jueves, 13 de febrero de 2014

REFLEXIÓN SOBRE LOS PACTOS DE GÉNERO

“Los patriarcas se dan el uno al otro la alternativa en el poder porque son iguales, o bien resultan iguales porque se dan la alternativa el uno al otro; no sé decir cuál de ambas cosas es primero, o si plantearíamos una vez más el problema bizantino del huevo y la gallina".

                                                                                                                           Celia Amorós



Este artículo lo pensé leyendo “Antigua Vida Mía”, de Marcela  Serrano. Esta escritora narra las relaciones entre mujeres, ellas son las protagonistas de la historia de vida que relata, sabemos de los hombres a partir de las relaciones entre ellas. En estos momentos, en los que aún las mujeres no somos sujetos de derecho, cuando el gobierno quiere seguir controlando y tutorizando nuestro derecho a decidir sobre nuestro cuerpo a través de la contrarreforma de la ley del aborto, en los que las mujeres seguimos siendo personajes secundarios de la historia, alegra leer esta novela que nos hace más cercana la vida de las mujeres, nos aproxima a la realidad que cada día vivimos.

Podría contar la historia de algunas mujeres cercanas que viven situaciones difíciles y que gracias al apoyo que reciben de otras mujeres, van superando y saliendo adelante. Pensando en ellas, en nosotras, me preguntaba qué pasaría si las mujeres pactáramos entre nosotras para ascender en el empleo como hacen los hombres. Me refiero a los “pactos entre pares” de los que habla Celia Amorós.  Son pactos, más o menos explícitos, que les aseguran un puesto o un ascenso y que la sociedad en general ve tan normal que ni siquiera se cuestiona. Son pactos cotidianos que, por estar normalizados, pasan desapercibidos.

Muchas mujeres profesionales se encuentran con decisiones de trabajo que se siguen tomando en los bares o reuniones fuera del lugar de trabajo a las que sólo los hombres son invitados. ¿Qué pasaría si las mujeres actuáramos de esa manera? No hace falta tener mucha imaginación para pensar en las críticas que recibirían quienes actuarán de esa manera y en el rechazo social que provocaría.

Cada día valoro más tener amigas que escuchan y comprenden la desigualdad que todas las mujeres sufrimos, ya sea en nuestra vida personal y familiar, ya sea en lo profesional. ¿Quién no ha visto reflejada su situación en lo que otra mujer cuenta sobre las relaciones en el trabajo? ¿Qué mujer no ha sentido que las vivencias que una amiga le cuenta respecto de las relaciones familiares, o de los problemas profesionales o personales, son similares a los suyos?

Pero lo que planteo es: ¿Solucionaría la desigualdad de género este tipo de actuaciones? Utilicemos la regla de la inversión, que sirve muchas veces para detectar el sexismo, si esto lo hacen los hombres de manera habitual, ¿por qué no pueden hacerlo las mujeres? ? Hablo claramente de poner por delante el género de la persona que tengo al lado a la hora de darle un trabajo, proponerle un negocio, darle información privilegiada para utilizar en su empleo, en fin, hablo de lo que a diario hacen los hombres.


Volviendo a libro que comentaba al principio, vemos como la sororidad es para las protagonistas la alianza que facilita el equilibrio en los momentos más difíciles. La sororidad en ellas se queda en lo personal, lo que propongo aquí es lo que plantea Marcela Lagarde que dice: “La sororidad es una dimensión ética, política y práctica del feminismo contemporáneo. Es una experiencia de las mujeres que conduce a la búsqueda de relaciones positivas y a la alianza existencial y política, cuerpo a cuerpo, subjetividad a subjetividad con otras mujeres, para contribuir con acciones específicas a la eliminación social de todas las formas de opresión y al apoyo mutuo para lograr el poderío genérico de todas y al empoderamiento vital de cada mujer”


Fuente: Por Brizas

DESOCUPAR LA MATERNIDAD

Hemos luchado por desmontar la construcción según la cual no tener hijxs nos convertía en no-mujeres. Ahora nos toca también dinamitar el concepto de que al tenerlos nos convertimos en esa cosa abstracta, despolitizada, des-sexualizada y des-socializada que es La Madre. 



“Para posicionarse más allá de la frontera identitaria y volverse un monstruo sexo disidente que se ubique discursivamente fuera del género, es decir, más allá de la heteronorma, hace falta dar otro paso. Hay que apropiarse del lenguaje y enunciar nuestras disconformidades. No basta con rebelarse para que nos digan que somos mujeres malas, es necesario y urgente renunciar al hecho mismo de ser mujer”
Francisca Barrientos A. ‘La mujer como piedra de toque: una mirada frente al fracaso del feminismo’



Feminista, bollera en ciernes, guerrera, poly-multi-amorosa y disidente por definición, se hace un silencio a mi alrededor cuando alguien observa que ese churumbel que corretea entre mis piernas es mi hijo. “Ah, pero… ¿eres madre?”. Si esa es la pregunta, la respuesta es no. Yo no soy madre. Soy madre únicamente de mi hijo y mi maternidad está definida en la relación que él y yo tenemos, únicamente. Soy su madre. Nada más. Y nada menos.

A la maternidad le hemos dado muchas vueltas, pero no hemos logrado desocuparla. Hemos luchado por desmontar la construcción según la cual no tener hijxs nos convertía en no-mujeres, en mujeres venidas a menos. Ahora nos toca también dinamitar el concepto según el cual dejamos de ser mujeres precisamente al tenerlos y convertirnos en esa cosa abstracta, despolitizada, des-sexualizada y des-socializada que es La Madre.

