba mantienen parámetros muy similares a lo que muestran las estadísticas a lo largo y ancho del país, donde predominan los abusos intrafamiliares, no sólo paternos, sino de abuelos, de tíos, de hermanos mayores o de allegados”, sostiene. Asimismo, considera una deuda con la infancia que, “pese a la contundencia de la estadística respecto del abuso paterno-filial, el incesto no sea considerado aún una entidad jurídica específica, habida cuenta de que en estos casos quien abusa es el que tiene la obligación moral y civil de tutelar”.



–¿En qué influye la educación sexual integral en la prevención de abusos?

La educación sexual integral con perspectiva de género desde el nivel inicial es fundamental. Esa ley, más que discutirla, hay que aplicarla. Hoy, tenemos muchas formas de trabajar con niños y niñas en prevención primaria, desde los jardines y desde los hogares, tratar de empoderarlos en relación con su cuerpo, con su privacidad, con lo que pueden tocarles y lo que no, y con el derecho a decir que no.

–¿Cómo advertir que estamos frente a un niño al que pueden estar abusando?

Cuando un niño sufre abuso, es imposible no advertir un cambio de conducta. Seguramente experimente algún tipo de regresión, como hacerse pis o caca, llantos sin motivo, preocupación extrema, dificultad para dormir o para dormir solo, terror a la luz apagada, que no quiera que lo bañen o que no se quiera desvestir. La escuela y el jardín son fundamentales porque pueden ser espacios de detección de algunos de estos indicadores emocionales que muestran que ese niño o niña está padeciendo alguna afección importante.

–¿Se pueden mitigar las consecuencias de un abuso?

El abuso produce un arrasamiento de la psiquis, y, si no se actúa adecuadamente, ese niño puede resultar vulnerable a los abusos en todas las instancias de su vida. Hay cuestiones que permiten ayudar a un niño a superar una situación de abuso, como tratamientos de psicoterapia y una familia con actitud de contención y credibilidad. También es fundamental tomar medidas para alejar a ese niño de quien señala como abusador para que deje de sentirse en riesgo, o el respaldo de la intervención judicial. En todos los casos, es primordial que la palabra circule, que el niño no tenga miedo de contarlo, que sienta que le creen, que no le digan que no tiene que hablar de eso. Que las palabras circulen es garantía de que algo de esto se va a sacar hacia afuera y así será más fácil sanar y disminuir las consecuencias en la adultez.

–En tiempos de niños hiperconectados también se incrementan los casos de “grooming”. ¿Cómo se puede prevenir?

–En Argentina hemos avanzado mucho en el combate del delito de grooming, pero esto es una vez que ya sucedió, cuando se detecta y se da parte a la Justicia. En cuanto a la prevención, la familia tiene que saber que las redes han venido para quedarse, que los aparatos que nos comunican, que nos enredan, son importantes y necesarios, pero los niños y las niñas tienen que tener acompañamiento en su etapa de inserción. Lejos de ser una invasión a la privacidad, es una cuestión de protección. El control del adulto es imprescindible e insustituible, pero no tiene que ser a escondidas sino que el niño debe saber las razones por las cuales su familia lo cuida, porque la relación entre el niño y sus padres es una relación asimétrica en donde el adulto es quien tiene la responsabilidad y la autoridad. La democratización de la familia, que la voz de los niños se escuche y tome en cuenta, no quiere decir que se haga lo que ellos digan: son niños con su psiquis en formación, y necesitan de un adulto que acompañe ese proceso.

Fuente: La Voz.

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