¿Somos madres o tenemos hijxs?

Al enunciarnos como madres (“soy madre” en lugar de “tengo hijxs”) nos afirmamos desde una categoría relacional, que nos des-hace como sujetas para re-convertirnos en sujetas-en-tanto-que, ese gran clásico del patriarcado. Cuando se nos enuncia como madres, se antepone la relación con nuestrxs hijxs a cualquier otra de las dimensiones de nuestra identidad, porque ser madre, en el fondo, es desaparecer. La maternidad se situa, lo queramos o no sus protagonistas, en el centro, en la única identidad definitoria, en el sujeto mismo. Las demás circunstancias se vienen a añadir a ese absoluto: se es madre trabajadora o madre soltera. Madre.

Una vez demostrado que ser superwoman es inaguantable, descubrimos otra forma de ser madre: la criadora natural extrema, totalmente feliz en su rol de lavadora de pañales ecológicos
Todos los grandes modelos de maternidad propuestos pasan por ahí: enunciar como mujer a la madre tradicional planchadora y lavadora, cocinadora de pucheros es redundante pues, en tanto que mujer-madre sublimada se convierte en una especie de mujer-muy mujer. En “mujer de verdad marca registrada”. Con la incorporación de las mujeres al mundo de las carreras laborales nos convertimos en superwomen, la MILF (mother I’d like to fuck, definición que merece dinamita aparte), la mujer que es madre sin que se le note : sigue trabajando como si nada, teniendo un vientre plano como si nada, saliendo de copas y “dejándose follar” sin por ello perder un ápice de su esencia maternal, igualmente “mujer-muy mujer” con el añadido de “ejecutiva-muy ejecutiva” y follable. Es la criadora via nanis atravesada por la clase social, el capitalismo salvaje y la re-cosificación de las mujeres que siguen cargando con el rol tradicional, augmentado por las nuevas exigencias del espacio público.

Una vez demostrada por la tesonería de las prácticas cotidianas que ser superwoman es inaguantable, descubrimos otra forma de ser madre: la criadora natural extrema, dadora de pecho a demanda durante toda la eternidad, reivindicadora de un parto, no ya desmedicalizado, sino todo lo doloroso que sea posible (porque las madres no sentimos dolor al parir, sino placer), totalmente feliz en su rol de lavadora de pañales ecológicos y compartidora de lecho, todas ellas cuestiones maravillosas pero que a la práctica solucionan el futuro del planeta y de la humanidad, pero nos complican bastante la vida a las que estamos en el proceso de criar.

Un regreso sospechosamente angustiante a un centro en común, perfectamente definido por Marcela Lagarde: el descuido para lograr el cuido. Desaparecer para ser madre, porque seguimos concibiendo la maternidad como una categoría antropófaga, que lo devora todo.

El falso debate entre no ser madre o desaparecer

Si tener hijos significa necesariamente ser madre y ser madre significa indudablemente desaparecer, aquí no hay debate. Tener hijos sería una estupidez que solo mujeres altamente abnegadas, angelicalmente generosas o escandalosamente afectivo-dependientes pueden querer llevar a cabo.

Existe una tremendo ejercicio de control social a partir de la idea de “la buena madre” que, obviamente, ni canta en grupos de punk, ni sale de noche, ni viaja sola, ni liga. Por otro lado, hay un desentendimiento colectivo respecto a tus circunstancias.
Asisto a debates, leo artículos y posts explicando la decisión de tener hijxs sobre el falso debate de ser o no ser madre, aún construido sobre imágenes falsas y estereotipadas de una maternidad inevitablemente des-personalizadora. ¿Quién de nosotras, luchadoras, pensantes, reivindicativas, tomaría partido por un “ser madre” en esos términos de delantal y mesa camilla, aunque sea 2.0? No queremos ser madres. No lo somos. Pero los debates nunca incluyen la posibilidad de tener hijxs (de ser sus madres) sin convertirnos por ello en madres.

La maternidad feminista está en otro lugar que pasa, necesariamente por desocupar la categoría madre. Nombrándonos en tanto que mujeres o como prófugas de la categoría mujeres, como disidentes, con cualquier atributo que contenga toda la complejidad de relaciones, experiencias, pasiones, deseos, miedos y errores que somos. Y que contenga, si acaso, la maternidad, pero que no desaparezca en ella.

Desmaternalizarnos

El discurso pasa por la realidad. Desde una vivencia feminista, desocupada la categoría “madre”, tener hijxs incluye un compromiso de crianza, de cuidados de unos seres para la comunidad. Pero la comunidad no parece muy dispuesta a permitir que algunas tengamos hijxs sin convertirnos en madres. No solo la manera en que se nos define y cataloga, sino las prácticas cotidianas parecen obligarnos a escoger entre ser mujeres o ser madres. “Cuando le digo a la gente que canto en un grupo punk” – explica Yoli Rozas, vocalista de Las niñas de Rajoy – “enseguida se sorprenden y me preguntan ¿pero tú no eres madre?”

Existe una tremendo ejercicio de control social sobre nuestras maternidades a partir de la idea de “la buena madre” que, obviamente, ni canta en grupos de punk, ni sale de noche, ni viaja sola, ni liga… parece ser que tener hijxs es incompatible con seguir viviendo. Por otro lado, hay un desentendimiento colectivo respecto a tus circunstancias. Si has decidido “ser madre” y aún así pretendes seguir siendo persona, seguir estando en el mundo, tendrás que buscarte la vida. Nunca hasta el día de hoy me han ofrecido servicio de guardería cuando me invitan a dar una conferencia durante el fin de semana, por ejemplo, o a las 7 de la tarde, por mucho que las personas que me invitan sepan perfectamente que estoy criando. Hace un par de años, un festival de música que se celebraba un fin de semana me acreditó como periodista pero pretendía que pagase las entradas para mi hijo, que entonces tenía 4 años. Si “soy madre” al fin, es asunto mío y si quiero además seguir siendo yo, es mejor que la maternidad no se me note, que no moleste, precisamente para que el entorno no me vea como “madre”, y ahí vuelta a empezar. Es lo que Lagarde define como “sincretismo de género”. Escoger constantemente entre cuidar y cuidarnos.

Pues yo, personalmente, no pienso escoger. Probablemente la maternidad como concepto no tenga solución posible, unido como está necesariamente a las mujeres y, a su vez, a una concepción de mujer totalmente biologizada. Por un lado se nos está escatimando el derecho sobre nuestros cuerpos para decidir sobre nuestras maternidades, por otro se nos está escatimando el derecho sobre nuestras identidades para seguir definiéndonos de mil maneras incluso teniendo hijxs.

Como afirma Lagarde, es necesario y urgente maternalizar la sociedad y desmaternizarnos nosotras. O, parafraseando a Barrientos, es urgente y necesario renunciar al hecho mismo de “ser madres”, tengamos hijxs o no. Especialmente si lxs tenemos.

Fuente: Pikara Maganize - Por Brigitte Vasallo


lunes, 10 de febrero de 2014

Mil millones de mujeres bailan en todo el mundo contra la violencia sexual

San Juan: Denunció a su marido y justicia la citó después que la mató





Se trata del caso de Cristina Olivares (25), uno de los crímenes más resonantes de la historia de San Juan, ocurrido el 7 de julio de 2012.

Según la Justicia, su marido, Miguel Angel Palma (28); la amante de éste, Rosa Videla (28) y la amiga de ellos, Noelia Corvalán (20), redujeron a Olivares a punta de cuchillo y la llevaron hasta una calle rural donde la mataron y abandonaron.

A dos años de haber denunciado a su pareja por violencia de género, la justicia la citó el sábado para que se presentara hoy, lo que desató la indignación de su familia.

El padre de la víctima, Federico Olivares, contó que el policía que fue a su casa a llevar la citación "es de la misma Comisaría que investigó el crimen”, por el que están presos Palma, Videla y Corvalán.

“Yo no me explico cómo pude ser esto”, dijo el hombre, al aclarar que en la Defensoría le "dijeron que no sabían que ella había muerto asesinada”, lo que consideró “una burla”.

En la sede judicial, la secretaria de la Defensoría de Pobres y Ausentes, Natacha García, dijo que “se trató de un error" cometido por ella.

"Estuve más de un año fuera de la provincia y no tenía conocimiento de la muerte de Cristina”, dijo para intentar disculparse.

La funcionaria, que depende del defensor oficial Mario Vega, precisó: "Citamos a la familia para informarle sobre el cumplimiento de la medida pedida, porque ella había solicitado protección y nosotros notificamos que el trámite se cumplió”.

Finalmente pidió públicamente “disculpas a la familia por el mal momento que pasaron”.

Fuente: TELAM

La violencia pasó de ser un tema marginal a convertirse en un problema público gracias al movimiento de mujeres

A fines de noviembre, PNUD y ONU Mujeres publicaron un informe regional sobre violencia hacia las mujeres que releva el debe y el haber del tema en la región. Neus Bernabé -especialista del Área Práctica de Género del PNUD- explica en esta entrevista cómo fue realizado y cuáles son los desafíos del tema a futuro.





 Neus Bernabé es especialista del Área Práctica de Género del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). En esta entrevista explica cómo fue el proceso de diseño y realización del informe El Compromiso de los Estados: Planes y políticas para erradicar la violencia contra las mujeres en América Latina y el Caribe, que acaban de publicar PNUD y ONU Mujeres.

- ¿Cómo fue el proceso de elaboración del informe “El Compromiso de los Estados: Planes y políticas para erradicar la violencia contra las mujeres en América Latina y el Caribe”?

La investigación fue impulsada por el PNUD, en colaboración con ONU Mujeres, en el marco de la campaña del secretario general de Naciones Unidas Únete para poner fin a la violencia contra las mujeres. El objetivo fue sistematizar y compartir con los países de la región lo hecho para abordar la violencia contra las mujeres, y contribuir a mejorar los niveles de implementación. Así, durante una primera etapa se recolectó información y se realizaron entrevistas a las instituciones de gobierno responsables de los planes y acciones públicas. También fuimos a buscar a la sociedad civil y a las academias de 32 países de América latina y el Caribe. Ya con todo sobre la mesa, se revisó la documentación, se identificaron nudos o problemas comunes y se definieron recomendaciones. Todo el proceso llevó un año de trabajo.

- Preocupa percibir, a pesar del mayor activismo, sensibilización y concientización social, un aumento en la gravedad y ensañamiento de la violencia contra las mujeres. ¿Qué explicación le encuentra?

Gracias al compromiso, activismo y trabajo incansable de las organizaciones feministas y de mujeres la violencia contra las mujeres ha pasado de ser un tema marginal a convertirse en un problema público en varios países de la región. La denuncia continua, la demanda de soluciones, la visibilización del problema y la movilización social han ido en aumento y han conducido a la generación de un marco institucional y legal sobre la violencia contra las mujeres. Pese a estos avances, la magnitud del problema nos supera, se complejiza y se entrecruza con nuevas expresiones de violencia de género que hacen aumentar el ensañamiento de estas situaciones. Ha habido avances en leyes nacionales para tipificar la trata, el tráfico de personas y la prostitución forzada, por ejemplo, pero son temas que no están todavía suficientemente incorporados en los planes nacionales de violencia contra las mujeres.

- Resulta llamativo que solo once países amplíen la protección del Estado a los ámbitos público y privado.

La mayoría de los países de la región han dado un salto importante en sus legislaciones para romper con la idea de que la violencia contra las mujeres es un tema del ámbito privado. Ocho países de la región abordan en su legislación el derecho a vivir una vida libre de violencia, y once de ellos ya tienen leyes de segunda generación donde además de abordar el tema de la violencia intrafamiliar o doméstica incluyen otras manifestaciones de violencia que ocurren en el ámbito público.

FUENTE: COMUNICAR IGUALDAD - Por Mariana Fernández Camacho

IGUALDAD DE GÉNERO, UN DESAFÍO PARA AMÉRICA LATINA







 Aunque las mujeres en América Latina van llegando, lentamente, a posiciones políticas, en los últimos 14 años se verifica en ellas mayor incidencia de la pobreza; no se ha logrado reducir como se pensó la mortalidad materna y todavía enfrentan rasgos preocupantes de discriminación y exclusión, porque los gobiernos no han sido diligentes en establecer la igualdad como un compromiso social.
Las llamadas metas del milenio, adoptadas en el año 2000 en Naciones Unidas, sí consiguieron algunos logros en esta región, como el de la educación para niños y niñas y la disminución de la mortalidad infantil, pero hay huecos y pendientes.
Lograr la igualdad de género sigue siendo un desafío en los países de América Latina, dijo Sonia Montaño, directora de la División de Asuntos de Género de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), desde Chile. 
Mediante una teleconferencia, la intervención de Montaño se transmitió en la Consulta Regional para América Latina y el Caribe, previa al 58 período de sesiones de la Comisión para la Igualdad Jurídica y Social de la Mujer de la ONU (CSW).
La reunión tuvo lugar en la capital mexicana los días 6 y 7 de febrero, con la participación de representantes de 32 países de la región, para analizar los desafíos y logros en la aplicación de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) para las mujeres y las niñas.
La presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres de México, Lorena Cruz advirtió que "las mujeres y las niñas no pueden esperar más, necesitan políticas públicas y están esperando que sus gobiernos y las organizaciones se unan para trabajar por un bien común".
Cruz, anfitriona de la reunión de consulta regional, agregó que en México se reconoce que la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres son requisitos indispensables para alcanzar un desarrollo verdaderamente sostenible. No obstante, hay que continuar con un trabajo transversal y nuevas rutas de empoderamiento para ellas.
Montaño, en tanto, diagnosticó que a pesar de que en América Latina aumentaron las políticas públicas en beneficio de las mujeres y las niñas, no ha sido suficiente. En los últimos años, se han reducido los niveles de pobreza en la región; sin embargo, las mujeres en el rango de 20 a 59 años (edad productiva) son más pobres ahora pues comparadas con los varones de edad similar, su nivel de pobreza aumentó 30 por ciento.
En la consulta participaron Ministras de la Mujer, miembros del cuerpo diplomático acreditado ante la Organización de Naciones Unidas, sociedad civil, Agencias de Naciones Unidas de los Estados de América Latina y el Caribe y representantes de 32 países de la región.
Allí se analizaron los obstáculos a los que se han enfrentado los gobiernos para lograr la implementación de los ODM y se elaboró una declaración regional sobre los temas de interés en la región para que sea plasmada en las conclusiones de la Comisión sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer.
Al respecto, Lorena Cruz señalo: "A un año de llegar al plazo final para alcanzar las metas establecidas, es indispensable preguntarnos sobre los desafíos enfrentados y los logros alcanzados. Queremos llegar unidos, con una posición que beneficie a las mujeres y niñas de la región entera".


ODM: avances y retos

Los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) fueron acordados por todos los países reunidos en la Cumbre del Milenio y el plazo de cumplimiento para casi todos es 2015.
Dichos objetivos son:
  •  la erradicación de la pobreza y el hambre.
  •  lograr la enseñanza primaria universal.
  •  promover la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres.
  •  reducción de la tasa de mortalidad infantil.
  •  mejoramiento de la salud materna.
  •  combate del VIH/sida, malaria y otras enfermedades.
  •  sostenibilidad del medio ambiente.
  •   fomento de una alianza mundial para el desarrollo.

La región de América Latina y el Caribe ha alcanzado metas como la reducción del número de personas en pobreza, que en 2012 fue de 167 millones, un millón menos que en 2011; o la reducción a la mitad los niveles de pobreza extrema, según cifras de la CEPAL.
De igual forma, se ha ampliado el acceso a la enseñanza primaria, donde la matricula ha crecido de 88 por ciento en 1990 a 95 por ciento en 2011 y se ha conseguido la paridad entre niños y niñas, según el Informe de Naciones Unidas de 2013.
La región también está próxima a alcanzar el objetivo de reducir la tasa de mortalidad infantil, después de que entre 1990 y 2011 la tasa de defunciones de niños menores de cinco años disminuyó 64 por ciento.

Sin embargo, hay retos en el cumplimiento de los ODM para las mujeres y las niñas. Por ejemplo, la mortalidad materna en el Caribe sigue siendo alta, con una tasa en 2010 de 190 defunciones maternas por 100.000 nacidos vivos y de 72 defunciones maternas por 100.000 nacidos vivos en el resto de América Latina, según datos de igual año.
Los niveles de maternidad entre las adolescentes siguen siendo elevados. La tasa de maternidad, que en 1990 era de 92 nacimientos por cada 1.000 jóvenes, recientemente disminuyó a 80 en 2010.
Una de cada dos mujeres en la región no trabaja, lo cual equivale a una tasa de participación en el mercado laboral de solo 49,8 por ciento, mientras que la de los hombres es de 78,7 por ciento.
Alejandrina Germán, ministra de la Mujer de República Dominicana y presidenta de la Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, señaló que es necesario establecer una agenda política más concreta y cercana, asumir compromisos para implementar políticas públicas eficaces que garanticen una mayor participación de las mujeres.
Moni Pizani, directora de ONU Mujeres para América Latina y el Caribe, recalcó que es urgente construir una nueva agenda en la que la transversalidad de género sea centro del diseño y la implementación.
"Debemos demostrar que la igualdad es indispensable para lograr el desarrollo de cualquier país; debe existir voluntad política, instituciones sensibles al tema y transparencia. Debemos trabajar en las causas estructurales que impiden el empoderamiento de las mujeres en la región y en todo momento involucrar a hombres y niños para hacer efectiva esta igualdad" puntualizó Pizani.

Recomendaciones
Al término de la Consulta, Ministras de la Mujer y Autoridades de Alto Nivel responsables de las políticas públicas a favor de los derechos humanos y el empoderamiento de las mujeres y las niñas en América Latina recomendaron crear un entorno propicio para la igualdad entre los géneros y los derechos de las mujeres y las niñas; inversión económica y social para la igualdad entre los géneros, en estadísticas de género y desagregadas por sexo; y participación y rendición de cuentas. 
El 58 período de sesiones de la Comisión sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW) tendrá lugar del 10 al 21 de marzo de 2014, y ahí se revisarán los logros y desafíos en la adopción de los Objetivos de Desarrollo del Milenio para alcanzar la igualdad sustantiva entre hombres y mujeres y la definición de la Agenda de Desarrollo Post 2015.

FUENTE: SEMlac - Por Gabriela Ramírez

sábado, 8 de febrero de 2014

Cifras del horror: 58 niñas menores de edad embarazadas producto de violación entre 2012 y 2013. Ocho de las cuales tenían entre 11 y 12 años.






El Servicio Nacional de Menores (Sename) a raíz del caso de Belén, la niña de 11 años abusada por su padrastro en 2013 y que sin opción debió llevar a término su embarazo en diciembre del año pasado, realizó un estudio sobre hechos similares ocurridos en el país entre enero de 2012 y octubre de 2013.

Según datos del estudio, Sename asistió a 58 niñas menores de edad embarazadas producto de una violación en sus programas de la red de protección dentro del periodo señalado. Ocho de ellas tenían entre 11 y 12 años.

Según Rodrigo Venegas, sicólogo del área de violencia sexual y abusos del Sename, los agresores son hombres heterosexuales, con vínculos familiares, esposa e hijas/os, que abusan de niñas o niños cercanos. “El fenómeno, por lo que vemos, se encuentra presente en todas las clases socioeconómicas”, sostiene.

Añade que “el alcohol es un desinhibidor, pero no gatilla estos comportamientos; lo observado es que suele haber una planificación. El agresor selecciona a la niña y la presiona con secretos, como que el papá y la mamá se van a poner muy tristes si se enteran. Y, cuando es descubierto, siempre niega el hecho. Muy pocas veces lo reconoce”.

Las principales regiones en donde se concentraron los casos fueron la Metropolitana (11), Los Lagos (9), Biobío (9) y La Araucanía (7). Además, cinco de las ocho niñas menores de 12 años residían en la zona sur: dos en las regiones del Maule y Biobío y tres en Los Lagos. (Fuente: latercera.com).

Según datos del Ministerio de Salud, en el año 2012 hubo 873 niñas entre 10 y 14 años de edad que fueron madres y 34.033 entre los 15 y 19 años.

Para la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres estas cifras son una parte de la realidad que develó en el año 2008 el estudio “Violencia sexual y aborto. Conexiones necesarias”, que permitió relacionar la violencia sexual contra las mujeres y niñas con otras formas de discriminación, específicamente aquellas que niegan su libertad sexual y reproductiva.

Así también, revelar que la violencia sexual está naturalizada en la sociedad chilena y no se identifica como ejercicio de poder de los hombres sobre el cuerpo y la sexualidad de las mujeres. En el lenguaje común es “normal” y “obvio” que sean manoseadas en el transporte público, “piropeadas” en las calles y que las que se “exponen” sean violadas. En la familia, la violación de las niñas y el incesto tienen comúnmente una explicación en las “patologías” de los agresores o se mantienen en un pretendido secreto toda la vida.

La denegación del aborto somete a las mujeres y a las niñas a vivir la tortura de continuar el embarazo para cumplir con el ideario materno y evitar la condena social que significa decidir por su propio bienestar. Por eso es imperativo visibilizar las conexiones entre las distintas violencias que viven las mujeres, desde niñas, como formas extremas de discriminación y negación de sus derechos, su autonomía y su libertad.

FUENTE: Comunicaciones Red Chilena Contra la Violencia hacia las Mujeres.

YO ABUSO







LO QUE EMERGE DE LA CARTA DONDE DYLAN FARROW DENUNCIA LOS ABUSOS SEXUALES DE SU PADRE, WOODY ALLEN


La carta publicada por Dylan Farrow sobre los abusos cometidos por su padre habla en nombre de todxs lxs niñxs víctimas de violencia sexual. No sólo por el nivel de explicitación del horror, sino por la trascendencia de una figura mundialmente célebre por sus taquilleras películas, retratos puntillosos de la clase media ilustrada donde ocurrió ese mismo abuso que se denuncia. Pero Mia Farrow lo viene diciendo hace años, quizá tantos como los que calló. ¿Cómo se articula esta carta con la violencia sexual como crimen que se silencia y prescribe con los años? ¿Por qué cuesta tanto creer en la palabra de una niña violentada puertas adentro de su casa?

“Desde que tengo memoria, mi padre hizo cosas conmigo que no me gustaban. (...) No me gustaba cuando me hacía chupar su dedo pulgar y me lo metía en la boca, no me gustaba cuando me hacía meterme en la cama con él cuando estaba en ropa interior, no me gustaba cuando apoyaba su cabeza entre mis piernas desnudas e inhalaba y exhalaba. Me escondía debajo de la cama o me encerraba en el baño, pero él siempre me encontraba.” Estas palabras forman parte de la carta abierta escrita por Dylan Farrow, hija adoptiva de la actriz Mia Farrow y del director de cine Woody Allen, y publicada en el blog de Nicolas Kristoff, editor de The New York Times, el último sábado.

Sin embargo, estos hechos denunciados por primera vez en primera persona por la ahora adulta Dylan, una mujer casada de 26 años, salieron a la luz públicamente mucho antes. Por primera vez en 1992 (en una extensa nota publicada por la revista Vanity Fair) y luego en la autobiografía de Mia Farrow, Hojas vivas, publicada en 1997. La historia del abuso de la pequeña Dylan fue empañada por el escándalo que ocurrió casi en paralelo, cuando Mia Farrow descubrió en la casa de Woody Allen, sobre una repisa, un puñado de polaroids donde su hija adoptiva –hija del anterior matrimonio de Farrow con el músico André Previn–, Soon Yi Previn, aparecía desnuda, con las piernas abiertas, la vulva en primer plano y más atrás su cara.

Desde hacía un par de años Farrow venía encontrando en su hija Soon Yi un nuevo comportamiento. La chica retraída que conoció a Allen cuando tenía cuatro años y que nunca había salido con ningún chico ni demostrado ningún interés por ello, aunque por entonces ya tenía 20 años e iba a la universidad, la chica diagnosticada con problemas de aprendizaje y un nivel intelectual por debajo de la media y con problemas para socializar, cambió completamente su manera de ser y estar en la familia. Dos días a la semana decía que se iba a encontrar con una amiga mayor. Mia Farrow se sintió feliz porque su hija por fin lograse hacer un giro en su vida, pero nunca imaginó lo que realmente estaba sucediendo. Hechos por todxs conocidxs. Pero en trazo grueso. Algunos detalles menos difundidos: apenas fue descubierto, Allen –llamado de urgencia por Farrow– se presentó en la casa de ella y durante horas pidió disculpas sin parar de monologar, como en tantas de sus películas, aduciendo que lo que había hecho le podría venir bien a Soon Yi, que la incentivaría a “acostarse con otros hombres” y que lo sucedido podría ser un nuevo comienzo para la relación de ambos, de Mia y él, todo según consta en la biografía; allí también se dice, escribe Mia mejor, que él le juró que la amaba, que había sido un error, que se había dejado llevar, que no volvería a suceder. Rogó y rogó por horas hasta que Mia, luego de aceptar ser besada por él, confusa y devastada por la situación, logró que se fuera. Sin embargo, esa noche –fue el lunes 13 de enero de 1992– Allen se presentó a su casa a la hora de la cena y se sentó a la mesa con un lacónico “hola”. Todos los chicos se levantaron de la mesa llevando los platos consigo a sus propias habitaciones.

Mia lo echó de su casa ese día, una vez más, pero Allen siguió concurriendo como si nada hubiese sucedido durante dos meses, tiempo que necesitó la actriz –que luego reconoció su dependencia emocional absoluta con Allen y el miedo de perderlo y perder su carrera– para mandar a la niñera a pedirle la llave de su departamento a los estudios donde estaba editando Maridos y esposas, la última de 13 películas que hicieron juntos y por las que Farrow siempre cobró la módica suma –módica para los parámetros de Hollywood– de 200 mil dólares. Al ser su mujer, ella permitía estar en completa disponibilidad, sin que su tiempo extra se midiese en dinero, como suele suceder en la industria cinematográfica.

Parte de lo que sucedió después es historia conocida: Allen se casó con Soon Yi, con quien adoptó dos hijos y todavía viven aparentemente felices, como una familia tipo. Ella lo acompaña a todas sus giras promocionales, aunque él las odie –o diga odiarlas– y concede ir a Cannes –un sitio muy alejado de su alegado ascetismo– porque dice que a su mujer le encanta la Costa Azul.

En sordina, detrás del insuperable primer acto de “marido” que tiene relaciones sexuales con la hija adoptiva de su esposa y después la desposa, sucedía la vida de Dylan, la niña abusada, la que le chupaba el dedo gordo al padre a su pedido, la que se dejaba –porque no podía otra cosa– oler y lamer la vulva entre las sábanas de su cama, la que era obligada a soportar los abrazos extemporáneos de su padre a pesar de su disgusto y sobre todo a pesar de que su madre estaba al tanto. Sí, Farrow lo sabía.

Mia Farrow confiesa en sus memorias haber advertido esta conducta impropia por parte de su marido, al principio no quiso pensar en nada fuera de lo corriente hasta que, por primera vez, juntó coraje e increpó a Allen, que negó toda mala intención. Este hecho fue también percibido por la analista de Allen. La doctora Oates, en una de sus visitas a la casa del director, logró ver entre la bruma e inmediatamente se lo informó a la madre. Juntas lograron que Allen se tratase, con su comprometida aceptación, sobre lo que estaba sucediendo. Mia volvió a creer que las cosas se encarrilarían y que vivirían juntos por siempre jamás. Realmente lo creía y lo deseaba.

Todo el círculo íntimo de la pareja notaba cómo Allen estaba obsesionado con la niña Dylan y esto era aún más notorio, ya que el director despreciaba sin ocultarlo al resto de los hijos de Mia, con quienes establecía apenas un mínimo contacto y jamás ocultaba su fastidio al estar con ellos, incluso con su propio hijo biológico, Ronan.

En plena disputa por el régimen de visitas de sus dos hijos adoptados –Dylan (cuyo abuso todavía era un chisme de familia) y Moses– y su hijo biológico, Ronan, sucede lo que relata en primera persona ahora la Dylan adulta. Hechos que eran sabidos desde que sucedieron y denunciados por su madre en su momento, aunque ella siempre supo que tardíamente y nunca negó su torpe complicidad.




UN PEDOFILO SUELTO

En una visita arreglada judicialmente, Allen ve a sus hijos en la casa de Mia en Conneticut y allí sucede la situación del desván, la violación tan puntillosamente narrada por Dylan en su carta reciente.

Luego de que todo sucede, se lo cuenta a su madre. Mia la graba para llevar la grabación al juzgado, al psicólogo y al pediatra. Nunca a los medios. Inmediatamente pone una denuncia por abuso sexual donde la disputa ya no es por las visitas sino por la tenencia de sus hijos. Mia poco antes había firmado un testamento por el cual legaba la patria potestad de sus hijos a Allen en caso de morir, ahora lo cambia inmediatamente a favor de sus hijos mayores. Su intención es quitarlo para siempre de la escena.

Allen perdió la custodia y tenencia de sus tres hijos. Dice el dictamen con respecto a Dylan: “Se deniega la petición del señor Allen de obtener un inmediato régimen de visitas para Dylan. No está claro que el señor Allen llegue a adquirir la capacidad de discernimiento y buen criterio necesarios para que se relacione con Dylan según unas pautas apropiadas”.

El mismo dictamen es ambiguo en cuanto al asunto del abuso sexual para el que un fiscal de Conneticut encontró duda razonable para llevar a juicio a Allen, pero dada la aducida fragilidad de la chica sugirió no hacerlo. Y allí otro pedófilo quedó suelto en la alianza macha del poder, el prestigio del acusado, su dinero –es un hombre millonario– y el prestigio que podían perder quienes osaran acusarlo. Farrow se quedó sin carrera como actriz y la nena abusada, como una chiquita loca dominada por su madre resentida, demente y vengativa. El cuadro de la bruja perfecta dibujado con ignominia sin pensar ni por un segundo que había una nena abusada sexualmente, a la que no se le dio el derecho de la duda que sí se le otorgó a Allen. Ella fue condenada por fabuladora; él, absuelto en nombre de dos locas.

La doctora Oates, terapeuta de Allen que advirtió la “conducta impropia”, fue alejada del caso para el que sí se obligó a Dylan a hacer terapia, no así a Woody Allen.

Mia Farrow, como la mayoría de las madres de los niñxs abusadxs, no quiso ver lo que sucedía delante de sus ojos hasta que perdió una hija ante lo que ella misma luego llamó “el depredador”. Farrow pidió disculpas privadas y públicas a todxs sus hijxs por su proceder ciego, esperando ella perdonarse algún día.

Dylan pasó años atroces, yendo de terapia en terapia, indigestándose con su silencio mientras veía cómo el tipo que le había metido dedos en todos sus orificios era venerado y premiado y amado por la elite del cine mundial y por su público fiel. ¿Quién iba a creerle a una pendeja aislada cuando ni siquiera su madre hizo nada por ella mientras veía lo que sucedía?

Ella lo sabe y lo declaró ahora en su carta: “Es su palabra contra la mía. Es un caso de ‘él dijo, ella dijo’, pero yo sé que hay blanco y negro porque yo estuve ahí”.

Farrow hizo dos o tres películas intrascendentes luego de su ruptura con Allen. El asunto le costó su carrera como actriz. Hoy es una activista por los derechos humanos, embajadora de la ONU, para Darfur y Chad, acciones que lleva adelante junto a su hijo Ronan, el único hijo biológico de Allen, el que ahora apoya sin tregua a su hermana Dylan, sobre quien todavía se ciernen dudas. “Niña despechada con recuerdos implantados por su madre”, “pendeja fabuladora, hace esto justo antes de los Oscar”, “si no lo veo no lo creo”, “hay que separar al autor de su vida privada”. Comentarios de este tipo se pueden leer en las redes sociales desde el sábado y ponen en evidencia esa conducta austera frente a la denuncia de lo que se recorta entre las cuatro paredes de uno de los departamentos más célebres de Manhattan. En nuestro caso, es la misma conducta de indiferencia frente al condenado abusador Héctor “Bambino” Veira, que es celebrado y hasta convocado para programas y publicidades varias por su fama de bon vivant hilarante. No es Woody Allen, es el patriarcado echando a correr sus motores en una de sus maniobras más efectivas: la fama de un buen hombre. Porque además de un creador, Allen parece inofensivo, pacífico, piola, progre. Parece del equipo de los buenos, debe serlo, nadie se lo quiere imaginar deslizándose en puntas de pie por la piel de una niña que vive una guerra muda en su propia casa.

Al día de hoy, Allen a través de su abogada, niega los hechos y la palabra de Dylan, habla de calumnia, mientras la Paramount, productora de Blue Jasmine, su última película nominada al Oscar, abre el paraguas y no lo defiende, dice que el cine es un trabajo de equipo y más allá de Allen, todo ese equipo merece ser considerado para los premios.

Allen nunca irá preso porque ya no hay modo de incriminarlo. Sólo podría sufrir el escarnio público, pero habrá que esperar cuánto aprendimos sobre el impacto de las voces que denuncian y cuánto elegimos todavía mirar para otro lado porque es más fácil y menos peligroso.

FUENTE: Página 12 - Por Cristina Civale

NICARAGUA CREA EL OBSERVATORIO JUDICIAL DE VIOLENCIA HACIA LA MUJER

Nicaragua acaba de dar un nuevo paso en favor de la lucha contra la violencia de género con la creación del Observatorio de Violencia hacia la Mujer, a cargo de la Corte Suprema de Justicia del país y con el apoyo de la Cooperación Española.





Así, el 29 de enero tuvo lugar en la Corte Suprema de Justicia nicaragüense la firma del convenio interinstitucional para la creación de dicho observatorio, que se enmarca en los esfuerzos que está llevando a cabo el país con el apoyo español para mejorar el acceso de las mujeres a la justicia, garantizando el respeto de sus derechos y las garantías procesales conforme al ordenamiento jurídico interno y los instrumentos internacionales suscritos y ratificados por Nicaragua. 

El Observatorio Judicial de Violencia hacia la Mujer de Nicaragua es una herramienta fundamental para analizar el fenómeno de la violencia hacia la mujer desde un punto de vista integral, mejorar la respuesta judicial y la coordinación interinstitucional mediante datos estadísticos rigurosos procedentes de fuentes auténticas y homologadas. 

La creación de dicho observatorio responde a un mandato de la Ley 779 (Ley Integral contra la Violencia hacia las Mujeres y de Reformas a la Ley no.641Código Penal) a través de la Comisión Interinstitucional de Lucha contra la Violencia hacia la Mujer donde participan la Corte Suprema de Justicia, la Procuraduría Especial de la Mujer, el Ministerio Público, la Defensoría Pública, los Ministerios de Educación, Salud, Familia, el Instituto Nicaragüense de la Mujer y el Sistema Penitenciario Nacional. 

Este proceso contó con la asesoría técnica de las Magistradas del Consejo General del Poder Judicial español, Inmaculada Montalbán Huertas y Pilar Llop Cuenca, quienes coinciden en que con la creación de dicho Observatorio se contribuirá a aumentar la credibilidad de las instituciones que dan seguimiento a los casos de violencia contra las mujeres, y se incrementarán las denuncias realizadas por el entorno de las mujeres, que muchas veces no acuden a este recurso por temor a sus agresores. 

La Presidenta de la Corte Suprema de Justicia de Nicaragua, la magistrada Alba Luz Ramos Vanegas, manifestó que en unos meses se realizarán estudios de sentencias para la realización del informe anual de feminicidios del año 2013. 

Actualmente existen todas las condiciones para recabar esta información con las instituciones que atienden la ruta crítica de los casos de violencia como son las Comisarías de la Mujer, Niñez y Adolescencia de la Policía Nacional, el Instituto de Medicina Legal de la Corte Suprema de Justicia y el Ministerio Público. 

Según datos oficiales de la Comisaría de la Mujer, Niñez y Adolescencia, en Nicaragua se registraron 67 feminicios en el 2013.

FUENTE: Observatorio de la violencia de género - España

viernes, 7 de febrero de 2014

ONG LA CASA DEL ENCUENTRO - FUNDACIÓN AVON : TELÉFONOS DE URGENCIA, ARGENTINA

Teléfonos de urgencia - República Argentina

Enlace:
 http://www.fundacionavon.org.ar/solidaridad/fam_solid_violencia5.html


¿Sabías que cada 35 horas 1 mujer argentina muere asesinada por violencia de género?
Esa mujer puede ser alguien de tu entorno: tu amiga, tu hermana, tu compañera, tu vecina. 
Para pedir ayuda, encontrá la información por provincia enhttp://www.fundacionavon.org.ar/solidaridad/fam_solid_violencia5.html




FUENTE:  A la violencia de género le decimos basta.-